jueves, junio 13

MIEDOS INCOMPRENSIBLES


Mario siempre había pensado que los miedos ayudaban en algunas ocasiones, pero molestaban en otras. Cuando era niño, tenía tanto miedo de los fuegos artificiales que, una vez estando con sus padres en una celebración de la ciudad, al comenzar los fuegos artificiales, se fue corriendo como ciervo que huía de un cazador furtivo. 

Sus padres se preocuparon. Le buscaron. No lo encontraron. Los angustió mucho. Pero, al verlo en casa cuando volvieron, les tranquilizó mucho. Mario trató de explicarles el miedo profundo que sentía hacia los fuegos artificiales. Sus padres no lo entendían, no lo aceptaban, no lo apoyaban. 

Mario tuvo que añadir a su miedo natural hacia los grandes ruidos, la incomprensión de sus padres. Sabía que su miedo era suyo. No era el miedo de todos. Sabía que su angustia era suya. Los demás gozaban de tales estruendos en sus oídos. Pero no podía parar las piernas cuando los grandes truenos resonaban en la calle. 

“Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las creencias más extrañas que la mente humana jamás haya podido concebir. Esto no habría podido ocurrir a no ser que la mente hubiese estado ya tan profundamente dividida, que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es”. 

“La realidad sólo puede ser una ‘amenaza’ para lo ilusorio o falso, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. El hecho mismo de que percibes la Voluntad de Dios – que es lo que tú eres – como algo temible, demuestra que tienes miedo de lo que eres”. 

“Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya”. 

Mario, con el paso del tiempo, comprendió que aquellos ruidos, por fuerte que eran, no eran una amenaza contra él. En cambio, su miedo se lo hacía sentir. Tener miedo de uno mismo era la consecuencia de todas las voces que le habían sembrado el miedo en su corazón infantil. 

Cada uno de nosotros recogía lo que le enseñaban. Desde ese punto de vista, Mario reconoció que debía cambiar sus puntos de vista y de comprensión hacia esos miedos interiores. Esa frase que le decía que no teníamos miedo de la Voluntad de Dios sino de nosotros mismos le llegaba profundo en su vida.

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