Mario se dio cuenta de inmediato de los dos sistemas de pensamiento que influían sobre los humanos. Estaba atento al relato de un accidente de coche que un familiar suyo había tenido. En el mismo momento del accidente, el conductor del otro vehículo salió del coche y aceptó que se había equivocado.
Su postura en el lugar de los hechos era de clara disculpa por los daños ocasionados. Se intercambiaron los datos del seguro y la separación fue de lo más cordial. Según las dos partes todo estaba resuelto y la solución estaba clara y admitida.
Unos días después, su familiar recibió una notificación de la compañía aseguradora del otro coche indicándole que el accidente había sido provocado por su causa. El familiar de Mario no acababa de creérselo. En el momento de los hechos, el sistema de pensamiento espontáneo de naturalidad se había impuesto.
Ahora, se daba de bruces con la posición del sistema de pensamiento del ego: la culpa siempre era del otro. Nadie reconocía su error. Dos sistemas de pensamientos opuestos que creaban una zona de colisión, de conflicto, de culpabilidades y de ataques personales.
La mente era inconstante porque pasaba de un sistema al otro con toda una caterva de razonamientos que validaban bien uno bien el otro. Los seres humanos vivían en una continua hostilidad porque no había lugar para la paz. La nobleza y la generosidad se había reemplazado por la imposición y por la ganancia.
El familiar de Mario no llegaba a creérselo. Pero así era la vida de la mente que abrazaba dos sistemas de pensamiento totalmente opuestos. Ser noble era ser tonto. Ser auténtico era ser débil. Tener un despiste era una acción provocada por el otro. La idea estaba clara. Nadie era culpable. Siempre el otro era el culpable.
“La manera de escapar del conflicto que surge de dos sistemas de pensamiento que se oponen entre sí consiste claramente en escoger uno y abandonar el otro”.
“Si te identificas con tu sistema de pensamiento, lo cual es inevitable, y aceptas dos sistemas de pensamiento que están en total desacuerdo, es imposible gozar de paz mental”
“Si enseñas ambos sistemas, que es lo que probablemente harás mientras los aceptes a los dos, estarás enseñando conflicto y también aprendiéndolo. Sin embargo, tú deseas la paz”.
“Si no tuvieras ese deseo de paz, no habrías invocado a la Voz de la paz para que te ayudase. Su lección no es demente, pero el conflicto sí”.
Mario siempre había estado escuchando que el ser humano estaba en conflicto continuo y constante. Era una característica de ser humanos – afirmaban algunos -. Pero el quid de la cuestión estaba en las manos de todas las personas.
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