domingo, septiembre 30

UN PODER INTERNO

Pablo había visto en los rostros de muchos de sus amigos y conocidos el rostro de alegría o de tristeza cuando podía o no podía corresponder a sus peticiones. La influencia entre las personas era fuerte y potente. Unas palabras agradables y amables nos abrían todo un horizonte nuevo. 

Unas palabras toscas, además de preocuparnos y dejarnos tristes, nos abrían horizontes oscuros y cambios de dirección en nuestras propuestas. La sabiduría siempre nos guiaba para poder sortear los obstáculos y sacar la mejor solución dentro de la problemática en la que nos encontrábamos. 

El valor de las energías unidas era muy fuerte en nuestras experiencias. Los amigos eran aquellas personas que nos animaban siempre, en todo momento, aunque en algunas ocasiones no pudieran hacer más que compartir las consecuencias nefastas de nuestras decisiones equivocadas. 

Sentir una mano amiga en todo momento era el calor y la energía que nos daba ánimo a seguir en los caminos de sabiduría. Así que no se podía decir que el ser humano careciera de poder. El poder de la influencia y de la comprensión era fuerte, bien recibido, apreciado y en momentos necesario e indispensable. 

“El ego no puede oponerse a las leyes de Dios de la misma manera en que tú tampoco puedes hacerlo, pero puede interpretarlas de acuerdo con lo que desea al igual que tú”. 

“Por eso es preciso que contestes a la siguiente pregunta: ‘¿Qué es lo que quiero?’ La contestas cada minuto y cada segundo, y cada decisión que tomas es un juicio que no puede por menos que tener consecuencias”. 

“Y estas continuarán repitiéndose automáticamente hasta que tomes otra decisión. Recuerda, no obstante, que las alternativas en sí son inalterables. El Espíritu Santo al igual que el ego, es una elección que uno hace”. 

“Ambos constituyen las únicas alternativas que la mente puede aceptar y obedecer. El Espíritu Santo y el ego son las únicas opciones que tienes. Dios creó una de ellas y, por lo tanto, no puedes deshacerla”. 

“La otra la inventaste tú, y, por lo tanto, sí puedes. Sólo lo que Dios crea es irreversible e inmutable. Lo que tú has fabricado siempre se puede cambiar porque cuando no piensas como Dios, en realidad no estás pensando en absoluto”. 

“Las ideas ilusorias no son pensamientos reales, si bien puedes pensar en ellas. Pero eso es un error. La función del pensamiento procede de Dios y reside en Dios. Y, al formar parte de Su Pensamiento, no puedes pensar separado de Él”. 

Pablo pensaba que era una experiencia extraordinaria poder contar con la amistad divina por forma de ser y por constitución. Pensar juntamente con Dios no como un deseo sino como una naturalidad por tener el mismo origen lo llenaba de una alegría especial.

viernes, septiembre 28

UNA FORMA DE MAGIA

Juan repasaba sus años de juventud y se quedaba pensando en aquellas experiencias en las que orientado por una visión de una espiritualidad de autocastigo esperaba alcanzar las mejores cotas afligiendo su cuerpo con azotes, golpes, sufrimientos físicos y renunciamientos. 

Era una forma de menospreciar el cuerpo como cárcel del alma y, de alguna manera, liberaba lo mejor del ser humano. Reconocía que la mente dirigida por pensamientos equivocados era capaz de realizar tales tratos desalmados contra sí mismo. 

Poco a poco fue descubriendo que, si se trataba tan mal a sí mismo, también, sin darse cuenta, podría tratar a los demás en otros órdenes de la vida. Nadie podía dar paz si no la tenía. Nadie podía compartir serenidad si ni siquiera la vivía en su experiencia diaria. 

“La mente que está libre de culpa no puede sufrir. Al estar sana, sana a su vez el cuerpo porque ella misma ha sanado. Las enfermedades son inconcebibles para la mente sana, ya que no puede concebir atacar a nada ni a nadie”. 

“Dije antes que la enfermedad es una forma de magia. Quizás sería mejor decir que es una forma de solución mágica. El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios”. 

“Mas incluso en esto es arrogante. Le atribuye a Dios la intención de castigar, y luego adopta esa intención como su propia prerrogativa”. 

“El ego trata de usurpar todas las funciones de Dios tal como las percibe porque reconoce que sólo se puede confiar en una lealtad absoluta”. 

Juan veía que el cuerpo y la mente estaban totalmente conectados: “La mente que está libre de culpa no puede sufrir. Al estar sana, sana a su vez el cuerpo porque ella misma ha sanado. Las enfermedades son inconcebibles para la mente sana, ya que no puede concebir atacar a nada ni a nadie”. 

Sin duda, una mente sana era un tesoro para la misma persona. Todo ataque personal como a los demás distorsionaba las relaciones con nosotros mismos y con los otros. Con la ausencia de ataque de la mente sana todo era un estado de plenitud excelente.

jueves, septiembre 27

TU REALIDAD LA CREAS TÚ

Lucas siempre había escuchado acerca de la realidad, de la creación de la realidad, que la realidad no era la misma para cada persona. Guardaba todas esas afirmaciones en su cerebro un tanto desconcertado ante el tema de la realidad. Él creía que la realidad que estaba viviendo él mismo era la realidad que existía. 

Admitía que la diferencia de cultura, de formación, de nivel económico influían para crear la realidad. Cada nivel tenía su propia especificidad. Eso sí que lo entendía y lo aceptaba. Sin embargo, esa afirmación de que cada uno de nosotros creábamos nuestra propia realidad era un tanto difícil de entender. 

Cierto día estaba viendo la televisión y un programa de reforma y de adquisición de casas de segunda mano le captó la atención. Fue siguiendo el programa y no entendía cómo una pareja norteamericana con un poder adquisitivo para aspirar a comprarse una casa de un millón de dólares estaba pasando un mal momento. 

La pareja tenía problemas entre ellos con la distribución de su nueva casa. Cada uno tenía su visión. No trabajaban en conjunto. No aceptaban las propuestas del otro. Eso les había desanimado en la consecución de una casa adecuada para ellos. Lucas, que tenía un poder adquisitivo para la casa de doscientos mil dólares, no entendía a esa pareja. 

En ese momento entendió que el nivel económico no era trascendente para crear una mejor realidad por tener más dinero. Lucas vivía muy feliz con su presupuesto y con su casa ajustada a sus planes y a sus necesidades. Entonces fue comprendiendo que la realidad era obra de cada uno de nosotros. 

Podíamos aceptar, adaptarnos a nuestro nivel. Podíamos rechazar y enfrentarnos a todo lo que no nos salía bien. Podíamos, a pesar del excelente nivel económico, expresar nuestra disconformidad. Tanto ‘Podíamos’ proporcionaba el tipo de realidad que estábamos creando. 

“Todo lo que aceptas en tu mente se vuelve real para ti. Es tu aceptación lo que le confiere realidad. El permitirle la entrada al ego en tu mente y entronizarlo allí, es lo que lo convierte en tu realidad”. 

“Eso se debe a que la mente es capaz de crear realidad o fabricar ilusiones. Dije anteriormente que debes aprender a pensar con Dios. Pensar con Él es pensar como Él, lo cual produce dicha y no culpabilidad porque es algo natural”. 

“La culpabilidad es un signo inequívoco de que tu pensamiento no es natural. El pensamiento que no es natural va siempre acompañado de culpabilidad porque es la creencia en el pecado”. 

“El ego no percibe el pecado como una falta de amor, sino como un decidido acto de agresión. Esto es necesario para su supervivencia porque, tan pronto como consideres que el pecado es una insuficiencia, tratarás automáticamente de remediar la situación”. 

“Y lo lograrás. Para el ego eso es la perdición, pero tú tienes que aprender a verlo como tu emancipación”. 

Lucas se repetía esa idea: “tan pronto como consideres que el pecado es una insuficiencia, tratarás automáticamente de remediar la situación. Y lo lograrás”. Esa era la nueva idea que aceptaba en su mente y crear su nueva realidad.

miércoles, septiembre 26

COMPRENDER SIN CASTIGO

Marcos recordaba el relato de uno de sus compañeros que se sentía incomprendido y además le habían impuesto un castigo totalmente injusto. Rezumaba resentimiento desde su interior. Nadie sabía mejor que la persona propia la justicia o injusticia de ciertos castigos. 

No siempre al aplicar los castigos se acertaba con el meollo de la cuestión. Las apariencias en unas ocasiones y la desconfianza en otras teñían el juicio del que aplicaba los castigos y lo desviaba de su propósito: transformar actitudes por comprensión. 

En cambio, tenía en su mente una experiencia personal que le había pasado a él mismo. El director de su institución le invitó a dar un paseo camino de sus respectivas casas. La mano de su director en el hombro, la voz tranquila y afectuosa y una idea de llegar a un común acuerdo, relajó la conversación. 

Marcos recogía cada una de las palabras, cada una de las propuestas y comprendió el objetivo de su director. Deseaba la unión entre todos sus profesores como elemento común de enseñanza para los alumnos/as. Fue desgranando los pros y los contras y llegaron ambos a una conclusión. 

Momentos que no se olvidaban porque no se veía el castigo, la censura, la culpa, la condenación, sino la unión, la comprensión, el apoyo y los objetivos educativos. Se separaron sus caminos para ir a sus casas, pero se unieron sus mentes para seguir con sus modelos formativos. 

“El ego es la parte de la mente que cree en la división. ¿Cómo iba a poder una parte de Dios separarse de Él sin creer que lo está atacando? Hablamos anteriormente del problema de la autoridad y dijimos que se basa en el concepto de que es posible usurpar el poder de Dios”. 

“El ego cree que eso es lo que tú hiciste porque cree que tú eres él. Si te identificas con el ego, no podrás sino percibirte a ti mismo como culpable. Siempre que le hagas caso al ego experimentarás culpabilidad y temerás ser castigado”. 

“El ego es literalmente un pensamiento atemorizante. Por muy ridícula que sea para una mente sana la idea de atacar a Dios, nunca olvides que el ego es demente”. 

“Representa un sistema de conceptos ilusorios y habla en su nombre. Hacerle caso a la voz del ego significa que crees que es posible atacar a Dios, y que has arrancado una parte de Él y te has apoderado de ella”. 

“De ahí procede el miedo a las represalias externas, ya que el sentimiento de culpabilidad es tan intenso que tiene que ser proyectado”. 

Marcos se gozaba de que su director no estuviera en el sistema del ego y se centrara en el castigo y en la separación. Al final de la conversación, se sintió totalmente unido a su director en sus objetivos y planes para buscar la unidad y la energía del proyecto educativo restaurador.

martes, septiembre 25

ADIÓS, CULPABILIDAD

Mateo saltaba de alegría. Comprendía el proceso de Expiación en su vida y en la vida de todas las personas. Eso le llenaba de algo no conocido que lo hacía vibrar de un modo especial. Lo más alto en el alma humana era el pensamiento, la capacidad de comprender y de decidir. 

Desde nuestra división en nuestra mente con intereses contrapuestos, las decisiones no tenían la certeza, el sosiego y la precisión oportuna que requerían. El proceso de Expiación nos hacía comprender los motivos de eternos paso a paso y nos iba sanado la mente para que dejara de estar dividida. 

La división se establecía principalmente entre nosotros, como elementos aislados, y los demás como elementos potencialmente peligrosos. Esa partición de la gente nos hacía cometer errores muy naturales para los humanos divididos en el interior. Pero la Expiación nos hacía comprender el bien personal y el de todos los demás. 

Se producía una inclusión. La unidad de toda la humanidad la abrazábamos y nuestra mente comprensiva en esa línea iba expiándose. “En el Cielo no hay culpabilidad porque el Reino se alcanza por medio de la Expiación, la cual te libera para que puedas crear”. 

“La palabra ‘crear’ es apropiada en este contexto porque una vez que el Espíritu Santo deshace lo que tú has hecho, se restaura el residuo bendito y, por consiguiente, este continúa creando”. 

“Lo que es verdaderamente bendito es incapaz de producir culpabilidad y sólo puede producir dicha. Esto hace que sea invulnerable al ego porque su paz es inexpugnable”. 

“Lo verdaderamente bendito no es susceptible de ser alterado debido a la plenitud de la que goza. La culpabilidad siempre altera. Todo lo que genera miedo produce disensión porque obedece a las leyes de la división”. 

“Si el ego es el símbolo de la separación, es también el símbolo de la culpabilidad. La culpabilidad es más que simplemente algo ajeno a Dios. Es el símbolo del ataque contra Dios”. 

“Este concepto no tiene ningún sentido, excepto para el ego, pero no subestimes el poder que el ego le aporta al creer en él. Esta es la creencia de donde procede toda culpabilidad”. 

Mateo seguía lleno de alegría. Era un placer saber que dentro de cada uno de nosotros había un residuo bendito que nos asemejaba a nuestro Creador. Por ello, al producirse el cambio de pensamiento a través de la Expiación, nuestro objetivo supremo era la supresión de la división y la aparición de la inclusión.

lunes, septiembre 24

DISPONES DE TODO


Guille recordaba la conversación que había tenido con uno de sus amigos. Le llamaba la atención que subrayaba con mucha precisión sus virtudes y sus puntos fuertes. Realmente eran auténticos y no se equivocaba. Sin embargo, cuando los puntos débiles se hacían presentes, indicaba que era la actitud del otro quien lo provocaba. 

Notaba que había miedo al admitir nuestros errores. Teníamos la costumbre de aplicarnos nuestras buenas actitudes, pero no de aceptar que también teníamos dificultades que existían en nosotros. Esos inconvenientes tratábamos siempre de ponerlos como puntos realizados por otra persona. 

Guille notaba que nos gustaba ser independientes en lo bueno, pero muy dependientes en nuestros puntos débiles o erróneos. Al adjudicarlo a los otros, no podíamos mejorarnos. Siempre había una persona ajena que nos provocaba. En ese campo no jugábamos a ser independientes. 

Esa dependencia nos hacía daño a nosotros mismos. No reconocer nuestros errores implicaba seguir cometiéndolos. Esa inconsciencia entre lo dependiente y lo independiente nos hacía incompletos. Por primera vez, veía que nuestra plenitud constaba de actitudes excelentes y de errores que debían superarse. 

Esa era nuestra plenitud. “Tal vez algunos de nuestros conceptos se vuelvan más claros y significativos para ti si aclaramos el uso que el ego hace de la culpabilidad”. 

“El ego tiene un propósito, al igual que el Espíritu Santo. El propósito del ego es infundir miedo porque sólo los que tienen miedo pueden ser egoístas. La lógica del ego es tan impecable como la del Espíritu Santo”. 

“Tu mente tiene a su disposición los medios para ponerse de parte del Cielo o de la tierra, según elija. Pero, una vez más, recuerda que ambos se encuentran en ti”. 

Guille reconocía que esta sabiduría nos hacía completos y cabales. Al compartir nuestra experiencia con los demás, no tendríamos que tener ningún reparo al expresar nuestros puntos débiles para superarlos. Es una actitud que nos llegaba muy hondo cuando veíamos a alguien noble y honesto en esos conceptos. 

Los puntos fuertes son muy conocidos por nuestros familiares y amigos de forma muy patente. Los puntos débiles también los conocen. Ellos se callan por aprecio y por respeto. Pero, cuando nosotros nos damos cuenta de ellos y se lo compartimos, crecemos como gigantes en sus pensamientos y en sus reconocimientos. 

Reconocer un error es el primer paso para superarlo y crecer en nuestro interior.

domingo, septiembre 23

NO PODEMOS PERDER

Benito tenía una convicción interna muy fuerte y no sabía de dónde venía. La confianza en los planteamientos de comprensión y ayuda por parte de Jesús le tocaban sus puntos sensibles. Las propuestas de Jesús en sus evangelios eran de una humanidad auténtica y de una relación auténtica y amorosa. 

Algo en el interior de Benito vibraba cuando las leía, las reflexionaba y las trataba de incorporar en su vida. Sentía la convicción de lo sano y de lo aconsejable en las relaciones personales. Contenían comprensiones, aceptaciones de equivocaciones y de expresiones de perdón muy naturales en el ser humano. 

A algunos les costaba más que a otros dar su brazo a torcer, admitir sus equivocaciones, cambiar sus errores, pero era lo más grande en el ser humano. No era de hombres ni de mujeres mantenerse en el error, en la soberbia, en la intransigencia ni en la dureza del corazón. 

No se podía exigir lo que ningún ser humano era capaz de dar: no equivocarse. “¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda rastro de él, salvo una bendición”. 

“He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminosidad”. 

“Se encuentran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo”. 

“Mi bendición va contigo para que la extiendas. Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas”. 

“El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. No podemos perder. Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia”. 

“Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. Los pensamientos de Dios están contigo”. 

Benito entendía por qué en su interior había esas convicciones. “El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza”. 

“He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminosidad”. 

Había gemas en nuestro corazón con luz divina que se expandían por nuestra mente, por nuestro cuerpo, por nuestras relaciones y por nuestras propuestas que compartíamos con los demás.

viernes, septiembre 21

LA MENTE ES TU CENTRO

Samuel pensaba que al nacer era totalmente inconsciente de quién era y cómo era. A medida que crecía su mente maduraba y captaba cosas de su entorno. Adquiría nuevas posibilidades y nuevas cualidades de su vida. Se hacía grande, pero lo que más crecía día a día era la comprensión de él mismo. 

Notaba cómo pensaba, cómo decidía en sus adentros, cómo seguía con aceptación o rechazo las orientaciones de su familia. Iba creciendo en su interior una sensación de ser que se iba agrandando. Notaba que había animales que se desarrollaban hermosos en sus cualidades físicas, pero no desarrollaban otro tipo de habilidades cognitivas. 

Los humanos se llenaban de cualidades de valoración, de aceptación, de rechazo, de apertura o de negatividad, de generosidad o egoísmo. Toda una serie de elementos iban apareciendo con la maduración de la mente. Encontraba que había médicos del cuerpo. Sin embargo, desde la altura de su edad, los médicos del alma no eran muchos. 

Poco a poco se había hecho a sí mismo. Poco a poco había caminado por senderos personales sin ayuda de otros. Los libros silenciosos le aportaban muchas nuevas visiones. En el silencio había hablado mucho consigo mismo. El cuerpo tenía su lugar, pero no lo era todo. 

La mente era su centro y le dirigía en todas sus actitudes y sus sueños. “La Expiación te confiere el poder de una mente que ha sanado, pero el poder de crear es de Dios”. 

“Por tanto, aquellos que han sido perdonados deben dedicarse en primer lugar a curar, pues al haber aceptado la idea de curación, deben compartirla para así conservarla”. 

“El poder de la creación en su totalidad no se puede expresar si una sola de las ideas de Dios se encuentra excluida del Reino”. 

“La voluntad conjunta de la Filiación es el único creador que puede crear como el Padre, ya que sólo lo que es íntegro puede pensar íntegramente, y al pensamiento de Dios no le falta nada”. 

“Cualquier pensamiento que tengas que no sea través del Espíritu Santo no es íntegro”. 

Samuel se quedaba pensativo. Era algo opuesto a lo que siempre le había rondado la cabeza. El miedo a los demás le había hecho sentirse solo. Era él contra todos. En cambio, más allá del miedo estaba la confianza en todos los demás. 

Esa confianza era parte de la curación. Era una manifestación de la curación. Curar la mente era confiar en que todos llevaban en su interior la marca de Dios. Y que eso le ayudaba a entender las experiencias de comunicación con personas que no conocía, pero que se entendía perfectamente. 

Era diario caminar: curar y curarse. Confiar y despertar la confianza en los demás.

jueves, septiembre 20

DESHACER NUDOS EQUIVOCADOS

Daniel se daba cuenta del cansancio que sentía cuando trataba de comprender algunos conceptos y no lo lograba. En cambio, cuando al final del camino, después de pensar, reflexionar, hacer propuestas y buscar soluciones, toda la fatiga desaparecía al encontrar la solución y una gran dosis de energía se liberaba por su cara, por sus órganos y por su alma. 

Deshacer equivocaciones seguía el mismo camino. Le encantaba buscar las soluciones a planteamientos aparentemente insolubles. Eran su mejor reto y sus mejores momentos de funcionamiento cerebral. Se sentía en su salsa. Sabía que al final del esfuerzo alguna luz aparecería y le resolvería la cuestión. 

En ocasiones duraba un día de búsqueda, otros, dos, algunos, cierto más tiempo. Sin embargo, al final, todo se alcanzaba. Era una recompensa a su mente en funcionamiento que buscaba la salida a la incongruencia que le había llegado. 

“El Espíritu Santo expía en todos nosotros deshaciendo errores. De esta manera te libera de la carga que le has impuesto a tu mente. Al seguir al Espíritu Santo se te conduce de regreso a Dios, que es donde te corresponde estar”. 

“Mas ¿cómo podrías encontrar el camino que conduce a Él sino llevando a tu hermano contigo? Mi papel en la expiación no concluirá hasta que no te unas a ella y se la ofrezcas a otros”. 

“Lo que enseñes es lo que aprenderás. Nunca te dejaré abandonado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios quien me creó”. 

“Abandonas a Dios y te abandonas a ti mismo cuando abandonas a cualquiera de tus hermanos. Tienes que aprender a verlos tal como son, y entender que le pertenecen a Dios al igual que tú”. 

“¿De qué mejor manera puedes tratar a tu hermano que dándole a Dios lo que es de Dios?” 

Daniel añadía un nuevo argumento a su mente que nunca antes había considerado. “Nunca te dejaré abandonado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios quien me creó”. 

Abandonar a los demás era abandonarnos a nosotros mismos. También implicaba abandono de Dios. La idea de unidad, de soledad, de separación, caía totalmente de los falsos conceptos. Nuestra unidad estaba ligada a los demás. Por ello, la idea de soledad no existía, no era válida. 

Así, nadie podía expresar que se sentía solo por la acción de los demás, sino por su propia decisión de romper los lazos con los demás, los lazos consigo mismo, los lazos con Dios.

miércoles, septiembre 19

EJEMPLO

David recordaba, en sus días de prácticas de conducción, dos aspectos que le llegaban mucho: buenas orientaciones y ejemplo. Muchas veces los ejemplos iban con una rapidez que sus ojos se perdían en los detalles y en los movimientos. 

Otros momentos, sin darse cuenta, un gesto bien captado era su puerta de entrada a la comprensión de los conceptos que debía aprender y aplicar. Conducir un coche era importante en su vida. Debía solucionar muchas incidencias de desplazamiento. Y eso era una herramienta en su existir. 

En otros temas, también agradecía que algunas personas sin proponérselo actuaran como modelos suyos que él escogía para imitar comportamientos, pensamientos, actitudes y soluciones que le llegaban muy de cerca. 

“Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. Enseñar debe ser curativo, ya que consiste en compartir ideas y reconocer que compartirlas es reforzarlas”. 

“No puedo olvidar la necesidad que tengo de enseñar lo que he aprendido, la cual surgió en mí precisamente por haberlo aprendido. Te exhorto a que enseñes lo que has aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello”. 

“Haz que sea algo con lo que puedes contar en mi nombre porque mi nombre es el Nombre del Hijo de Dios. Lo que aprendí te lo doy libremente, y la Mente que estaba en mí se regocija cuando eliges escucharla”. 

David admitía que cuando compartía las ideas que había en él, las reforzaba, las comprendía mejor, las profundizaba en su interior. No era mera repetición. Era puro aprendizaje. Conversar era un deleite porque las ideas alimentaban a todos los que participaban de la conversación. 

Empezaba a comprender que no sólo de pan vivía el hombre sino de toda idea que salía de la Mente de Dios.

martes, septiembre 18

UNA SOLA VOZ

Abel había leído varias veces la idea de una sola Voz. Estaba acostumbrado a oír muchas voces. Ideas contrarias se debatían en ocasiones en su interior. Pensamientos opuestos se debatían con fuerza y la ruptura interior se hacía evidente en sus momentos de reflexión. 

Debía buscar el olvido de los aspectos diversos para poder nadar y sentirse a gusto con aquellos pensamientos que le daban paz. Las ideas del encuentro, de la comprensión de todos, de la búsqueda de soluciones válidas para todos, de la universalidad de todas las propuestas eran su delicia. 

En momentos había experimentado la universalidad de las almas. Había tenido conversaciones excelentes con personas que no conocía, de otros continentes, y se sorprendía de la similitud de actitudes que mantenían. Descubría una esencia común en las personas. 

En su caminar buscaba caminos de comprensión mutua. No se dejaba llevar por las polémicas que los enfrentaban. Pensaba muchas veces las ideas que debía compartir con los demás porque esa repetición de ideas lo definía. Y empezaba a encontrar esa Voz que hablaba en todos como unidad esencial. 

“Yo oí una sola Voz porque comprendí que era imposible que pudiese expiar únicamente para mí mismo. Escuchar una sola Voz implica que has decidido compartirla para así poderla oír por ti mismo”. 

“La Mente que estaba en mí se siente todavía irresistiblemente atraída hacia todas las mentes creadas por Dios, porque la Plenitud de Dios es la plenitud de Su Hijo”. 

“Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud. Muéstrale que él no puede hacerte daño y que no le guardas rencor, pues de lo contrario, te estarás guardando rencor a ti mismo”. 

“Ese es el significado de: ‘Ofrécele también la otra mejilla’”. 

Abel se engrandecía de la comprensión del significado: ‘Ofrécele la otra mejilla’. Era un soplo de aire fresco al saber que en todas las personas estaba la mente del Creador. Que debía buscar en los demás aquellos aspectos comunes que nos definían. 

Buscar la resultante de las ideas opuestas que nos unían a todos era el gran descubrimiento que aplicaba en su vida. Abel, de esta manera, crecía.


lunes, septiembre 17

AL COMPARTIR, CREAMOS

Josué iba descubriendo un mundo nuevo. Estaba tan acostumbrado a su soledad, a su relación de enfrentamiento en las circunstancias adversas y a sus esfuerzos por labrarse un nombre, que le costaba aceptar las reglas del mundo del espíritu. 

Veía que nadie podía sentirse solo al compartir un acto de agradecimiento, de amor, de cariño, de apoyo. Ese acto no se perdía porque se multiplicaba como la multiplicación de los panes y los peces. Saciaba a las personas que lo recibían y podían hablar de esa experiencia con todos los que se les acercaban. 

Una mano amiga que aliviaba el sufrimiento humano, que relajaba las tensiones, que daba ánimos en los momentos más dolorosos, que compartía palabras positivas y comprensivas, siempre multiplicaba, como el arco iris, los colores de la vida por encima de los negros y grises. 

“Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. Se puede compartir porque es amoroso. Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también”. 

“El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pueden entrar en conflicto entre sí”. 

“Las ideas del ego, en cambio, pueden entrar en conflicto porque ocurren en diferentes niveles y también porque incluyen pensamientos que incluso en el mismo nivel están en franca oposición”. 

“Es imposible compartir pensamientos que se oponen entre sí. Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti”. 

“El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase. Todos los demás permanecerán contigo hasta que el Espíritu Santo los haya reinterpretado a la luz del Reino, haciendo que sean también dignos de ser compartidos”. 

“Cuando se hayan purificado lo suficiente Él te permitirá compartirlos. La decisión de compartirlos es lo que los purifica”. 

Josué veía que el método de trabajar las ideas alejadas de Dios era un trabajo de reflexión conjunta con el Espíritu Santo. Compartir pensamientos opuestos ahondaba la división interna que existía en nuestro interior. Entrar en un diálogo interior para ser reinterpretados era parte de nuestra responsabilidad. 

También era parte de nuestra coherencia. Eso nos hacía sentir más auténticos y más acertados en nuestro caminar. Esos pensamientos compartidos desde el amor desplegado en el Reino hacían que su fuerza opositiva se fuera puliendo, clarificando y viendo sus puntos equivocados. 

Ese descubrimiento nos hacía más universales, más auténticos, más unidos y más reconocidos por nosotros mismos y por cada ser humano.

domingo, septiembre 16

LA FUERZA DE TODOS

Benjamín comprendía la fuerza que una idea adquiría cuando era compartida por muchas personas. Si la idea unía a todos los individuos en una actitud de respeto y de solidaridad sin centrarse en el ataque ni en el chantaje, ni en la imposición a nadie, el concepto compartido era una bendición para todos. 

Se convertía en una idea liberadora y llena de fortaleza que dejaba que la libertad fuera la cualidad que mejor la definiera. La cualidad central de cada persona era el pensamiento. El peso de las ideas era vital. Las manos unidas para permitir que todos dejaran de estigmatizar, despreciar a los demás, disfrutar de los derechos humanos era su cima climática. 

“Lo que el ego forja se lo guarda para sí, y, por lo tanto, carece de fuerza. Su existencia no se puede compartir. No muere, simplemente nunca nació. El nacimiento físico no es un comienzo es una continuación”. 

“Todo lo que continúa ha nacido ya. Aumentará a medida que estés cada vez más dispuesto a devolverle a la parte superior de tu mente la parte que no está sana, devolviéndole de este modo tu mente indivisa a la creación”. 

“Yo he venido para sentar las bases para que tus propios pensamientos puedan hacerte verdaderamente libre. Has cargado con un fardo de ideas que no se pueden compartir y que son demasiado endebles como para poder expandirse”. 

“Mas una vez que las concebiste no supiste cómo erradicarlas. Tú no puedes cancelar tus errores pasados por tu cuenta. No desaparecerán de tu mente sin la Expiación, remedio este que no es obra tuya”. 

“La Expiación debe entenderse exclusivamente como un simple acto de compartir. Eso es lo que quise decir cuando afirmé que, incluso en este mundo, es posible escuchar una sola Voz”. 

“Si formas parte de Dios y la Filiación es una, no puedes estar limitado al ser que el ego ve”. 

Benjamín iba digiriendo la idea de compartir. La Voz compartía con cada uno de nosotros. La Expiación era escuchar la idea de unidad y desarrollarla en nuestras mentes. Sin la unión con los demás, no era posible llevarla a cabo por nosotros mismos. 

La oposición de conceptos quedaba clara. El ego nos decía que éramos nosotros frente a los demás. El Espíritu Santo, la Voz, nos indicaba que éramos nosotros juntamente con los demás. 

La idea quedaba sellada: “Si formas parte de Dios y la Filiación es una, no puedes estar limitado al ser que el ego ve”.

viernes, septiembre 14

DESHACER EL MIEDO

Iván reconocía que en muchos momentos el miedo latente en su mente y en su corazón le impulsaban a tomar sus decisiones. Lo llenaban de dudas, de inseguridades y de horizontes negros que lo desanimaban. El miedo era el compañero constante en sus paseos, en sus reflexiones y en sus pensamientos. 

No era fácil quitarse tal carga y tal compañero de viaje. Lo que estaba descubriendo era que el miedo lo estaba fabricando él mismo. Cuando desconfiaba de los demás, cuando veía la parte negativa en los otros, cuando hablaba en contra de las personas, notaba que el miedo aumentaba en su interior. 

En su camino de ascensión estaba aceptando que, como creador, iba situando nichos de miedo en su corazón por la desconfianza que descargaba y localizaba en los demás. Creía que ese miedo le venía desde fuera, desde fuerzas que no podía controlar. Sin embargo, el miedo era una aportación suya a su propia vida. 

“Lo que el miedo ha ocultado sigue siendo parte de ti. Unirse a la Expiación es la manera de escapar del miedo. El Espíritu Santo te ayudará a reinterpretar todo lo que percibes como temible, y te enseñará que sólo lo que es amoroso es cierto”. 

“La verdad está más allá de tu capacidad para destruir; aceptarla, en cambio, está enteramente a tu alcance. Te pertenece porque, al ser una extensión de Dios, la creaste junto con Él”. 

“Es tuya porque forma parte de ti, tal como tú formas parte de Dios porque Él te creó. Nada que sea bueno se puede perder, pues procede del Espíritu Santo, la Voz que habla en favor de la creación”. 

“Nada que no sea bueno fue creado jamás, y, por lo tanto, no puede ser protegido. La Expiación garantiza la seguridad del Reino, y la unión de la Filiación lo protege”. 

“El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la Filiación está unida. En presencia de aquellos que oyen la exhortación del Espíritu Santo a ser uno, el ego se desvanece y queda deshecho”. 

Iván se daba cuenta de que, al tener esa capacidad de crear por ser una extensión de Dios, no podía alejarse de Él. De otro modo, iría fabricando toda una serie de elementos nocivos para su propia experiencia. El efecto de esos elementos nocivos en su vida era el miedo. 

Si parte de su pensamiento estaba dividido en protegerse de los demás, en atacar a los demás para defenderse, en ver la parte negativa de los seres humanos, el miedo aparecía como parte de esa tensión latente en contra de todos. 

Su misma actitud de defensa despertaba en los demás los miedos y pensamientos que no tenían. Descubrían que debían defenderse de Iván, de él mismo, de su actitud. Algunos referían que dos no se peleaban si uno de ellos no quería. Pero, Iván con su inseguridad y con sus miedos, provocaba las luchas sin darse cuenta de ello. 

jueves, septiembre 13

EL MAESTRO IDEAL

A Gonzalo le inquietaba mucho que la idea de ‘maestro’ no siguiera los cánones que había aprendido de pequeño. Los maestros habían seguido unos estudios, unos exámenes, unas pruebas y unas cualificaciones. Todo ello los facultaba para ser maestros. 

Era cierto que, en algunas afirmaciones, Gonzalo discrepaba de la posición del maestro. La falta de argumentos sólidos para respaldar su opinión abría un vacío en su mente que debía llenar con los argumentos oportunos para aceptar sus aportaciones. 

Desde su interior, Gonzalo decía que si alguna vez enseñaba buscaría todos los argumentos para dejar claramente el peso de lo que proponía al estar firmemente basados en las mejores propuestas. Salvo esas pequeñas disquisiciones en su cabeza, seguía todas las orientaciones del maestro en sus estudios de primaria. 

Fue una sorpresa cuando se enfrentó al concepto de ‘maestro’ en el terreno de la conducta y de las creencias personales. En la rama hindú el maestro sobresalía más bien por sus experiencias que por sus estudios ‘académicos’. Eran las personas que iban en la búsqueda de sus necesidades quienes determinaban si era maestro. 

El último nivel que descubrió acerca del maestro era que el discípulo hacía al maestro. El maestro aparecía no como una decisión académica sino como una decisión personal del discípulo. Los discípulos eran quienes elegían a sus maestros. En ese camino un discípulo elegía y se entregaba. 

“El Espíritu Santo es el maestro perfecto. Se vale únicamente de lo que tu mente ya comprende para enseñarte que tú no lo comprendes. El Espíritu Santo puede tratar con un alumno reacio sin oponerse a su mente porque parte de ella está todavía de parte de Dios”. 

“A pesar de los intentos del ego por ocultarla, esa parte es todavía mucho más poderosa que el ego, si bien este no la reconoce. El Espíritu Santo la reconoce perfectamente porque se trata de Su Propia morada: el lugar donde Él se siente a gusto”. 

“Tú también te sientes a gusto ahí porque es un lugar de paz, y la paz es de Dios. Tú, que formas parte de Dios, no te sientes a gusto salvo en Su paz. Si la paz es eterna, sólo te puedes sentir a gusto en la eternidad”. 

Gonzalo comprendía ahora mucho mejor que los discípulos eran los que escogían a sus maestros. El maestro no era una imposición del sistema. El maestro era la elección, desde su libertad, de cada persona en su caminar por la vida. 

Notaba que, desde la paz, las personas actuaban mucho mejor, más sabias, más sensatas y más comprensivas. El maestro que salía de la ira, del revés, del incendio emocional, de las palabras injuriantes, de los momentos de ebullición de enfrentamiento, no llevaban a buen puerto. 

Siempre cierta sensación de vacío, de vergüenza, de tristeza, era la cosecha que recogía de ese maestro. Ahora, desde la tranquilidad de la reflexión, elegía como maestro la paz y la sabiduría. 

Ese maestro estaba en su interior y, a pesar de que tenía un nombre un poco etéreo ‘Espíritu Santo’, la cosecha que dejaba era de alegría, unión, sencillez y solidaridad.

miércoles, septiembre 12

NUESTRO VERDADERO LUGAR

José iba conociendo cómo funcionaba el ego con sus funciones de separación, ataque y aislamiento. Poco a poco iba admitiendo que con sus ideas de enfrentamiento con los demás no buscaba la verdad. Sin darse cuenta le daba energía al ego que deseaba fortalecerse. 

Era una toda paradoja. Se creía que defendíamos la verdad, la sinceridad y nuestra auténtica valía. Sin embargo, lo que buscábamos en el enfrentamiento no era la validación de nuestra verdad sino la ampliación total del ego para seguir utilizándolo de forma continua y constante. 

Cuando se trataba del funcionamiento del Espíritu Santo, José admitía que era un pardillo, un desconocedor. Sus mejores sentimientos afloraban, pero su conocimiento del funcionamiento era muy bajo. Era algo que no se había estudiado en ningún lugar. 

La naturaleza del Espíritu Santo carecía de cuerpo y ello nos dejaba un tanto desorientados en muchas ocasiones. La sabiduría la íbamos ganando poco a poco. Era estupendo ir comprendiendo las características del Espíritu Santo que actuaban en nosotros. 

“Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás. Ello se debe a que tú, separado del legítimo lugar que ocupas en la Filiación, no significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación es Dios”. 

“Esa es tu vida, tu eternidad y tu Ser. Esto es lo que el Espíritu Santo te recuerda. Esto es lo que Él ve. Esta visión atemoriza al ego por ser tan serena”. 

“La paz es el mayor enemigo del ego porque, de acuerdo con su interpretación de la realidad, la guerra es la garantía de su propia supervivencia. El ego se hace más fuerte en la lucha”. 

“Si crees que hay lucha, reaccionarás con saña porque la idea de peligro se habrá adentrado en tu mente. Dicha idea es un llamamiento al ego”. 

“El Espíritu Santo está tan pendiente como el ego de cualquier señal de peligro, oponiéndose a este con todas Sus fuerzas de la misma forma en que el ego le da la bienvenida”. 

“El Espíritu Santo contrarresta esa acogida dándole la bienvenida a la paz. La eternidad y la paz están tan estrechamente relacionadas como lo están el tiempo y la guerra”. 

José se quedaba boquiabierto. Reconocía que la comprensión de él mismo estaba en la unión con los demás. No podía separarse de los demás y poder tener una visión objetiva de sí mismo. Repasaba esa idea con el párrafo que acababa de leer” 

“Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás. Ello se debe a que tú, separado del legítimo lugar que ocupas en la Filiación, no significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación es Dios”. La frase que seguía era determinante: “Esa es tu vida, tu eternidad y tu Ser”. 

Era un avance en la comprensión del Espíritu Santo y de nosotros mismos cuyo cuerpo era templo del Espíritu Santo.

lunes, septiembre 10

REINTERPRETARTE A TI

Darío se quedaba asombrado al darse cuenta de una de las cualidades personales que teníamos en nuestro interior: reinterpretarnos a nosotros mismos. Todo lo que creíamos que éramos era una interpretación personal nuestra. Y si se trataba de una interpretación personal, podíamos cambiarla. 

Era un poder que estaba en nuestras manos, en nuestra mente, en nuestras reflexiones. La interpretación nuestra no era producto de nadie. Era nuestra propia interpretación. Si había que cambiar algo, podíamos cambiarlo porque todo lo que había, había sido puesto por nosotros, por nuestra forma de ser. 

En muchas ocasiones, Darío se había espaciado en la imagen del alfarero que daba forma a su utensilio con sus manos y con su torno. Era una delicia ver cómo iba tomando forma la vasija que deseaba. Se veía el proceso y unas presiones con los dedos, una forma de la mano, una curvatura en sus dedos, eran suficientes para crear belleza y utilidad. 

Y ese poder estaba en nosotros al saber elegir los elementos básicos de nuestra mente y las decisiones oportunas que iban a influenciarnos. De ahí el refrán tan conocido: ‘Dime con quién andas y te diré quién eres’. La capacidad de ser plásticos era esencial en nuestra naturaleza. 

“El Espíritu Santo es el mediador entre las interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu. Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de este”. 

“Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento”. 

“El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto. La tarea del Espíritu Santo consiste, pues, en reinterpretarte a ti en nombre de Dios”. 

Darío veía que el poder transformador estaba en sus manos y en sus decisiones. Desconocía que era luz. Desconocía que por ser luz el Espíritu Santo estaba en nosotros. Dejaba que su mente se espaciara en esos pensamientos que le proponía. 

“El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto”. 

La luz no se la daba el Espíritu Santo. “Él está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto”. Con esa unión con el Espíritu Santo, la mente y el espíritu eran moldeadas de una forma bella y eterna: “La tarea del Espíritu Santo consiste, pues, en reinterpretarte a ti en nombre de Dios”.

domingo, septiembre 9

EL CAMBIO CONTINUO Y CONSTANTE

Mario se daba cuenta de que todo en el organismo humano era cambio continuo y constante. Los días pasaban, los años pasaban y el organismo hacía su trabajo de cambio natural. Las personas estaban acostumbradas a esos cambios y los aceptaban en su esencia de normalidad. 

Los subrayaban cuando eran muy evidentes. Se alegraban de esos cambios. Los referidos al campo morfológico del cuerpo no dejaban de ser apreciados. Y, si no se producían de la debida manera, se preocupaban por la ausencia de esos cambios. 

Todo en la naturaleza era cambio. Cambio en las estaciones, cambio en la vegetación, cambio en las lluvias, cambio en las apariencias. Unos cambios eran bruscos, otros tomaban su tiempo, pero siempre el cambio dejaba su paso, su huella y su belleza. 

Hasta los organismos seguían los cambios. La piel se curaba y borraba heridas del cuerpo por el continuo cambio. Los órganos se regeneraban. El cambio era tan evidente que la vida sin cambio no se concebía. 

En cambio, Mario se daba cuenta de que en el terreno de las costumbres los cambios eran difíciles de realizarse. Las costumbres dictaban leyes de estabilidad que se oponían al cambio. Era una lucha entre conceptos del tiempo. 

“Las demoras pertenecen al ámbito del ego porque el tiempo es un concepto suyo. En la eternidad, tanto el tiempo como las demoras carecen de sentido. He dicho anteriormente que el Espíritu Santo es la respuesta de Dios al ego”. 

“Todo lo que el Espíritu Santo te recuerda está en directa oposición a las nociones del ego, pues las percepciones verdaderas y falsas se oponen entre sí. La tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho”. 

“Lo deshace en el mismo nivel en que el ego opera, pues, de otro modo, la mente sería incapaz de comprender el cambio”. 

Mario reconocía que el cambio también debía operar en su mente, en sus pensamientos y en la línea del Espíritu Santo y no en las propuestas del ego. Si el cambio representaba vida para el cuerpo, para el organismo vivo, también debería representar vida para la mente, el espíritu, la paz, la concordia y la ilusión. 

Las costumbres deberían ser reconsideradas, evaluadas, reflexionadas y cambiadas en lo que debieran ser cambiadas. El cambio era vida.

viernes, septiembre 7

SU VOZ ES DÉBIL EN TI

Luis comprendía, con las ideas que iba recibiendo, ciertas experiencias de temor que había experimentado cuando se dirigía hacia su interior en sus pensamientos y en sus reflexiones. Buscaba la luz, pero lo que aparecía era una cierta sensación de desasosiego. 

Nadie le había hablado de que la Voz del Espíritu Santo estaba en su interior. Era una intuición que nunca había podido compartir con la gente. Algunos lo tachaban de loco e iluminado. Sin embargo, Luis guardaba en su corazón las muchas ocasiones que había sentido que hablaba con la Voz y la Voz le respondía. 

Experiencias que no todos aceptaban. Por una parte, debía seguir el término medio de lo que la gente aceptaba. Por otra parte, vivía con sus experiencias personales que le daban mucha vida, ilusión, comunicación y descubrimientos que le producían un entusiasmo poco común. 

Entendía que el campo espiritual se nutría de muchas experiencias personales que no podían ser compartidas ni comprendidas. Eran soluciones muy particulares en el caminar de su vida y que otros podrían catalogarlas de rarezas inventadas. 

“La Voz del Espíritu Santo en ti es débil. Por eso debes compartirla. Tiene que hacerse más fuerte antes de que puedas oírla. Es imposible que la oigas dentro de ti mientras sigas siendo tan débil en tu mente”. 

“No es que de por sí sea débil, sino que está limitada por tu renuencia a oírla. Si cometes el error de buscar al Espíritu Santo únicamente en ti, tus pensamientos te asustarán, ya que, al adoptar el punto de vista del ego, estarás emprendiendo un viaje que le es ajeno al ego utilizándolo a él de guía. 

“Esto no puede sino producir miedo”. El ego no conoce al Espíritu Santo y por ello no puede guiarte. Además, intuye que ese Espíritu Santo desconocido puede representar su propia aniquilación. 

Ese era el conflicto interno que Luis había descubierto en su interior. Quien debía morir era el ego. La idea de la muerte de Cristo era la muerte del ego. Una vez muerto el ego, aparecía, como una resurrección, el Espíritu Santo. Por ello, el ego producía un miedo atroz porque se trataba de su propia muerte.

jueves, septiembre 6

EL ESPÍRITU SANTO ES LA IDEA DE CURACIÓN

Enrique entraba en el terreno de las ideas. Sabía, por propia experiencia, que las ideas le definían y que el cambio de ideas subrayaba su cambio en su proceso de desarrollo. Las ideas eran primordiales para el ser humano. La carta de los derechos humanos subrayaba la dignidad de cada persona. 

Conocía que no podía ver al otro excepto a sí mismo. También admitía que no se conocía a sí mismo. El proceso era contrario a los pensamientos. Cuando mirábamos a los demás y los analizábamos creíamos que podíamos tener una idea de las otras personas. Estaba equivocado. 

Al analizar a los otros, todo lo que veía en los demás era el espejo de sus propias ideas. Esa idea de la proyección no había sido compartida mucho por las personas. Era un descubrimiento que cada persona interesada en el conocimiento de las personas descubría. 

Al descubrir bondad en algunas personas, admitía que veía su propia bondad reflejada en ellas. Al descubrir puntos negros en los otros, reconocía que eran sus propios puntos negros. Era difícil analizarse a uno mismo, pero era muy fácil analizar a los demás. Y ese análisis era el nuestro propio. 

“El Espíritu Santo es la idea de curación. Al ser un pensamiento, la idea se expande a medida que se comparte. Al ser la Llamada a Dios, es asimismo la idea de Dios”. 

“Puesto que tú formas parte de Dios, es también la idea de lo que eres, así como de lo que son todas Sus creaciones. La idea del Espíritu Santo comparte la propiedad de otras ideas porque obedece las leyes del Universo del que forma parte”. 

“Se refuerza al compartirse. Se expande en ti a medida que se la ofreces a tu hermano. Tu hermano no tiene que ser consciente del Espíritu Santo en él o en ti para que se produzca este milagro”. 

“Puede que él se haya desentendido de la Llamada a Dios, tal como tú lo hiciste. Este desentendimiento se subsana en ambos a medida que tomas conciencia de la Llamada a Dios en él, reconociendo de esta forma su existencia”. 

Enrique reconocía y admitía que, en muchas ocasiones al compartir sus descubrimientos en ese campo de las ideas, la cara de sus amigos, de sus conocidos y de los nuevos contactos se alegraba y sentía un alivio que le llegaba al alma. 

Reconocer en el otro la existencia del Espíritu Santo y saber que esa relación de respeto, cercanía y apoyo era la idea de curación era extraordinario. Curamos en el terreno de las ideas, con las ideas, con el afecto y con los mensajes de las ideas. 

Básicamente somos la idea que tenemos de nosotros mismos y de los demás.