domingo, septiembre 9

EL CAMBIO CONTINUO Y CONSTANTE

Mario se daba cuenta de que todo en el organismo humano era cambio continuo y constante. Los días pasaban, los años pasaban y el organismo hacía su trabajo de cambio natural. Las personas estaban acostumbradas a esos cambios y los aceptaban en su esencia de normalidad. 

Los subrayaban cuando eran muy evidentes. Se alegraban de esos cambios. Los referidos al campo morfológico del cuerpo no dejaban de ser apreciados. Y, si no se producían de la debida manera, se preocupaban por la ausencia de esos cambios. 

Todo en la naturaleza era cambio. Cambio en las estaciones, cambio en la vegetación, cambio en las lluvias, cambio en las apariencias. Unos cambios eran bruscos, otros tomaban su tiempo, pero siempre el cambio dejaba su paso, su huella y su belleza. 

Hasta los organismos seguían los cambios. La piel se curaba y borraba heridas del cuerpo por el continuo cambio. Los órganos se regeneraban. El cambio era tan evidente que la vida sin cambio no se concebía. 

En cambio, Mario se daba cuenta de que en el terreno de las costumbres los cambios eran difíciles de realizarse. Las costumbres dictaban leyes de estabilidad que se oponían al cambio. Era una lucha entre conceptos del tiempo. 

“Las demoras pertenecen al ámbito del ego porque el tiempo es un concepto suyo. En la eternidad, tanto el tiempo como las demoras carecen de sentido. He dicho anteriormente que el Espíritu Santo es la respuesta de Dios al ego”. 

“Todo lo que el Espíritu Santo te recuerda está en directa oposición a las nociones del ego, pues las percepciones verdaderas y falsas se oponen entre sí. La tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho”. 

“Lo deshace en el mismo nivel en que el ego opera, pues, de otro modo, la mente sería incapaz de comprender el cambio”. 

Mario reconocía que el cambio también debía operar en su mente, en sus pensamientos y en la línea del Espíritu Santo y no en las propuestas del ego. Si el cambio representaba vida para el cuerpo, para el organismo vivo, también debería representar vida para la mente, el espíritu, la paz, la concordia y la ilusión. 

Las costumbres deberían ser reconsideradas, evaluadas, reflexionadas y cambiadas en lo que debieran ser cambiadas. El cambio era vida.

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