jueves, octubre 18

NUESTRO PLAN DIRECTOR


Abel recordaba la posibilidad que tenía la mente para cambiar de plan de referencia. Estaba en una cena de Navidad con la familia. Unos eran vegetarianos y otros eran omnívoros. Un padre y su hijo, ambos omnívoros, se burlaban de los demás que no sabían apreciar las delicias de la carne. 

Los que eran vegetarianos los escuchaban con respeto y no entraban en discusiones de ningún tipo. Esa actitud de aceptación les espoleó para decir en voz alta entre ellos los placeres que los otros se evitaban por no ser omnívoros como ellos. El ambiente en la cena era agradable a excepción de esos comentarios. 

Todos concluyeron que debido a la tolerancia entre todos no era necesario utilizar comentarios de superioridad, de menosprecio a los demás, de inconvenientes que sólo servían para poner de relieve unos gustos que eran muy personales dentro de la libertad del individuo. 

La navidad siguiente pasó algo singular. Ese padre y ese hijo decidieron unirse a los vegetarianos y ya no comieron carne. Ahora en lugar de estar calladitos sobre su decisión de cambio, decían lo mismo, pero en sentido contrario. Decían que los omnívoros no sabían la salud que se perdían. 

“Se te ha pedido que me tomes como modelo para tu aprendizaje, ya que un ejemplo totalmente nuevo es un recurso de aprendizaje sumamente útil. Todo el mundo enseña, y enseña continuamente”. 

“Asumes inevitablemente esta responsabilidad en el momento que aceptas cualquier premisa, y nadie puede organizar su vida sin un sistema de creencias”. 

“Una vez que has desarrollado un sistema de pensamiento, sea cual fuere su clase, riges tu vida de acuerdo con él y lo enseñas. Tu capacidad para ser fiel a un sistema de pensamiento podrá estar mal situada, pero aún así es una forma de fe y se puede canalizar en otra dirección”. 

La capacidad de cambio era la cualidad del sistema de pensamiento. La persona podía realizar esos cambios. En ella no se instalaba la frase que alguna vez se repetía: ‘genio y figura hasta la sepultura’. Los cambios en nuestros sistemas de creencias y, por ende, de pensamientos, era nuestro camino de libertad.

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