domingo, septiembre 2

ESCUCHAR LA SABIDURÍA



Rafa le había expresado al Eterno, en muchas ocasiones, que le gustaría escuchar Su Voz, sentir sus pensamientos y mantener una relación personal con Él. Un intercambio entre la criatura y su Creador. Una conversación entre dos mentes que se amaban y que se admiraban mutuamente. 

Con el paso de los años, fue descubriendo que la relación interactiva con el Creador era la confianza que había desarrollado con toda su fuerza. Las conversaciones, las preguntas, las nuevas ideas se llenaban de sugerencias y de respuestas. 

Rafa podía decir que nunca se había sentido solo en ese camino tan especial. Era como descubrir la fuente a través de ejercicios, rutinas eclesiásticas y creencias, a veces, distorsionadas. Pero, a pesar de eso, nunca faltaba a la cita, ni al encuentro ni a la respuesta frente a la pregunta necesaria y sincera. 

Había escuchado que Jesús era nuestro amigo. En su experiencia siempre lo había sentido a su lado. Cuando le hablaban de Él, siempre sentía que muchas cosas eran verdad por haberlas vivido; otras, no tanto, porque no iban por ese camino de comprensión y de experiencia. 

El gran tesoro que gozaba en su interior era difícil de compartir, pero era fácil de experimentarlo en compañía. Sentía algo especial cuando hablaba en primera persona. 

“Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potestad tanto en el cielo como en la tierra”. 

“El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir”. 

“Se toma mediante el acto de dar, y es, por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones”. 

“Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar”. 

Rafa se quedaba totalmente impactado al escuchar con una sencillez divina las palabras de Jesús. No tenía ningún problema de identificarse con nosotros. No tenía ningún problema de identificarse con los principios divinos a los que se decidió. 

Murió porque siendo hombre se hacía Dios. Esa fue la razón de los poderes económicos y religiosos. Murió porque siendo Dios se identificaba con los marginados y expulsados de la sociedad a los que les devolvía la excelencia de su creación. 

El autentico Dios no estaba condicionado por las condiciones sociales de las personas.

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