martes, noviembre 21

APRENDIZAJE NATURAL

Lucas leía aquellos renglones y se quedaba sorprendido. Era uno de los pensamientos que su esposa y él había utilizado en sus conversaciones. Algunas de las personas que los conocían y tenían cierto tipo de confianza y amistad les decían que estaban contentos con todas las metas que habían alcanzado. 

Algunos subrayaban el factor suerte en su vida. Otros les decían que les había tocado la lotería. Otros indicaban que su unión había sido una grandiosidad que estaban disfrutando. No muchos ponían el énfasis en el proceso que habían llevado desde su juventud, desde su noviazgo, desde su encuentro y desde su mutua formación. 

Estaban seguros que nada en este mundo nacía de la falta de aprendizaje. Buscar desarrollar los mejores métodos de convivencia, de consideración de la persona, de sus actitudes frente a otros seres humanos y su formación adquirida día a día para ser padres cuando todavía los hijos no estaban en su horizonte. Sabían que debían prepararse. 

No todo nacía de la suerte sino de un objetivo compartido entre los dos y llevado a cabo con el cariño, con la constancia, con el esfuerzo y con la ilusión de cada día de la semana que llegaba a su vida. El párrafo se explayaba en esas ideas. 

“Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender”. 

“No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio”. 

“No digas que no puedes aprender. Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres el que eres”. 

Lucas y su esposa se veían reflejados en ese proceso de aprendizaje. La capacidad de descubrir era infinita. La posibilidad de abrir los horizontes era amplia y fuerte. Y los logros de ese conocimiento los transformaba poco a poco en ese potencial de unión y de comprensión. 

Se sonreían ante la paradoja que ofrecía el párrafo en su última parte. Aquellos que desconfiaban de su capacidad de aprender se veían enfrentados con las conclusiones a las que habían llegado en su aprendizaje:

“Has aprendido que tu voluntad no es tu voluntad, has aceptado, por tu esfuerzo y por tu reflexión, que tus pensamientos no te pertenecen, y has concluido, con todos tus rodeos reflexivos, que no eres el que eres”. 

El aprendizaje es vital, es connatural al ser humano, es la materia de la que están hechos todos los sueños y todos los logros de la vida.

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