miércoles, octubre 31

LA MENTE SE EQUIVOCA


Pablo estaba alerta sobre la opinión que le despertaban los demás. Hacía poco tiempo que había descubierto la proyección. Nuestros ojos, nuestros oídos, nuestro tacto podían deducir el estado de ánimo de los demás, sus reacciones y tener una idea de cómo se encontraban. 

Sabía que cada una de las personas no nos conocíamos en nada a nosotros mismos. Estábamos tan acostumbrados a mirar fuera de nosotros que no teníamos tiempo para mirar adentro. Pero alguien muy inteligente nos compartió que lo que vemos en los demás es lo que somos nosotros. 

Pablo conocía por experiencia que algunos comportamientos de los otros no le afectaban en nada mientras que otros, sí. En el proceso de proyección se instalaba la idea de que aquello que rechazábamos en nosotros lo rechazábamos en los demás. 

Así iba descubriendo que los inconvenientes que le despertaban los demás eran los propios. Los mismos que en su interior no aceptaba de ninguna manera. Ese descubrimiento le ayudó mucho a conocerse a sí mismo. No nos conocíamos nosotros mismos, los demás nos ayudaban al actuar como espejo de nosotros. 

“Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas”. 

“Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado de ti”. 

“Al hacer esto de forma inconsciente (es decir, no te das cuenta) tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo”. 

Pablo descubría que nuestra mente era enrevesada y no justa. Creer que, al proyectar sobre los demás nuestra basura, equivalía a sacar la basura de nuestra mente era un error sustancial. 

La basura de nuestra mente sólo podía desaparecer expulsándola al cambiar de pensamiento, de comprensión y de actitud injusta de nuestra mente. Era un regenerarse, cambiar de dirección y considerar que esa basura alimentada por unas ideas debía desaparecer por la aparición de nuevas ideas. 

Las ideas equivocadas fabricaban basura. Las ideas oportunas la expulsaban de la mente. Las ideas equivocadas dejaban paso a las justas y ya no tenían nada que ver con la mente. Ese era el proceso expresado por Jesús con la idea griega de ‘metanoeite’, es decir, transformaos, cambiad las ideas.

martes, octubre 30

NADIE FALTA NI NADIE SOBRA


Juan, desde sus primeros años conscientes de vida, tenía grabado en su interior que todas las personas gozaban de los mismos derechos. No había discusión sobre ellos. Nunca las razas distintas le inspiraban miedo y, por tanto, rechazo. Tenía claro que nadie elegía el hogar donde nacía. 

Esa falta de elección volvía irrelevante cualquier diferencia entre las razas. Lo mismo le pasaba con las clases sociales. Él tenía que trabajar y estudiar. Sus padres no podían pagarle los estudios superiores ni la universidad. Así que se esforzaba día a día para poder aspirar a formarse con los estudios superiores. 

Para ello, trabajaba y estudiaba. Asistía al turno de los nocturnos. También había un turno durante el día para los diurnos. Aquellos alumnos que no necesitaban trabajar porque sus padres les costeaban todos los estudios. En una ocasión tuvieron que presentarse a un examen de reválida. 

Los dos turnos hicieron el examen. Ese día, al ser examen por la mañana, los nocturnos tuvieron que pedir permiso en sus lugares de trabajo. Los diurnos no tenían problema. Cuando salió la lista, los cuatro primeros lugares según la nota obtenida era para los nocturnos. 

Los estudiantes diurnos se enfadaron mucho con los nocturnos. Les decían que no tenían derecho a ocupar esos lugares. Juan pensó que no era una cuestión de diferencias. Era cuestión de orgullo herido por darse cuenta de que, además de trabajar ocho horas de trabajo al día, eran capaces de seguir el ritmo de los diurnos. 

Las diferencias no tenían sentido. Los nocturnos no podían improvisar en la preparación de sus exámenes. Los diurnos podían demorar hasta los últimos días. Disponían de todo el tiempo. Pero, en algunas ocasiones, en esos pocos días libres que tenían no podían preparar el examen en condiciones. 

Confiarse no era bueno en el caminar. Compararse tampoco lo tenía. “Cualquier división en la mente conlleva por fuerza el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo que es la creencia en la separación”. 

“La plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación. Mediante ese reconocimiento, dicha mente conoce a Su creador”. 

“Exclusión y separación son sinónimos, al igual que separación y disociación. Dijimos anteriormente que la separación fue y sigue siendo un acto de disociación”. 

“Y una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su defensa principal, o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La razón de ello, no obstante, puede que no sea tan obvia”. 

Juan pensaba que los nocturnos al confiarse perdían mucho tiempo en sus pasatiempos, en sus actividades de juego y dejaban para el final sus responsabilidades. La selectividad les descubrió su error. Eso les hizo sentirse culpables de su falta de responsabilidad. En lugar de aceptarlo, proyectaron su sentido de culpa y acusaron a los nocturnos de haber sido mejor tratados que ellos.

lunes, octubre 29

INMENSA GRATITUD


Lucas notaba que cuando podía expresar la gratitud natural que le salía del corazón era una experiencia plena, agradable, llena de sentido y felicidad. Sabía que el corazón agradecido era un distintivo del fuego de amor que circulaba por las venas y por los nervios de la mente. 

Todo adquiría paz y serenidad. Todo se tornaba placentero y equilibrado. Una energía creadora emanaba de su fuente interior. Reconocer la sabiduría, los dones recibidos y las bendiciones de la vida lo fortalecía de una manera especial. Maravillosos instantes que rodeaban su visión con los mejores colores. 

“Yo no necesito gratitud, pero tú necesitas desarrollar tu mermada capacidad de estar agradecido, o no podrás apreciar a Dios. Él no necesita que lo aprecies, pero tú sí”. 

“No se puede amar lo que no se aprecia, pues el miedo hace que sea imposible apreciar nada. Cuando tienes miedo de lo que eres no lo aprecias, y, por lo tanto, lo rechazas. Como resultado de ello enseñas rechazo”. 

“El poder de los Hijos de Dios está presente en todo tiempo porque fueron creados para ser creadores. La influencia que ejercen unos sobre otros es ilimitada, y tiene que utilizarse para su salvación conjunta”. 

“Cada uno de ellos tiene que aprender a enseñar que ninguna forma de rechazo tiene sentido. La separación es la noción del rechazo. Mientras sigas enseñando esto lo seguirás creyendo. No es así como Dios piensa, y tú tienes que pensar como Él si es que has de volver a conocerlo”. 

Lucas estaba feliz porque las propuestas del Eterno estaban asentadas en su corazón. Gratitud, aprecio, rechazo, tres palabras que no podían ser nuestra experiencia. La gratitud nos expandía, el aprecio nos acercaba, pero el rechazo era el inconveniente que nos separaba. 

Estar con Dios era estar unido. Estar con Dios era reconocerse a uno mismo. Estar con Dios era vibrar con nuestra esencia eterna. Estar con Dios nos elevaba por encima de las montañas de nuestro corto horizonte y vislumbrar la luz maravillosa que allá a lo lejos se proyectaba.

viernes, octubre 26

CRECIENDO COMO ÁRBOLES ROBUSTOS


Mateo recordaba los primeros inicios de aquel árbol que se mostraba ante él con la fuerza y con el vigor de la potencia, de la sustentación, de la grandeza y de su hermosa verticalidad. Aquel árbol pequeño, rodeado de apoyos para que no se doblara y pudiera resistir los embates del mal tiempo. 

Aquel árbol delgado con las funciones en pleno funcionamiento hundía sus raíces en el suelo, buscaba sus nutrientes y los dirigía a cada parte de su constitución. El sol era su guía. Con su luz y su energía iba ampliándose en grandiosas ramas. Iba creciendo con los rayos del sol y se convertía en toda una hermosura para los ojos. 

Ya se sabe. El tiempo, el silencio, las funciones nutriendo y la luz haciendo sus mezclas en sus hojas y sus frutos. Parecía que no hacía nada, pero ofrecía su sombra, su figura, su majestad y su potencia a todo aquel que lo apreciara. Había muchos que eran inconscientes de su existencia. A pesar de todo, seguía su camino en silencio y en calma. 

Mateo veía que el ser humano tenía mucho de árbol, pero problemas que el árbol no tenía. No se molestaba cuando se metían con él cuando era joven, débil y rodeado de apoyos. No se irritaba cuando, ya mayor, no lo saludaban muchos de los que pasaban. Eso no lo pensaba. 

Ofrecía su presencia y sus ratos de frescura a todo caminante que a su vera se sentaba. Nunca pedía nada. Nunca se miraba. Nunca quería ser otra cosa diferente más que un árbol como sus hermanos. 

“Cuando leas las enseñanzas de los Apóstoles, recuerda que les dije que había muchas cosas que ellos no entenderían hasta más tarde porque en aquel entonces aún no estaban completamente listos para seguirme”. 

“No quiero que dejes que se infiltre ningún vestigio de miedo en el sistema de pensamiento hacia el que te estoy guiando. No ando en busca de mártires sino de maestros”. 

“Nadie es castigado por sus pecados, y los Hijos de Dios no son pecadores. Cualquier concepto de castigo significa que estás proyectando la responsabilidad de la culpa sobre otro”. 

“Ello refuerza la idea de que está justificado culpar pues todo comportamiento enseña las creencias que lo motivan. La crucifixión fue el resultado de dos sistemas de pensamiento claramente opuestos entre sí”. 

“El símbolo perfecto del ‘conflicto’ entre el ego y el Hijo de Dios. Este conflicto parece ser igualmente real ahora, y lo que enseña tiene que aprenderse ahora tal como se tuvo que aprender entonces”. 

Mateo no quería ser más que un árbol. El árbol fue creado por el Eterno. Siguió sus caminos nutriéndose y fijándose en el sol. Mateo deseaba seguir nutriéndose del Eterno y aprender los caminos de Jesús en su experiencia.

jueves, octubre 25

ERES AMOR


Mateo se había preguntado en varias ocasiones a través de su vida la mezcla de sentimientos encontrados en los evangelios. Se hablaba de amor, pero el final de los cuatro evangelios contenía los relatos de un asesinato. Las procesiones de semana santa eran imágenes ensangrentadas y llenas de horror. 

Estuvo expuestas a ellas. No era difícil ver que, después de tanta exposición a la crueldad, las experiencias de la vida nos hablaran de crueldades entre humanos. La vida se imponía y cada ataúd llevaba su crucifijo para sellar la crueldad como seña de identidad de las personas. 

Después de tanto horror, no era posible decir que la persona era todo amor, que Jesús era todo amor. El odio, la crueldad, el castigo, el pecado se mezclaba de tal manera que desde el interior del ser humano se aspiraba por un mundo diferente al que nos sugerían sus fiestas de semana santa. 

“Estos son algunos de los pensamientos tergiversados del Nuevo Testamento, si bien su evangelio es, en realidad, únicamente el mensaje del amor. Si los Apóstoles no se hubieran sentido culpables, nunca me habrían podido atribuir expresiones tales como: “No he venido a sembrar paz, sino espadas”. 

“Esto está en clara oposición a todas mis enseñanzas. De haberme entendido realmente, no podían haber descrito tampoco mi reacción a Judas como lo hicieron”. 

“Yo no pude haber dicho: ‘¿Traicionas al Hijo del Hombre con un beso?’ a no ser que hubiese creído en la traición. El mensaje de la crucifixión fue precisamente que yo no creía en la traición”. 

“El ‘castigo’ que se dijo que infligí a Judas fue un error similar. Judas era mi hermano y un Hijo de Dios, tan miembro de la Filiación como yo. ¿Cómo iba a condenarlo cuando estaba listo para probar que condenar es imposible?” 

Al quitar la interpretación de castigo, de crucifixión, de muerte, de culpa y de ataque, el valor y el pensamiento del amor era una realidad que destacaba en nuestra mente acostumbrada al castigo y a la culpa. 

Jesús vino para decirnos que otro tipo de pensamiento no centrado en el ego, en el pecado, la culpa y el castigo, era posible. Un pensamiento centrado en la unidad, en la unión y en el perdón. Y Mateo sentía que esos planteamientos le solucionaban los conflictos que le habían abrumado desde pequeño. 

miércoles, octubre 24

OLVIDAR EL SACRIFICIO


Guille se asombraba ante la enfermedad de un familiar que uno de sus hijos hiciera una promesa al Eterno de irse a recorrer el camino de Santiago si su madre mejoraba. Su mente captó la expresión y se quedó callado. Todas sus neuronas se pusieron en movimiento. 

No podían entender qué relación había entre aquella enfermedad de la madre y aquella promesa. Parecía que se debía pagar un sacrificio, una invocación a las fuerzas espirituales por dicha mejoría. Los humanos siempre tendían a confundir lo eterno con sus creencias personales. 

Trataban al Eterno como a una persona a la que le dedicaran un obsequio para que tratara de solucionar el asunto. Siempre la idea de pagar, de influir, de esforzarse para condicionar no se sabía qué voluntad para lograr su objetivo. La influencia sobre los demás pesaba en aquellas conciencias. No tenía sentido. 

“Elegí, por tu bien y por el mío, demostrar que el ataque más atroz, a juicio del ego, es irrelevante. Tal como el mundo juzga estas cosas, no como Dios sabe que son, fui traicionado, abandonado, golpeado, atormentado, y finalmente, asesinado”. 

“Está claro que ello se debió únicamente a las proyecciones de otros sobre mí, ya que no le había hecho daño a nadie y había curado a muchos. El Espíritu Santo se regocija cuando puedes aprender de mis experiencias y volverte a despertar”. 

“Ese es su único propósito y esa es la única manera en que yo puedo ser percibido como el camino, la verdad y la vida. Oír una sola voz nunca implica sacrificio”. 

“Por el contrario, si eres capaz de oír al Espíritu Santo en otros, puedes aprender de sus experiencias y beneficiarte de ellas sin tener que experimentarlas tú mismo”. 

“Eso se debe a que el Espíritu Santo es uno, y todo aquel que le escucha es conducido inevitablemente a demostrar Su camino para todos”. 

Guille entendía que cualquier experiencia en la vida podía enviarnos el mensaje de aprender de sus caminos. El cambio no se producía por realizar sacrificios. El cambio se producía por entender, comprender y volver a despertar en nosotros ese tesoro Eterno que llevábamos todos dentro. 

Siempre estábamos dispuestos a hacer algo. Hacer acciones parecía que nos calmaba nuestra alma inquieta interna porque, sin darnos cuenta, estábamos lejos del Eterno. Queríamos acortar ese camino con influencias y con nuestros sacrificios. 

Nadie nos pedía ningún sacrificio. El Eterno nos invitaba a Su amistad, a Su cercanía y a Su caminar junto con nosotros.

martes, octubre 23

ERES UNA ROCA DE PAZ


Benito vislumbraba la fortaleza de tener unas ideas claras, apacibles, serenas, firmes y comprensivas en su vida llenas de amor y de luz. Era como tener una roca en su visión y en sus ideas que lo dirigían con sabiduría y con esa tranquilidad de solucionar asuntos como los de Salomón con el problema del niño. 

Era vivir esa fuente con toda la naturalidad del mundo. Era ponerse en contacto con el saber, con el conocer los mejores pensamientos del Eterno en nuestra existencia. Era experimentar ese saber y deleitarse con sus frutos sin ninguna duda. Era su anclaje que no lo hacía soltar los vientos más hostiles de la vida. 

Era escuchar Su Voz y no ponerla en duda de ninguna manera. Era perder las ideas que había escuchado siempre de desconfianza y construir la confianza con los resultados maravillosos que obtenía. 

“Lamento cuando mis hermanos no comparten mi decisión de oír solamente una Voz, pues eso los debilita como maestros y como alumnos. Con todo, sé que no pueden realmente traicionarse a sí mismos ni traicionarme a mí, y que sobre ellos es donde todavía tengo que edificar mi iglesia”. 

“No hay ninguna otra alternativa al respecto porque únicamente tú puedes ser la roca de la iglesia de Dios. Allí donde hay un altar hay una iglesia, y la presencia del altar es lo que hace que la iglesia sea santa”. 

“La iglesia que no inspira amor, tiene un altar oculto que no está sirviendo al propósito para el que Dios la destinó. Tengo que edificar Su iglesia sobre ti porque quienes me aceptan como modelo son literalmente mis discípulos”. 

“Los discípulos son seguidores, y si el modelo que siguen ha elegido evitarles dolor en relación con todo, serían ciertamente insensatos si no lo siguiesen”. 

Benito observaba que la idea de iglesia no era la idea de un edificio. Era el concepto de la forma de pensar y de escuchar la Voz que contenía toda la sabiduría de los tiempos. Era el amor que se derramaba por el Padre y llegaba a Su Hijo para que lo compartiese con todos sus hermanos. 

Sentía una liberación hermosa. Se alegraba de que todos estábamos invitados a esas bodas de unión y de celebración. Admiraba a ese Padre que no se olvidaba de nadie y atendía los detalles de cada uno. Vibraba con la posibilidad de vivir, compartir, comprender a cada uno de los hermanos allí llamados por la Voz del Cielo. 

Esa era la roca del Eterno para construir su iglesia.

lunes, octubre 22

EL RENACER EN TU VIDA


Samuel, acostumbrado a recibir palabras del exterior, creía en los años de aprendizaje que todo venía del exterior. Él parecía como una casa abierta que recibía gozoso todos los regalos que le iban haciendo. A veces, también tenía que cerrar alguna ventana de la casa para no recibir algún inconveniente. 

Así que todo el asunto tanto bueno como difícil e inoportuno venía del exterior y debía lidiar con ambas cosas desde su interior. Recordaba sorprendido una persona adulta que afirmaba que él se molestaba porque los otros le hacían molestar. Si los demás fueran amables con él, no se molestaría. 

La afirmación de aquel señor adulto le hizo ver que había una responsabilidad interior en nuestro corazón y en nuestros pensamientos. Era cierto que el exterior influenciaba a los seres vivientes, pero no todos los seres vivientes reaccionaban de la misma manera a esas influencias. 

Algunas de esas influencias para unos eran buenas para otros no tan agradables Había en el interior de las personas una individualidad que no podía pasarse por alto. 

“Tu resurrección es tu despertar. Yo soy el modelo de renacer, pero el renacer en sí no es más que el despuntar en la mente de lo que ya se encuentra en ella. Dios mismo lo puso allí, y, por lo tanto, es cierto para siempre”. 

“Yo creí en ello, y, por consiguiente, lo acepté como la verdad. Ayúdame a enseñárselo a nuestros hermanos en nombre del Reino de Dios, pero cree primero que es verdad, pues, de lo contrario, enseñarás el mal”. 

“Mis hermanos se quedaron dormidos durante la supuesta ‘agonía del huerto’, pero yo no podía indignarme con ellos porque sabía que no podía ser abandonado”. 

Samuel quedaba impresionado por la afirmación de Jesús: “el renacer en sí no es más que el despuntar en la mente de lo que ya se encuentra en ella. Dios mismo lo puso allí, y, por lo tanto, es cierto para siempre”. No éramos seres incompletos sino dormidos, inconscientes de lo que realmente éramos. 

Tener una idea clara de lo que realmente éramos era vital para nuestros pensamientos y para nuestro desarrollo y relación con los demás. Una persona que se veía rechazada por todos desarrollaba estrategias de defensa y de ataque. Una persona segura de sí misma en su libertad, no tenía miedo de las ideas de los demás. 

La seguridad y claridad de quién era Jesús le llevó a poner en práctica su acertada idea sobre sus discípulos: “Mis hermanos se quedaron dormidos durante la supuesta ‘agonía del huerto’, pero yo no podía indignarme con ellos porque sabía que no podía ser abandonado”. 

La seguridad de que tenemos contacto directo con el Padre Creador, con su sabiduría, con su relación con Sus Hijos, marca mucho la diferencia en nuestros actos en nuestra vida diaria.

domingo, octubre 21

NADA JUSTIFICA NUESTRA IRA


Daniel le había preguntado a Dios Padre cuál era la justificación de la crucifixión. Era una experiencia extrema y no era necesaria según su criterio. Él no había matado a nadie. A nadie le había hecho daño físico. La relación con los demás le parecía siempre mejorable, pero dentro siempre de unas líneas aceptables. 

No entendía el porqué de la crucifixión en su vida personal. Él no la necesitaba. Otros le decían que él también necesitaba la crucifixión de Cristo, pero era una postura que no compartía en absoluto. Al siguiente día mientras estaba ocupado en otras actividades recibió la idea en su interior. 

Había personas que podían, en algún momento, justificar la ira en forma de ataque a los demás. Jesús, al indicar que perdonaba a todos los que le crucificaban, mostraba que nada podía apartarle de su objetivo. Nada ni nadie podía encenderle la ira nunca ni siquiera ante las puertas de la muerte del cuerpo. 

“Como ya te dije anteriormente, ‘lo que enseñes es lo que aprenderás’. Si reaccionas como si te estuvieran persiguiendo, estarás enseñando persecución. No es esta la lección que el Hijo de Dios debe enseñar si es que ha de alcanzar su propia salvación”. 

“Enseña más bien tu propia inmunidad, que es la verdad acerca de ti, y date cuenta de que no puede ser atacada. No trates de protegerla, pues, de lo contrario, creerás que es susceptible de ser atacada”. 

“No se te pide ser crucificado, lo cual fue parte de lo que yo aporté como maestro. Se te pide únicamente que sigas mi ejemplo cuando te asalten tentaciones mucho menos extremas de percibir falsamente, y que no las aceptes como falsas justificaciones para desatar tu ira”. 

“No puede haber justificación para lo injustificable. No creas que la hay, ni enseñes que la hay. Recuerda siempre que enseñas lo que crees. Cree lo mismo que yo, y llegaremos a ser maestro de igual calibre”. 

Daniel sabía que en sus pensamientos no podía introducirse ninguna justificación para la ira. Ni siquiera en los momentos extremos había justificación. La afirmación de que no podíamos ser atacados era la creencia que se debatía en su interior. 

Ese era el punto vital de la reflexión. Todos podían, aparentemente atacarnos, pero estaban expresando la problemática interior que tenían dentro de sí. Echaban sus llamaradas sobre nosotros. No nos podían atacar porque lo único que era posible era la expulsión de sus pensamientos equivocados sobre nosotros. 

Teniendo claro esto, nos volcábamos sobre los demás como víctimas de sus propias incongruencias en lugar de considerarnos a nosotros como víctimas. Por ello, la ira era imposible.

viernes, octubre 19

PROYECTAMOS NUESTRA PROPIA CRUCIFIXIÓN


David no podía aceptar que un Dios tan maravilloso tuviera que pasar por la crucifixión. La ofrenda de muerte de una persona a los dioses estaba dispuesta para apaciguar la ira de los dioses y obtener beneficios de ellos. La pregunta se hacía evidente: ¿Teníamos que apaciguar a Dios Padre? 

La idea estaba clara. Se había enojado a Dios y había que apaciguar su ira para que no nos destruyera. Además, había algo especial. No una persona cualquiera podía servir para pacificar a Dios. Tenía que ser un ser divino para que cumpliera tal función. 

Y así, David había crecido con esa angustia en su interior de haberse convertido, como le habían dicho en algunos momentos, en uno de los que clavaron a Jesús en el madero para que sufriera el castigo que nosotros merecíamos. David, de pronto, se dio cuenta de que la crucifixión de Jesús era una proyección de lo que él que creía que merecía cuando se equivocaba. 

En lugar de reflexionar y descubrir que debía cambiar el pensamiento, creía que sin muerte no había perdón de errores. Él no quería morir. Si murió Jesús en nuestro lugar, ya todo estaba arreglado. 

“Para los efectos de aprendizaje, examinemos de nuevo la crucifixión. No hice hincapié en ella anteriormente debido a las temibles connotaciones que quizás tengas asociados con ella”. 

“Lo único que se ha subrayado hasta ahora es que no fue una forma de castigo. No obstante, no se puede explicar nada utilizando exclusivamente términos negativos”. 

“Existe una interpretación constructiva de la crucifixión que está totalmente desprovista de miedo y que, por lo tanto, si se entiende debidamente, es totalmente benévola en cuanto a lo que enseña”. 

“Es probable que hayas estado reaccionando durante muchos años como si te estuviesen crucificando. Esta es una marcada tendencia de los que creen estar separados, que siempre se niegan a examinar lo que se han hecho a sí mismos”. 

“La proyección implica ira; la ira alienta la agresión y la agresión fomenta el miedo. El verdadero significado de la crucifixión radica en la aparente intensidad de la agresión cometida por algunos de los Hijos de Dios contra otro”. 

“Esto, por supuesto, es imposible, y se tiene que entender cabalmente que es imposible. De lo contrario, yo no puedo servir de modelo para el aprendizaje”. 

La proyección de nuestra ira, de nuestra agresión y de nuestros miedos sobre otra persona pareciera que nos liberaba de nuestra creencia de la culpa que nos condenaba hasta la muerte. El ego nos engañaba y nos decía que si había otra persona que pagaba esa muerte, tú podías liberarte. 

David veía que esa idea de los que ofrecían sacrificios de jóvenes muertos a los dioses se reproducía en el interior de nuestros corazones. Y la muerte era su pago. Al quitar esa proyección y admitir que con un cambio de forma de pensamiento se alcanzaba la liberación, la crucifixión perdía su poder y su ofrenda sustitutoria.

jueves, octubre 18

NUESTRO PLAN DIRECTOR


Abel recordaba la posibilidad que tenía la mente para cambiar de plan de referencia. Estaba en una cena de Navidad con la familia. Unos eran vegetarianos y otros eran omnívoros. Un padre y su hijo, ambos omnívoros, se burlaban de los demás que no sabían apreciar las delicias de la carne. 

Los que eran vegetarianos los escuchaban con respeto y no entraban en discusiones de ningún tipo. Esa actitud de aceptación les espoleó para decir en voz alta entre ellos los placeres que los otros se evitaban por no ser omnívoros como ellos. El ambiente en la cena era agradable a excepción de esos comentarios. 

Todos concluyeron que debido a la tolerancia entre todos no era necesario utilizar comentarios de superioridad, de menosprecio a los demás, de inconvenientes que sólo servían para poner de relieve unos gustos que eran muy personales dentro de la libertad del individuo. 

La navidad siguiente pasó algo singular. Ese padre y ese hijo decidieron unirse a los vegetarianos y ya no comieron carne. Ahora en lugar de estar calladitos sobre su decisión de cambio, decían lo mismo, pero en sentido contrario. Decían que los omnívoros no sabían la salud que se perdían. 

“Se te ha pedido que me tomes como modelo para tu aprendizaje, ya que un ejemplo totalmente nuevo es un recurso de aprendizaje sumamente útil. Todo el mundo enseña, y enseña continuamente”. 

“Asumes inevitablemente esta responsabilidad en el momento que aceptas cualquier premisa, y nadie puede organizar su vida sin un sistema de creencias”. 

“Una vez que has desarrollado un sistema de pensamiento, sea cual fuere su clase, riges tu vida de acuerdo con él y lo enseñas. Tu capacidad para ser fiel a un sistema de pensamiento podrá estar mal situada, pero aún así es una forma de fe y se puede canalizar en otra dirección”. 

La capacidad de cambio era la cualidad del sistema de pensamiento. La persona podía realizar esos cambios. En ella no se instalaba la frase que alguna vez se repetía: ‘genio y figura hasta la sepultura’. Los cambios en nuestros sistemas de creencias y, por ende, de pensamientos, era nuestro camino de libertad.

miércoles, octubre 17

LA IRA Y EL MIEDO VAN JUNTOS


Josué sentía en ciertos momentos donde su ira explotaba por encima de su razón y de sus buenos modales que interiormente algo se había roto y su seguridad había saltado por los aires. Una sensación de soledad invadía su pensamiento y se desparramaba toda una ira sin ninguna contención. 

Con un carácter fuerte, explosivo y poco dado a las reducciones de los buenos modales, tenía erupciones volcánicas en su rostro, en la expresión de su boca, en las palabras y en los ataques que profería. Sus ojos encendidos de rabia clamaban por deshacerse de aquel ataque que creían le habían hecho. 

Con el tiempo, aprendió a admitir que nadie podía atacarle excepto él mismo. Nadie podía quitarle su paz excepto él mismo. Nadie podía desequilibrarle excepto él mismo. Sus creencias se imponían y sus erupciones imitaban las erupciones que había visto en casa, en la escuela, en el trabajo y con los amigos. 

La lava del volcán quemaba todo y sólo el tiempo, la tranquilidad, la serenidad y el retorno de la paz le decía que no había sido para tanto y que esa sensación de soledad, era solamente eso, una sensación. Nadie le podía quitar su seguridad. Él creía que la perdía. 

“La relación que existe entre la ira y el ataque es obvia, pero la relación que existe entre la ira y el miedo no es siempre tan evidente. La ira siempre entraña la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar, en última instancia, como nuestra propia responsabilidad, en vez de culpar a otros por ello”. 

“No te puedes enfadar a no ser que creas que has sido atacado, que está justificado contraatacar y que no eres responsable de ello en absoluto. Dadas estas tres premisas completamente irracionales, se tiene que llegar a la conclusión igualmente irracional, de que un hermano merece ataque en vez de amor”. 

“¿Qué se puede esperar de premisas dementes, sino conclusiones dementes? La manera de desvanecer una conclusión demente es analizando la cordura de las premisas sobre las que descansa”. 

“Tú no puedes ser atacado, el ataque no tiene ninguna justificación y tú eres responsable de lo que crees”

Josué se daba cuenta de que todas las premisas descansaban sobre la base ‘a no ser que creas’. Era la creencia, no la realidad, la que guiaba nuestras reacciones, nuestros pasos, nuestros estados de ánimo. Era esa creencia la que fundamentaba las premisas y concluía en forma de creencia. 

Repetía para sus adentros la última afirmación del párrafo: “Tú no puedes ser atacado, el ataque no tiene ninguna justificación y tú eres responsable de lo que crees”. 

Recordaba que en muchas ocasiones no reaccionaba cuando le decían algunos inconvenientes. La persona que los decía no le arrancaba esas reacciones. En otros momentos, reaccionaba. Creía que debía hacerlo por el tipo de persona que era. Y siempre se repetía la idea de ‘la creencia’. 

martes, octubre 16

DECISIÓN EQUIVOCADA


Benjamín observaba que no era una idea descabellada unir la carencia de dicha en su interior con una decisión equivocada sobre alguna persona con la que había entrado en contacto. Nuestras relaciones son parte de nuestra vida de realización personal. 

Recordaba el consejo del Eterno cuando exponía que, si al llegar al templo para hablar con él se acordaba que había tenido algún enfrentamiento con alguno de sus hermanos, debía centrarse en ir y hablar con ese hermano y arreglar la situación favorable para los dos. 

Una vez arreglada la situación podía regresar al templo y dirigirse al Eterno. Benjamín, conocedor de la historia desde sus años infantiles, nunca les había dado tal importancia a las discusiones con las personas. Las había admitido como algo normal y no tenía mayor trascendencia. 

Sin embargo, la importancia que le daba el Eterno era vital. Y admitía que podía tener conexión con esa carencia de dicha que sentía en esos momentos: “Tomar esta decisión no puede ser algo difícil”. 

“Esto es obvio, si te percatas de que si no te sientes completamente dichoso es porque tú mismo así lo has decidido. Por lo tanto, el primer paso en el proceso de deshacer es reconocer que decidiste equivocadamente a sabiendas, pero que con igual empeño puedes decidir de otra manera”. 

“Sé muy firme contigo mismo respecto a esto, y mantente plenamente consciente de que el proceso de deshacer, que no procede de ti, se encuentra no obstante en ti porque Dios lo puso ahí”. 

“Tu papel consiste simplemente en hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en entregárselo allí a la Expiación en paz. Repite para tus adentros lo que sigue a continuación. El Espíritu Santo responderá”. 

“Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra. Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz. No me siento culpable. Si se lo permito, anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada. Elijo permitírselo, al dejar que Él tome el camino de Dios por mí”. 

Benjamín se asombraba de que todo estuviera en sus manos. Cambiar de dirección era su prerrogativa. Tomar una decisión diferente a la puesta en práctica era su posibilidad. No valía la pena, entonces, seguir empeñado en la desdicha que su corazón le decía con sus latidos tristes y faltos de vida.

lunes, octubre 15

DESHACER CULPABILIDAD


Iván observaba que el verbo ‘deshacer’ era nuevo en el campo de la creencia y de la cristiandad. Sonaba de forma muy diferente. Por el pecado se pagaba la culpa o la retribución. Esa sombra de castigo resonaba en nuestro interior de forma que no se atrevía a decir nada. 

Deshacer significaba que podía evaporarse, diluirse como se perdía la sal en un vaso de agua después de removerla. Sabíamos que estaba en el agua, pero no era evidente a nuestros ojos. A Iván le gustaba deshacerse como una masa de niebla que desaparecía cuando los primeros rayos de luz limpiaban la atmósfera. 

Referido a las preocupaciones, en algunos momentos, tuvo la experiencia de ver cómo se deshacían cuando la confianza, la tranquilidad y la sabiduría le impedían centrarse de una forma compulsiva en los pensamientos que le asediaban la cabeza y no podía liberarse de ellos. Deshacer era estupendo. 

“Pero ha llegado el momento. No se te ha pedido que elabores el plan de la salvación porque, como ya te dije anteriormente, el remedio no pudo haber sido obra tuya”. 

“Dios Mismo te dio la Corrección perfecta para todo lo que has inventado que no esté de acuerdo con Su santa Voluntad. Te estoy haciendo perfectamente explícito Su plan, y te diré también cuál es tu papel en él y cuan urgente es que lo lleves a cabo”. 

“Dios se lamenta ante el ‘sacrificio’ de Sus Hijos que creen que Él se olvidó de ellos. Siempre que no te sientes completamente dichoso es porque has reaccionado sin amor ante una de las creaciones de Dios”. 

“Al percibir eso como un ‘pecado’ te pones a la defensiva porque prevés un ataque. Tú eres el que toma la decisión de reaccionar de esa manera, y, por lo tanto, lo puedes revocar”. 

“No puedes revocarla arrepintiéndote en el sentido usual de la palabra porque eso implicaría culpabilidad. Si sucumbes al sentimiento de culpabilidad, reforzarás el error en vez de permitir que sea deshecho”. 

Iván veía que la liberación llamaba a sus puertas. Deshacerse de ideas de pecado, ataque, culpabilidad, arrepentimiento, lo dejaba libre para buscar su camino ascendente de superación considerando el error como un incidente de aprendizaje y de perdón.

domingo, octubre 14

UNIÓN TOTAL


Gonzalo, en muchos de su adolescencia, tenía dudas, si en algún momento abandonaba la línea escogida eterna, y por ello se derivaría una consecuencia de castigo y expulsión. También sufría el pensamiento cuando de alguna manera había metido la pata y merecía una reprensión por ello. 

Siempre en su interior, en aquellos días, su vida oscilaba entre lo oportuno y lo censurado. Su curiosidad quería conocer algunas cosas censuradas. Había descubierto que no todo lo prohibido era malo y que no todo lo denominado ‘bueno’ era oportuno. 

El mundo de los mayores tenía sus contradicciones. Un manojo de miedos y de culpas se dibujaban en sus pensamientos y sin darse cuenta, trasladaban ese mundo claroscuro sobre los hijos. Por ello, cada generación con una visión menos condicionada que la de sus padres veía nuevos caminos que cambiaban. 

Gonzalo, en su época, junto con la gente joven, decidieron que la relación entre padres e hijos no estaba basada en el hablarse de usted y en el respeto porque sí. Los hijos sentían que la relación debía estar basada en la comprensión y en la conversación entre las dos generaciones. Querían llegar a pactos. 

Y esa forma de ser la transmitieron a sus hijos y se dieron cuenta que los problemas surgían por no haber una conversación franca y sincera entre padres e hijos. Gonzalo trató que no pasara en su familia y desarrolló todo un tesoro de conversación continua e inteligente con su descendencia. 

“¿Por qué prestarle atención a las continuas y dementes exigencias que crees que se te hacen, cuando puedes saber que la Voz que habla por Dios se encuentra en ti?” 

“Dios te encomendó Su Espíritu, y te pide que tú le encomiendes el tuyo. Su Voluntad dispone que este permanezca en perfecta paz porque tú eres de una misma mente y de un mismo espíritu con Él”. 

“El último recurso desesperado del ego en defensa de su propia existencia es excluirte de la Expiación. Ello refleja a la vez la necesidad de mantenerse separado, y el hecho de que tú estás dispuesto a ponerte de parte de la separación por la que él aboga”. 

“El hecho de que estés dispuesto a ello significa que no quieres sanar”. 

Gonzalo comprendía que esa idea de separación, de alejamiento, incluso dentro de la misma familia, era la idea que las generaciones jóvenes no querían aceptar. Los mayores ya habían aceptado que otras instancias les dijeran lo que debían pensar. Los jóvenes sentían que la Voz de Dios estaba en ellos. 

El paso del tiempo no pudo quitarle esa idea. Muchos mayores le decían que ya cambiaría esa forma de ver el mundo al hacerse adulto. Con los años de la jubilación, Gonzalo todavía sentía esa Voz del Espíritu de Dios en él y en muchas personas mayores y jóvenes. No había diferencia de edad para sentir a Dios y Sus Palabras dentro de nosotros.

viernes, octubre 12

CURACIÓN TOTAL


José repasaba sus momentos de duda y de incertidumbre. Desde su interior confiaba en el Eterno. No dudaba de su existencia. No dudaba de su intervención y de su presencia. Sin embargo, dudaba del camino que iban a tomar los acontecimientos. Lo mejor, concluía, sería confiar plenamente en cualquier camino que se le propusiera. 

Experiencias de todo tipo habían pasado por la lente de sus ojos, por la lente de sus motivos, por la lente de sus conocimientos. Eran todos motivos de aprendizaje que llenaban los corazones de dudas y de aceptaciones que no se esperaban. Así era la confianza cuando se ejercía plena. 

El párrafo que estaba leyendo le llenaba de paz, de naturalidad, de sencillez y de cercanía del Creador. Sentía que cada día conocía mejor Su Voz y sus propuestas. Siempre estaba abierto a aprender y comprender. Así se encontraba ante aquellas palabras: 

“Han sido muchos los sanadores que no se curaron a sí mismos. No movieron montañas con su fe porque su fe no era absoluta. Algunos de ellos, ocasionalmente, curaron enfermos, mas no resucitaron a ningún muerto”. 

“A menos que el sanador se cure a sí mismo, no podrá creer que no hay grados de dificultad en los milagros. No habrá aprendido que toda mente que Dios haya creado es igualmente digna de ser sanada porque él la creó íntegra”. 

“Se te pide simplemente que le devuelvas a Dios tu mente tal como Él la creó. Dios te pide únicamente lo que Él te dio, sabiendo que mediante esa entrega sanarás”. 

“La cordura no es otra cosa que plenitud, y la cordura de tus hermanos es también la tuya”. 

José se sentía pequeño, muy pequeño ante tales palabras. Dios sabía con certeza la grandeza que había puesto en nosotros, la magnificencia que habitaba en nuestra mente. Nosotros, en cambio, teníamos muchas dudas en muchos momentos. 

Dios nos pedía únicamente lo que había puesto. Nosotros le devolvíamos lo poco que creíamos que nos había puesto. De ahí la sanación que nos pedía. Nuestra enfermedad desaparecía cuando la seguridad de la maravillosa imagen de Dios estaba en nuestro interior, en nuestra mente. 

Si Él nos lo pedía, era porque podíamos darlo. Creer en su afirmación era creer en nosotros, era ser capaces de infinitos dones, era brillar con la luz del cielo. José decidía que su confianza aumentaría y alcanzaría la sencillez de la verdad del cielo: éramos grandes porque habíamos sido creados grandes.

jueves, octubre 11

DIOS NUNCA TE EXCLUYE


Darío iba cambiando poco a poco su visión del Padre Creador. Desde pequeño había tenido siempre presente un ojo inscrito en un triángulo con la frase de que Dios te observa. Esa frase lejos de proporcionar paz, tranquilidad, confianza y seguridad, la idea de observación era entendida como vigilancia y como castigo. 

Dios Padre, así se convertía en una especie del que todo lo ve y que hicieras lo que hicieras te descubriría. Era la idea que le habían inculcado sus maestros y los sacerdotes que iban a la escuela. La idea era portarse bien porque de otro modo te castigaría. 

Ahora, pasados los años, con una comprensión más amplia, veía a Dios el Padre con una cercanía que nunca había tenido con sus padres biológicos. Tenía un interés personal en todos los temas individuales de cada persona. Siempre te animaba, nunca te condenaba, nunca te daba la espalda y siempre te respetaba. 

“¿Crees realmente que puedes fabricar una voz que pueda ahogar a la de Dios? ¿Crees realmente que puedes inventar un sistema de pensamiento que te pueda separar de Él?” 

“¿Crees realmente que puedes encargarte de tu seguridad y de tu dicha mejor que Él? No tienes que ser ni cuidadoso ni descuidado; necesitas simplemente echar sobre Sus hombros toda angustia pues Él cuida de ti”. 

“Él cuida de ti porque te ama. Su Voz te recuerda continuamente que tienes motivos para sentirte esperanzado debido a que estás a Su cuidado. No puedes elegir excluirte de Su cuidado porque esa no es Su Voluntad”. 

“Puedes elegir aceptar Su cuidado y usar el poder infinito en beneficio de todos los que Él creó”. 

Darío aceptaba, ahora sí, ese ojo lleno de amor, de cercanía, de cariño y de afecto que le daba completa libertad. No estaba atento a nuestros fallos para echárnoslos a la cara. Quería siempre hacernos sentir que no condenaba, que nos comprendía y que nos quitaba las tristezas de nuestras equivocaciones. 

Esa visión de vigilancia se cambiaba por atención amorosa, cariñosa, respetuosa y de apoyo. Esa visión cambiaba totalmente la idea de Dios Padre que le habían dado de pequeño. Ahora Dios Padre era la mejor experiencia de la vida.

miércoles, octubre 10

PARTICIPAR EN LA LUZ


Mario se ponía muy contento cuando tenía que conducir con buen tiempo. La luz, la claridad del día, la nitidez de las formas y de la visión del entorno, era una delicia para disfrutar de todos los detalles que le rodeaban y que le pasaban a cierta velocidad y se acercaba a los diferentes lugares en poco tiempo. 

Era muy distinto cuando la falta de luz, las nubes negras cargadas de lluvia, la oscuridad se cernía alrededor del coche y la mirada no tenía profundidad. En ocasiones, conducía como un autómata. Confiaba en las líneas de la carretera que le daban cierta referencia, pero la mirada lejana desaparecía. 

Todo su cuerpo se tensaba. Se ponía alerta. El peligro podía acechar en cualquier instante. Coches que aparecían de súbito. Niebla que sumía el entorno en una visión impenetrable. Toda una osadía conducir en tales circunstancias. Lo hacía, pero su tensión interna era fuerte. 

“Cuando dije: ‘Yo he venido como una luz al mundo’, lo que quise decir fue que vine a compartir la luz contigo. Recuerda mi referencia al espejo tenebroso del ego y recuerda también que dije: ‘no mires ahí’”. 

“Todavía sigue siendo cierto que es a ti a quien le corresponde decidir dónde has de buscar para encontrarte a ti mismo. La paciencia que tengas con tu hermano es la misma paciencia que tendrás contigo mismo”. 

“¿No es acaso digno un Hijo de Dios de que se tenga paciencia con él? He tenido infinita paciencia contigo porque mi voluntad es la Voluntad de nuestro Padre, de Quien aprendí lo que es la paciencia infinita”. 

“Su Voz estaba en mí tal como está en ti, exhortándonos a tener paciencia con la Filiación en Nombre de su Creador”. 

Mario lo tenía muy claro. Conducir con luz era la maravilla del mundo. Conducir en la noche de las tinieblas del alma, era la desorientación mayor que podía vivir. La elección no tenía duda. La luz del mundo le hacía ver con claridad la bondad de las propuestas divinas. 

Repasaba en su mente la afirmación: ‘La paciencia que tengas con tu hermano es la misma paciencia que tendrás contigo mismo’. Reconocía que no podía ser descuidado con las personas que le rodeaban. Ese descuido era el descuido por sí mismo. Era una relación que le llegaba muy hondo.

martes, octubre 9

¿QUÉ SERÁ DESHECHO?


Luis se llenaba de alegría. Lo que acababa de leer no lo hubiera pensando nunca en su vida. Siempre había vivido en el mundo del ego. Siempre había existido en el mundo dualista. No había tenido ocasión de vivir en el mundo de la superación y de la propuesta creativa. 

Entrar en ese mundo de creación y creaciones lo dejaba sin palabras. Se quedaba mudo de asombro. Con unos ligeros toques, unos significados destructivos y temibles se quedaban en unos conocimientos estupendos, maravillosos y poco dados a la incomprensión. 

Valía la pena vivir esa creatividad que lo llenaba todo de propiedades extraordinarias. Salían de nuestro interior con unos toques de clarificación tan oportunos que nos daban la libertad de concebir nuestro mundo de una forma nueva, bella, amante y entusiasta. 

“ ‘Los impíos perecerán’ se convierte en una declaración de Expiación, si se entiende la palabra ‘perecerán’ con el significado de ‘serán deshechos’. Todos los pensamientos no amorosos tienen que ser deshechos, palabra ésta que el ego ni siquiera puede entender”. 

“Para el ego, deshacer significa destruir. El ego no será destruido porque forma parte de tu pensamiento, pero como no es creativo, y es, por consiguiente, incapaz de compartir, será reinterpretado de otra manera para así liberarte del miedo”. 

“La parte de la mente que le diste al ego regresará simplemente al Reino, donde a toda ella le corresponde estar. Puedes demorar la compleción del Reino, pero no puedes introducir el concepto de miedo en él”. 

Luis captaba la idea de no aportar el concepto del miedo al Reino. Así cuando el ego interpretaba la soledad, la muerte, la culpa, la destrucción, la amenaza y la tortura, el Espíritu Santo interpretaba unión, vida, liberación, creación, bendición y superación.

lunes, octubre 8

CAMBIOS NO PREVISTOS

NO QUEDARSE EN LA SUPERFICIE

Enrique le había dado vueltas a algunas afirmaciones de la Biblia que no lograba entender de forma plena, total. Parecía que había un choque entre esa visión divina y el planteamiento de Jesucristo. Ciertas dudas surgían en su interior y no tenía solución para esta disparidad. 

Sin embargo, al leer el párrafo siguiente pudo empezar a conciliar los planteamientos divinos con las propuestas de Jesús. Eso le hizo esbozar una amplia sonrisa en su corazón y en su cara. Por fin, había encontrado una vía de fusión entre las aparentemente ideas opuestas en la Biblia. 

“Para el Espíritu Santo, ‘Lo que el hombre sembrare, eso cosechará’ quiere decir que lo que consideres digno de ser cultivado lo cultivarás en ti mismo. Considerar que algo es valioso es lo que lo hace valioso para ti”. 

“‘Mía es la venganza, dice el Señor’, puede reinterpretarse fácilmente si recuerdas que las ideas se expanden sólo al compartirse. La aseveración subraya el hecho de que la venganza no se puede compartir”. 

“Dásela, por lo tanto, al Espíritu Santo, Quien te librará de ella, puesto que no le corresponde estar en tu mente, la cual forma parte de Dios”. 

“De acuerdo con la interpretación del ego, ‘Castigaré los pecados de los padres hasta la tercera y cuarta generación’ es una aseveración especialmente cruel. Se convierte simplemente en un intento por parte del ego de garantizar su propia supervivencia”. 

“Para el Espíritu Santo, la frase significa que en las generaciones posteriores Él todavía podrá reinterpretar lo que las generaciones previas habían entendido mal, anulando así la capacidad de dichos pensamientos para suscitar miedo”. 

Enrique recibía una nueva brisa fresca llena de vida. No había en los planteamientos del Espíritu Santo nada de condenación. Todo era una Expiación en sus planteamientos. No le tocaba al Espíritu Santo condenar a nadie, como no le tocaba al Padre y al Hijo destruir a nadie. 

Nuevas sendas se abrían ante los pasos de Enrique, nuevos motivos de paz, de serenidad, de tranquilidad y de confianza subían por las venas de su cuerpo y por las energías de su alma en su desarrollo continuo y placentero.

domingo, octubre 7

TRIBUNAL EJECUTOR


Carlos quedó impresionado por las afirmaciones de uno de sus amigos. Indicaba que estaba tranquilo ya que no iba ser juzgado por ningún hombre. Su juicio sería realizado por Dios, un Ser equitativo, comprensivo y conocedor del ser humano. Los juicios emitidos por las personas eran duros, inapelables y acusadores. 

El miedo era el elemento común que se deslizaba en esos comentarios. Muchos seres humanos se habían sentido mal entendidos, no comprendidos, no interpretados con el corazón y la sentencia dura que habían emitido hacía temblar los pilares de la justicia. 

Recordaba el juicio realizado a la prostituta en los tiempos de Jesús. Todo un grupo fue a proponer a Jesús que esa prostituta debía ser apedreada y destrozada. No merecía vivir. Lo indicaba así la Ley de Moisés. Jesús no se perdió en detalles. La Ley de Moisés indicaba la muerte de la prostituta y del hombre que participaba en ese acto. 

Jesús dejó que el corazón participara en el juicio. No se opuso a la ejecución. Solamente apeló a una reflexión interior. Les indicó que el que estuviera libre de pecado, arrojara la primera piedra. Se podría parafrasear también como el que no se hubiera acostado con ella lanzara la primera piedra. 

Sabían, según la Ley de Moisés, que esa piedra debiera estar dirigida al hombre y a la mujer. La mujer no podía realizar el acto sexual sola. Se dieron cuenta que la acusación carecía de equidad, de justicia, de plenitud. Los más mayores que se habían acostado muchas veces se dieron cuenta de la realidad y se fueron. 

Carlos entendía la afirmación de su amigo. Los humanos, en ocasiones, actuaban como esos tipos de tribunales. Acusaban a los demás, pero no se daban cuenta de que ellos también participaban de lo que acusaban. 

“El ego dicta sentencia y el Espíritu Santo revoca sus decisiones, en forma similar a como en este mundo un tribunal supremo tiene la potestad de revocar las decisiones de un tribunal inferior”. 

“Las decisiones del ego son siempre erróneas porque están basadas en el error para cuya defensa se tomaron. El ego no interpreta correctamente nada de lo que percibe”. 

“No sólo cita las escrituras para defender su causa, sino que incluso las interpreta como testigos a su favor. A juicio del ego la Biblia es algo temible. Al percibirla como algo temible la interpreta con miedo”. 

“Al sentir miedo, no apelas al Tribunal Supremo porque crees que fallaría en tu contra”. 

Carlos comprendía mucho mejor a su amigo. Sentirse atacado y condenado por los humanos sin saber los motivos interiores que se desarrollaron en el hecho, era el punto de máximo error. También los humanos eran prestos a condenar en los demás lo que en ellos mismos no veían condenable como les pasó en el relato de la prostituta con Jesús.