jueves, septiembre 12

NO PUEDES CORREGIRTE A TI MISMO


Pablo empezaba a darse cuenta de que la corrección necesitaba de un referente para poder comparar con él lo que estaba bien y lo que estaba mal. Ese referente estaba formado de decisiones de la mente y de los conceptos del bien y del mal. Jesús ofreció otras posibilidades en los que la mente nunca había pensado. 

Después estaba también la diferente aplicación de ese referente del bien y del mal. Jesús les invitó a que aplicaran ese referente a los demás y a ellos mismos. “El que esté libre de pecado que lance la primera piedra”. ¿Cómo podía ese referente, en las manos de las personas, condenar a unas y liberar, por las mismas faltas a otras? 

Realmente Pablo descubría que las personas no podían aplicar ningún referente de condenación a nadie. “Tú no te puedes corregir a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro?”. 

“Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente aceptarlo tal como es”. 

“Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti”. 

“Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás”. 

Pablo entendía cada vez mejor que ese referente que nos dictaba los errores de los demás eran incomprensiones nuestras. Era mucho mejor dejar de condenar e ir descubriendo, por experiencia, la excelencia de la visión de Jesús e imitar sus propuestas.

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