Sebas fijaba su atención en una de las experiencias que le había dejado huella en su experiencia. Un muchacho de unos dieciséis años, amigo suyo, conociendo que era adoptado, deseaba conocer a sus padres biológicos. La experiencia con sus padres adoptados era excelente.
Aprendió en aquel momento lo que se denominaba la llamada de la sangre. Una fuerza interior lo impelía a conocer a aquellas personas que le dieron la vida física, pero que no pudieron compartirle la vida afectiva, la vida de experiencia y la vida de la comunicación conjunta.
Parecía que en el interior del ser humano había un resorte capaz de ponerse en marcha ante cierto conocimiento para la búsqueda de sus progenitores. Sebas pensaba que algo similar había pasado con cada persona en este mundo. Los padres biológicos eran los causantes de su aparición en carne.
Sin embargo, sabiendo que todos teníamos un Padre Celestial, un Dios Creador que nos había pensado, se había deleitado con nosotros, un resorte parecido debía ponerse en funcionamiento para conocer a nuestro Padre Eterno.
“Acuérdate siempre del Reino, y recuerda que tú formas parte de él, jamás te puedes perder. La Mente que estaba en mí está en ti, pues Dios crea con absoluta imparcialidad”.
“Deja que el Espíritu Santo te recuerde siempre Su imparcialidad, y déjame enseñarte cómo compartirla con tus hermanos. ¿De qué otra manera sino se te puede brindar la oportunidad de reivindicarla para ti mismo?”
Ambas voces hablan simultáneamente en favor de diferentes interpretaciones de una misma cosa, o casi simultáneamente, pues el ego habla primero”.
“Las interpretaciones que representan la otra alternativa no se hicieron necesarias hasta que se concibió la primera de ellas”.
Sebas agradecía en su alma esa imparcialidad en la mente divina, y esa imparcialidad en nosotros mismos. No eran personas más queridas, menos queridas, más privilegiadas, más dejadas de lado. Todas tenían la misma posibilidad de estar unidas con el Creador.
Una unidad que atraía el corazón, la mente, el alma y los anhelos de Sebas en su caminar en la búsqueda de su Padre Celestial.
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