miércoles, noviembre 29

LA ESENCIA DE UNIVERSO

Santiago daba un repaso en su mente a la curiosidad que había en nuestra mente de ser definidos por los demás. Su esposa que era más astuta buscaba la definición personal en libros y en tests de personalidad. Entendía que la opinión de los demás estaban sesgadas por la experiencia que tenían entre ellas. 

Libros con apariencia científica ofrecían un método inicialmente objetivo. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que cada tipo de test estaba orientado hacia una definición filosófica del ser humano. Es decir, primero se establecía la concepción que se tenía de la persona, después se comparaba con los casos concretos. 

Aquella tipología que no pasaba por nuestra mente, nos definía como faltos de “algo”, “incompletos”. No era ni más ni menos que dos conceptos distintos de la persona. Las coincidencias entre ellas eran casuales. No definían la esencia sino las diferencias de planteamientos. 

Por ello, de una forma inconsciente todos apreciábamos ser definidos por una persona que nosotros admirábamos. La admiración mutua nos ponía en una línea similar del concepto de la persona. Quizás las ideas del siguiente párrafo nos den una orientación en esa línea de busca nuestra definición. 

“No hay ninguna cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que goce de plenitud y de que tú no seas sordo a su llamada”. 

“Sin tu respuesta esta llamada se deja morir, de la misma manera en que se la salva de la muerte cuando tú oyes en ella la llamada ancestral a la vida y comprendes que es tu propia llamada”. 

“El Cristo en ti recuerda a Dios con la misma certeza con la que Él conoce Su Amor. Pero Dios sólo puede ser Amor si su Hijo es inocente. Pues ciertamente sería miedo, si aquel a quien Él creó inocente pudiera ser esclavo de la culpabilidad”. 

“El Hijo perfecto de Dios recuerda su creación. Pero en su culpabilidad se ha olvidado de lo que realmente es”. 

Santiago se sentía pleno con esa definición de lo que realmente era. Su corazón latía de una forma intensa y gozosa. “El Cristo en ti recuerda a Dios con la misma certeza con la que Él conoce Su Amor”. 

Aceptar la vida de Cristo en nosotros por nuestra libertad. Aceptar esa grandeza que éramos en el principio. Aceptar que dentro de nosotros habita la plenitud y dejarla salir con toda su extensión y comprensión. Estamos completos y eso nos reconforta totalmente.

lunes, noviembre 27

UN PENSAMIENTO DECISIVO

Pablo se dejaba llevar por esos pensamientos que pasaban delante de sus ojos y viajaban al interior con su carga de paz y de esperanza, con su carga de alegría y una renovada ilusión, con su carga de aliento y de vida que todo lo magnificaba y que a todas las células de su cuerpo vivificaba. 

Pensamientos que leía y releía. Eran un espejo donde él se reconocía como persona, como conjunto de sentimientos, como conjunto de objetivos en su alma y en su vida. Eran como música celestial que se difundía a través de sus oídos y de toda la atmósfera que le rodeaban. 

“En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes”. 

“No hay nada en él que no te invite amorosamente a ser su amigo y a que le permitas a unirse a ti. Ni una sola llamada deja jamás de oírse, se interpreta erróneamente o se queda sin contestar en el mismo lenguaje en que se hizo”. 

“Y entenderás que ésta es la llamada que todos los seres y todas las cosas en el mundo siempre habían hecho, pero que tú no habías percibido como tal. Y ahora te das cuenta de que estabas equivocado”. 

“Te habías dejado engañar por las formas que ocultaban la llamada. Por lo tanto, no la podías oír, y así, perdiste un amigo que siempre quiso ser parte de ti. La eterna y queda llamada de cada aspecto de la creación de Dios a la totalidad se oye por todo el mundo a la que esta otra lección da lugar”. 

Pablo se encogía de hombros ante tanta bondad. Pablo abría su corazón ante tanta claridad como le llegaba a sus ojos mentales del conocimiento. Era un hermoso descubrimiento y su alma lo recibía con toda la fuerza de las almas sinceras y buenas que admitían que el Hijo de Dios es inocente.

viernes, noviembre 24

NUESTRA LIBERTAD NOS DA OPCIONES

Juan estaba sorprendido. Nunca se habría esperado aquella experiencia. Los habitantes de la parte de Berlín este, dirigidos bajo el régimen comunista, antes de que el muro fuese derribado, se encontrasen tan faltos de iniciativa que añoraran volver a la falta de libertad que habían tenido. 

Esa falta de libertad venía por no haberla ejercido. No se esforzaban por mejorar, por encontrar nuevas oportunidades, por poner en marcha alternativas distintas. Al fin se dio cuenta Juan que la falta de competencia y de esfuerzo personal era como un músculo que no se utilizaba en el cuerpo. 

Después de cierto tiempo sin utilizarlo, perdía su volumen, su fuerza, su función y se debilitaba. Todo en el ser humano respondía a la ley de la utilización. Ideas sociales aparentemente estupendas parecían que ahogaban en su raíz las fuerzas gravitatorias de la persona. 

Una vez recobrada la libertad, debían ejercitar esos músculos sociales inactivos. Y en su práctica no siempre se acertaba. Era la manera de aprender. “Aprender es una capacidad que tú inventaste y te otorgaste a ti mismo”. 

“No fue concebida para hacer la Voluntad de Dios, sino para apoyar el deseo de que fuese posible oponerse a ella y para que una voluntad ajena fuese incluso más real”. 

“Y esto es lo que este aprendizaje ha intentado demostrar, y tú has aprendido lo que fue su propósito enseñar. Ahora tu viejo y remachado aprendizaje se alza implacable ante la Voz de la verdad y te enseña que Sus lecciones no son verdad, que son demasiado difíciles de aprender, y que son diametralmente opuestas a lo que realmente es verdad”. 

“No obstante, las aprenderás, pues ese es el único propósito de tu capacidad para aprender que el Espíritu Santo ve en todo el mundo. Sus sencillas lecciones de perdón son mucho más poderosas que las tuyas, pues te llaman desde Dios y desde tu Ser”. 

Juan admitía con toda su alma la grandeza de Sus enseñanzas. Eran infinitamente más poderosas que cualquier idea nuestra. La idea del perdón era un concepto nuevo que su alma recogía con mucho regocijo. 

Nadie nos podía herir, molestar, insultar ni atacar. Nadie podía definirnos excepto nosotros mismos. Si nosotros, ante cualquier palabra poco amable, la aceptábamos, la comprendíamos y entendíamos que era un signo de una persona que no se encontraba bien, equilibrada y en su mejor versión, nos movería a ayudarla y no a sentirnos molestos con ella. 

Así que nadie nos podía herir ni molestar. Éramos nosotros mismos los que nos heríamos y nos molestábamos. Por ello, perdonar a una persona implicaba perdonarnos a nosotros mismos por no saber comprender, en ocasiones, la situación de la otra persona. 

Y ese aprendizaje nacía de Dios y de nuestro Ser.


martes, noviembre 21

APRENDIZAJE NATURAL

Lucas leía aquellos renglones y se quedaba sorprendido. Era uno de los pensamientos que su esposa y él había utilizado en sus conversaciones. Algunas de las personas que los conocían y tenían cierto tipo de confianza y amistad les decían que estaban contentos con todas las metas que habían alcanzado. 

Algunos subrayaban el factor suerte en su vida. Otros les decían que les había tocado la lotería. Otros indicaban que su unión había sido una grandiosidad que estaban disfrutando. No muchos ponían el énfasis en el proceso que habían llevado desde su juventud, desde su noviazgo, desde su encuentro y desde su mutua formación. 

Estaban seguros que nada en este mundo nacía de la falta de aprendizaje. Buscar desarrollar los mejores métodos de convivencia, de consideración de la persona, de sus actitudes frente a otros seres humanos y su formación adquirida día a día para ser padres cuando todavía los hijos no estaban en su horizonte. Sabían que debían prepararse. 

No todo nacía de la suerte sino de un objetivo compartido entre los dos y llevado a cabo con el cariño, con la constancia, con el esfuerzo y con la ilusión de cada día de la semana que llegaba a su vida. El párrafo se explayaba en esas ideas. 

“Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender”. 

“No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio”. 

“No digas que no puedes aprender. Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres el que eres”. 

Lucas y su esposa se veían reflejados en ese proceso de aprendizaje. La capacidad de descubrir era infinita. La posibilidad de abrir los horizontes era amplia y fuerte. Y los logros de ese conocimiento los transformaba poco a poco en ese potencial de unión y de comprensión. 

Se sonreían ante la paradoja que ofrecía el párrafo en su última parte. Aquellos que desconfiaban de su capacidad de aprender se veían enfrentados con las conclusiones a las que habían llegado en su aprendizaje:

“Has aprendido que tu voluntad no es tu voluntad, has aceptado, por tu esfuerzo y por tu reflexión, que tus pensamientos no te pertenecen, y has concluido, con todos tus rodeos reflexivos, que no eres el que eres”. 

El aprendizaje es vital, es connatural al ser humano, es la materia de la que están hechos todos los sueños y todos los logros de la vida.

domingo, noviembre 19

LO DIFÍCIL NOS ATRAPA

Marcos estaba en clase escuchando con atención al profesor. Lo admiraba mucho. Su sabiduría entraba en su interior de forma natural sin cuestiones difíciles para elucidar. Todo era claro como el agua clara del arroyo que brotaba de fuentes puras. 

Escuchaba una anécdota que le había pasado en otra clase de la misma universidad. Los alumnos le decían que no era un profesor universitario. Era un profesor que dejaba todos los contenidos claros, sencillos, bien comprensibles. Le indicaban que para ser un buen profesor de universidad debía utilizar conceptos difíciles de comprender. 

Ese era el toque de ser buen profesor. En tanto que se clarificaba el contenido de los temas tenía más bien el tinte de otro tipo de enseñanza que la universitaria. Marcos se quedaba sorprendido. Enseñar, compartir el amplio conocimiento era vital. Si no se comprendía, no dejaba de ser una afirmación teórica. 

Esa anécdota le quedó en el corazón. Ahora, al leer esos textos, recordaba la incidencia de su profesor: “¡Qué simple es la salvación! Tan solo afirma que lo nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. Eso es todo. ¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad?”

“Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. ¿Cuán difícil puede ser reconocer que lo falso no puede ser verdad, y lo que es verdad no puede ser falso? Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero”. 

“Se te ha dicho exactamente cómo distinguir lo uno de lo otro, y lo que tienes que hacer si te confundes. ¿Por qué, entonces te empeñas en no aprender cosas sencillas como estas?”

Marcos grababa en su mente donde radicaba la dificultad de aprender la salvación: “Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla”. Esa saeta le dio en el blanco de su corazón. Esa saeta bien clara, bien comprendida encontraba su diana. 

Se preferían mil rodeos, se ponían de manifiesto elucubraciones, teorías, posibilidades para hacerla difícil de comprender. Quizás para tapar la decisión triste de que esa enseñanza no llegara a nuestra vida y la transformara. Nuestra mente quedaba así muy ufana. 

Tan osada que se atrevía a decir a un buen profesor que su docencia clara y sencilla no tenía altura universitaria porque todo se daba muy bien entendido. La mente se defendía y ponía sus criterios. Sólo nos quedaba vivir esas enseñanzas y descubrir los enormes misterios que llevaba en ella misma encerrados. 

Ese conocimiento profundo era inaccesible para aquellos que no osaban ponerla en práctica. Ni conocían su poder, ni conocían lo que escondía en una vida práctica. Pero, eso sí, se ufanaban de que lo sabían todo y ponían en entredicho a un profesor universitario.

miércoles, noviembre 15

LO INMUTABLE ENTRA CON ÉL

Mateo recordaba las veces que había cambiado de parecer al enfrentar un problema. Alguna de esas veces fue muy pronunciado. Bajo la ira, la frustración y la desilusión el panorama se obnubilaba y perdía la visión de cómo enfrentar la situación. 

Cuando era sabio, dejaba que pasara el tiempo, al menos un día, por lo menos, si no podía dejar más. Después con una visión más calmada y tranquila podía pensar en el asunto viendo alternativas que anteriormente no había visto y le habían angustiado. 

“Sin lugar a dudas”, se decía así mismo, “somos cambiantes, realmente cambiantes, terriblemente cambiantes”. Entendía mucho mejor a las personas que le aconsejaban que demorara la respuesta para ver todas las posibilidades y elegir la mejor en cada momento. 

Bajo el poder de la emoción todas nuestras percepciones estaban alteradas. No era un buen momento oportuno para analizar, entender, comprender, valorar y ver las alternativas. Se requería de cierta distancia, de cierta paz y serenidad para ver con amplitud todas las alternativas. 

Al leer aquellas ideas se llenaba de una esperanza nueva: “Precisamente porque la realidad es inmutable, existe en ella un milagro que sana todas las cosas cambiantes y te las ofrece para que las veas en una forma de felicidad y que está libre de temor”. 

“Se te concederá ver a tu hermano de esta manera. Pero no mientras quieras que sea de otra manera con respecto a otras cosas. Pues eso sólo significaría que no lo quieres ver curado e íntegro”. 

“El Cristo en él es perfecto. ¿Es esto lo que quieres contemplar? No dejes entonces que haya sueños acerca de él que tú prefieras ver en lugar de Cristo en él”. 

“Y verás a Cristo en él porque permitiste que Él viniera a ti. Y cuando Él se te haya aparecido, tendrás la certeza de que eres como Él, pues Él es lo inmutable en tu hermano y en ti”. 

Mateo quedaba absorto por esas afirmaciones. En lugar de ver al hermano, ver a Cristo en el hermano. Y eso era posible si dejaba que Cristo viniera a él. Y repetía la frase última: “Él es lo inmutable en tu hermano y en ti”. 

El objetivo era maravilloso para serenarse, dejar pasar el tiempo, tranquilizarse y dejar salir el Cristo que anidaba en su interior y permitirle que tomara las decisiones oportunas. Esa era la decisión de la vida: Permitir la entrada en nuestro corazón y en nuestro pensamiento de Él.

domingo, noviembre 12

DESENMASCARAR LAS TENTACIONES

Guille pensaba en esa palabra que tantas sugerencias le había traído en su vida: la tentación. Unas veces asociadas a cosas no muy aceptables. Otras veces, a delicias y placeres. Un enfrentamiento de experiencias a los que unos le llamaban tentación y otros, liberación.

La experiencia y las enseñanzas en ocasiones no casaban bien. Descubrir lo que realmente nos hacia daño era a veces una creencia más que una realidad. Pero, Guille sabía que vivíamos en el terreno de las creencias. Así que le dábamos, en muchos momentos, posibilidad de realidad. 

Era toda una sabiduría poder discernir aquello que realmente nos hacia daño de aquello que nos liberaba y estaba a nuestra mano. Toda una sabiduría invadía nuestra mente y se ofrecía para que nosotros pudiéramos elegir y pudiéramos caminar y reconducir nuestras creencias. 

“¿Qué es la tentación, sino el deseo de hacer que las ilusiones sean reales? No parece ser el deseo de hacer que lo que es real no lo sea. Sin embargo, es una afirmación de que algunas clases de ídolos ejercen una poderosa atracción que los hace más difíciles de resistir que aquellos que tú preferirías que no fuesen reales”. 

“Toda tentación, por lo tanto, no es más que esto: una plegaria para que el milagro no ejerza influencia sobre algunos sueños, y para que, en vez de ello, mantenga su irrealidad oculta y les otorgue realidad”. 

“El Cielo no responde a tal oración, ni tampoco se te puede conceder un milagro para sanar las apariencias que no te gustan. Has establecido límites. Lo que pides se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. Sólo tú te has limitado a ti mismo”. 

Guille veía un contrasentido en nuestros deseos. La plegaria al Eterno se centraba en la petición de que el milagro no ejerciera influencia sobre algunos sueños equivocados y dejara su irrealidad oculta de nuestra visión. La limitación estaba clara: 

“El Cielo no responde a tal oración, ni tampoco se te puede conceder un milagro para sanar las apariencias que no te gustan. Has establecido límites. Lo que pides se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. Sólo tú te has limitado a ti mismo”. 

Y concluía que esas limitaciones las proyectábamos sobre el Eterno. En lugar de reconocer nuestra propia limitación quedábamos frustrados porque el milagro no se concedía. Ahora veía un poco más claro el papel de las tentaciones en nuestra vida. 

Veía con mayor luz el funcionamiento de las tentaciones. Ellas no se centraban en negar la realidad. Destacaban que ciertas atracciones eran poderosas y ocultaban su propia irrealidad. De ahí la necesidad de visión para desenmascararlas y ver que no tenían inmutabilidad.

martes, noviembre 7

LAS APARIENCIAS CAMBIAN

Benito ahondaba en esas ideas que le habían ganado el corazón. La mitad suya era divina. La mitad suya era oro puro hecho de amor divino. La otra mitad era su libertad para poder elegir. Nadie podía decirle, nadie podía pensar, que éramos frágiles, inútiles, sin valor y sin una trascendencia en nuestra vida. 

El filón de oro puro divino relucía en nuestra vida con toda su plenitud. Nadie podía decirse a sí mismo que no valía nada. Teníamos un valor incalculable. Un valor incalculable para nuestra madre al nacer y antes de nacer. Un valor incalculable para todas las personas que nos esperaban. 

Un valor incalculable para todas las miradas plenas que sabían ver la divinidad en nosotros, en nuestro interior, en nuestro corazón y en la nobleza de nuestros ojos. Un valor incalculable para nosotros mismos que aceptábamos precisamente el valor profundo del amor que anidaba en nuestro corazón. 

Le gustaba la idea de sufrimiento que había escuchado: “Sufrimos porque no aceptamos que estamos hechos de amor y luchamos en contra del amor, es decir, luchamos contra nosotros mismos. Por eso, sufrimos”. Se deleitaba leyendo aquellos pensamientos.

“Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. La realidad, en cambio, es inmutable. No engaña en absoluto, y si tú no puedes ver más allá de las apariencias, te estás dejando engañar”. 

“Pues todo lo que ves cambiará; sin embargo, antes pensabas que era real, y ahora crees que es real nuevamente. De este modo la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de cambiar”. 

“La realidad, no obstante, es inmutable. Esto es lo que hace que sea real y lo que la distingue de todas las apariencias. Tiene que estar más allá de toda forma para poder ser ella misma. No puede cambiar”. 

Benito veía que esa visión que profundizaba era necesaria para distinguir la apariencia de la realidad. Las apariencias eran apariencias. Siempre cambiaban. La verdad era verdad porque no cambiaba.

lunes, noviembre 6

HABLAR EL MISMO IDIOMA

Samuel había comprobado infinidad de veces que hablaba un idioma distinto al de los demás. De ahí la falta de comunicación, la falta de entendimiento. No se trataba de hablar una lengua distinta, diferente. Se ceñía a un planteamiento distinto en la concepción del ser humano. 

No estaba de acuerdo con ciertas afirmaciones que se repetían de forma automática: “Piensa mal y acertarás”. “La mayoría de la gente es mala”. Esas ideas tachaban a las personas de un manto borroso que impedía verlas en su verdadera luz, en su verdadera magia. 

Sus impulsos interiores le llamaban a ver en los demás las mejores virtudes, las mejores decisiones y los encantos naturales de criaturas llenas de verdad. Esa doble mirada le distanciaba muchas veces de las personas. Ahí radicaban los dos idiomas que impedían la comunicación. 

“No trates de encontrar significado en sueños de separación. Sólo los sueños de perdón se pueden compartir, pues significan lo mismo para ti y para tu hermano”. 

“No hagas interpretaciones desde una perspectiva de soledad, pues lo que veas no tendrá ningún significado, y lo que representa cambiará. Y tú creerás que el mundo es un lugar incierto, por el que caminas en peligro, lleno de incertidumbre”. 

Son únicamente tus interpretaciones las que carecen de estabilidad, pues no están en armonía con lo que realmente eres. Es éste un estado tan peligroso en apariencia, que es imposible que no surja el temor. Hermano mío, no sigas por ese camino”. 

“Tenemos un solo Intérprete. Y a través del uso que Él hace de los símbolos nos unimos, y así, todos ellos tienen el mismo significado para todos nosotros”. 

“Nuestro idioma común nos permite hablar con todos nuestros hermanos, y entender con ellos que el perdón se nos ha otorgado a todos, y que, por lo tanto, podemos comunicarnos nuevamente”. 

Samuel comprendía mucho mejor, ahora, que esos idiomas distintos radicaban en la comprensión interna de nosotros mismos. Todos teníamos una parte común que habitaba en nuestro interior. Y esa parte común nos unía. 

Era cierto que también anidaba en cada uno esa parte donde radicaba la libertad personal. Samuel había decidido aplicar su libertad en apoyar esa parte común que todos teníamos por nacimiento. Era la vía para poder hablar el mismo idioma.