miércoles, octubre 31

LA MENTE SE EQUIVOCA


Pablo estaba alerta sobre la opinión que le despertaban los demás. Hacía poco tiempo que había descubierto la proyección. Nuestros ojos, nuestros oídos, nuestro tacto podían deducir el estado de ánimo de los demás, sus reacciones y tener una idea de cómo se encontraban. 

Sabía que cada una de las personas no nos conocíamos en nada a nosotros mismos. Estábamos tan acostumbrados a mirar fuera de nosotros que no teníamos tiempo para mirar adentro. Pero alguien muy inteligente nos compartió que lo que vemos en los demás es lo que somos nosotros. 

Pablo conocía por experiencia que algunos comportamientos de los otros no le afectaban en nada mientras que otros, sí. En el proceso de proyección se instalaba la idea de que aquello que rechazábamos en nosotros lo rechazábamos en los demás. 

Así iba descubriendo que los inconvenientes que le despertaban los demás eran los propios. Los mismos que en su interior no aceptaba de ninguna manera. Ese descubrimiento le ayudó mucho a conocerse a sí mismo. No nos conocíamos nosotros mismos, los demás nos ayudaban al actuar como espejo de nosotros. 

“Repudias lo que proyectas, por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas”. 

“Puesto que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque continúas manteniéndolo separado de ti”. 

“Al hacer esto de forma inconsciente (es decir, no te das cuenta) tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo”. 

Pablo descubría que nuestra mente era enrevesada y no justa. Creer que, al proyectar sobre los demás nuestra basura, equivalía a sacar la basura de nuestra mente era un error sustancial. 

La basura de nuestra mente sólo podía desaparecer expulsándola al cambiar de pensamiento, de comprensión y de actitud injusta de nuestra mente. Era un regenerarse, cambiar de dirección y considerar que esa basura alimentada por unas ideas debía desaparecer por la aparición de nuevas ideas. 

Las ideas equivocadas fabricaban basura. Las ideas oportunas la expulsaban de la mente. Las ideas equivocadas dejaban paso a las justas y ya no tenían nada que ver con la mente. Ese era el proceso expresado por Jesús con la idea griega de ‘metanoeite’, es decir, transformaos, cambiad las ideas.

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