jueves, septiembre 12

NO PUEDES CORREGIRTE A TI MISMO


Pablo empezaba a darse cuenta de que la corrección necesitaba de un referente para poder comparar con él lo que estaba bien y lo que estaba mal. Ese referente estaba formado de decisiones de la mente y de los conceptos del bien y del mal. Jesús ofreció otras posibilidades en los que la mente nunca había pensado. 

Después estaba también la diferente aplicación de ese referente del bien y del mal. Jesús les invitó a que aplicaran ese referente a los demás y a ellos mismos. “El que esté libre de pecado que lance la primera piedra”. ¿Cómo podía ese referente, en las manos de las personas, condenar a unas y liberar, por las mismas faltas a otras? 

Realmente Pablo descubría que las personas no podían aplicar ningún referente de condenación a nadie. “Tú no te puedes corregir a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro?”. 

“Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente aceptarlo tal como es”. 

“Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti”. 

“Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás”. 

Pablo entendía cada vez mejor que ese referente que nos dictaba los errores de los demás eran incomprensiones nuestras. Era mucho mejor dejar de condenar e ir descubriendo, por experiencia, la excelencia de la visión de Jesús e imitar sus propuestas.

jueves, septiembre 5

CREER IMPLICA ACEPTAR Y APRECIAR


Rogelio se acordaba de las veces que había creído lo que le decía bien su madre o su padre, bien los amigos, bien un compañero o un adulto. Esas ocasiones habían devuelto la paz a su interior y la hostilidad, la lucha que le nacía en sus entrañas se apaciguaba como una tormenta de verano. 

Creer en las personas era nuestro gran tesoro. No lo confundía con la credulidad. Había muchas personas que no merecían ser creídas. Ellas mismas no se valoraban. Pero, Rogelio siempre trataba de valorar a los demás. Si al final no cumplían su palabra, no se sentía engañado. Se sentía triste por la poca estima que mostraban las otras personas. 

A nadie le llenaba de felicidad engañar a las otras personas. Una vez descubiertas perdían todo elemento de confianza en ellas mismas. Confiar era siempre la gran apuesta de las personas. Se corría riesgo. Pero era un riesgo lleno de ganancias. Si la otra persona correspondía, se ganaba a un amigo/a. 

“No creer es estar en contra, o atacar. Creer es aceptar, y también ponerse de parte de aquello que aceptas. Creer no es ser crédulo, sino aceptar y apreciar. No puedes apreciar aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no le atribuyes valor”. 

“Por juzgar se tiene que pagar un precio porque juzgar es fijar un precio. Y el precio que fijes es el que pagarás”. 

Rogelio se quedaba pensativo dándole vueltas a esa idea de creer. Él le había dado ese valor a la palabra ‘confiar’. Se quedaba fijo en la idea de que ‘creer’ implicaba ‘aceptar’ y ‘apreciar’. La inteligencia intervenía y la consciencia también. Así huía de la idea de ‘ser crédulo’. 

Continuaba pensando que uno de los tesoros más grandes del ser humano era ‘creer’ con las ideas de ‘aceptar’ y ‘apreciar’. Un buen motivo de reflexión que le llenaba su horizonte de colores suaves y amplios que llenaban su mirada.

martes, septiembre 3

TU MIRADA CAMBIA AL OTRO


Juan sabía que, desde sus ojos, unas veces, salía una mirada comprensiva y, otras veces, una mirada de culpabilidad. Como siempre, creía que sus miradas no tenían incidencia en quien las recibía. Eran situaciones que ocurrían y no tenían la más mínima importancia. 

En una ocasión la reacción de una persona le hizo ver que sus ojos tenían tal poder que eran fácilmente captados por otros ojos que recibían esas miradas. Desde entonces, empezó a darse cuenta de que sí eran importantes la cualidad de sus miradas. 

“Cuando un hermano se comporta de forma demente sólo lo puedes sanar percibiendo cordura en él. Si percibes sus errores y los aceptas, estás aceptando los tuyos”. 

“Si quieres entregarle tus errores al Espíritu Santo, tienes que hacer lo mismo con los suyos. A menos que esta se convierta en la única manera en que lidias con todos los errores, no podrán entender cómo se deshacen”. 

“¿Qué diferencia hay entre esto y decirte que lo que enseñas es lo que aprendes? Tu hermano tiene tanta razón como tú, y si crees que está equivocado te estás condenando a ti mismo”. 

Juan sabía que estaba en aguas nuevas que no le eran conocidas. La idea del error estaba grabada en su mente. En cambio, la forma de deshacer el error no lo había practicado en su vida. La mirada lo era todo. Sus ojos debían ver cordura en el otro. 

Venía a su mente las leyes de la influencia entre unos y otros. La confianza engendraba confianza. La paz engendraba paz. La amabilidad despertaba amabilidad. La cordura despertaba cordura. Así Juan podía comprender un poco mejor la idea de deshacer el error.

domingo, septiembre 1

LA ANSIEDAD DE CORREGIR


Lucas, creyendo que hacía bien, tenía, en ocasiones, una cierta ansiedad por corregir a los demás cuando el error sucedía. No podía aceptar que, siendo las personas seres en proceso de cambio continuo, la idea de una pretendida perfección estuviera grabada tan hondo dentro de él. 

Había visto en muchas ocasiones la baza de que alguien le pudiera echar en cara a otra persona su equivocación. Ya no lo hacía en conversación personal y privada. Pretendía hacer el mayor daño moral posible. Esa idea de subrayar de que la otra persona no era perfecta producía cierto placer perverso. 

Era un juego equivocado donde cada uno a su turno iba degustando las hieles de ser enfrentados con errores de forma poco humana, comprensiva y caritativa. Alguien le dijo que estaba feliz porque las personas no lo iban a juzgar. Dios, en su conocimiento de todo, podía ser más equilibrado y comprensivo. Además, el amor nunca condenaba. 

“Reaccionar ante cualquier error, por muy levemente que sea, significa que no se está escuchando al Espíritu Santo. Él simplemente pasa por alto todos los errores, y si tú le das importancia, es que simplemente no lo estás oyendo a Él”. 

“Si no lo oyes, es que estás escuchando al ego, y mostrándote tan insensato como el hermano cuyos errores percibes. Esto no puede ser corrección. Y, como resultado de ello, no sólo se quedan sus errores sin corregir, sino que renuncias a la posibilidad de poder corregir los tuyos”. 

Lucas iba disminuyendo su nivel de ansiedad e iba aumentando su nivel de comprensión. Captaba que, si creía firmemente en el error del otro, era simplemente porque él tenía los mismos errores. Y se debían corregir los errores del otro y los nuestros.

viernes, agosto 30

LOS DOS NIVELES DEL ERROR


Marcos nunca se había planteado dos niveles en el tema de la corrección. Recordaba que Jesús sí que había utilizado esos dos niveles en ese proceso. En el caso de la acusación de la mujer sorprendida en adulterio, la solución estaba clara. Debía ser condenada. Y eso implicaba la muerte. 

Marcos había pensado que nunca podría haber dado con la solución de Jesús. Su mente estaba situada en un solo nivel: el nivel de la condenación. Jesús no siguió ese tipo de mente porque la mente divina era la mente de salvación. La mente del ego, la del primer nivel, lo tenía claro. Lo has hecho, lo debes pagar. 

La mente del Espíritu Santo, la del segundo nivel, lo tenía claro también. Te has equivocado, puedes aprender a hacerlo mejor. Como la mente divina no condenaba, ofreció a la mente del ego que sí que condenaba que aquel que se viera libre de condena, iniciara la condenación con el lanzamiento de la primera piedra. 

“Si le señalas a tu hermano los errores de su ego, tienes forzosamente que estar viendo a través del tuyo porque el Espíritu Santo no percibe sus errores. Esto tiene que ser verdad toda vez que no existe comunicación entre el ego y el Espíritu Santo”. 

“Lo que el ego está diciendo no tiene sentido, y el Espíritu Santo no intenta comprender nada que proceda de él. Puesto que no lo entiende, tampoco lo juzga, pues sabe que nada que el ego haga tiene sentido”. 

Marcos empezaba a ver la idea de los dos niveles. Eran muy distintos. El primer nivel del ego seguía su lógica de condenación. El segundo nivel del Espíritu Santo seguía su camino de salvación. Eran dos caminos que no podían tener nada en común. 

Estaba contento con estos atisbos de comprensión de los dos niveles en el tema de la corrección.

miércoles, agosto 28

LA CORRECCIÓN DE LOS ERRORES


Mateo siempre había tenido problemas con los asuntos de la corrección de los demás. Creía que, cuando veía a alguien equivocado, era su deber clarificarle su error. Mateo creía que así le ayudaba. Era la visión que había ido adquiriendo. Sin embargo, muchas personas a las que se había dirigido habían reaccionado mal. 

Había algo en la corrección que no llegaba a entender. Sabía que al corregir lo hacía desde un nivel en el que él mismo se declaraba acertado. La corrección suponía entonces dos juicios. Uno era el error del otro, según su entendimiento. Otro era su certeza de que tenía razón, según su entendimiento. 

Se prestaba a leer cuidadosamente lo que el siguiente párrafo proponía: “Para el ego, lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalarles a otros sus errores y tratar de ‘corregirlos’. Esto tiene perfecto sentido para él porque no tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es la corrección”. 

“Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. Cuando corriges a un hermano le estás diciendo que está equivocado. Puede que en ese momento lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si está hablando desde su ego no lo tiene”. 

“Tu tarea, sin embargo, sigue siendo decirle que tiene razón. No tienes que decírselo verbalmente si está diciendo tonterías. Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel. Sigue teniendo razón porque es un Hijo de Dios. Su ego, por otra parte, está siempre equivocado. No importa lo que diga o lo que haga”. 

Mateo se había quedado pensativo. Era un contrasentido. “Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego”. La conclusión era fácil. El ego no podía corregir porque se autodestruía a él mismo. 

Ahora entendía las malas experiencias cuando trataba de corregir a los demás. Desde el ego no se podía hacer nada porque la solución estaba en el rechazo del pensamiento del ego.

martes, julio 23

VALORAMOS LO QUE RECIBIMOS


Mateo se daba cuenta de que cuando valoraba de una forma intensa alguna idea, alguna cosa, algún elemento, se entregaba para ofrecer todo lo que podía para obtener ese bien tan preciado. Toda su vida se fijaba en ese intercambio. Daba para obtener algo que valoraba mucho. 

El caso contrario, también se daba. Cuando no se valoraba, todo era un sacrificio insoportable que se debía llevar a cabo si las normas lo decían, si la buena educación lo sugería y si las tendencias en nuestro hogar así nos lo habían enseñado. Eran esas cosas por las que se debía pasar sin quererlas mucho. 

Toda nuestra vida era una especie de valoración que nos iba dando nuestra personal visión de quiénes éramos personalmente nosotros. Así se iba formando nuestro carácter, nuestras ideas, nuestros logros y nuestros esfuerzos para alcanzar aquello deseado. 

“Nunca te olvides, por consiguientes, de que eres tú el que determina el valor de lo que recibes, y el que fija el precio de acuerdo con lo que das. Creer que es posible obtener mucho a cambio de poco es creer que puedes regatear con Dios”. 

“Las leyes de Dios son siempre justas y perfectamente consistentes. Al dar, recibes. Pero recibir es aceptar, no tratar de obtener algo. Es imposible no tener, pero es posible que sepas que no tienes”. 

“Estar dispuesto a dar es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo que tienes. Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le adjudicas”. 

“Y esto, a la vez, es la medida de cuánto lo deseas”. 

Mateo reconocía que si se daba era porque se tenía claro que se tenía. Pero aquellos que consideraban que no tenían, aunque fuera totalmente incierto, nunca podrían descubrir lo que realmente poseían. 

Su mente quedaba en suspenso. Cuando en muchas ocasiones había decidido que no tenía, había aceptado la idea de la falsedad. Todos teníamos, realmente, muchos dones que se podían compartir con los demás. 

Así que dar era la prueba innegable de que se compartía lo que se tenía y ello nos hacía conscientes de las riquezas que Dios había depositado en nosotros.

domingo, julio 21

NO SE PUEDE SEPARAR LO QUE ESTÁ UNIDO


Guille siempre había tenido una intuición en su corazón que no se correspondía con los conceptos que se le habían enseñado acerca de Dios. Para Guille, Dios no era un ser que estaba apartado de la especie humana, que estaba residiendo en palacios celestiales y que estaba ajeno a su propia familia. 

Dios y Sus Hijos eran un mismo y único concepto. Dios estaba en el interior de cada ser humano. Dios no era un juez que iba juzgar a Sus Hijos por haberse comportado mal con otros de Sus Hijos. Eso sería un contrasentido. El objetivo de un padre era ver unidos a sus hijos y gozarse con ellos. 

Algunos le decían a Guille que esa idea era un concepto muy hermoso, pero que no era cierto. El llamado Creador del universo tenía un puesto especial en las estrellas lejanas. Sin embargo, Guille seguía pensando que el único lugar para morar Dios estaba en los corazones de Sus Hijos. 

“Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y aprenderás que está justificado que yo crea en ti. Cree en mí creyendo en ellos, en virtud de lo que Dios les dio. Te contestarán si aprendes a preguntarles solamente la verdad”. 

“No pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta manera puedes aprender cuán bendito eres. Al seguir este camino estarás buscando la verdad en ti”. 

“Esto no es ir más allá de ti mismo, sino hacia ti mismo. Oye únicamente la Respuesta de Dios en Sus Hijos, y se te habrá contestado”. 

Guille se reafirmaba en sus intuiciones porque iban en la misma dirección que las propuestas divinas. Dios hablaba a través de Sus Hijos porque Dios y Sus Hijos era una unidad indivisible. 

Guille estaba pensando en bloquear en su teléfono a una persona que era desagradecida, según él, falta de sensibilidad y con falta de cierto respeto. Cogió el teléfono y cuando estaba a punto de realizar el bloqueo, una idea surgió en su mente y cambió de idea. 

Dios nunca nos bloqueaba el contacto que teníamos con él. Guille pensó que no podía bloquear a una persona que era uno de los Hijos de Dios porque podía ocurrir alguna ocasión donde el contacto podría ser utilizado. Así aprendía, de una forma práctica, que Dios y Sus Hijos eran la mismo.

viernes, julio 12

NO PUEDES ORAR SÓLO POR TI

Benito sintió un alivio muy grande cuando en su veintena de años escuchó una definición que le llegó al corazón. “Orar es el acto de abrir el corazón a Dios como a un amigo”. Esa idea le rompió muchas ideas de miedo, de lejanía, de impotencia ante la bondad infinita. Le dio mucha paz. 

Eso implicaba que Dios tenía, entonces, muchos amigos. Todas las gentes que captaban esa esencia le abrían a Dios el corazón como a un amigo. Y, como los buenos amigos, Dios no era patrimonio de nadie. Todos los amigos tenían la misma facilidad de llegar hasta su presencia y hasta sus oídos. 

A Benito le allanó el camino para llegar hasta Dios. No era necesario ir a Dios a través de ningún intermediario. A nadie le dio la jerarquía de representarlo. Los buenos amigos que tenían una relación preciosa con Él se constituían como amigos del Amigo. 

“No puedes rezar sólo para ti, de la misma manera en que no puedes encontrar dicha sólo para ti. La oración es la reafirmación de la inclusión, dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con las leyes de Dios”. 

“En tu hermano reside tu salvación. El Espíritu Santo se extiende desde tu mente a la suya, y te contesta. No puede oír la Voz que habla por Dios sólo en ti, porque no estás solo”. 

“Y Su respuesta va dirigida únicamente a lo que eres. No podrás saber la confianza que tengo en ti a no ser que la extiendas. No tendrás confianza en la dirección que ofrece el Espíritu Santo, o no creerás que es para ti, a menos que la oigas en otros”. 

Tiene que ser para tu hermano por el hecho de que es para ti. ¿Habría acaso creado Dios una Voz que fuese sólo para ti? ¿Cómo podrías oír Su respuesta, excepto cuando el Espíritu Santo responde a todos los Hijos de Dios?”. 

“Oye de tu hermano lo que quisieras que Yo oyese de ti, pues tú no querrías que yo fuese engañado”. 

La relación le iba quedando clara a Benito. Esa Voz de nuestro amigo divino era la misma para todos. Para todos tenía el mismo mensaje. Por ello, debíamos escuchar esa Voz por la boca de nuestros amigos, de nuestros hermanos. 

Aceptaba que con el mismo interés que tratábamos a nuestros amigos tratábamos a nuestro padre celestial. Dios recibía lo que realmente éramos a través de nuestros hermanos. Todos los hermanos éramos una unidad. Y en esa unidad se manifestaba la Voz divina.

jueves, julio 4

ESCUCHAMOS LO QUE DECIDIMOS ESCUCHAR


Samuel se quedaba sorprendido de que nosotros mismos pudiéramos restringir el mensaje de los demás. Había aprendido que aquellos mensajes que no deseaba escuchar se los transmitía de forma inconsciente a los otros. Por ello, las personas lo captaban y no tocaban esos temas. 

También había aprendido que aquellos temas que le gustaban no les caían bien a ciertas personas y por mucho que se esforzara, esos temas nunca los tocaban. Todos habíamos puesto una serie de limitaciones y restricciones a la comunicación de los demás. 

Por ello, algunos llenaban y desarrollaban la amistad cuando tenían temas comunes que les gustaban a ambos y con ellos, podían entenderse en ese campo. Fuera de ese campo se respetaban y cada uno buscaba, por otro lado, la posibilidad de compartir partes de su ser. 

“El mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. ¿Qué te está diciendo? ¿Qué desearías que te dijese? Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje que recibes”. 

“Recuerda que el Espíritu Santo mora en él, y Su voz te habla a través de él. Mas ¿le escuchas? Es posible que tu hermano no sepa quién es, pero en su mente hay una luz que sí lo sabe”. 

“El resplandor de esta luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus palabras y haciendo posible el que las puedas oír. Sus palabras son la respuesta que el Espíritu Santo te da a ti”. 

“¿Es la fe que tienes en tu hermano lo suficientemente grande como para permitirte oír dicha respuesta?”. 

Samuel concluía que la forma en que había pensado que Dios o el Espíritu Santo le hablara no coincidía con lo que estaba leyendo. Se pensaba que el Espíritu Santo era autónomo y nos podía hablar. 

Sin embargo, el Espíritu Santo siempre nos hablaba a través de la relación y el diálogo que teníamos con un hermano. Si no confiábamos en que un hermano fuera el medio a través del cual el Espíritu Santo nos hablara, la comunicación sería imposible. 

Samuel veía con claridad que esa comunicación dependía de nosotros y de nuestras actitudes y decisiones.

domingo, junio 30

UN SENDERO DE TRES


Daniel cada vez era más consciente de la trascendencia que tenía en su relación personal con el Eterno, la relación que tenía con sus compañeros de trabajo, con sus amigos y con sus conocidos. Siempre recordaba una frase que le habían repetido desde niño: “No puedes ver a Dios, pero puedes ver a los demás”. 

La misma forma con la que trataba a los demás, coincidía con la forma en la que trataba a Dios. A veces, la gente le confundía. Le decía que si fuera Dios a visitarle seguro que le prepararía una bienvenida excelente y una atención de alta estima. 

Daniel se decía a sí mismo: “Dios no vendrá nunca personalmente. Dios llamará a mi puerta en forma de compañero de trabajo, de amigo, de conocido, de una llamada de socorro y de una petición de ayuda”. Y esa forma de llamar no debía confundirlo. Esas manos que tocaban en su puerta eran las manos de Dios. 

“Si quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. No pongas en duda su palabra ni lo confundas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo”. 

“Si quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya fe en ti es inquebrantable. ¿Cómo ibas a poder pedirle algo al Espíritu Santo sinceramente, y al mismo tiempo dudar de tu hermano?”. 

“Cree en la veracidad de sus palabras por razón de la verdad que mora en él. Te unirás a la verdad en él, y sus palabras serán verdaderas. Al oírlo a él me oirás a mí. Escuchar la verdad es la única manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla”. 

A Daniel se le ensanchaba el corazón. La idea de ese grupo de tres personas se hacía claro en su mente. Por un lado, estaba su amigo o conocido, por otra estaba Dios representado por su amigo o conocido. Por otro lado, estaba él tratando a su amigo o conocido como si fuera Dios. 

Dios estaba en su amigo o conocido, estaba en él, Dios nos unía delante de Sí mismo como la expresión máxima de Su Amor y de su unión entre todos nosotros. Los tres unidos por Dios. Un pensamiento liberador en la mente de Daniel.

martes, junio 25

RESPUESTAS ADECUADAS


David reconocía que algunas peticiones que le había lanzado al Espíritu Santo no las podía recibir. Uno de sus planteamientos era que un vecino suyo no le molestara más. Estaba harto de hablar con él y no llegaban a ningún acuerdo. Eso lo descomponía. 

Le pidió al Espíritu Santo que ese vecino se fuera de allí y, de esa manera, tener el problema resuelto. Lo que había olvidado David era que una de las funciones del Espíritu Santo era la unión y la comprensión entre las personas. No le podía pedir al Espíritu Santo que fuera contra su misma esencia. 

Poco a poco fue comprendiendo que él tenía que cambiar y aceptar a ese vecino con una comprensión distinta a la que había tenido hasta entonces. Le sirvió para reflexionar y clarificarse que ir contra esa función de unión del Espíritu Santo era perder el tiempo. 

“La Biblia subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. El hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una respuesta”. 

“Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el miedo. Es posible que Su respuesta no sea oída. Es imposible, sin embargo, que se pierda”. 

“Hay muchas respuestas que ya has recibido pero que todavía no has oído. Yo te aseguro que te están esperando”. 

David reconocía que nunca recibió la respuesta respecto a su vecino mientras pensaba que debía marcharse del lugar. Cuando empezó a comprender que debía cambiar su actitud respecto a él, su corazón se puso contento. Sentía que esa idea iba en la dirección del Espíritu Santo. 

Esa tarde aprendió una gran lección. El Espíritu Santo siempre hablaba en su lenguaje de amor, de unión, de comprensión y de unidad de todos los mortales. Fuera de esa función, las respuestas venían, pero quien lo pidió estaba fuera de las ondas por donde podría llegarle.

domingo, junio 23

PETICIONES INCOHERENTES


Abel, en varias ocasiones, había descubierto que sus deseos en ciertos momentos de su vida, no eran válidos para otras situaciones. La comprensión de lo que nos estaba pasando, en ocasiones, no estaba claro en nuestras manifestaciones. En ciertos momentos creíamos que era tal o cual cosa y pedíamos que desapareciera de nuestras vidas. 

Esa falta de serenidad, de comprensión y de paciencia, nos han precipitado por caminos equivocados. Y esas equivocaciones nos han llevado a determinar que cierto punto debía ser superado. Hemos hecho todos los esfuerzos para quitarlo de nuestra existencia. 

Solamente, con el paso de los años, nos hemos dado cuenta de nuestro error en ese planteamiento que teníamos. Esa luz que se iba metiendo en nuestros pensamientos nos daban claridad. Entonces concluíamos que era una focalización totalmente errónea los senderos que creíamos que debían desaparecer. 

“Supongamos, pues, que lo que pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. Si ese fuese el caso, obtenerlo ya no sería lo que deseas”. 

“Por eso es por lo que algunas formas de curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. Un individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal”. 

“Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo que la manifestación física de su aflicción”. 

“En ese caso no estaría pidiendo realmente que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser curado”. 

Abel comprendía que toda curación era un cambio de pensamiento. Si nos centrábamos solamente en el aspecto físico sin conectarlo con el pensamiento se establecía una separación que nos haría daño. Toda curación se centraba únicamente en el cambio de pensamiento. 

Al eludir el cambio de pensamiento, la misma petición se convertía en miedo y no obteníamos esa petición porque estaba basada en el miedo.

jueves, junio 20

LA VOLUNTAD DE DIOS ES POSIBLE YA


Josué, desde joven, había tenido la idea de que la presencia de Dios en nuestras vidas era una realidad meridiana. Cuando pensaba en Dios, no lo hacía pensando que estaba en el cielo, que estaba lejos, que estaba en lugares inaccesibles para el ser humano. 

Cuando veía a los demás, los veía como una expresión de la grandeza de Dios. Sabía sus nombres, sus apellidos, la calle donde vivían y algunos de los amigos que tenían. Sin embargo, lo más importante para él era que en el interior de aquellas personas estaba la plenitud de Dios. 

Algunos le decían que era un puro pensamiento, que distaba mucho de la realidad, que había personas tan confundidas que Dios no podía habitar en ellas. Josué pensaba en aquellos momentos que las madres de aquellas personas confundidas superaban a Dios porque una madre jamás renegaba de su hijo. 

“Recuerda, pues, que la Voluntad de Dios es posible ya, y que nada más lo será nunca. En esto reside la simple aceptación de la realidad porque solo eso es real. No puedes distorsionar y, al mismo tiempo, saber lo que es”. 

“Y si la distorsionas experimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico, pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal. Cuando sientas esas cosas, no trates de buscar la verdad fuera de ti mismo”. 

“La verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. Di, por lo tanto: “Cristo está en mí, y donde Él está, Dios tiene que estar, pues Cristo es parte de Él”. 

Josué se afirmaba más con sus experiencias sobre la presencia de Dios en nuestra vida. La sensación de que nosotros éramos los que realmente creábamos nuestra realidad caían en el error de creerse que ellos dirigían las circunstancias. 

Lo maravilloso de todo era constatar que cuando Dios estaba en nuestras vidas y nosotros actuábamos junto con Él, la vida era nuestra mejor maravilla.

miércoles, junio 19

LAS LEYES DE LA FELICIDAD SON PARA TI


Benjamín, en su proceso de conocer a Dios, descubrió que uno de los amores más excelsos que había descubierto en la vida era el amor de su madre. Las madres estaban mucho más cerca del amor incondicional de Dios porque las madres no ponían ninguna condición para amar a sus hijos. 

Benjamín les compartía a un grupo de personas que su madre nunca le había dicho que era pecador. Siempre había tratado de desarrollar sus mejores cualidades. Siempre había sentido su apoyo. Cuando pasó el problema de pequeño de su enuresis nocturna (hacerse pis en la cama) su madre nunca lo censuró ni se lo reprochó. 

Sintió su fuerza y su deseo de no darle importancia. Eso le evitó muchas vergüenzas porque ella nunca lo divulgó. No había estudiado psicología, pero era su mejor psicóloga. No había estudiado el amor de Dios ni sus creencias, pero estaba a su lado para ofrecerle todo su cariño y amor. 

“No te das cuenta de la enorme cantidad de energía que desperdicias negando la verdad. ¿Qué le dirías a alguien que se empeña en intentar lo imposible, creyendo que lograrlo es su mejor éxito?” 

“La creencia de que para poder ser feliz tienes que tener lo imposible está en total desacuerdo con el principio de creación. Dios no pudo haber dispuesto que tu felicidad dependiese de lo que nunca podrías tener”. 

“El hecho de que Dios es Amor no requiere que se crea en ello, pero sí requiere aceptación. Puedes ciertamente negar los hechos, pero no puedes hacer que cambien. Si te tapas los ojos con las manos, no podrás ver porque estarás interfiriendo en las leyes de la visión”. 

“Si niegas el amor, no podrás conocerlo porque tu cooperación es la ley de su existencia. No puedes cambiar las leyes que tú no promulgaste, y las leyes de la felicidad fueron creadas para ti, no por ti”. 

Benjamín veía, en toda esa reflexión, la expresión del amor de su madre en todas las etapas de su vida. Era una experiencia vivida. Era una experiencia que le allanaba todos los caminos. Y era, para él, maravilloso descubrir que el amor de Dios iba en la dirección de ese amor de madre que le había llegado al corazón.

martes, junio 18

HAY ANHELOS QUE NO PUEDEN FALTAR


Iván estaba con un dilema. Cuando su alma ingenua decía que deseaba ser como Dios en su forma de pensamiento y en su aceptación de que vive dentro de nosotros, alguien le decía que ese pensamiento era irrespetuoso. Le subrayaban que nosotros no podíamos ser como Dios. 

Cuando la mente de Iván pensaba que el Creador dejó su imagen y semejanza en nosotros, además de nuestra libertad para escogerlos y apreciarlos, le decían que nosotros habíamos sido capaces de borrar la imagen de Dios de nuestras almas. 

Iván se confundía. Su libertad le empujaba a elegir la Voluntad de Dios que era la suya cuando su libertad no elegía mal. Le decían que no podía hacer nada y que Jesús tenía que venir para restaurar esa alma llagada, vencida, rendida, y llena de maldad. 

Iván concluía que Dios era su verdad y que Su Voluntad vivía dentro de nosotros y ya no discutía más con nadie. 

“En última instancia todo el mundo tiene que recordar la Voluntad de Dios porque, en última instancia, todo el mundo tiene que reconocerse a sí mismo. Este reconocimiento es el reconocimiento de que su voluntad y la de Dios son una”. 

“En presencia de la verdad, no hay descreídos ni sacrificios. En la seguridad de la realidad, el miedo no tiene absolutamente ningún sentido. Negar lo que simplemente es, tan sólo puede dar la impresión de que es temible”. 

“El miedo no puede ser real sin una causa, y Dios es la única causa. Dios es amor y Él es ciertamente lo que tú deseas. Esa es tu voluntad. Pide esto y se te concederá, porque estarás pidiendo únicamente lo que ya te pertenece”. 

Iván, ante las palabras de la definición de Dios como amor, quedaba prendado de esa hermosa expresión del amor para nuestra comprensión: el amor siempre disculpa, siempre confía, siempre espera, siempre está pase lo que pase, nunca falla. 

Eso hacía vibrar a Iván en su corazón y aceptaba que esa voluntad era la suya y, además, también era la de Dios. Había llegado a una certera conclusión. La Voluntad de Dios era la suya.

lunes, junio 17

NUESTRA VOLUNTAD SOLO NO LO ES TODO


Gonzalo admitía que éramos personas que íbamos aprendiendo. Cada año que pasaba había nuevas cosas que se habían incorporado a nuestras experiencias. Unas veces coincidían con algo que ya habíamos conocido antes y lo habíamos decidido. Otras veces nos traían visiones nuevas que superaban aquello que habíamos aprendido de niños. 

En esa línea de cambio era vital la confianza. Tener una confianza completa en una persona, en unas creencias, en unas ideas, nos daban cierta orientación para saber seguir siempre un camino prudente en nuestros descubrimientos. El cambio siempre estaba servido. 

Por ello, Gonzalo no se aferraba demasiado a ciertas ideas muy extremas o falta de solidez en el tiempo. Como buen agricultor, sabía que se necesitaba tiempo para saber si realmente la semilla germinaba y se hacía visible o se quedaba sin vida encerrada en la simiente. 

“Ninguna mente recta podría creer que su voluntad es más fuerte que la de Dios. Si una mente cree que su voluntad es diferente de la de Él, entonces sólo puede concluir o bien que Dios no existe o bien que Su Voluntad es temible”. 

“La primera conclusión da lugar al ateo, y la segunda, al mártir, que cree que Dios exige sacrificios. Cualquiera de esas dos conclusiones dementes producirá pánico, ya que el ateo cree estar solo, y el mártir que Dios lo está crucificando”. 

“No obstante, nadie quiere sentirse abandonado o sufrir represalias, aunque es posible que muchos procuren ambas cosas. ¿Puedes acaso pedirle al Espíritu Santos semejantes ‘regalos’ y esperar recibirlos?” 

“Él no puede darte lo que tú no deseas. Cuando le pides al Dador Universal lo que no quieres, le estás pidiendo lo que no se puede dar porque nunca se creó. Y nunca se creó porque nunca fue lo que tu voluntad dispuso para ti”. 

Gonzalo ya había pasado la experiencia de dar gracias a Dios por no haberle dado algunas cosas que le había pedido. El tiempo, como hacía el agricultor, daba lugar a la manifestación apropiada de lo que realmente nos favorecía. 

En ese proceso, Gonzalo ponía su confianza. De esa manera, el tiempo siempre le orientaba en la buena dirección.

domingo, junio 16

EL TEMOR DISUELTO


José vislumbraba el trabajo del Espíritu Santo para deslindar lo que realmente era nuestra voluntad, de aquello que nosotros creíamos que lo era. Una confusión basada en la idea de separación, de miedo, de dudas, y de desconfianzas había creado una realidad totalmente paralela. 

Esas dos visiones vivían en nuestra mente, en nuestra vida, en nuestros pensamientos y en nuestras decisiones. Ese proceso estaba en manos de Dios y en manos nuestras. Nosotros debíamos aceptar, con confianza, las propuestas divinas. 

José entendía que las propuestas divinas se enfrentaban con nuestra libertad de escogerlas. Pero, la comprensión de un Padre amante nos ayudaba a comprender que la existencia del Espíritu Santo no era un medio para confundirnos; antes bien, era nuestra mejor ayuda, con el desarrollo del amor, para comprender nuestra realidad mucho mejor. 

“Has aprisionado tu voluntad más allá de tu propia conciencia donde todavía se encuentra, pero desde donde no puede ayudarte”. 

“Cuando dije que la función del Espíritu Santo es separar lo falso de lo verdadero en tu mente, quise decir que Él tiene el poder de ver lo que has ocultado y reconocer en ello la Voluntad de Dios”. 

“Gracias a este reconocimiento, Él puede hacer que la Voluntad de Dios sea real para ti porque Él está en tu mente, y, por lo tanto, Él es tu realidad. Si la percepción que Él tiene de tu mente trae la realidad de ésta hasta ti te está ayudando a recordar lo que eres”. 

“Lo único que puede ocasionar temor en este proceso es lo que tú crees que perderías. Lo único que realmente puedes tener, no obstante, es lo que el Espíritu Santo ve”. 

José veía que la confianza era vital en ese proceso. La manera de pensar de Jesús lo enamoraba. La forma de tratar con Sus Hijos le entusiasmaba. No le importaba que fuera el rey del cielo y tuviera el poder del universo. Esa visión no le atraía. El poder físico producía miedo. 

De igual manera que se enamoró un día, José, de la que fue su novia y esposa después, se enamoró de los pensamientos de Jesús, de las reflexiones de Jesús y de los comportamientos de Jesús. En todas sus lecturas, no encontró ni un solo sabio que pudiera igualarle en sus planteamientos de comprensión y de amor.

viernes, junio 14

TU VOLUNTAD Y TU CONCIENCIA SE ENCUENTRAN


Darío, con la paz que iba adquiriendo, iba caminando por el camino de la conciencia e iba pensado claramente la luz que pasaba por ella. Las experiencias que estaba teniendo le ayudaban a comprenderse. Su conciencia iba viendo mejor. Sus opiniones se iban afinando.

Así sus decisiones estaban basadas en hechos vistos con unos ojos distintos. Se daba cuenta de que el amor surgía por sus ojos y por sus poros. Reconocía que el amor de una madre por su hijo era vital para verlo siempre grande y hermoso. También lo pensaba del amor de un padre.

Sin esa mirada amorosa era imposible ver la verdad, ver la esencia, ver la amplitud, ver y oír los latidos de esos corazones que vivían como vivía él y aspiraban a ser comprendidos como lo aspiraba él. Esa igualdad de cualidades y de anhelos le daba la fuerza y la claridad a su conciencia.

“Si no sabes lo que es tu realidad, ¿por qué estás tan seguro de que es temible? La asociación que se hace entre la verdad y el miedo, que a lo sumo sería altamente artificial, es especialmente inadecuada en las mentes de aquellos que no saben lo que es la verdad”.

“Lo único que esto quiere decir es que estás asociando arbitrariamente algo que se encuentra más allá de tu conciencia con algo que no deseas. Es evidente, pues, que estás juzgando algo de lo cual no tienes el menor conocimiento”.

“Has urdido esta extraña situación de forma tal que te resulta imposible escapar de ella sin un Guía que sepa cuál es tu realidad. El propósito de este Guía no es otro que el de recordarte lo que deseas”.

“Él no está tratando de imponerte una voluntad ajena. Está simplemente haciendo todo lo posible, dentro de los límites que tú le impones, por restablecer tu propia voluntad en tu conciencia”.

Darío veía la conexión entre la voluntad y la conciencia en la incorporación del amor. Era diferente ver la realidad con ojos amorosos, donde se observaba el sufrimiento de los demás, que verlos con ojos distantes, donde se consideraba que el sufrimiento de los demás era culpa suya.

Sentir con los demás, vibrar con los demás, estaba mucho más cerca de la verdad que la distancia que todas las lógicas del mundo nos imponían para crear esa separación que nos distanciaba los unos de los otros. Solamente el amor nos podía unir en lo que todos estábamos de acuerdo: ser comprendidos por el otro.

jueves, junio 13

MIEDOS INCOMPRENSIBLES


Mario siempre había pensado que los miedos ayudaban en algunas ocasiones, pero molestaban en otras. Cuando era niño, tenía tanto miedo de los fuegos artificiales que, una vez estando con sus padres en una celebración de la ciudad, al comenzar los fuegos artificiales, se fue corriendo como ciervo que huía de un cazador furtivo. 

Sus padres se preocuparon. Le buscaron. No lo encontraron. Los angustió mucho. Pero, al verlo en casa cuando volvieron, les tranquilizó mucho. Mario trató de explicarles el miedo profundo que sentía hacia los fuegos artificiales. Sus padres no lo entendían, no lo aceptaban, no lo apoyaban. 

Mario tuvo que añadir a su miedo natural hacia los grandes ruidos, la incomprensión de sus padres. Sabía que su miedo era suyo. No era el miedo de todos. Sabía que su angustia era suya. Los demás gozaban de tales estruendos en sus oídos. Pero no podía parar las piernas cuando los grandes truenos resonaban en la calle. 

“Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las creencias más extrañas que la mente humana jamás haya podido concebir. Esto no habría podido ocurrir a no ser que la mente hubiese estado ya tan profundamente dividida, que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es”. 

“La realidad sólo puede ser una ‘amenaza’ para lo ilusorio o falso, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. El hecho mismo de que percibes la Voluntad de Dios – que es lo que tú eres – como algo temible, demuestra que tienes miedo de lo que eres”. 

“Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya”. 

Mario, con el paso del tiempo, comprendió que aquellos ruidos, por fuerte que eran, no eran una amenaza contra él. En cambio, su miedo se lo hacía sentir. Tener miedo de uno mismo era la consecuencia de todas las voces que le habían sembrado el miedo en su corazón infantil. 

Cada uno de nosotros recogía lo que le enseñaban. Desde ese punto de vista, Mario reconoció que debía cambiar sus puntos de vista y de comprensión hacia esos miedos interiores. Esa frase que le decía que no teníamos miedo de la Voluntad de Dios sino de nosotros mismos le llegaba profundo en su vida.

martes, junio 11

NUESTRAS MENTES SON ÍNTEGRAS PORQUE SON UNA


Luis no captaba con facilidad eso de que nuestras mentes eran una. Desde pequeño siempre había considerado que cada persona tenía su propia mente. Todos éramos distintos porque la apariencia del cuerpo era diferente en todos nosotros. 

Incluso en nuestro desarrollo no éramos iguales en apariencia en nuestra niñez ni en nuestra madurez, ni en nuestra ancianidad. Todo cambiaba. Por ello, decir que todos teníamos la misma mente era un desafío a la apariencia. Además, todo se agravaba con la característica de nuestra libertad. 

Sin embargo, Luis repasaba todos los momentos en la que todos reaccionábamos de la misma manera, con la misma alegría, con la misma aprobación sin habernos puesto de antemano de acuerdo. 

“La Biblia te exhorta a que seas perfecto, a que sanes todo error, a que no te preocupes por el cuerpo por el hecho de que sea algo separado, y a que hagas todo en mi nombre”. 

“Mas no se trata solamente de mi nombre, pues nuestra identidad es una identidad compartida. El Hijo de Dios sólo tiene un Nombre, y se te exhorta que lleves a cabo obras amorosas porque compartimos esa misma esencia”. 

“Nuestras mentes son íntegras porque son una. Si estás enfermo te estás aislando de mí. Mas no te aíslas únicamente de mí, sino que te aíslas de mí y de ti”. 

Luis iba captando que esa unión esencial que teníamos todos con nuestra fuente común era vital para tener una mente íntegra. Todas las personas, puestos los ojos, las miradas, sus anhelos, sus superaciones y sus ideas en el elemento común que es Nuestro Creador, descubrían una unión jamás soñada por nadie. 

Y ese elemento común anidaba en nuestro interior. Nadie nos lo tenía que enseñar. Era una aceptación personal nuestra. Solamente nos tenían que despertar y repetirnos que ese elemento común era nuestro y de cada persona en el camino de esta vida.

lunes, junio 10

EL AMOR CURA, EL MIEDO INTERFIERE


Enrique era un muchacho que necesitaba mucho, el amor en su vida. Fue descubriendo, poco a poco, que esa necesidad suya era también la necesidad de muchas personas con las que hablaba. Le gustaba hablar de esos temas con ellas. La ilusión se encendía como velas en sus vidas y en sus miradas. 

En algunas ocasiones se sentía como un avión que planeaba en su aterrizaje. Corría, extendía sus brazos, los agitaba como un avión y se elevaba en sus pensamientos del suelo. Le encantaba la experiencia. Siempre que podía se marchaba de la ciudad al campo y reproducía aquellos movimientos plenos de sonrisas. 

Era una liberación de sus pesos, de sus preocupaciones, de sus angustias y de alguna que otra discusión que había tenido. Era su medicina personal. El contacto con la brisa al correr. La sensación de imaginar el vuelo con sus brazos. Sentirse seguro en el aire como un pájaro que, con su pequeñez, parecía decirnos por qué no volábamos como él. 

“La curación es la liberación del miedo a despertar, y la sustitución de ese miedo por la decisión de despertar. La decisión de despertar refleja la voluntad de amar, puesto que toda curación supone la sustitución del miedo por el amor”. 

“El Espíritu Santo no puede distinguir entre distintos grados de error, pues si enseñase que una forma de enfermedad es más grave que otra, estaría enseñando que un error puede ser más real que otro”. 

“Su función era distinguir únicamente entre lo falso y lo verdadero, y reemplazar lo falso por lo verdadero”. 

Enrique veía que amar era más que una bonita escena romántica entre dos jóvenes en sus momentos de descubrimiento. El amor era una actitud que teñía toda nuestra vida, y todos nuestros pensamientos. Nos enseñaba a mirar a los demás de una forma distinta. 

Y esa forma distinta de ver lo designaba como despertar. Por ello, despertar era sinónimo de amar. Enrique seguía amando sus carreras, sus vuelos, sus ilusiones y sus conversaciones que tenía, de vez en cuando, allá en el campo, cuando se cruzaba con alguna persona o con algún labriego. 

Siempre hablaban de la ilusión, de sus sonrisas, de sus alegrías, de su cara relajada y alegre, circundada por el amor que el aire le transfería.

domingo, junio 9

LOS DESEOS DISTORSIONAN LA REALIDAD


Carlos admitía que los deseos, cuando acudían a su vida, distorsionaban tanto su percepción que no miraba nada que no fuera nada más que defender sus deseos y conseguirlos por encima de todo. Elaboraba buenos argumentos, mostraba buenas reflexiones para convencer a los demás. 

En el fondo, sabía que estaba burlando las barreras de la prudencia, la claridad de la verdad, la lógica de todo el conocimiento que había adquirido. Reconocía que sus deseos se imponían y no cejaba en pensar en ellos, y crear argumentos para conseguirlos por encima de todo. 

Con razón había aprendido que la mente era neutra, que los razonamientos eran neutros, que las ideas eran neutras. Solamente adquirían una dirección distorsionada cuando había un deseo que las guiara en cierta dirección. Los razonamientos no podían decidir si el fin de esos deseos eran equivocados. No era su función. 

“Tal vez te preguntes cómo es posible que la voz de algo que no existe pueda ser tan insistente. ¿Has pensado alguna vez en el poder de distorsión que tiene lo que deseas, aun cuando no es real?” 

“Son muchos los casos que demuestran cómo lo que deseas distorsionan tu percepción. Nadie puede dudar de la pericia del ego para presentar casos falsos. Ni nadie puede dudar tampoco de que estás dispuesto a escucharle hasta que decidas no aceptar nada excepto la verdad”. 

“Cuando dejes de lado al ego, éste desaparecerá. La Voz del Espíritu Santo es tan potente como la buena voluntad que tengas de escucharla. No puede ser más potente sin que viole tu libertad de decisión, que el Espíritu Santo intenta restaurar, no menoscabar”. 

Carlos se daba cuenta de que él mismo, al darse al ego, perdía su capacidad de percepción. Esa merma en su capacidad de percepción le hacía perder su libertad. El razonamiento neutro se enfilaba hacia la parcialidad y perdía de vista la verdad de la auténtica realidad. 

Dejar de lado al ego era tan fácil como dejar de lado a nuestros deseos. La percepción sin deseos funcionaba con claridad meridiana. No distorsionaba nuestras ideas, ni nuestros pensamientos. La fuente estaba en nosotros. Por ello, nosotros éramos los que debíamos dejar de lado al ego, a nuestros deseos.

miércoles, junio 5

RAYOS DE LUZ QUE NOS LLEGAN


Sebas iba descubriendo cada día un matiz de ese enjambre de confusión que iba tejiendo el ego en nuestra vida. El ego nos hacía centrarnos en lugares o en ideas donde la solución no se encontraba. Nosotros, al sentirnos desorientados, nos enfadábamos, nos sentíamos vencidos y perdíamos el ánimo. 

Pero, cuando descubríamos una grieta por donde se colaba la luz para descubrir el lugar donde estaba la respuesta, era una alegría porque captábamos la intencionalidad del ego que quería confundirnos. Sin embargo, ya no podía con nosotros. Dios nos creó para que fuéramos comunicativos y ayudadores los unos con los otros. 

El ego empezó a definirnos como desiguales, como diferentes, como superiores e inferiores los unos con los otros. El ego nos decía que era culpa de Dios la situación en la que nos encontrábamos. Dios le respondía, sin fruncir el ceño, que el había creado la perfección y la armonía. Todo lo demás había salido del ego. 

“Dije antes que el Espíritu Santo es la Respuesta. Él es la Respuesta a todo porque conoce la respuesta a todo. El ego no sabe lo que es una verdadera pregunta, si bien plantea un sinnúmero de ellas”. 

“Mas tú puedes aprender lo que es una verdadera pregunta a medida que aprendas a poner en duda el valor del ego, y desarrolles así tu capacidad para evaluar sus preguntas”. 

“Cuando el ego te tiente a enfermar no le pidas al Espíritu Santo que cure al cuerpo, pues eso no sería sino aceptar la creencia del ego de que el cuerpo es el que necesita curación”. 

“Pídele, más bien, que te enseñe cómo percibir correctamente el cuerpo, pues lo único que puede estar distorsionado es la percepción. Sólo la percepción puede estar enferma porque sólo la percepción puede estar equivocada” 

Sebas admitía que una grieta se abría para que la luz de la verdad se filtrara por ella. El cuerpo no enfermaba. Lo que realmente enfermaba era la percepción del cuerpo que teníamos nosotros. El cuerpo, influido por nuestros pensamientos, sufría la influencia de nuestras ideas. 

Esas ideas creían que tenían razón y que el cuerpo debía enfermar. Y, ese planteamiento se ponía en cuestión porque estábamos tan acostumbrados a que el cuerpo era lo que enfermaba que nadie le daba importancia a los pensamientos que lo habían hecho enfermar.

lunes, junio 3

NADIE PUEDE QUITAR EL EGO A NADIE


Adolfo reconocía que ciertos conocimientos que nos habían inculcado se basaban en el esfuerzo continuo y diario para superarnos y alejarnos del ego. El ego se hacía fuerte en todos aquellos que creían que con su propio esfuerzo lo habían logrado todo. 

Mucha gente felicitaba a las personas que lo habían conseguido con sus propios esfuerzos. El esfuerzo era esa virtud que se columpiaba entre el ego y la comprensión. El ego establecía que nadie nos daba nada y que todo lo tenía que resolver la persona. Estaba sola y desprovista de ayuda. 

La comprensión establecía que el esfuerzo abría caminos para incluir a todas las personas y admitir que sus esfuerzos eran una diminuta gota en el océano. La persona que se jactaba de toda la fortuna amasada se olvidaba que no era totalmente cierta esa actitud. Muchos elementos habían participado en ese logro. Sin embargo, él creía que lo había logrado solo. 

“Un recurso de aprendizaje no es un maestro. No te puede decir cómo te sientes. No sabes cómo te sientes porque has aceptado la confusión del ego, y, por lo tanto, crees que un recurso de aprendizaje puede decirte cómo te sientes”. 

“La enfermedad no es más que otro ejemplo de tu insistencia en querer pedirle dirección a un maestro que no sabe la respuesta. El ego no puede saber cómo te sientes”. 

“Cuando dije que el ego no sabe nada, dije lo único que es completamente cierto con respecto al ego. Pero hay un corolario: si sólo el conocimiento existe y el ego no tiene conocimiento, entonces el ego no existe”. 

Adolfo grababa esas palabras en su corazón. Se acordaba del relato que había leído desde pequeño: “Las tierras de un hombre rico dieron una gran cosecha. Él estuvo echando cálculos: '¿Qué hago? No tengo donde almacenarla'. Y entonces se dijo: Voy a hacer lo siguiente: derribaré mis graneros, construiré otros más grandes y almacenaré allí el grano y las demás provisiones. 

Luego podré decirme: 'Amigo, tienes muchos bienes almacenados para muchos años: túmbate, come, bebe y date la buena vida'. Pero Dios le dijo: Insensato, esta noche te van a reclamar la vida. Lo que te has preparado, ¿para quién será?” 

Adolfo comprobaba que ese corolario se cumplía: si sólo el conocimiento existe y el ego no tiene conocimiento, entonces el ego no existe. Los planteamientos del ego en aquel hombre de una gran hacienda demostraron que no sabía nada.