LO POSITIVO SE COMPRENDE BIEN

Marcos no daba crédito a lo que estaba leyendo. Le indicaba que la mente no entendía la negación. Una frase tal como: ‘no comas rápido’ la lógica la entendía, pero la comprensión le quitaba la negación y la captaba como si le dijeran ‘come rápido’. 

La experiencia afirmaba tal descubrimiento. Bastaba con que se le prohibiera algo a una persona para que lo intentara hacer. Los psicólogos sabían que la comprensión podría entender la frase en su justo sentido de la siguiente forma positiva: ‘come con paz’. 

Parecía que esa partícula ‘no’ delante del verbo no contenía la fuerza de fijación oportuna para que deshiciera el valor del verbo. ‘No dejarás de obedecer’ se transformaba en un imperceptible ‘no’ y quedaba todo el poder del verbo: ‘dejarás de obedecer’. 

La lógica no lo podía aceptar, pero el comportamiento lo avalaba. “Un buen maestro enseña bajo un enfoque positivo, no mediante uno negativo. No hace hincapié en lo que tienes que evitar para escapar de lo que te puede hacer daño, sino en lo que tienes que aprender para ser feliz”. 

“Piensa en el miedo y en la confusión que un niño experimentaría si le dijeran: ‘No hagas eso porque es muy peligroso y te puede hacer daño, pero si haces esto otro, no te harás daño, estarás a salvo y no tendrás miedo’”. 

“Definitivamente es mucho mejor usar tan solo tres palabras: ‘haz sólo esto’. Esta simple información es perfectamente inequívoca y muy fácil de entender y recordar”. 

Marcos reconocía que muchas veces la actitud del hablante al dirigirse a nosotros influía en el mensaje que nos transmitía. Una persona amable nos llegaba con mayor facilidad que una persona seria, adusta, poco agradable, aunque nos dijeran las mismas palabras. 

La componente afectiva de las palabras era vital en muchos contextos. De hecho, lo más importante era esa afectividad que se captaba. Era fácil escuchar discusiones donde no se ponía en cuestión las palabras dichas sino la forma de expresarlas. 

En el caso del ‘no’ era una cuestión de significado psicológico. El entendimiento se fijaba sobre el verbo. La partícula ‘no’ se desdibujaba y la comprensión entendía lo contrario de lo que se deseaba expresar. Todos, ante tal situación, escogíamos la dirección positiva y dejábamos de lado la negativa.