miércoles, mayo 31

LA CAUSA Y LA CONSECUENCIA SON SIMULTÁNEAS

Benito tenía cierta lucha en su mente. La idea de vivir el presente, ese continuo presente que nos daba la vida, era su descubrimiento maravilloso. Las experiencias en el presente anulaban, en cierta manera, los movimientos de la mente que se iban hacia el pasado y se proyectaban en el futuro. 

Fue descubriendo poco a poco la diferencia brutal entre vivir el presente, vivir las circunstancias que nos tocaba vivir y las reflexiones que debíamos compartir con las personas que nos rodeaban en las incidencias de la vida, y vivir en la mente donde se daban mil vueltas a las ideas y se montaba una irrealidad que era tan real que no podíamos diferenciar entre esas dos vidas. 

Leía que debíamos acallar la vida del pensamiento circular en la mente. Esa vida creada en nuestra mente no era real. Era un laboratorio lleno de trastos viejos que nos hería y nos mortificaba de manera continua. La felicidad estaba en vivir el día a día, conversación a conversación, encuentro a encuentro, abrazo a abrazo. 

Pensar y llevar a cabo cada proyecto de cada día, de cada momento, de cada mirada y de cada necesidad que la mente descubría. Así, poco a poco, se iba dejando de lado esa vida artificial de la cabeza, inútil, irreal, absurda pero que nos atacaba de la misma forma como si realmente fuera verdadera. 

“No te contentes con la idea de una felicidad futura. Eso no significa nada ni es tu justa recompensa. Pues hay causa para ser libre ahora. ¿De qué sirve la libertad en forma de aprisionamiento? ¿Por qué habría de disfrazarse de muerte la liberación?”

“La demora no tiene sentido, y el “razonamiento” que mantiene que los efectos de una causa presente se tienen que posponer hasta un momento futuro, es simplemente la negación del hecho de que causa y consecuencia tienen que darse simultáneamente”. 

Benito se armaba de comprensión y de claridad. Ahora se estaba revelando esa unión que había leído anteriormente pero no había captado totalmente. La causa y la consecuencia se tenían que dar simultáneamente. No había tiempo entre ellas. Si la felicidad no se daba en el presente era que la causa no estaba bien entendida y aplicada. 

Benito se calmaba y una nueva luz se abría en el horizonte con la plenitud de la vida. Alegría y felicidad se daban la mano y la vida adquiría en el presente toda su energía y toda su potencia.

martes, mayo 30

EL CAMBIO SE PRODUCE POR COMPRENSIÓN

Samuel daba gracias en su interior a aquel autor que le afirmó que no era necesario pasar un gran tiempo para cambiar. El cambio se realizaba tan pronto como se comprendía uno a sí mismo, tan pronto como se comprendía la cuestión y los elementos que habían intervenido. “Si lo entiendes, si lo comprendes, cambias. Si no cambias es porque no los has entendido, no lo has comprendido”. 

Fue un punto de retorno en la vida de Samuel. Por fin, había encontrado una definición del camino que debía andar para hacer esos cambios que en su interior deseaba en muchos momentos. No era cuestión de proponerse cambiar. No era cuestión de esforzarse mucho para hacerlo. 

No era cuestión de sacrificios, de ayunos, de negaciones, de sufrimiento. Solamente era cuestión de comprenderlo y entenderlo. Así se resolvía toda la cuestión. El cambio se realizaba. No había más. Recordaba cuando veía a su equipo de futbol jugar con los otros equipos. Se ponía tenso, nervioso, intensamente emocionado e intensamente implicado. 

Si todo iba bien para su equipo, estaba feliz, contento, relajado, disfrutando. En caso contrario, era un desastre. Había decidido no ver los partidos por lo mal que lo pasaba. Un día se preguntó a sí mismo por qué se tensaba tanto en esos partidos. Samuel reconoció que veía los partidos para ver ganar a su equipo. Solamente estaba dispuesto a verlo ganar. No aceptaba verlo perder. 

Un día reconoció que era un juego. Debía admitir los dos resultados. Con esa apertura de su mente, la tensión desapareció, la lucha emocional disminuyó y la tranquilidad le hacía disfrutar del partido. Estaba dispuesto a acoger cualquier tipo de resultado. Su felicidad no se basaba solamente en la victoria. Su felicidad se basaba en el disfrute de un partido de fútbol. 

Si perdía su equipo, lo aceptaba con deportividad, felicitaba a sus oponentes y reconocía que había disfrutado viendo el proceso del partido. Nada más comprendió este hecho, dejó totalmente de sufrir. Ahora disfrutaba con su equipo en cualquier ocasión. 

“Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto. Pero aceptar que la corrección se puede llevar a cabo parece prolongarse una eternidad. El cambio de propósito que el Espíritu Santo le brindó a tu relación encierra en sí todos los efectos que verás. Éstos se pueden ver ahora”. 

¿Por qué esperar a que se manifiesten en el transcurso del tiempo, temiendo que tal vez no se den, cuando ya se encuentran aquí? Se te ha dicho que todo lo que procede de Dios es para el bien. Sin embargo, parece como si no fuera así”. 

Samuel seguía repitiendo en su interior aquella afirmación: “Si lo entiendes, si lo comprendes, cambias. Si no cambias es porque no los has entendido, no lo has comprendido”.

lunes, mayo 29

EL PRESENTE LO ES TODO

Daniel pensaba en aquellos momentos donde tenía que acompañar a un padre a una autoridad educativa para clarificar el futuro escolar de su hija. La angustia por la negativa para obtener el permiso que necesitaba era fuerte en Daniel y en el padre. La visita era un mero trámite, pensaba Daniel. Pero tenía que hacerla. Era el último esfuerzo. 

Cierta inquietud vibraba en ambos el día en que, juntos en el coche, se dirigieron a la institución de la capital para realizar el encuentro. Nebulosas en las mentes, indefinición en las gargantas, temor en el estómago, desconfianza en la mente. Todo ello se aderezaba en una mañana gris y en unos semblantes preocupados. 

Una hora después estaban en aquel despacho de la persona oportuna. Una breve conversación, un sentimiento de incomodidad y los ojos hundidos se vieron sorprendidos por la respuesta de aquel responsable. El permiso se concedía y no tendría más problemas. Podía continuar con sus estudios. Lo dejaría reflejado en su historial personal. 

Los cambios de humor recorrieron el corazón y los estómagos de ambos. La alegría se reflejaba en su cara. La profunda satisfacción les dejó sorprendidos. Daniel pensó en la inutilidad de las preocupaciones que les habían embargado a toda la familia desde hacía varios días. 

“Todos los planes que haces para tu seguridad están centrados en el futuro, donde no puedes planificar. Todavía no se le ha asignado ningún propósito al futuro, y lo que va a ocurrir aún no tiene causa”. 

“¿Quién puede predecir efectos que no tienen causa? ¿Y quién podría tener miedo de dichos efectos a no ser que pensase que éstos ya han sido causados y los juzgase como desastrosos ahora?”

“La creencia en el pecado da lugar al miedo, y, al igual que su causa, mira hacia adelante y hacia atrás, pero pasa por alto lo que se encuentra aquí y ahora. Su causa, sin embargo, sólo puede estar aquí y ahora si sus efectos ya se han juzgado como temibles”. 

“Mas cuando se pasa esto por alto se protege la causa y se la mantiene alejada de la curación. Pues el milagro es algo que es ahora. Es el único tiempo que hay”. 

Daniel reconocía que no debía haber juzgado la situación como desastrosa sin ninguna posibilidad de solución. Esa posición y ese juicio le había creado la angustia. Debía admitir que todo en la vida tenía soluciones insospechadas. No era posible sufrir por el futuro. 

El sufrimiento se vivía en el presente si cerrábamos todas las vías y no nos quedábamos abiertos a las posibles incidencias que la vida nos pudiera ofrecer. Y, siempre todo, tenía una salida constructiva.

domingo, mayo 28

SIEMPRE HAY CAMINOS PARA LA FUSIÓN

David pensaba, desde su experiencia como profesor veterano, metidos en años de docencia, en la experiencia fallida que había tenido con uno de sus allegados jóvenes amigos. Eran amigos desde que se pusieron en contacto. La amistad en temas de trascendencia los unió. Una amistad con visos de comprensión profunda se había desarrollado entre ellos. 

La relación había navegado por mares desconocidos. Estaban ambos entusiasmados. Sin embargo, cuando fue necesario desarrollar la función docente entre ambos, algo falló en aquel intento entre dos seres muy cercanos. David puso en práctica el mismo diseño que había desarrollado con sus hijas. Lo sentía como amigo, como hijo, como compañero en el camino. 

El método concienzudo, diario, reflexivo y comprensivo no llegó a cuajar entre ambos. Algunas contestaciones de su amigo joven le hirieron como profesor. Sin darse cuenta, esas diferencias actuaron como elemento de distanciamiento entre ambos. Les sirvió como reflexión que a lo largo de tres meses fueron considerando. 

La distancia se había interpuesto entre ellos. La prudencia así lo requería. Había que dar marcha atrás. En algunos momentos, David consideraba a su joven amigo como un ser totalmente desagradecido. No llegaba a comprenderlo. Los días pasaban y la distancia fue creciendo entre ambos. Un día David tuvo una luz en su mente. 

Era cierto que el método aplicado a sus hijas no había funcionado con su joven amigo. Había sido un fracaso. Una herida en el interior de ambos se fue agrandando. Sin embargo, la unidad entre ambos había sido una divisa que en momentos anteriores habían alcanzado. 

David consideró que si el método aplicado a sus hijas, no le había funcionado, otro método específico tendría que encontrar el camino para dejar que la enseñara fluyera entre ambos. “Quieres conservar cierta distancia entre vosotros para que os mantenga separados, y percibes ese espacio como el tiempo porque crees que eres algo externo a tu hermano”. 

“Eso hace que la confianza sea imposible. Y no puedes creer que la confianza podría resolver cualquier problema ahora mismo. Crees, por lo tanto, que es más seguro seguir siendo un poco cauteloso y continuar vigilando lo que percibes como tus intereses separados”. 

“Desde esta perspectiva te es imposible concebir que puedas obtener lo que el perdón te ofrece ahora mismo. En el intervalo que crees que existe entre dar el regalo y recibirlo parece que tienes que sacrificar algo y perder por ello. Ves la salvación como algo que tendrá lugar en el futuro, pero no ves resultados inmediatos”. 

“Sin embargo, la salvación es inmediata. A no ser que la percibas así tendrás miedo de ella, creyendo que, entre el momento que aceptas su propósito como el tuyo propio y el momento en que sus efectos llegan a ti, el riesgo de pérdida es inmenso”. 

David se aferraba a esa idea de unidad que había alcanzado antes de su distancia. Leía y releía esa frase que le había llegado hondo: “percibes ese espacio como el tiempo porque crees que eres algo externo a tu hermano”. 

La idea de que no éramos nada externos los unos a los otros, le hacía a David buscar otros métodos oportunos para restablecer, con la confianza debida, la buena comunicación que entre los dos siempre había existido.

sábado, mayo 27

SÓLO SE PODÍA AGRADECER CON AMOR

Abel tenía en mente las palabras que aquel joven muchacho le había dicho. Reconocía el citado joven que la relación era excelente. Admitía la ayuda que recibía y sabía que le estaba haciendo mucho bien en las reflexiones que compartían. Era una nueva forma de ver la vida, de considerar las dificultades y de comprenderse a uno mismo. 

Estaba muy agradecido. Pero, a la vez, se sentía un tanto frustrado. Recibía, según él, mucho, pero no podía ofrecer nada a cambio. Abel pensaba en esa idea de contraprestación que teníamos los humanos. “Tú me das algo y yo te ayudo en otra circunstancia”, era el pensamiento de la mente humana. Una manera de restablecer el equilibrio entre dar y recibir. 

Esa mentalidad se tenía incluso con el Eterno. Se le ofrecían sacrificios por nuestra parte, por ejemplo, levantarse cada mañana a las cuatro y ponerse en meditación. A cambio de esa entrega, se le pedían ciertas necesidades para conseguir cierto punto en la realización según nuestro pensamiento. Era una relación de dar y recibir, sacrificarse y pedir. 

Abel no llegaba a entenderlo. No llegaba a entender a aquel joven. La mentalidad de un niño no entraba en esos pensamientos. Vivía su vida. Recibía todas las atenciones de sus padres. No se planteaba devolverles a sus padres su sacrificio personal para agradecerles toda su entrega. El niño agradecía con su amor el amor solícito de sus padres. 

Y ese amor ofrecido al Padre eterno es lo máximo que podíamos compartir. El amor lo era todo. Nada que perturbara ese amor podía conseguir nada. Sería totalmente inútil. La lectura de aquellas líneas le ayudaban sobremanera: “El milagro es posible cuando causa y consecuencia se traen frente a frente, no cuando se mantienen aparte”. 

“Curar un efecto y no su causa tan sólo puede hacer que el efecto cambie de forma. Y esto no es liberación. El Hijo de Dios jamás se podrá contentar con nada que no sea la completa salvación y escape de la culpabilidad, pues, de otro modo, seguirá exigiéndose a sí mismo alguna clase de sacrificio, negando así que todo es suyo, y que no es susceptible de ninguna clase de pérdida”. 

Abel se reafirmaba en su pensamiento y en sus orientaciones. La idea básica del Eterno era vivir el amor en nuestra vida, en nuestras relaciones, con nuestros conocidos, amigos y familiares. Y ese amor estaba concedido cuando cualquier inconveniente lo superábamos con amor. No se podía superar ningún inconveniente con ningún sacrificio. 

Y máxime, cuando ese sacrificio no conllevaba en sí mismo la idea básica del amor. Sin amor no había salvación completa. Por ello, todo revés que se nos presentara en nuestra vida, debía superarse con la visión del amor, con la actitud del amor, con la aplicación del amor. Nunca un sacrificio podía reemplazar al amor. 

La causa (falta de amor) se solucionaba con la consecuencia (cambiar la falta de amor por amor). Causa y consecuencia se daban la mano en el amor.

viernes, mayo 26

NUESTRO AUTÉNTICO NOMBRE INTERIOR

Josué se había enfrentado a los nombres que designaban las cosas y a las personas. En la época actual cada nombre designaba una persona de forma especial. Bien eran nombres que repetían los de los familiares, bien reflejaban nombres bíblicos, nombres de épocas pasadas o de culturas específicas que nos recordaban especiales predilecciones.

Así nuestros hijos llevaban los nombres por alguna incidencia que nos hacía elegirlos de una forma especial. Cada nombre tenía su historia. En algunas familias era la repetición de los padres o de algunos familiares. En otras reflejaban los cambios interiores que se habían producido en sus vidas. Algunos nombres indicaban el aprecio por lo exótico. 

Salvo esos detalles que nos hacían elegir, la función específica de los nombres era designar a las personas. No profundizaban mucho más en sus esencias y en sus características, en su manera de ser, en su forma de pensar, en su forma de actuar. En cambio, los nombres antiguos conllevaban toda una actitud frente a la vida y decían mucho de la persona. 

En aquellas sociedades el nombre identificaba la evolución de la persona. Tal era así que en ciertos momentos se cambiaban el nombre. El objetivo de su vida era recordado por el significado profundo del nombre. Esa función se había perdido totalmente en nuestras culturas. Apenas teníamos una ligera idea del significado de nuestros nombres. 

En esa línea se podía entender el siguiente párrafo: “Tu nombre ancestral es el nombre de todos ellos, tal como el de ellos es el tuyo. Invoca el nombre de tu hermano y Dios te contestará, pues es a Él a Quien invocas. ¿Podría Él negarse a contestar cuando ya ha contestado a todos los que lo invocan?”

“Un milagro no puede cambiar nada en absoluto. Pero puede hacer que lo que siempre ha sido verdad sea reconocido por aquellos que lo desconocen; y mediante este pequeño regalo de verdad se le permite a lo que siempre ha sido verdad ser lo que es, al Hijo de Dios ser él mismo y a toda la creación ser libre para invocar el Nombre de Dios cual una sola”. 

Josué comprendía que si realmente su nombre interno, su forma de ser era la misma que la de Dios, al invocar la forma de ser del hermano, estábamos invocando al mismo Dios. Todos éramos Hijos suyos, Todos éramos creación suya. Al aceptar esa creación, todos estábamos en la misma línea, todos seguíamos el mismo camino, todos teníamos el mismo nombre. 

Una verdad que caía en el corazón de Josué. Todos caminábamos con nuestro nombre interno de forma de ser. Todos teníamos la posibilidad de cambiarnos ese nombre por cambiar nuestra forma de ser. Todos podíamos unirnos en el mismo nombre al incorporar el Nombre de nuestro Dios a nuestro corazón.

jueves, mayo 25

COMUNICACIÓN SIN INTERMEDIARIOS

Benjamín se quedó sorprendido por la petición que le hizo su amigo. Iba a ser operado del corazón. Le iban a quitar el corazón un cierto tiempo para repararle una de las válvulas y volvérselo a poner. Para los legos, una intervención un tanto especial y delicada. Estaban sentados juntos uno de los días previos a la intervención.

Las muestras de apoyo y de unidad eran evidente entre los dos. Una cierta sensación de temor se traslucía en su amigo. Benjamín estaba seguro que todo se desarrollaría bien. Su amigo era una persona culta, profunda, espiritual y con una buena conexión con el cielo. Entre los dos amigos había una cierta comprensión espiritual estupenda. Se comprendían mucho. 

En un momento, su amigo le dijo que sabía que tenía una conexión espiritual muy hermosa con el Dios del cielo. Y le preguntó: “¿Si me pasa algo, intercederás ante el Eterno en favor mío?”. Benjamín se quedó sin palabras. No podía entender lo que le pedía. 

En ese momento, viendo la cercanía de la intervención, en lugar de aclarar las ideas desde un punto de comprensión, Benjamín optó por apoyar a su amigo y hacerle sentir su apoyo y su unión. Eran momentos especiales. Pero esa pregunta quedó grabada en su corazón. No tenía ningún sentido desde el punto de vista divino. 

Benjamín dejaba que aquellas líneas le llenaran el corazón: “Mora en paz, donde Dios quiere que estés. Y sé el instrumento por el que tu hermano puede hallar la paz en la que tus deseos se ven colmados. Unámonos para derramar bendiciones sobre el mundo del pecado y de la muerte”. 

“Pues lo que puede salvar a cualquiera de nosotros puede salvarnos a todos. No hay diferencias entre los Hijos de Dios. La unidad que lo especial niega, los salvará a todos, pues en lo que es uno no hay cabida para lo especial y los favores especiales para unos cuantos. Todo les pertenece a todos por igual”. 

“Ningún deseo puede interponerse entre un hermano y lo que es semejante a él. Arrebatarle algo a uno de ellos es desposeerlos a todos. Mas bendecir a uno de ellos, es bendecirlos a todos cual uno solo”. 

Benjamín tenía claro que cada pensamiento elevado por una criatura humana al Padre Eterno era escuchado con sumo cuidado. La relación era directa. No llegó a entender la petición de su amigo. Dios no necesitaba ningún intermediario. El Hijo tenía comunicación directa con su Padre. El Padre se deleitaba en comunicarse directamente con Su Hijo.

miércoles, mayo 24

LLAMAMOS, EN OCASIONES, A LO BLANCO, NEGRO

Marce se debatía en un dilema que acababa de descubrir. Los humanos tildaban de natural ciertas actitudes y de antinatural ciertas otras. Pero, cuando profundizaba en aquellas naturales se quedaba pensativo y un halo de tristeza cruzaba su alma porque lo natural era siempre desagradable y doloroso. 

Lo antinatural tenía ese tono extraordinario capaz de ser llevado a cabo por almas nobles y extraordinarias que destacaban en la muchedumbre. En esos momentos los latidos del alma se aceleraban porque conectaban con los mejores deseos del corazón humano. 

La experiencia había dejado esas huellas en el alma de Marce. Ahora se daba cuenta de que la repetición de esos juicios de natural o antinatural había modelado su comprensión de las cosas. Al leer las ideas que tenía delante de sí, ese conflicto se ponía en evidencia. 

“Usar el poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural. No es arrogancia ser como Él te creó ni hacer uso de lo que te dio como respuesta a todos los errores de Su Hijo para así liberarlo”. 

“Pero sí es arrogancia despreciar el poder que Él te dio y elegir un nimio e insensato deseo en vez de lo que Su voluntad dispone. El don que Dios te ha dado es ilimitado. No hay circunstancia en la que no se pueda usar como respuesta ni problema que no se resuelva dentro de su misericordiosa luz”. 

Marce veía que se tenía que conectar otra vez con la fuente de la vida, la fuente del amor, la fuente creadora. La Divinidad lo había hecho. La Divinidad lo había conformado. La Divinidad lo había diseñado. Una parte divina anidaba en su interior. Lo que Dios creaba era eterno. Por tanto, era natural descubrir esa faceta del ser humano. 

La libertad del hombre le había dado la oportunidad de rechazar ese elemento divino. Poner otros propósitos e ideas dentro de cada persona. Era una creación del hombre. Pero esa creación no era eterna. La creación de Dios sí lo era. Por ello nos recordaba: “Usar el poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural”. 

Sustituir ese poder por el poder creado por el hombre era arrogancia o antinatural. Las consecuencias nos decían que la separación de Dios no nos hacía nada bien. Lo natural era aceptar nuestro origen y nuestra unión con nuestra fuente creadora, con la bondad que todo lo comprendía y lo abarcaba, con el amor que todo lo podía y lo transformaba.

martes, mayo 23

LA FUENTE NOS DEFINE

Gonzalo estaba contento con lo que estaba leyendo. Deshacer errores y encontrar los caminos adecuados le daban alegría, paz y entusiasmo. Se dejaba llevar por esos renglones que sus ojos seguían con mucho interés. Los leía despacio para no perder nada de su significado, de su verdad, de su claridad y, sobre todo, de su comprensión. 

“Examinemos en qué consiste el error, a fin de que pueda ser corregido, no encubierto. El pecado es la creencia de que el ataque se puede proyectar fuera de la mente en la que se originó la creencia. Aquí la firme convicción de que las ideas pueden abandonar su fuente se vuelve real y significativa. Y de este error surge el mundo del pecado y del sacrificio”

“Este mundo es un intento de probar tu inocencia y, al mismo tiempo, de atribuirle valor al ataque. Su fallo estriba en que sigues sintiéndote culpable y no entiendes por qué. Los efectos se ven como algo aparte de la fuente, y no parece que puedas controlarlos o impedir que se produzcan”. 

“Causa y efecto no son dos cosas separadas, sino una sola. Dios dispone que aprendas lo que siempre ha sido verdad: que Él te creó como parte de Sí Mismo y que esto no puede sino seguir siendo verdad porque las ideas no abandonan su fuente”. 

“Y creer que las ideas pueden abandonar su fuente es tratar inútilmente de hacer que las falacias sean verdad”. 

Gonzalo se quedaba sin palabras. Entendía muy bien que las palabras altaneras siempre procedían de una mente prepotente. Las palabras llenas de rencor procedían de una mente rencorosa. Palabras llenas de envidia describían a una mente envidiosa. Ataques de condena sobre los demás abrían una mente que se condenaba a sí misma. 

Las palabras expresaban lo que era la fuente. No había separación entre la manifestación verbal y el pensamiento de la mente. Si las palabras tenían poder de atacar y herir a los demás, tenían poder para atacar y herir a la misma fuente. Mas bien, dejaban traslucir al exterior lo que la fuente pensaba y que se había tenido oculta ante los demás. 

Gonzalo sonreía. Se aquietaba. Veía la luz del camino. Se alegraba de encontrar el argumento sólido que le decía que debía tener un cuidado especial con su mente, con sus pensamientos, con sus palabras y con las combinaciones personales de las ocurrencias de su fuente.

lunes, mayo 22

EL EQUILIBRIO DE VIDA DE NUESTRA DECISIÓN

José pensaba en el desequilibrio en el que se sumía el ser humano en ocasiones a lo largo de su vida. En unos momentos se creía el rey del mundo y se jactaba de ello delante de los demás. Hacía ostentación de lo que tenía. Disfrutaba teniendo lo que otros no tenían. Se sentía contento cuando podía decirles que los demás carecían de lo que él poseía. 

En otros momentos de la vida, se hundía en la desgracia, en la oscuridad y en el fustigarse uno mismo. Se veía lleno de defectos, de contrariedades, de inseguridades y se consideraba como algo bajo, sin sentido, sin dignidad. Él mismo no se valoraba como una gran persona que era. 

Todos habíamos pasado por esos momentos tontos donde el mundo resbalaba de nuestros pies y nos hacían pasar instantes tenebrosos. La sonrisa nos salía en nuestros labios y expresaban la equivocación en la que nos habíamos sumido. Sería muy diferente experimentar la vida desde la unión y el compartir. Unir, compartir, divertirse, gozar, elevarse y disfrutar. 

Siempre a nuestra mano, en nuestra decisión, en nuestros pensamientos radicaba la actitud de cada momento en la que podíamos elegir, decidir y dejarnos llevar por la hermosa comprensión. José se dejaba llevar por aquellas ideas que se deslizaban delante de sus ojos. 

“¿Qué dispone la voluntad de Dios? Dispone que Su Hijo lo tenga todo. Y Él garantizó esto cuando lo creó para que fuese todo. Es imposible perder nada, si lo que tienes es lo que eres. Éste es el milagro mediante el cual la creación se convirtió en tu función, la cual compartes con Dios”. 

“Esto no se entiende estando separado de Él, y, por lo tanto, no tiene sentido en este mundo. Aquí el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo, a cambio de su propio miserable tesoro”. 

“Mas no puede hacer esto sin experimentar una sensación de desolación, de pérdida y de soledad. Éste es el tesoro tras el que ha ido en pos. Y sólo puede tener miedo de ello”. 

“¿Es acaso el miedo un tesoro? ¿Puede ser la incertidumbre tu deseo? ¿O es simplemente que te has equivocado con respecto a lo que es tu voluntad y a lo que realmente eres?”

Un hermoso desafío se abría delante de José. Una equivocación se hacía evidente. La pregunta resonaba en su interior: “¿O es simplemente que te has equivocado con respecto a lo que es tu voluntad y a lo que realmente eres?”. Lo cierto era que no habíamos dado con el punto adecuado para vivir una vida plena. La Voluntad de Dios estaba clara. 

Nuestra decisión era unirse con nuestro creador y gozar de ese mundo que nuestro Padre Celestial nos proponía. Estaba claro que debía terminar nuestra separación para vivir con fuerza nuestra plenitud junto a Él.

domingo, mayo 21

CONCEPTOS CONFUSOS

Darío lidiaba con el concepto de perdón. En algunos momentos cuando pensaba las situaciones donde debía ejercer el perdón sentía que perdonar era perder su razón interior. Por ello, entendía a muchas personas que no daban su brazo a torcer y no perdonaban porque se sentían llenos y seguros de sus razones interiores. 

Perdonar era algo así como dejar de tener razón. Y el que perdonaba era un ser débil inseguro de su posición. Eran sentimientos que habían pasado a lo largo de su vida en ese terreno delicado y no abierto a la comprensión. Había algo que cambiaba y estaba empezando a dibujarlo en su mente. En Jesús el perdón era natural. 

Normalmente se atribuía a su divinidad y eso lo alejaba de nosotros. Sin embargo, el perdón entraba de lleno en la comprensión de la persona. No se trataba de ser generoso con la otra persona en absoluto. Tenía que ver con un concepto totalmente distinto de la situación. Si esa diferencia de concepto no llegaba, el perdón se hacía imposible. 

El perdón era restablecer el equilibrio que se había roto entre dos personas por equivocaciones, confusiones y actitudes equivocadas. Todo ese cúmulo de diferencias se dilucidaban en la capacidad que teníamos de equivocarnos y en la capacidad que teníamos de reconocer nuestros errores. Era una pareja que no se apartaba de nuestra experiencia en la vida. 

Equivocación, error, reconocimiento del error. Todos nos podíamos equivocar. Por ello, no había humillación a nadie, generosidad a nadie, grandeza de nadie, era lo natural en nuestro camino de aprendizaje en la vida. Era restablecer el equilibrio de la verdad entre los dos. Ese concepto, le atraía a Darío y veía la solución de un modo más claro. 

“El perdón elimina lo que se interpone entre tu hermano y tú. El perdón es el deseo de estar unido a él y no separado. Lo llamamos “deseo” porque todavía concibe otras opciones, y aún no ha trascendido enteramente el mundo de las alternativas”. 

“Aun así, está en armonía con el estado celestial y no se opone a la Voluntad de Dios. Y aunque no llega a darte toda tu herencia, elimina los obstáculos que has interpuesto entre el Cielo donde te encuentras, y el reconocimiento de donde estás y de lo que eres. Los hechos no cambian”. 

¿Quién podría arrogarse la falsedad de que nunca se equivocaba? ¿Quién podría afirmar que no necesitaba ser comprendido en sus equivocaciones? Todos pasábamos por ese filtro humano ennoblecedor. Aprendíamos superando errores, descubriendo errores, las consecuencias de los errores y las experiencias de los errores. 

Comprendernos y desear estar juntos era lo realmente maravilloso. Una mano siempre ofrecida con la comprensión de nuestro personal aprendizaje. Una actitud de reconocer nuestro camino.

sábado, mayo 20

NUESTRO AMIGO DE CONFIANZA

Mario estaba pasando un mal momento. Le habían dicho a la cara a través de una persona de la institución una frase muy fuerte: “Esa persona, que no puedo decirte quién es, sencillamente no te quiere”. La postura de quien hablaba era sigilosa, falta de tacto, osada y parecía que se sentía bien en ese lugar de manifestar lo que otra persona había dicho por detrás. 

Hablar a la cara, tener nobleza, ser sincero, vivir la autenticidad, todo ello se nublaba en la mente de Mario. No podía ser posible. No le podía estar pasando aquella experiencia. La reacción de Mario fue de sorpresa. No se le ocurrió hablar mal de esa persona escondida que no podía decirlo personalmente. Las conversaciones secretas urdían sus dardos para destruir y matar emociones y relaciones. 

La comprensión y la nobleza de Mario quedaron en evidencia frente a la persona de la institución. Le comunicó que si había algún malentendido en una conversación noble y sincera se podía resolver. Todo se podía solucionar cuando dos manos amables se estrechaban y buscaban la solución. Era un destello de las almas grandes y comprensivas. 

Le agradeció su comunicación. Al final, se vio que la persona que le dijo a Mario esa afirmación, no se sentía cómoda en su postura. Reconoció que algo mal se había llevado a cabo. La reacción de Mario demostraba que no era tan malo como lo habían descrito. La tranquilidad profunda daba cuenta de la nobleza de su corazón. 

Buscar siempre los puntos de unión entre las personas era la lección que había aprendido en sus primeros años de profesor. La persona de la institución había aceptado un veredicto sin escuchar a las dos partes. Y, según parecía, había decidido y había tomado parte. Mario no podía hacer nada. Se refugiaba en su nobleza y en su sinceridad. Se asía de la bondad capaz de pedir perdón por algún malentendido del que era inconsciente. 

Leía aquellos párrafos que le daban paz y seguridad eterna: “El que mora con sombras está ciertamente solo, y la soledad no es la Voluntad de Dios. ¿Permitirías que una sombra usurpase el trono que Dios dispuso fuese para tu Amigo, si te dieses cuenta de que si ese trono está vacío el tuyo estaría vacío y desocupado?”

“No hagas de una falacia tu amigo, pues si lo haces, ocupara el lugar aquel que Dios te dio para que fuese tu Amigo. Y Él es el único Amigo que en realidad tienes”. 

“Él te trae regalos que no son de este mundo, y sólo Aquel a Quien se le confiaron puede asegurarse de que tú los recibas. Él los depositará ante tu trono, cuando hagas sitio para Él en el tuyo”. 

Las incidencias de la vida se relativizan cuando la nobleza y la confianza se profundizan. Mario estaba contento de la decisión que había hecho. Se repetía para sí: “Y Él es el único Amigo que en realidad tienes”. Sus pensamientos habían ido por muy buen camino. Eso atemperaba sus preocupaciones interiores. 

La paz que sentía hubiera querido compartirla con aquella persona que no le podían decir su nombre. La paz la compartió con la persona que se lo comunicó. La bondad fue tan sublime que la atmósfera llenó aquel despacho de la presencia divina. Realmente era verdad: “Y Él es el único Amigo que en realidad tienes”.

viernes, mayo 19

CAMBIAR EL ODIO POR PERDÓN ES RESURRECCIÓN

Luis recordaba su primera lección de resurrección que tuvo con su director del colegio. Estaban hablando de la función del castigo. Su director le decía que el castigo tenía por objetivo el cambio de pensamiento, el cambio de visión, el cambio de actitud. El castigo en sí no tenía ningún sentido. 

Luis había experimentado el castigo en su propia persona. Lo había visto aplicar a varios de sus compañeros. La secuencia era inevitable. Equivocación o actitud inaceptable seguida por el castigo oportuno. Una unión que estaba muy grabada en su corazón. El planteamiento de su director ante sus primeras clases como profesor le empezaron a romper el esquema. 

Había ocurrido un incidente. Uno de los estudiantes mayores estaba en cuestión. El director había hablado con él. La actitud del muchacho era noble, aceptaba el castigo, reconocía su error y tenía clara su equivocación. Ante dicha actitud el director propuso no castigarle. El objetivo del castigo se había cumplido. ¿Qué función tenía, entonces, el castigo?

Luis dudaba en su interior. Era romper la secuencia que siempre había visto. Sin embargo, aceptaba la razón de su director. Se preguntó a sí mismo si siempre y en todo momento, a pesar de cambiar la actitud, el castigo se tenía que producir. 

Si el castigo era un medio pedagógico de enseñanza, tenía sentido. Si el castigo se erigía como una condenación de sufrimiento por sí mismo sin ningún otro objetivo, no tenía ningún lugar en el proceso de aprendizaje. Era más bien un acto de venganza que de enseñanza. Luis se quedó un tanto perplejo ante esa última definición que lo hacía temblar. 

“¿Cómo iba a permitir Dios que Su Hijo se extraviase por un camino que es sólo la memoria de un instante que hace mucho que pasó? Un terrible instante de un pasado lejano que ha sido completamente corregido no es motivo de preocupación ni tiene valor alguno”. 

“Deja que lo muerto y lo pasado descansen en el olvido. La resurrección ha venido a ocupar su lugar. Y ahora tú eres parte de la resurrección, no de la muerte. Ninguna falacia del pasado tiene el poder de retenerte en un lugar de muerte”. 

Luis se daba cuenta del proceso de resurrección que se desarrollaba en la vida diaria de las personas. Cambiaban los odios y rencores que conducían a la muerte por el perdón y el amor que provocaban la resurrección. La resurrección de una persona nueva, distinta, comprensiva, abierta al amor y a la aceptación de todos. 

No había castigo en este mundo que pudiera provocar la resurrección. El cambio de mentalidad, de ideas, de actitud, de visión, siempre venía de una mano amorosa y llena de poder que traía consigo una nueva mirada y una completa nueva dirección del alma. 

Luis aprendía que el castigo per se no traía nada. La mano amorosa del perdón provocaba la resurrección. Nada más la motivaba.

jueves, mayo 18

"LO UNO" NOS DEFINE COMPLETAMENTE

Enrique se debatía dentro de sí mismo con una nueva idea que venía a romper gran parte de su vida, gran parte de sus pensamientos. Cada uno había nacido en un lugar distinto. Cada uno había tenido experiencias diferentes con su entorno y con su lengua. Cada uno había vibrado, llorado y disfrutado con esos lugares que le recordaban la infancia. 

Era una experiencia común a todos los mortales, a todos los nacidos, a todos los que habían crecido en lugares distintos. Cada uno cantaba las excelencias de sus lugares conocidos. En cambio, la nueva idea de “lo uno” rompía con toda esa variedad que muchos decían que definían nuestras esencias. Todos pertenecíamos a ese “uno” que nos definía a todos. 

Éramos “uno” por nuestra procedencia: Nuestro Padre Celestial. Éramos uno porque respondíamos al amor, a la atención, a la solicitud, a la emoción y a una sonrisa abierta y franca. Éramos “uno” porque todos necesitábamos la misma receta para desarrollarnos: ser amados y ser apoyados, ser valorados y ser respetados. 

Éramos “uno” porque nuestro objetivo era la unión entre todos. Una unión que estaba más allá de los límites geográficos de nuestras tierras, de nuestras lenguas, de nuestros colores, de nuestras culturas. El objetivo de “lo uno” era embriagador en nuestro corazón. La separación y la distancia helaban los latidos cardíacos de desesperanza. 

“El perdón convierte el mundo del pecado en un mundo de gloria, maravilloso de ver. Cada flor brilla en la luz, y en el canto de todos los pájaros se ve reflejado el júbilo del Cielo. No hay tristezas ni divisiones, pues todo se ha perdonado completamente”. 

“Y los que han sido perdonados no pueden sino unirse, pues nada se interpone entre ellos para mantenerlos separados y aparte. Los que son incapaces de pecar no pueden sino percibir “lo uno”, pues no hay nada que se interponga entre ellos para alejar a unos de otros”. 

“Se funden en el espacio que el pecado dejó vacante, en jubiloso reconocimiento de que lo que es parte de ellos no se ha mantenido aparte y separado”. 

Enrique era cada día más consciente de la separación que implicaba el “pecado”. De ahí la importancia de la incorporación en su corazón, en su mente y en sus pensamientos de “lo uno”. Esa idea rompía con muchos de sus mitos, de sus creencias y de sus experiencias. 

Sin embargo, veía en la fuerza de su corazón, en la vibración auténtica de su alma, la fuerza de “lo uno”, la aspiración de “lo uno”, la necesidad de “lo uno”, la maravilla de “lo uno”, el Cielo de “lo uno”, la fuerza sintetizadora y atrayente de “lo uno”. 

Todas las ideas anteriores de separación en su mente se disolvían y la fuerza de unión de “lo uno” tomaba su lugar en su profunda aspiración.

miércoles, mayo 17

NUESTRO TALÓN DE AQUILES

Carlos no quería aceptar esa idea en su mente. Le parecía que lo hacía débil, sin fuerza, sin independencia. Sin embargo, después de muchos años vividos, tenía que admitir que la idea de no sentirse apreciado, valorado y amado era el punto flaco por donde todos los problemas de la vida entraban dentro de nosotros y nos desquiciaban sin darnos cuenta. 

Recordaba la expresión de uno de los profesores que visitó en Londres. Salían del edificio de la escuela. En eso, vio que el director iba cargado con varios paquetes. De inmediato, se ofreció para ayudarle. En un momento, todo estaba arreglado. Lo dispusieron en el coche y el director pudo partir tranquilamente. Carlos se interesó por la relación del profesor con el director. 

Este le dijo que se encontraba muy bien en el colegio. Se sentía valorado, apreciado, tenido en cuenta y eso le daba mucha paz. Desde esa tranquilidad, podía desarrollarse y podía sacar lo mejor de sí mismo. Unas palabras que cayeron en los oídos receptivos de Carlos con mucho interés. Vio en el profesor sus ojos chispeantes de alegría, su rostro feliz lleno de paz, su sonrisa tranquila llena de confianza.

“Es imposible recordar al Padre Celestial mientras se tenga miedo de la justicia en lugar de amarla. Él no puede ser injusto con nadie ni con nada porque sabe que todo lo que existe es Suyo y que será siempre tal como Él lo creó. Todo lo que Él ama no puede sino ser puro e inmune al ataque. Tu función especial abre de par en par la puerta tras la cual el recuerdo de Su Amor permanece perfectamente intacto e inmaculado”. 

“Sólo necesitas desear que se te conceda el Cielo en vez del infierno, y todos los cerrojos y barreras que parecen mantener la puerta herméticamente cerrada se desmoronarán y desaparecerán. Pues no es la Voluntad de tu Padre que tú ofrezcas o recibas menos de lo que Él te dio cuando te creó con perfecto amor”. 

Esta hermosa confianza era la llave de nuestra vida y de nuestros objetivos. Ese sentirse profundamente amado por nuestro Padre Celestial era mucho más fuerte que sentirse valorado por cualquier persona de este mundo. Carlos aceptaba sin ningún reparo esa hermosa idea de la confianza y de vivir con fuerza sintiéndose totalmente valorado, apreciado y amado por el Papá Celestial.

martes, mayo 16

PERMITÁMONOS PERDONARNOS

Sebas no podía olvidar la conversación que había tenido con su amigo. Había metido la pata. Había hecho daño sin quererlo. Su corazón se culpaba y se condenaba. Trataba de minimizar las consecuencias de su acto irresponsable. Hacía todo lo que podía y se entregaba a colaborar abiertamente. Todos le agradecían su actitud y su disposición. 

Todos estaban contentos con él a pesar de todo. Era un ejemplo de aceptación de las equivocaciones que cometíamos. Pero, siempre había una mano amiga para ayudarnos a salir adelante. Y eso, su amigo lo notaba, lo agradecía, lloraba y lo hacía estar dividido. Por una parte, estaba lleno de gratitud, por otra, le hacía sentir mucho peor. 

Se daba cuenta de lo malvado que había sido. Ante aquellas personas generosas no podía devolverles nada. Se sentía malvado, se sentía sin derecho de aceptación, se sentía que todo lo malo que le dijeran, él se lo merecía. Había sido un estúpido. Era un deshecho. Se culpaba y se condenaba sin ninguna consideración. 

Sebas trataba de comprender a su amigo. La dureza de juicio que había utilizado contra los demás, se le revolvía en su interior y se condenaba a sí mismo. Se exigía una perfección que debía haber mostrado y realizado. Todo se había acabado. Sebas pensaba que el ser humano era implacable consigo mismo. Todo un error. La propia condena no solucionaba nada. Lo único que pedía el error era la superación. 

“Piensa, entonces, cuán grande será tu liberación cuando estés dispuesto a dejar que todos tus problemas sean resueltos. No te quedarás ni con uno solo de ellos, pues no desearás ninguna clase de dolor. Y verás sanar cada pequeña herida ante la benévola visión del Espíritu Santo”. 

“Pues todas ellas son pequeñas para Él, y no merecen más que un leve suspiro de tu parte antes de que desaparezcan del todo y queden por siempre sanadas y en el olvido”. 

“Lo que una vez pareció ser un problema especial, un error sin solución o una aflicción incurable, ha sido transformado en una bendición universal. El sacrificio ha desaparecido. Y, en su lugar, se puede recordar el Amor de Dios, el cual desvanecerá con Su fulgor toda memoria de sacrificio y de pérdida”. 

Sebas se daba cuenta de que el problema no estaba en nuestro Creador, estaba en nosotros. Se situaba en nuestro orgullo, en nuestra dura condenación y en nuestra falta de generosidad con nosotros mismos. Así al ser comprensivo y generoso con los demás, podíamos serlo con nosotros mismos. La frase sonaba en su mente: “Cuando estés dispuesto que todos tus problemas sean resueltos”. 

Sebas sufría por su amigo por su falta de comprensión así mismo y por su falta de perdón.

lunes, mayo 15

HÁBITOS NOCIVOS INCONSCIENTES

Adolfo se iba dando cuenta de un hábito muy extendido que había aprendido en su vida. La costumbre de atacar con sus opiniones. En algunas de sus conversaciones había expresado: “la gestión que se ha realizado del asunto ha sido nefasta”, “La actitud de aquella persona ha sido condenable”, “los motivos de aquella persona han sido inconfesables”, “El comportamiento de esa persona hacia mí ha sido demencial”. 

Todos esos elementos negativos se habían convertido en una barrera de granito en su interior. Lo había hecho duro y sufría con dureza sus opiniones condenatorias. Los demás tenían que cambiar. Sin darse cuenta, se aceptaba a él mismo como persona clara, sincera, responsable y comprensiva. Pero las condenas caían a sus conocidos y a él mismo en las consecuencias que tenían. 

Parecía que la condenación de los demás era una naturalidad tan grande que era inconsciente de esa veta que salía de su boca y que lo sumía en un valle de ataque, menosprecio de los demás y de un concepto de su justicia superior a los otros. Todo una confusión y un sinsentido. Era bueno darse cuenta del mal que nos hacíamos a nosotros mismos. 

“Si Dios es justo no puede haber entonces ningún problema que la justicia no pueda resolver. Pero tú crees que algunas injusticias son buenas y justas, así como necesarias para tu propia supervivencia. Estos son los problemas que consideras demasiado grandes e irresolubles”. 

“Pues hay personas a las que les deseas que pierdan, y no hay nadie a quien desees ver completamente a salvo del sacrificio. Considera una vez más cuál es tu función especial. Se te ha dado un hermano para que veas en él su perfecta inocencia. Y no le exigirás ningún sacrificio porque no es tu voluntad que él sufra pérdida alguna”. 

“El milagro de justicia que invocas te envolverá tanto a ti como a él. Pues el Espíritu Santo no estará contento hasta que todo el mundo lo reciba, ya que lo que das a Él les pertenece a todos, y por el hecho de tú darlo, Él se asegurará de que todos los reciban por igual”. 

Adolfo miraba el horizonte. Darse cuenta de ese hábito condenatorio había sido todo un logro. Un hábito que había aprendido al escuchar las conversaciones y que sin darse cuenta lo había incorporado en su vida. La luz del sol bajando sobre la línea lejana de azules y verdes le centraba la mirada. Maravillas de colores se multiplicaban a su vista. 

Maravillas de ilusiones poderosas se desarrollaban al dejar de lado el hábito nefasto de la condenación sin una clara conciencia de lo que decía y de lo que no debía pensar de nadie ni de sí mismo.

domingo, mayo 14

DANDO Y RECIBIENDO, COMPARTIENDO Y DISFRUTANDO

Rafa dejaba que aquellos pensamientos se deslizaran por su cabeza. Sus ojos los leían y su conciencia los discernía: “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto que hace salir el sol sobre los que consideráis justos e injustos, y deja caer la lluvia sobre los que consideráis malos y buenos”. Todo un desafío para los humanos eso de “ser perfectos como el Padre Celestial”. 

Hacía tiempo que había aprendido que toda propuesta del Padre Celestial era una posibilidad que podíamos llevar a cabo. No era una misión imposible. Podíamos hacerlo sin ningún problema, sin ningún esfuerzo especial. Algunos, según nuestra relación con ellos, podían cambiar la consideración de buenos a malos y de malos a buenos. 

Por ello, la justicia de brillar el sol sobre todos. Esas consideraciones cambiaban y, en ocasiones, eras confusiones nuestras. La solución estaba clara: sol para todos. Y lo mismo pasaba con la lluvia. Lo más certero era dejar caer la lluvia sobre cada persona. Cada uno en su corazón decidía, desde su libertad, utilizar esas bendiciones como positivas o negativas. 

Rafa veía que era toda una metodología de aprendizaje, de enseñanza, de transformación interna. Nosotros siempre metidos en quiénes eran merecedores de eso o aquello. La verdad era que no podíamos hacer diferencias ni distinciones. 

“A menos que pienses que todos tus hermanos tienen el mismo derecho a los milagros que tú, no reivindicarás tu derecho a ellos, al haber sido injusto con otros que gozan de los mismos derechos que tú. Si tratas de negarle algo a otro, sentirás que se te ha negado a ti. Si tratas de privar a alguien de algo, te habrás privado a ti mismo”. 

“Es imposible recibir un milagro que otro no pueda recibir. Sólo el perdón ofrece milagros. Y el perdón tiene que ser justo con todo el mundo”. 

Rafa iba captando esa metodología. Era una forma de ser. Era una forma de funcionar la mente y la misma biología. Quién creó el cuerpo conocía muy bien su funcionamiento. Buscando el bien del otro, entrabas en la órbita de recibir el bien tuyo. Dando el apoyo al otro, abrías todo tu sistema nervioso a recibir ese apoyo a través de tus venas y de los genes de tu existencia. 

Era una maravilla seguir las lecciones de nuestro Creador. Todos unidos como Hijos Suyos sin ninguna fisura, sin ninguna separación.

sábado, mayo 13

NADIE MERECÍA PERDER

Esteban caminaba por un nuevo sendero de pensamiento que le estaba haciendo mucho bien. Estaba entrando en la comprensión de que nadie le podía ofender si el entendía a la persona y comprendía que toda ofensa provenía de su propio miedo y de su propio pensamiento. Eso le había liberado. Toda palabra mal dicha hacia su persona tenía la sonrisa comprensiva en su mirada. 

Reconocía que anteriormente había sido una persona rígida que debía velar porque nadie se atreviera a ponerle en entredicho ni en duda. Y esa rigidez era la que veía ataques de los demás contra los que debía reaccionar. La reacción se había terminado. Sabía que las personas tranquilas y equilibradas eran excelentes y maravillosas. Ellas no proferían palabras inconvenientes. 

Toda palabra hiriente provenía de un alma llagada, sufriente y molesta. Esteban en lugar de fijarse en la palabra hiriente que le llegaba, ponía su atención en la persona que la había expresado. Su comprensión, su cariño, su amor era el regalo para aquella alma molesta que le pedía amor y atención y por eso se enfadaba. 

Esteban iba adentrándose en esa actitud tan maravillosa. “Nadie merece perder. Y es imposible que lo que supone una injusticia para alguien pueda ocurrir. La curación tiene que ser para todo el mundo, pues nadie merece ninguna clase de ataque”. 

“¿Qué orden podría haber en los milagros, si algunas personas mereciesen sufrir más y otras menos? ¿Y sería esto justo para aquellos que son totalmente inocentes? Todo milagro es justo. No es un regalo especial que se les concede a algunos y se les niega a otros, por ser estos menos dignos o estar más condenados, y hallarse, por lo tanto, excluidos de la curación”. 

“¿Quién puede estar excluido de la salvación, si el propósito de ésta es precisamente acabar con los que se creen mejor que otros? ¿Dónde se encontraría la justicia de la salvación, si algunos errores fuesen imperdonables y justificasen la venganza en lugar de la curación y el retorno a la paz?”

Esteban iba viendo la senda derecha de la justicia, del amor, de la verdad, y de la universalidad. La conclusión le iba quedando clara: Nadie merecía perder.

viernes, mayo 12

AMPLITUD, EQUILIBRIO, PAZ

Santiago recordaba con mucha ilusión la ocasión en la que le invitaron a conocer a una persona funcionaria del Estado. Quería realizarle algunas preguntas sobre un tema que le concernía. Las personas que le habían hablado de él lo habían definido como una persona ecuánime, agradable, comprensible y amable. 

Con toda seguridad le atendería y le escucharía atentamente. Era una persona que transmitía paz, confianza y cercanía. El equilibrio era una de sus máximas y servir a los demás era su divisa. Todo un despliegue de ideales que pululaban por su mente y que le parecían un milagro que se dieran cita en aquella persona destacada. 

En efecto, el humanismo que mostró con Santiago le hicieron acreedor de todas las definiciones que le habían dado de él. La seguridad que le transmitió, el interés que se tomó por sus consultas y las preguntas que le hizo para clarificar el tema, daban buena cuenta de aquella mente puesta sobre aquellos hombros para compartir con personas, con cualquier persona. 

Santiago pensaba que eran reflejos de ideales más altos que se deban cita en ciertas personas muy humanas: “Puedes estar seguro de que la solución a cualquier problema que el Espíritu Santo resuelva será siempre una solución en la que nadie pierde”.

“Y esto tiene que ser verdad porque Él no le pide sacrificios a nadie. Cualquier solución que le exija a alguien la más mínima pérdida, no habrá resuelto el problema, sino que lo habrá empeorado, haciéndolo más difícil de resolver y más injusto”. 

“Es imposible que el Espíritu Santo pueda ver cualquier clase de injusticia como la solución. Para Él, lo que es injusto tiene que ser corregido porque es injusto. Y todo error es una percepción en la que, como mínimo, se ve a uno de los Hijos de Dios injustamente”. 

Así Santiago se alegraba sobremanera de ver equilibrios tan vastos y enormes en personas que podían hacer tanto bien a sus conciudadanos. Era como una motivación personal para desarrollar esas cualidades en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos diarios, en nuestras decisiones de cada instante. 

La paz, el sosiego y la amplitud se palpaba en aquella entrevista. Hermoso momento de experiencia para ir desarrollando en cada ocasión de nuestra existencia.

jueves, mayo 11

COMPRENSIÓN AUTÉNTICA

Pablo recordaba algunos momentos de su vida donde su prestigio colgaba de la pronunciación de algunas personas. No deseaba que dijeran ninguna cosa extraña. Sólo anhelaba que dijeran la verdad. La naturalidad y la verdad eran nuestros aliados naturales. Eran la fuerza de la vida que nos empujaba en la realidad de nuestras existencias. 

Dentro de sí, hubiera deseado no depender nunca de esos testimonios. La verdad de una persona habla por sí sola. Pero, la tergiversación de algunas personas hacía necesario que se aclararan ciertas afirmaciones. En esos momentos pensaba en el Padre Celestial. A Él no habría que pedirle absolutamente nada. Él conocía a fondo nuestra auténtica verdad. 

Una verdad desprovista de envidias, de venganzas, de incomprensiones y de superioridades. Había en el ser humano cierto morbo interior por tener el prestigio de otras personas en sus manos. Era como un poder que los transformaba en cierto modelo de “bondad superior”. Sus testimonios serían escuchados. 

Pablo se solazaba con los enfoques que el Padre Celestial le hablaba a través de aquellas líneas: “Tú tienes derecho a todo el universo, a la paz perfecta, a la completa absolución de todas las consecuencias del pecado, y a la vida eterna, gozosa y completa desde cualquier punto de vista, tal como la Voluntad de Dios dispuso que Su santo Hijo la tuviese”. 

“Esta es la única justicia que el Cielo conoce y lo único que el Espíritu Santo trae a la tierra. Tu función especial te muestra que sólo la justicia perfecta puede prevalecer sobre ti. Y así estás a salvo de cualquier forma de venganza. El mundo engaña, pero no puede reemplazar la justicia de Dios con su propia versión. Pues sólo el amor es justo y sólo él puede percibir lo que la justicia no puede sino concederle al Hijo de Dios”. 

“Deja que el amor decida, y nunca temas que, por no ser justo, te vayas a privar a ti mismo de lo que la justicia de Dios ha reservado para ti”. 

Una hermosa paz invadió el corazón de Pablo. Una hermosa seguridad y confianza le rodeó por todos lados. Pensamientos que vibraban con la luz poderosa de la verdad y de la justicia para todos. Todo su ser vibraba de alegría y eternidad.

miércoles, mayo 10

VERDAD, JUSTICIA Y AMOR

Juan se debatía interiormente entre acusar o liberar a aquel alumno que había cometido una falta grave. Se decía para sí mismo que el objetivo del castigo era liberar. También el objetivo del perdón era la liberación. Ante aquella disyuntiva no lo tenía del todo claro. Le gustaría poder comentarlo de viva voz con algunas personas.

No podía hacerlo. Era una decisión que debía tomar el conjunto de padres y profesores del colegio, miembros del comité de disciplina. Sólo podía elaborar los argumentos en pro y en contra para fundamentar su conclusión. Juan reconocía que no tenía en su mano todos los conocimientos necesarios para emitir un veredicto bien fundamentado. 

Conocía la orientación en este sentido de algunos de los componentes del comité de disciplina. Para algunos de ellos, la inflexibilidad era la mejor manera de evitar la repetición de equivocaciones. Para otros, trataban de comprender mejor las circunstancias para estar más cerca de la realidad y comprenderla mucho mejor. 

Juan estaba más cerca de este grupo de componentes. Cuando se trataba de resolver un problema, siempre resaltaba el conocimiento de todos los detalles del problema para enfocar mucho mejor su solución. Se daba cuenta que la aplicación de justicia debía emanar de un gran corazón. 

“La justicia, no obstante, no puede castigar a aquellos que, aunque claman por castigo, tienen un Juez que sabe que en realidad son completamente inocentes. La justicia le obliga a liberarlos y a darles todo el honor que merecen y que se han negado a sí mismos al no ser justos y no poder entender que son inocentes”. 

“El amor no es comprensible para los pecadores porque creen que la justicia no guarda ninguna relación con el amor y que representa algo distinto. Y de esta manera, se percibe al amor como algo débil, y a la venganza como muestra de fortaleza”. 

Juan quería unir justicia y amor. La venganza era muestra de una fortaleza que sacaba lo peor del ser humano. Una mano amiga, una comprensión de los hechos, una valoración ajustada a la realidad, una consideración amigable como a nuestro propio hijo, era el camino para acertar en la decisión. Juan recorría el sendero para ir acercando verdad, justicia y amor