domingo, octubre 14

UNIÓN TOTAL


Gonzalo, en muchos de su adolescencia, tenía dudas, si en algún momento abandonaba la línea escogida eterna, y por ello se derivaría una consecuencia de castigo y expulsión. También sufría el pensamiento cuando de alguna manera había metido la pata y merecía una reprensión por ello. 

Siempre en su interior, en aquellos días, su vida oscilaba entre lo oportuno y lo censurado. Su curiosidad quería conocer algunas cosas censuradas. Había descubierto que no todo lo prohibido era malo y que no todo lo denominado ‘bueno’ era oportuno. 

El mundo de los mayores tenía sus contradicciones. Un manojo de miedos y de culpas se dibujaban en sus pensamientos y sin darse cuenta, trasladaban ese mundo claroscuro sobre los hijos. Por ello, cada generación con una visión menos condicionada que la de sus padres veía nuevos caminos que cambiaban. 

Gonzalo, en su época, junto con la gente joven, decidieron que la relación entre padres e hijos no estaba basada en el hablarse de usted y en el respeto porque sí. Los hijos sentían que la relación debía estar basada en la comprensión y en la conversación entre las dos generaciones. Querían llegar a pactos. 

Y esa forma de ser la transmitieron a sus hijos y se dieron cuenta que los problemas surgían por no haber una conversación franca y sincera entre padres e hijos. Gonzalo trató que no pasara en su familia y desarrolló todo un tesoro de conversación continua e inteligente con su descendencia. 

“¿Por qué prestarle atención a las continuas y dementes exigencias que crees que se te hacen, cuando puedes saber que la Voz que habla por Dios se encuentra en ti?” 

“Dios te encomendó Su Espíritu, y te pide que tú le encomiendes el tuyo. Su Voluntad dispone que este permanezca en perfecta paz porque tú eres de una misma mente y de un mismo espíritu con Él”. 

“El último recurso desesperado del ego en defensa de su propia existencia es excluirte de la Expiación. Ello refleja a la vez la necesidad de mantenerse separado, y el hecho de que tú estás dispuesto a ponerte de parte de la separación por la que él aboga”. 

“El hecho de que estés dispuesto a ello significa que no quieres sanar”. 

Gonzalo comprendía que esa idea de separación, de alejamiento, incluso dentro de la misma familia, era la idea que las generaciones jóvenes no querían aceptar. Los mayores ya habían aceptado que otras instancias les dijeran lo que debían pensar. Los jóvenes sentían que la Voz de Dios estaba en ellos. 

El paso del tiempo no pudo quitarle esa idea. Muchos mayores le decían que ya cambiaría esa forma de ver el mundo al hacerse adulto. Con los años de la jubilación, Gonzalo todavía sentía esa Voz del Espíritu de Dios en él y en muchas personas mayores y jóvenes. No había diferencia de edad para sentir a Dios y Sus Palabras dentro de nosotros.

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