martes, septiembre 4

LA VOZ FALSA

Sebas había tenido la experiencia de las dudas cuando sentía la influencia de la voz falsa en sus momentos de contrariedad. En sus momentos de paz era fácil detectar los movimientos y las propuestas de la voz falsa y contrarrestarlas con fuerza y con claridad. 

Los momentos de paz, de tranquilidad, de meditación eran fortalezas en la línea de la Voz del Espíritu Santo. Los momentos donde las presiones, las prisas, las angustias, las proyecciones torcidas, la voz falsa tomaba sin darse cuenta el mando y parecía que tenía razón. 

El cambio en los humanos era propio y natural en los seres humanos. Había muchas personas que lo sabían y cuando debían tomar decisiones decisivas se tomaban su tiempo y su paz para poder vislumbrar la mejor salida a las situaciones conflictivas. 

Siempre la fuente que pensaba debía contar con su apaciguamiento, con su tranquilidad, con su serenidad y con su sabiduría. Todos sabían que en momentos de confusión se podía llegar de inmediato a una conclusión. Lo que todos, en su imprudencia, también sabían esto: la precipitación equivocaba mucho. 

“Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme”. 

“Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unidad esencial en la que fue creada”. 

“Recuerda que ‘yugo’ quiere decir ‘unión’, y, ‘carga’ significa mensaje. Reformulemos la frase ‘Mi yugo es llevadero y mi carga ligera’ de esta forma: ‘Unámonos, pues mi mensaje es la Luz”. 

Sebas iba aprendiendo paso a paso cómo evitar tomar decisiones equivocadas sabiendo que podía contar con Jesús en esos momentos decisivos. La prisa por tomar decisiones desaparecía. No era una decisión personal. Era una decisión conjuntamente con Jesús. 

La idea de un yugo que contenía el cuello de dos bueyes era una ilustración nuestra. Una parte del yugo lo ocupábamos nosotros. La otra parte, Jesús. La unión se reflejaba en el plano físico. La unión se reflejaba en el plano de la mente, del espíritu, del interior. 

Toda la fuerza de la persona se perdía por sentirse en su soledad. Toda la fuerza se deshacía por contar únicamente con sus propias fuerzas. Todo error radicaba en dejar de lado la fuerza de Jesús (física en el plano físico, mental en el plano de la mente). 

De ahí, Sebas se daba cuenta de que la debilidad de las dudas surgía cuando la persona no contaba con la unión de dos mentes en una: la de Jesús y la nuestra.

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