martes, junio 11

NUESTRAS MENTES SON ÍNTEGRAS PORQUE SON UNA


Luis no captaba con facilidad eso de que nuestras mentes eran una. Desde pequeño siempre había considerado que cada persona tenía su propia mente. Todos éramos distintos porque la apariencia del cuerpo era diferente en todos nosotros. 

Incluso en nuestro desarrollo no éramos iguales en apariencia en nuestra niñez ni en nuestra madurez, ni en nuestra ancianidad. Todo cambiaba. Por ello, decir que todos teníamos la misma mente era un desafío a la apariencia. Además, todo se agravaba con la característica de nuestra libertad. 

Sin embargo, Luis repasaba todos los momentos en la que todos reaccionábamos de la misma manera, con la misma alegría, con la misma aprobación sin habernos puesto de antemano de acuerdo. 

“La Biblia te exhorta a que seas perfecto, a que sanes todo error, a que no te preocupes por el cuerpo por el hecho de que sea algo separado, y a que hagas todo en mi nombre”. 

“Mas no se trata solamente de mi nombre, pues nuestra identidad es una identidad compartida. El Hijo de Dios sólo tiene un Nombre, y se te exhorta que lleves a cabo obras amorosas porque compartimos esa misma esencia”. 

“Nuestras mentes son íntegras porque son una. Si estás enfermo te estás aislando de mí. Mas no te aíslas únicamente de mí, sino que te aíslas de mí y de ti”. 

Luis iba captando que esa unión esencial que teníamos todos con nuestra fuente común era vital para tener una mente íntegra. Todas las personas, puestos los ojos, las miradas, sus anhelos, sus superaciones y sus ideas en el elemento común que es Nuestro Creador, descubrían una unión jamás soñada por nadie. 

Y ese elemento común anidaba en nuestro interior. Nadie nos lo tenía que enseñar. Era una aceptación personal nuestra. Solamente nos tenían que despertar y repetirnos que ese elemento común era nuestro y de cada persona en el camino de esta vida.

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