lunes, diciembre 31

TÚ ERES COMO CRISTO: CREADOR


Samuel reflexionaba sobre los dos nombres que utilizaba Jesús. Uno era el citado Jesús y el otro el Cristo. El primero coincidía con nuestro nombre personal que nos ponían nuestros padres. El segundo era el nombre que nos ponía Dios. Y los dos nombres se unían en ocasiones: Jesucristo. 

El nombre que nos ponía Dios era Cristo. Significaba que veíamos en todos los demás a personas con esa cualidad de Hijos de Dios. No eran extraños ni lejanos, ni extranjeros. Eran Hijos del Padre como éramos nosotros. Samuel afirmaba que a muchas personas se les había olvidado el nombre que le dio Dios. 

Había personas que veían lo mejor de las demás personas. Las veían con esa característica de Cristo que el Mismo Dios nos había dado a todos. Así se formaba la gran familia divina que se desarrollaba arropada por la fuente eterna: El Creador. 

Samuel reconocía que era extraño que pudiéramos compartir con los demás que teníamos ese nombre de Cristo que significaba salvador, mesías. Parecía que se repetía la misma acusación por la cual los judíos mataron a Jesús: ‘Siendo hombre te haces Dios’. Y eso era blasfemia. 

Los judíos y los romanos veían en esa proclamación el poder humano, político, económico y de sometimiento de los demás. Jesús, por el contrario, veía en ese poder la liberación de ser considerados todos como Hijos del Padre. Ese concepto rompía la idea de dominación – sumisión. 

“Si tú hubieses creado a Dios y Él te hubiese creado a ti, el Reino no podría expandirse mediante su propio pensamiento creativo. La creación estaría, por tanto, limitada, y no podrías ser co-creador con Dios”. 

“De la misma manera en que el Pensamiento creador de Dios procede de Él hacia ti, así tu pensamiento creador no puede sino proceder de ti hacia tus creaciones. Sólo de esta manera puede extenderse todo poder creativo”. 

“Las obras de Dios no son tus obras, pero tus obras son como las Suyas. Él creó a la Filiación y tú la expandes. Tienes el poder de acrecentar el Reino, aunque no de acrecentar a su Creador”. 

“Reivindicas ese poder cuando te mantienes alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. Al aceptar que tienes ese poder, aprendes a recordar lo que eres”. 

Samuel recordaba ese poder que tenía cada persona en este mundo sobre el concepto que tenía de sí mismo. Era la clave para el éxito o el fracaso en los estudios, en las relaciones y con los profesores y padres. Una persona serena y tranquila de su valía interna dedicaba sus fuerzas a conseguir sus logros. 

Los alumnos que pasaban por sus manos lo ejemplificaban año tras año. Aquellos que se centraban en sus valías naturales eran personas centradas. En cambio, los que dudaban del valor que tenían eran objeto de la atención de Samuel para demostrarles que nada en el mundo podía impedirles ser lo valiosos que realmente eran.

domingo, diciembre 30

NUESTRO PODER CREATIVO


Daniel gozaba de las vislumbres nuevas que se abrían en sus horizontes. Esa incorporación al campo del espíritu era todo un reto para su mente y para su comprensión. A pesar de las dificultades inherentes a dicho campo nuevo, se sentía fuertemente atraído por ese mundo que daba sus rayos de luz. 

Era como volver al inicio de la Creación. Era como sentirse totalmente inocente, completo, tranquilo y sosegado por sentirse en esos instantes donde nació de las manos del Creador. La idea de que la Imagen y Semejanza de Dios se centraban en los seres creados era una visión nueva. 

También sentía que era algo como si ya hubiera conocido en el fondo de su ser, pero, en muchas ocasiones, no se lo había creído por distar tanto del conocimiento usual entre las personas. Era un fuego interior, pero nunca había salido al exterior. 

“El poder creativo de Dios y el de Sus creaciones es ilimitado, pero no existe entre ellos una relación recíproca. Te comunicas plenamente con Dios, tal como Él se comunica contigo”. 

“Es este un proceso continuo que compartes con Él, y por el hecho de que lo compartes, te sientes inspirado a crear como Él crea. En la creación, no obstante, no existe una relación recíproca entre tú y Dios, ya que Él te creó a ti, pero tú no lo creaste a Él”. 

“Ya te dije que tu poder creativo difiere del Suyo solamente en ese punto. Incluso en este mundo existe un paralelo. Los padres traen al mundo a sus hijos, pero los hijos no traen al mundo a sus padres”. 

“Traen al mundo, no obstante, a sus propios hijos, y, de este modo, procrean tal como sus padres lo hicieron”. 

Daniel empezaba a aceptar esas intuiciones que le salían de lo profundo del alma. Esa capacidad creativa que tenía el ser humano con su Dios. En ese Reino donde todo era diferente al nuestro, nuestra potencialidad era infinita. Le gustaba la comparación de que éramos creados por Dios. 

Nosotros, en cambio, no habíamos creado a nuestro Dios. Teníamos Su imagen y semejanza. Teníamos todos los poderes que Él nos había conferido. Teníamos la claridad de que Él era nuestro Creador. Y nosotros, como criaturas Suyas, caminábamos por las sendas que Él nos proveía. 

Sendas que nos llenaban de sabiduría, de paz, de generosidad, de confianza y de rendición total. Rendirse era aceptar que nuestro interior era como el de nuestro Padre. En ese punto se estaba más cerca de la Identificación que de la rendición.

viernes, diciembre 28

EL MIEDO A LA PLENITUD


David normalmente tenía miedo a la plenitud. Tenía una visión positiva de la vida. Siempre trataba de sacar lo mejor de cada situación. En momentos donde todo funcionaba de maravilla se decía para sí mismo que los inconvenientes pronto comenzarían. 

Alguna relación con alguna persona querida se malograría y las penas y las tristezas volverían. Era como un termómetro que tenía en su interior. La temperatura, como la felicidad, subía y bajaba. Era el normal devenir de la vida. Había que aceptarlo del mejor modo posible. 

Pero, una nueva visión se abría paso en su mente. La felicidad, la alegría, la plenitud no dependía de las relaciones. No dependía de los demás. No era una situación ajena a nuestra mente. Todo estaba dirigido por nuestra mente. Y su mente entendía que cada persona tenía libertad para expresarse libremente. 

Esa expresión libre no tenía ninguna relación con su interior. La felicidad no era la relación. La felicidad se basaba en su visión de cordura, de paz, de libertad, y de bondad. La libertad de los demás intervenían. Al darles la libertad de expresarse cómo desearan ya no dependía del estado de la relación, sino del estado de su actitud. 

Y en ese estado de actitud, la plenitud ya no era vivida como una variable de los demás sino como una decisión personal independiente de la actitud de los demás. Los demás podían cambiar. Pero su puerta siempre estaba abierta a cualquier petición de cada persona dentro de los canales de la comprensión. 

“Aprende primero que tener se basa en dar y no obtener (para tener, debes dar todo a todos). Luego adquieres que aprendes lo que enseñas y que quieres aprender a estar en paz (para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es)”. 

“Esta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto que es la condición del Reino. Has creído estar fuera del Reino, y, como consecuencia de ello, te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento”. 

“Es esencial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él”. 

David iba profundizando el camino del espíritu para desarrollarlo en su interior, para reconocer la senda que se dirigía a su interior y encontrar ese espíritu que siempre había formado parte de él, pero no había sido consciente. 

Tranquilo y sosegado dejaba que su pensamiento se posara en las partes de aquel paisaje que lo llenaba de paz. Los árboles, los caminos, los ríos, las sinuosidades de la colina y el movimiento de las hojas mecidas por la brisa del viento.

jueves, diciembre 27

EL ESPÍRITU DE PLENITUD


Abel había lidiado durante mucho tiempo con la idea intuitiva del Espíritu Santo. Una idea que le había sido esquiva a su conocimiento, a su interpretación y a su identificación. No sabía realmente qué era. La palabra griega lo definía como un viento que soplaba sobre las velas del barco y lo dirigía. 

Sin embargo, estaba viendo una pequeña rendija en su interpretación en la vida diaria. En muchas discusiones había visto personas que poseían un espíritu de concordia y evitaban que los enfrentamientos llegaran a más. Otros tenían un espíritu de paz y sus palabras daban esa sensación de que todo desde la paz se veía de otra manera. 

Venían a su mente expresiones de espíritu de compañerismo donde sobre todo primaba la unión de las personas. Espíritu de unión donde las lealtades eran firmes y daban seguridad. Espíritu de alegría donde no había revés que pudiera llevarse esas sonrisas interiores que alegraban el alma. 

Espíritu de equipo donde todo quedaba al esfuerzo del grupo entero. Espíritu de sacrificio donde el logro de las metas eran la idea suprema. Espíritu de superación donde nada se dejaba a la improvisación y se alcanzaban los objetivos marcados. 

Abel no podía sino sorprenderse de la cantidad de espíritus que moldeaban los caracteres de las personas y los llevaban en determinadas direcciones como el viento indicaba. Por ello, el Espíritu Santo era esa fuerza vital que daba la conjunción de todos los espíritus positivos para alcanzar la plenitud del ser humano. 

“Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. Creas mediante tu verdadero ser, pero tienes que aprender a recordar lo que eres. La forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones implícitas en los otros dos, y va más allá de ellos hacia una verdadera integración”. 

Los tres pasos se desplegaban claros en la mente de Abel. El primero indicaba: ‘para tener, da todo a todos’. El segundo proponía: Para tener paz, enseña paz y así podrás aprender lo que es’. El tercero decía: ‘Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino’. 

“Si permites que en tu mente haya tan sólo lo que Dios puso en ella, la estarás reconociendo tal como Dios la creó. Por lo tanto, la estarás aceptando tal como es”. 

“Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz porque creerás en ella. Dios será, de todos modos, el que dará el paso final por ti, pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te habrá preparado para Dios”. 

“Te está preparando para la conversión de tener a ser en virtud de la naturaleza misma de los pasos que tienes que dar con Él”. 

Abel se sentía más abierto, más receptivo, más comprensivo con la expresión Espíritu Santo. Era ese viento en su mente que le indicaba el mejor camino para realizar su travesía.

miércoles, diciembre 26

LA CULMINACIÓN DE LA ELECCIÓN


Josué tenía presente las dos lecciones del Espíritu Santo y se centraba en la tercera. Quería tenerlas grabadas en su mente y en sus decisiones. Era el camino que interiormente tanto había buscado y anhelado. Ahora lo tenía delante de sí. 

La primera lección decía: ‘para tener, da todo a todos’. La segunda lección indicaba: ‘para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’. La tercera concluía de la siguiente manera: ‘mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino’. 

“Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el tercer paso requiere un constante estado de alerta contra el conflicto”. 

“Ya he dicho que puedes estar tan alerta contra el ego como a su favor. La última lección enseña no sólo que puedes, sino que tienes que estar alerta. No se ocupa de la cuestión de grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser mantenerte alerta”. 

“Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. Aquí, pues, es donde se te pide que, a pesar del caos, seas consistente”. 

“Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se excluyen mutuamente. No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás reconociendo esta mutua exclusión, y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos”. 

“Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. Esto finalmente liberará tu mente de tener que elegir, y la encaminará hacia la creación dentro del Reino”. 

Josué podía comprender, a través de las lecciones del Espíritu Santo, que se debían ir alcanzando los pasos de una forma progresiva. Esa idea de que una vez alcanzado un grado óptimo de conocimiento todo alcanzado era un error. 

Al considerar el camino del Espíritu Santo junto al nuestro se podía comprender que su ayuda de vital poder, era indispensable, era vital. Por ello no podíamos dejar de considerarlo, apreciarlo, y reconocer el trabajo inmenso que hacía por nosotros. 

Él era quién nos liberaba de la carga de mantenerse alerta. Él, como siempre, nos daba la paz y nos liberaba de ese estado de alerta y nos enseñaba a vivir dentro del Reino.

viernes, diciembre 21

PENSAR SIN JUZGAR


Benjamín admitía que cuando estaba pensando respecto a algunos pueblos, naciones y personas, las experiencias que había tenido previamente con ellos interferían en su forma de considerar la cuestión surgida. En ocasiones reconocía que era mucho más justo no haber tenido ningún contacto con ellos en sus deliberaciones. 

Su forma de pensamiento se veía teñida de modo positivo, negativo, limitado, sesgado, inarmónico y totalmente fuera de toda unidad válida. Los prejuicios se habían instalado y todo lo demás seguía la consecuencia de dichos planteamientos. Reconocía que no era en absoluto nada justo ni equitativo. 

Era una tendencia de la sociedad sufrir las influencias de los políticos, los periódicos, los creadores de opinión y visión del mundo que tenían. No era fácil tener una solución acertada, equitativa y comprensiva del asunto que se estuviera tratando. 

Por ello, ya que el pensamiento era influenciado por las experiencias y por las opiniones, lo mejor era no juzgar. Cualquier juicio que se emitiera sería incompleto y llenos de errores tanto para los demás como para nosotros mismos. Si nos trataran a nosotros de la misma forma sentiríamos el grave error cometido. 

“El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que enseñes nada que sea erróneo, y que, de este modo, tú mismo lo aprendas. No sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar”. 

“En la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero sólo a fin de unificar la mente de modo que pueda percibir sin emitir juicios y, por consiguiente, aprender a estar libre de ellos”. 

“Esta rectificación es necesaria sólo en tu mente, a fin de que dejes de proyectar en lugar de extender. Dios Mismo ha establecido lo que puedes extender con perfecta seguridad. Por lo tanto, la tercera lección del Espíritu Santo dice así: Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino”. 

Benjamín pensaba que eran buenas reflexiones porque él mismo había considerado algunos hechos influenciado por las experiencias positivas o negativas de su experiencia. Los prejuicios habían entrado. Y los prejuicios son distorsionadores de la verdad, de la claridad, de la humanidad y de la razón.

jueves, diciembre 20

LA DICHA PERFECTA


Iván reconocía que la actitud de dos de sus amigos era similar a pesar de seguir planteamientos religiosos distintos. Los dos eran cristianos, pero había diferencias entre ellos. Sin embargo, los dos se aferraban a las posibilidades de este mundo de una forma total. Ninguno aceptaba el natural final de cada humano en esta vida. 

En los dos se dibujaba un apego al cuerpo muy significativo. Parecía que la parte del espíritu no gozaba de su especial consideración. El cuerpo y sus mentes se aferraban a este latido de vida como si la parte del espíritu no existiera. Los dos aceptaban el final, pero cuanto más tarde mucho mejor. 

Iván entendía que desde el punto de vista del espíritu esta predominancia del cuerpo era el tributo que se le pagaba al ego. El cuerpo era el lugar del ego y ninguno de los dos se quería despegar de ese cuerpo caduco y con un final cierto. No lo aceptaban y ante las posibilidades de la muerte los dos decían casi lo mismo. 

A pesar de haber vivido una experiencia donde su entrega religiosa había sido significativa, ante esos momentos finales, aceptaban su punto final y se aferraban, entonces sí, a su confianza del espíritu. Decían que no iban a dudar de ese espíritu que los había alentado en muchas ocasiones. 

Esa lucha entre el Reino y el ego se mantenía dura hasta en los momentos finales. No había sido superada: “Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que hacerlo”. 

“El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí”. 

“El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. Más lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello”. 

“Así es como Él mantiene la perfecta consistencia del Reino y su perfecta unificación. Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta”. 

“Ello se debe a que ambos están en completo desacuerdo con respecto a lo que tú eres. Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían considerablemente, y esta es la razón de que él suscite diversos estados de ánimo”. 

“El Espíritu Santo nunca varía en este asunto, y, por lo tanto, el único estado de ánimo que genera es uno de dicha. Él protege dicho estado rechazando todo lo que no lo fomenta, y así, sólo Él puede mantenerte en un estado de perfecta dicha”. 

Iván veía en sus dos amigos esa falta de dicha. Esa sensación de frustración. Esa idea de sentirse abandonado porque el ego había hecho morada en los dos.

miércoles, diciembre 19

LA SEGUNDA LECCIÓN


Gonzalo no quería que las lecciones del espíritu dejaran de estar grabadas en su mente, en su corazón, y en sus experiencias personales. Recordaba la primera lección: ‘para tener, da todo a todos’. Le ensanchaba el corazón la idea de universalidad de la primera lección. Nadie podía ser excluido. 

La segunda lección iba cayendo en el pozo profundo de su ser. Eran tesoros que no iba a dejar de considerarlos en toda su extensión: ‘para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’. 

Como profesor entendía que al explicar un nuevo concepto se tenía que tener muy claro en la mente y en la experiencia para ayudar a los alumnos en su proceso de aprendizaje. La claridad de la idea y la fuerza de los casos concretos entraban en juego para utilizar modelos y dejarlo claro. 

Seguía con la segunda lección. Leía así sobre este nuevo paso: “Este es todavía un paso preliminar, puesto que aún no has equiparado tener con ser. Es, no obstante, un paso más avanzado que el primero”. 

“Pero, en realidad, no es sino el comienzo del proceso de inversión del pensamiento. El segundo paso es una afirmación categórica de lo que deseas. Es, pues, un paso encaminado a liberarte del conflicto”. 

“Significa que se han considerado las alternativas y se ha elegido la más deseable. Con todo, la expresión ‘más deseable’ aún implica que lo deseable tiene diferentes grados”. 

“Por lo tanto, aunque este paso es esencial para poder tomar la decisión fundamental, no es obviamente el último. No se ha aceptado todavía la falta de grados de dificultad en los milagros porque nada que se desee completamente puede ser difícil”. 

“Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se tiene en cuenta que Dios Mismo te creó para que fueras un creador”. 

Gonzalo se dejaba llevar por el viento del Espíritu Santo como las hojas de los árboles que no le oponen resistencia en sus movimientos mecidos por la brisa. El viento las dirigía en diversas direcciones. Un viento que lo estaba llevando hacia una palabra nueva en su vida. 

Una inversión de su pensamiento. La palabra inversión era invertir el sentido de la dirección. Era cambiar de rumbo. Era escoger un nuevo camino en su forma de pensar y de entender la vida. Invertir era alejarse del sentido del ego y tomar la senda del espíritu. Y esa inversión de sentido se dejaba sentir en su vida.

martes, diciembre 18

APRENDER DANDO Y ENSEÑANDO


José se quedaba un poco suspenso al descubrir que los principios del espíritu parecían que iban en sentido contrario al aprendido a lo largo de sus años. En el aula aprendía escuchando las definiciones del profesor y reteniendo los conceptos en su mente para poder captarlos. 

Ahora se daba cuenta de que la comprensión intelectual no era la experiencia de la vida. Se podía hablar del amor, pero no haberlo experimentado en la vida. Se podía hablar de la paz, pero no haberla sentido en el interior donde todo lo aquietaba. Estaba ante una visión intelectual y otra experiencial o emocional. 

Se podía definir con palabras el cielo, pero estar tan lejos de su experiencia emocional que las palabras en sus combinaciones no podían definir esa realidad tan especial que no se daba en la vida diaria de las personas. Por ello, se quedaba pensativo ante los diversos pasos que el espíritu proponía. 

El primer paso lo hemos comentado: ‘Para poder tener, da todo a todos’. El segundo paso se abría paso también en la relación con las personas. Sin los demás, el aprendizaje era imposible: ‘para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’. 

Esos dos verbos bailaban en su mente: Dar todo a todos y enseñar paz para así aprender lo que es. Parecía que hasta que no se vivía en conjunto, hasta que no se compartía con todos, la experiencia no aparecía y no se aprendía. Eran sendas opuestas al ego. 

“No se te pide que tomes decisiones descabelladas, aunque tal vez pienses que eso es lo que se te está pidiendo. Sin embargo, creer que es a ti a quien corresponde decidir lo que son las creaciones de Dios no puede sino ser una locura” 

“El Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es. Por consiguiente, su segunda lección reza así: ‘Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’” 

José iba abriendo su umbral de comprensión, de aprendizaje, de sorpresa. Realmente estaba ante una nueva dimensión donde todo se daba en caminos totalmente opuestos a los aprendidos en la vida diaria. Comprendía un poco mejor por donde iban los caminos de la transformación. 

Muchas veces se había quedado prendado del proceso de metamorfosis de los gusanos de seda. Una experiencia impensable entre el inicio y el final. Ahora se hundía en ese misterio referido a la metanoia. Si la metamorfosis se refería a la forma, la metanoia se refería al pensamiento. 

Y era en el pensamiento donde esa transformación tenía lugar. Las dos primeras lecciones apuntaban en esa dirección. Inserta en la humanidad, en su colaboración, en la inclusión, se desarrollaba el espíritu. Nunca tenía lugar en la exclusión y en los intereses personales de nadie, de ningún grupo, de ningún sector.

lunes, diciembre 17

CONFLICTO IRREAL


Darío empezaba a darse cuenta de la coherencia del sistema del espíritu. Era inclusivo. Tenía en cuenta a todas las personas, no había enfrentamiento entre los seres humanos, se buscaba una solución para todos. No se dejaba de lado a nadie. La paz era su objetivo y la serenidad su senda. 

El sistema del ego ofrecía aparentemente la idea de defender lo nuestro. Era una inquietud constante porque alguien podía proponer algo distinto y podía proporcionar desequilibrio al sistema. Una idea de imposición, exigencia, obligatoriedad y obediencia ciega era requerida. 

Darío sabía que las mejores actitudes generosas salían de una libertad total y de una comprensión emocional tranquila y sosegada. Los tumultos que ofrecían inquietud ponían a todos en forma de defensa. Era como una guerra donde todos, en sus mentes, tenían las razones para defender sus posiciones. 

En lugar de un cuerpo unido, parecía aquello más bien un enfrentamiento adobado con las especias del ego -> egoísmo. Nadie quería sentirse perdedor en aquel mar proceloso de inseguridades. La victoria era la única vía para sentirse seguro frente a los demás. 

“Entre la cordura y la demencia no puede haber conflicto. Sólo una de ellas es verdad y, por lo tanto, sólo una de ellas es real. El ego trata de persuadirte de que es a ti a quien le corresponde decidir cuál de ellas es verdad”. 

“Sin embargo, el Espíritu Santo te enseña que la verdad fue creada por Dios, y tu decisión no puede alterarla en absoluto”. 

“A medida que empieces a comprender el sereno poder de la Voz del Espíritu Santo y Su perfecta consistencia, tu mente se dará cuenta de que estás tratando de anular una decisión que se tomó irrevocablemente por ti”. 

“Por eso sugerí anteriormente que te recuerdes a ti mismo permitir que el Espíritu Santo decida en favor de Dios por ti”. 

La decisión estaba clara. No solamente Dios estaba implicado, sino que sus propuestas partían del profundo conocimiento que tenía de nosotros porque éramos sus criaturas creadas. Sabía desde el inicio cómo funcionábamos interiormente. 

El sistema del ego, por el contrario, era una creación propiciada por el miedo interior del ser humano. Un sistema basado en el miedo era una angustia continua y constante. No podía llegar a ningún buen puerto y todas sus soluciones eran, por necesidad de los principios del ego, parciales.

domingo, diciembre 16

SALIR DEL CONFLICTO


Mario se dio cuenta de inmediato de los dos sistemas de pensamiento que influían sobre los humanos. Estaba atento al relato de un accidente de coche que un familiar suyo había tenido. En el mismo momento del accidente, el conductor del otro vehículo salió del coche y aceptó que se había equivocado. 

Su postura en el lugar de los hechos era de clara disculpa por los daños ocasionados. Se intercambiaron los datos del seguro y la separación fue de lo más cordial. Según las dos partes todo estaba resuelto y la solución estaba clara y admitida. 

Unos días después, su familiar recibió una notificación de la compañía aseguradora del otro coche indicándole que el accidente había sido provocado por su causa. El familiar de Mario no acababa de creérselo. En el momento de los hechos, el sistema de pensamiento espontáneo de naturalidad se había impuesto. 

Ahora, se daba de bruces con la posición del sistema de pensamiento del ego: la culpa siempre era del otro. Nadie reconocía su error. Dos sistemas de pensamientos opuestos que creaban una zona de colisión, de conflicto, de culpabilidades y de ataques personales. 

La mente era inconstante porque pasaba de un sistema al otro con toda una caterva de razonamientos que validaban bien uno bien el otro. Los seres humanos vivían en una continua hostilidad porque no había lugar para la paz. La nobleza y la generosidad se había reemplazado por la imposición y por la ganancia. 

El familiar de Mario no llegaba a creérselo. Pero así era la vida de la mente que abrazaba dos sistemas de pensamiento totalmente opuestos. Ser noble era ser tonto. Ser auténtico era ser débil. Tener un despiste era una acción provocada por el otro. La idea estaba clara. Nadie era culpable. Siempre el otro era el culpable. 

“La manera de escapar del conflicto que surge de dos sistemas de pensamiento que se oponen entre sí consiste claramente en escoger uno y abandonar el otro”. 

“Si te identificas con tu sistema de pensamiento, lo cual es inevitable, y aceptas dos sistemas de pensamiento que están en total desacuerdo, es imposible gozar de paz mental” 

“Si enseñas ambos sistemas, que es lo que probablemente harás mientras los aceptes a los dos, estarás enseñando conflicto y también aprendiéndolo. Sin embargo, tú deseas la paz”. 

“Si no tuvieras ese deseo de paz, no habrías invocado a la Voz de la paz para que te ayudase. Su lección no es demente, pero el conflicto sí”. 

Mario siempre había estado escuchando que el ser humano estaba en conflicto continuo y constante. Era una característica de ser humanos – afirmaban algunos -. Pero el quid de la cuestión estaba en las manos de todas las personas.

viernes, diciembre 14

EL PENSAMIENTO CAMBIA DE MENTALIDAD


Luis estaba en una época de transición desde los planteamientos del ego a los planteamientos del espíritu. La primera lección del cambio era complicada. Aceptar, comprender y vivir que ‘para poder tener, da todo a todos’ no era nada fácil. Comprendía que era más bien un proceso que una idea intemporal. 

El proceso iba cavando en nuestra mente para poder implantar el nuevo principio y quitar el del ego que siempre había estado firmemente arraigado en la mente, en las ideas, en los sentimientos y en las seguridades internas que habían provocado. Ir desplazando ese principio, implicaba cambios de estabilidad emocional. 

El pensamiento se resistía, en parte, a aceptar las ideas del espíritu y la primera lección era su primer desafío. Era un cambio de enfoque que daría nacimiento a una nueva mentalidad para dirigir la vida y considerar todas las incidencias de cada día. 

“El ego – operando a la inversa como de costumbre – percibe la primera lección como algo demente (‘para poder tener, da todo a todos’). De hecho, esa es su única alternativa, pues la otra posibilidad, que sería mucho menos aceptable para él, es obviamente que él es el que es demente”. 

“En esto, como en todo, los juicios del ego están predeterminados por lo que él es. El cambio fundamental tendrá lugar cuando el pensamiento cambie de mentalidad”. 

“Mientras tanto, la progresiva claridad de la Voz del Espíritu Santo hace que sea imposible que el alumno no la oiga. Por algún tiempo, pues, recibirá mensajes conflictivos y aceptará los dos”. 

Luis aceptaba ese proceso conflictivo natural que tendría lugar en su mente. Muchos años acostumbrada al ego, la mente había verificado en la experiencia esa ley de no compartir, no dar, para tener. En muchos casos rompiendo relaciones de amistad, comprensión, empatía, e inclusive amor. 

No era momento para romper más relaciones de amor. No era momento de dejar que la exclusividad separara lo que estaba unido. Los planteamientos del espíritu iban avanzando y su claridad y su verdad iba poco a poco desarraigando los principios del ego y plantando los suyos sin problemas.

jueves, diciembre 13

DESHACER O CAMBIAR LA INVERSIÓN


Enrique se enfrentaba a cambiar los planteamientos que había tenido durante toda su vida. Era un momento delicado en su mente. El mundo del ego y el mundo del espíritu eran inversos totalmente. El ego nos decía que para tener había que proteger, conservar y no compartir. 

El espíritu establecía lo contrario. Para tener había que dar. Si no se daba, no se podía tener. Si no se daba paz, no se conseguía paz. Si no se daba confianza, no se conseguía confianza. Si no se compartía serenidad, no se aprendía y no se tenía serenidad. 

Así que se tenía que hacer una inversión de los planteamientos del ego. Todo un cambio que quitaba todos los referentes y parámetros que habían guiado su vida. 

“El primer paso en el proceso de inversión o deshacer es el deshacer el concepto de ‘obtener’. La primera lección del Espíritu Santo es, por consiguiente: ‘para poder tener, da todo a todos’”. 

“Dije que es posible que esto agudice el conflicto temporalmente, y ahora podemos aclarar este punto aún más. A estas alturas todavía no percibes la igualdad que existe entre ‘tener’ y ‘ser’”. 

“Hasta que no la percibas, ‘tener’ te parecerá lo opuesto a ‘dar’. La primera lección por consiguiente parece encerrar una contradicción, puesto que la está aprendiendo una mente que está en conflicto”. 

“Esto quiere decir que hay deseos conflictivos, y, así, la lección no puede aprenderse de manera consistente todavía. Lo que es más, la mente del alumno proyecta su propio conflicto, y, por lo tanto, no percibe consistencia en la mente de los demás, lo cual le hace sospechar de la motivación de estos”. 

“Esa es la verdadera razón de que, desde cualquier punto de vista, la primera lección sea la más difícil de aprender”. 

“Puesto que aún eres extremadamente consciente del ego en ti mismo y respondes principalmente al ego de los demás, se te está enseñando que reacciones ante ambos como si lo que realmente crees no fuese verdad”. 

Enrique veía que debía aferrarse a sus principios del espíritu que estaban haciendo mella en él mismo. Se alcanzaba la comprensión y la posesión en la generosidad, en el compartir, en la expresión y en la universalidad. Se ceñía al ejemplo del amor que le ayudaba mucho. 

Cuánto más amor daba, más amor se tenía. Cuánto más paz compartía, más paz se asentaba en sus adentros. Cuánto más comprensión daba a los demás, más comprensión tenía para sí mismo. El principio quedaba claro. Lo que se daba se aprendía y se obtenía.

miércoles, diciembre 12

EL DESEO DE CAMBIAR


Carlos tenía en su corazón los cambios estupendos que se habían producido en algunos de sus alumnos. Desde el inicio de curso, se propuso un plan especial con algunos de ellos por su situación delicada. Tenían baja autoestima. No confiaban en sus propias posibilidades y tenían una visión negativa de la vida. 

Los jóvenes empezaban su camino en la adolescencia y Carlos sabía de los recovecos y comidas de cerebro que se libraban en la mente de sus alumnos. Por una parte, no querían ser diferentes al grupo. Por otra parte, tampoco las propuestas del grupo les llenaban y les satisfacían. 

Encontrar unos buenos amigos en los que poder confiar, en los que poder abrirse y conocer el apoyo emocional era vital en esos momentos de la vida donde la individualidad florece y quiere abrirse paso. Unos pensamientos sensatos, de fuerza, llenos de vida y de confianza eran la base de la posterior personalidad. 

Carlos lo sabía y se dedicó en alma y cuerpo a estar cerca de ellos, de sus conversaciones y, en algunos momentos, de sus reflexiones. Se formó un círculo de amistad inestimable. 

“Los buenos maestros se dan cuenta de que sólo los cambios fundamentales son duraderos, mas no comienzan en ese nivel. Su primer objetivo – y el más importante – es fortalecer en el estudiante el deseo de cambiar”. 

“Ese es asimismo no sólo su último objetivo sino su objetivo final. Lo único que el maestro tiene que hacer para garantizar el cambio es estimular en el alumno su deseo de cambiar”. 

“Cambiar de motivación es cambiar de mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio esencial, ya que la mente es fundamental”. 

Carlos sabía que las personas amaban su libertad. Esa libertad que les permitía construirse según sus propios patrones y según sus propias tendencias que anidaban en su interior. Animar esa libertad era parte del aprendizaje. 

Las personas al sentirse libres decidían y construían su vida. Algunos lo pensaban mucho, lo calculaban todo, lo proyectaban en sus horizontes de fondo. Otros lo hacían de forma impulsiva no pensada, no reflexionada, no calculada. Los resultados no siempre eran favorables en todos los supuestos. 

Pero había en cada persona esa mente, esa motivación, esa forma de pensar. Y Carlos se repetía, en su interior, esa secuencia que había leído en el párrafo: “Cambiar de motivación es cambiar de mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio esencial, ya que la mente es fundamental”. 

Tres palabras que estaban relacionadas de causa a efecto: motivación, mentalidad, mente. Con esta trilogía repasaba los momentos del curso donde la motivación fue sembrada, fue cuidada, fue cambiando en su crecimiento. Los otros dos factores aparecieron como el efecto.

martes, diciembre 11

LA DISOCIACIÓN Y LA PROYECCIÓN


Sebas estaba interesado en esos procesos psicológicos del que todos participamos y que utilizamos de forma natural en nuestra vida diaria. La idea de los antiguos que debíamos conocernos a nosotros mismos estaba en la línea de los aportes de la psicología para comprendernos mejor. 

Reconocía que nuestras percepciones no eran del todo fiables. A veces en dibujos se podían ver desde un ángulo cuatro elementos mientras que desde otro lado se veían solamente tres. Las relaciones en los dibujos no se captaban con precisión cuando se trataba del tamaño de las imágenes. 

El ser humano no tenía un aparato de captación lo suficientemente fino para no prestarse a equivocación. No se veían las cosas en su aislamiento sino en su conjunto. Eso propiciaba muchas ilusiones ópticas que nos hablaban de la falta de seguridad de nuestras percepciones. 

Todo ello reflejado en el telón de fondo de nuestros pensamientos nos daban motivos de reflexión. “Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono”. 

“Creen en el ataque y en el rechazo, de modo que eso es lo que perciben, lo que enseñan y lo que aprenden. Estas ideas descabelladas son claramente el resultado de la disociación y de la proyección”. 

“Eres lo que enseñas, pero es evidente que puedes enseñar incorrectamente, y, por consiguiente, te puedes enseñar mal a ti mismo. Muchos pensaron que yo les estaba atacando, aunque es evidente que eso no era cierto”. 

“Un alumno desquiciado aprende lecciones extrañas. Lo que tienes que reconocer es que cuando no compartes un sistema de pensamiento, lo debilitas. Los que creen en él perciben eso como un ataque sobre ellos”. 

“Esto se debe a que cada uno se identifica con su propio sistema de pensamiento, y todo sistema de pensamiento se centra en lo que uno cree ser. 

Si el núcleo del sistema de pensamiento es cierto, lo único que puede extenderse es la verdad. Pero si lo que se encuentra allí es una mentira, lo único que puede proceder de él son engaños”. 

Sebas quedaba impactado por el papel de la creencia que no obedecía a un factor de percepción objetiva. “Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono”. 

“Creen en el ataque y en el rechazo, de modo que eso es lo que perciben, lo que enseñan y lo que aprenden. Estas ideas descabelladas son claramente el resultado de la disociación y de la proyección”. 

Una creencia equivocada podía distorsionar la percepción, su enseñanza y lo que se aprendía. Una verdad que se grababa en el corazón para ser consciente de las consecuencias que tenían en nuestras vidas las equivocaciones y los errores.

lunes, diciembre 10

EL PUNTO DE INFLEXIÓN


Adolfo se daba cuenta de que estaba entrando en esa zona del punto de inflexión donde todo cambiaba de sentido y se empezaba a ver la luz, la claridad, la visión nueva que entraba por la comprensión y por sus ojos al verlo todo con esa nueva luz. 

Esa idea de ‘dar todo a todos para poder tener’ era una destrucción de los planteamientos del ego. Para poder tener, el ego, nos invitaba a poseer, a guardar, a evitar compartir y evitar que nos lo quitaran. Esa idea de generosidad no casaba bien con el ego que no se satisfacía nunca de conseguir para sí mismo. 

El punto de inflexión pasaba de poseer a compartir, de tener a ofrecer. El ego no podía comprender la paradoja del amor. Cuánto más amor se daba, más se tenía, más se recogía, más sobraba para todos. El milagro de la multiplicación de los panes y los peces era un ejemplo de ello. 

Lo que se multiplicó allí no fue el alimento físico, era el alimento más básico para el ser humano: el amor. Jesús representaba el amor. Les dio de comer amor y sobraron muchos cestos después de haberse saciado. Era una lección que el ego no la aceptaba, no la comprendía. De otro modo, el ego se autodestruía. 

“‘Para poder tener, da todo a todos’. Este un paso preliminar básico, y el único que tienes que dar por tu cuenta. Ni siquiera es necesario que tú mismo lo completes, pero sí es necesario que te encamines en esa dirección”. 

“Cuando decides ir en esa dirección, te pones a ti mismo a cargo del viaje, función que a ti y sólo a ti te corresponde desempeñar”. 

“Este paso tal vez parezca agudizar el conflicto en vez de resolverlo, ya que representa el paso inicial en el proceso de invertir tu percepción y de rectificarla totalmente” (punto de inflexión – metanoia). 

“Esto entra en conflicto con la percepción invertida que todavía no has abandonado, ya que, de lo contrario, no habría sido necesario un cambio de dirección”. 

“Algunos se quedan en este paso durante mucho tiempo, experimentando un agudo conflicto. En este punto puede que incluso traten de aceptar el conflicto en vez de dar el siguiente paso hacia su resolución”. 

“Puesto que han dado el primer paso, no obstante, se les prestará ayuda. Pues una vez que hayan elegido lo que no pueden completar solos, ya no estarán solos”. 

Adolfo había leído sobre este paso de inflexión. Lo intuía de alguna manera. Sin embargo, ahora con la idea de cambiar de las leyes del ego a las leyes del espíritu, todo quedaba más claro y más meridiano. La metanoia nos invitaba.

domingo, diciembre 9

PARA TENER, DA TODO A TODOS


Rafa descubría que las leyes del ego diferían en mucho de las leyes del espíritu. El ego partía de la carencia. Debía ganar siempre. Debía quedar por encima de los demás y siempre estaba intranquilo si no tenía una posición de poder. El Espíritu partía de una situación de abundancia. 

Vivía en la confianza absoluta de que el Creador lo tenía todo y que todo se podía compartir. Al compartir se poseía y se llegaba a todos. Era algo así como el amor. Cuanto más amor se daba, más amor se producía, se comunicaba y se multiplicaba. Todos podían participar del amor sin límites. 

“El Espíritu Santo que nos conduce a Dios, transforma la comunicación en el estado de ser, de la misma manera en que en última instancia, transforma la percepción en conocimiento”. 

“No pierdes lo que comunicas. El ego se vale del cuerpo para atacar, para obtener placer y para vanagloriarse. La locura de esta percepción la convierte en algo verdaderamente temible”. 

“El Espíritu Santo ve el cuerpo solamente como un medio de comunicación, y puesto que comunicar es compartir, comunicar se vuelve un acto de comunión. Tal vez creas que el miedo – al igual que el amor – se puede comunicar y que, por lo tanto, se puede compartir”. 

“Sin embargo, esto no es tan real como pueda parecer a primera vista. Los que comunican miedo están fomentando el ataque, y el ataque siempre interrumpe la comunicación, haciendo que esta sea imposible”. 

“Es verdad que los egos se unen en alianzas temporales, pero siempre para ver lo que cada uno puede obtener para sí mismo. El Espíritu Santo comunica solamente lo que cada uno puede darle a todos”. 

“Nunca te quita nada que te haya dado, pues Su deseo es que te quedes con ello. Sus enseñanzas, por lo tanto, comienzan con esta lección: ‘Para poder tener, da todo a todos’”. 

Rafa agradecía en su corazón la claridad de las diferencias entre el espíritu y el ego. “El ego se vale del cuerpo para atacar, para obtener placer (de la victoria) y para vanagloriarse. La locura de esta percepción la convierte en algo verdaderamente temible”. 

El espíritu, al no tener miedo, no atacaba. No obtenía superioridad sobre los demás y por ello no se vanagloriaba de nada. El gozo era conjunto. Todos tenían el mismo beneficio y todos participaban de la intensa comunión de la comunicación que se había convertido en conocimiento.

viernes, diciembre 7

SIN GRADOS DE DIFICULTAD


Esteban no aceptaba con facilidad aquel nuevo concepto que le llegaba a la mente. La idea de que las relaciones entre las personas no entrañaban grados de dificultad era algo nuevo. En todos los saberes se empezaban por los conceptos fáciles y poco a poco se iban alcanzando las ideas más complicadas. 

Era parte del progreso en el conocimiento. Era parte de la evolución de la comprensión de la mente. Solamente dando los pasos oportunos se podía llegar a la complejidad oportuna. En cambio, entre las personas cuando se trataba de la confianza mutua, no había grados de confianza. 

Bien había confianza, bien no había confianza. La confianza a medias no existía. No era confianza. Muchas experiencias para llegar a buen término se apoyaban en la confianza. Su ausencia provocaba un fracaso de las relaciones de forma grave y destructiva. 

Mirar a la otra persona siempre tenía el componente de creer en ella, de confiar en sus mejores dones, de sacar y provocar que compartiera sus mejores habilidades. Sin esa mirada, era imposible seguir ascendiendo en el terreno de la confianza mutua y de la experiencia común del amor. 

“Para el Espíritu Santo no hay grados de dificultad en los milagros. A estas alturas, esto debería resultarte bastante familiar, aunque no es algo que estés dispuesto a creer”. 

“Por lo tanto, ni lo entiendes ni puedes hacer uso de ello. Es mucho lo que todavía nos queda por hacer en favor del Reino como para pasar por alto este concepto tan crucial”. 

“Es realmente una de las piedras angulares del sistema de pensamiento que enseño y que quiero que tú enseñes. No puedes obrar milagros sin creer en él, ya que es una creencia en la perfecta igualdad”. 

“El único regalo idéntico que se les puede ofrecer a los Hijos idénticos de Dios, es apreciarlos completamente. Ni más ni menos. Sin una gama variable, la idea de grados de dificultad carece de sentido, y no debe haber gama alguna en lo que le ofreces a tu hermano”. 

Esteban asentía en su corazón porque la idea de igualdad la veía plasmada con la grandeza que el Eterno había puesto en cada uno de nosotros.

jueves, diciembre 6

LA UNIDAD A TRAVÉS DE LA MENTE


Santiago se balanceaba en la mecedora donde se sentía gratamente tendido y relajado. La paz de su alma resaltaba con la tranquilidad de su cuerpo. Nada impedía que la mente siguiera por sus cursos especiales en esos momentos de dulce serenidad que envolvía el ambiente y su figura. 

Todo parecía cambiar de aspecto. Una luz nueva surgía en el horizonte. La brisa mecía las ramas verdes y llenas de vida de los árboles de la colina. El azul del cielo se llenaba con brotes algodonosos de nubes blancas viajando con la tranquilidad de lo eterno. 

Viajes que seguían los ojos de Santiago con la dulzura de ese momento lleno de magia que todo le recordaba sus momentos de cercanía con lo eterno. Una forma de acercarse a aquello que su alma sentía, pero el quehacer diario le hacía olvidar para realizar las faenas circulatorias del ganado y del campo. 

Las responsabilidades inicialmente habían cesado. Disponía de esos momentos donde los vuelos interiores se despertaban y se adentraban por parajes nuevos y placenteros. Era la comida de su espíritu que venía a visitarle de tanto y en tanto y le dejaban lleno de amor, de descubrimiento, de nuevo conocimiento. 

“He dicho que el Espíritu Santo es la motivación de los milagros. El Espíritu Santo te dice siempre que sólo la mente es real porque es lo único que se puede compartir”. 

“El cuerpo es algo separado, y, por lo tanto, no puede ser parte de ti. Ser de una sola mente tiene sentido, pero ser de un solo cuerpo no tiene ningún sentido. De acuerdo con las leyes de la mente, pues, el cuerpo no tiene ningún sentido”. 

Santiago reconocía que su cuerpo poseía una energía que lo ayudaba en sus tareas diarias. Recogía el grano, lo ponía delante del ganado para que se alimentara. Aliviaba a las vacas de sus ubres llenas de leche. Daba de comer a cada uno de los animales que le esperaban contentos con la comida. 

Ello requería fuerza y aguante. Su cuerpo, gracias al movimiento, iba de un lugar a otro. Llegaba a todos los sitios y recogía al final del día el producto en forma de huevos de las gallinas. Todo un ejercicio para apuntalar la vida, la energía y la comida para toda la familia. 

Sin embargo, pensaba, que todo aquel despliegue de fortaleza sin la dirección de una mente no podría alcanzar su cometido final. La mente trataba de enfrentar las incidencias que surgían: un accidente, una pata rota, el conato de un incendio y la sangre que brotaba de las heridas que se hacían los diferentes animales y las personas. 

Sin mente, el cuerpo estaba perdido. Sin mente, las fiebres eran capaces de consumir el cuerpo sino fuera por los cuidados y saberes de las personas que sabían cómo tratar enfermedades tan usuales, pero tan debilitantes en sus momentos de fuerza. 

La mente no podía fallar en ninguno de esos momentos. Sólo requería sueño y descanso para su total recuperación una vez hecho su trabajo.

miércoles, diciembre 5

ETERNIDAD SIN CUERPO


Pablo siempre que veía a alguna persona peculiar por su aspecto, por su dedicación, por su apariencia diferente, buscaba, detrás de los detalles físicos, los elementos de carácter, de espíritu, de actitud y de ánimo que lo impulsaba. Era un automatismo que definía su mirada. 

Los elementos físicos daban alguna información, pero una conversación, unos momentos compartiendo latidos del corazón, un paseo sintiendo que dos almas se unían en una sola, la hermosa sensación de admiración que nacía de dos seres que se unían en sus miradas, daban la información de la vida. 

La apariencia quedaba en un segundo o tercer plano. El plano del espíritu se ponía delante con todos sus acordes, sus notas adecuadas, sus vibraciones conjuntas, sus anhelos conjuntados y la brisa del aire les daba la información que caminaban por el mismo sendero de la existencia. 

Los ojos podían llenarse con los detalles físicos. Esa sensación duraba un cierto tiempo con todos los maquillajes y todas las estratagemas de ocultar las imperfecciones de la piel. Ni siquiera el cuerpo era completo. Había que retocarlo y ocultar su naturalidad. 

Lo que era fruto del engaño desaparecía con el tiempo y con la evolución biológica del cuerpo. “Dios no creó el cuerpo porque el cuerpo es destructible, y, por consiguiente, no forma parte del Reino”. 

“El cuerpo es el símbolo de lo que crees ser. Es a todas luces un mecanismo de separación y, por lo tanto, no existe. El Espíritu Santo, como siempre, se vale de lo que tú has hecho y lo transforma en un recurso de aprendizaje”. 

“Una vez más, y como siempre, reinterpreta lo que el ego utiliza como un razonamiento en favor de la separación, y lo convierte en una demostración contra esta”. 

“Si la mente puede curar al cuerpo, pero el cuerpo no puede curar a la mente, entonces la mente tiene que ser más fuerte que el cuerpo. Todo milagro es una demostración de esto”. 

Pablo veía en esos pensamientos la afirmación de lo que hacía de forma automática al ver una persona por primera vez. Iba más allá de la apariencia, más allá de la primera impresión para conectar y conocer esa energía que conformaba esa expresión corporal. 

Entrar en contacto con el espíritu de esa persona era entrar en contacto con el Espíritu Divino que lo creó, con el Espíritu Divino universal que nos unía a todos.

martes, diciembre 4

CONOCER NUESTRA ETERNIDAD


Juan había entretenido en algunas ocasiones la idea de que la fe en el más allá no era algo demostrable. Parecía una creencia más que una realidad, una verdad auténtica y verificable. Una enseñanza que se nos repetía desde pequeño y quedaba guardada en el cerebro como una parte más de nuestro ser. 

Sin embargo, la posibilidad de ser conscientes de nosotros mismos, conscientes de nuestros actos, conscientes de nuestro presente, pasado y futuro era un elemento lo suficientemente fuerte para creer que esa consciencia podía nacer y podía morir. 

La consciencia tenía ese punto de luz que podía elegir. Podía construir nuevos mundos en la mente. Podía ver en los demás muchos elementos distintos. Y los ojos eran una proyección de lo que habitaba en nuestra mente. Veían en los demás nuestras propias características. Realmente éramos una maravilla. 

“Cuando tu cuerpo, tu ego y tus sueños hayan desaparecido, sabrás que eres eterno. Tal vez pienses que esto se logra con la muerte, pero con la muerte no se logra nada porque la muerte no es nada”. 

“Todo se logra con la vida, y la vida forma parte del ámbito de la mente y se encuentra en la mente. El cuerpo ni vive ni muere porque no puede contenerte a ti que eres vida”. 

“Si compartimos la misma mente, tú puedes superar la muerte puesto que yo la superé. La muerte es un intento de resolver conflictos no tomando ninguna decisión. Al igual que todas las demás soluciones imposibles que el ego propugna, esta tampoco resultará”. 

A los humanos les afectaban las noticias, los acontecimientos y las incidencias de cada día. En la niñez siempre había mentes más adultas que nos decían que no nos preocupáramos y restablecían la confianza en nuestras cabezas pensantes. 

La relación era vital. Y si esa afirmación venía de una persona de confianza nos proporcionaba mucho equilibrio. Nos devolvía la paz y podíamos seguir nuestros proyectos sin ninguna otra angustia suplementaria. La mente infantil creía a la mente adulta de confianza. 

La mente realmente contenía la vida. Todo pequeño gesto era dirigido por la mente. Toda pequeña preocupación era sostenida por la mente. Los pensamientos positivos nos brindaban una forma de ver diferente al pensamiento negativo. La mente tenía sus posibilidades y sus elecciones en cada momento.