miércoles, diciembre 19

LA SEGUNDA LECCIÓN


Gonzalo no quería que las lecciones del espíritu dejaran de estar grabadas en su mente, en su corazón, y en sus experiencias personales. Recordaba la primera lección: ‘para tener, da todo a todos’. Le ensanchaba el corazón la idea de universalidad de la primera lección. Nadie podía ser excluido. 

La segunda lección iba cayendo en el pozo profundo de su ser. Eran tesoros que no iba a dejar de considerarlos en toda su extensión: ‘para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’. 

Como profesor entendía que al explicar un nuevo concepto se tenía que tener muy claro en la mente y en la experiencia para ayudar a los alumnos en su proceso de aprendizaje. La claridad de la idea y la fuerza de los casos concretos entraban en juego para utilizar modelos y dejarlo claro. 

Seguía con la segunda lección. Leía así sobre este nuevo paso: “Este es todavía un paso preliminar, puesto que aún no has equiparado tener con ser. Es, no obstante, un paso más avanzado que el primero”. 

“Pero, en realidad, no es sino el comienzo del proceso de inversión del pensamiento. El segundo paso es una afirmación categórica de lo que deseas. Es, pues, un paso encaminado a liberarte del conflicto”. 

“Significa que se han considerado las alternativas y se ha elegido la más deseable. Con todo, la expresión ‘más deseable’ aún implica que lo deseable tiene diferentes grados”. 

“Por lo tanto, aunque este paso es esencial para poder tomar la decisión fundamental, no es obviamente el último. No se ha aceptado todavía la falta de grados de dificultad en los milagros porque nada que se desee completamente puede ser difícil”. 

“Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se tiene en cuenta que Dios Mismo te creó para que fueras un creador”. 

Gonzalo se dejaba llevar por el viento del Espíritu Santo como las hojas de los árboles que no le oponen resistencia en sus movimientos mecidos por la brisa. El viento las dirigía en diversas direcciones. Un viento que lo estaba llevando hacia una palabra nueva en su vida. 

Una inversión de su pensamiento. La palabra inversión era invertir el sentido de la dirección. Era cambiar de rumbo. Era escoger un nuevo camino en su forma de pensar y de entender la vida. Invertir era alejarse del sentido del ego y tomar la senda del espíritu. Y esa inversión de sentido se dejaba sentir en su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario