martes, julio 31

LA ELECCIÓN DE LOS SABIOS

Pablo quedaba prendado de la sabiduría de los sabios. Siempre había un camino para conocer la verdad cuando la apariencia no ofrecía ninguna vía de conocimiento. Solamente el corazón, el sentimiento, el amor y la entrega podía ofrecer ese supuesto que daría la verdad. 

Pablo recordaba el incidente de las dos madres ante el rey Salomón. Las dos pretendían ser su madre. Era la palabra de una contra la palabra de la otra. Una había perdido a su hijo. Quería retener al hijo de la otra. Asumió que era su verdadera madre. 

El niño no podía elegir. Había venido al mundo con el cuidado de un útero materno maravilloso y delicioso. No conocía a su madre, pero la había experimentado. La auténtica madre guardaba el mismo tipo de relación con su hijo. Una unión de sentimientos vividos y sentidos, aunque todavía no se conocían. 

La decisión del rey cayó como una actitud deshumanizada. ‘Cortad al niño en dos y le dais la mitad a cada una’. La madre falsa pensaba que, ya que no podía gozar de su hijo muerto, la otra tampoco lo gozaría. Eso la llenaba de gozo. La madre auténtica no deseaba la muerte de su hijo. Le había dado la vida. 

Y la vida de un hijo era el sentimiento más fuerte creado por la naturaleza y por el infinito. Le pidió al rey que se lo diera a la otra. No deseaba su muerte. El rey, aparentemente inhumano, pudo descubrir lo que la palabra no dejaba entrever. El sentimiento auténtico no podía falsearse. Y le dio el hijo a su madre. 

“¿Cómo puedes enseñarle a alguien el valor de algo que él mismo ha desechado deliberadamente? Tiene que haberlo desechado porque no le atribuyó ningún valor”. 

“Lo único que puedes hacer es mostrarle cuánta infelicidad le causa su ausencia e írselo acercando lentamente para que pueda ver cómo mengua su infortunio según él se aproxima a ello”. 

“Esto le enseña a asociar su infelicidad con la ausencia de lo que desechó, y lo opuesto a la infelicidad con su presencia. Comenzará a desearlo gradualmente a medida que cambie de parecer con respecto a su valor”. 

“Te estoy enseñando a que asocies la infelicidad con el ego y la felicidad con el espíritu. Tú te has enseñado a ti mismo lo contrario. Sigues siendo libre de elegir, mas a la vista de las recompensas de Dios, ¿puedes realmente desear las recompensas del ego?” 

Pablo nunca hubiera podido resolver con su sabiduría el problema de las dos madres que pugnaban por ser la madre auténtica del niño, pero la generosidad, el amor, la comprensión y la sensibilidad que corría por esas venas que le habían dado la vida hicieron el milagro de la entrega. 

Y ese milagro era el que nos llamaba para encontrar la auténtica paternidad de nosotros mismos. Nos creábamos a nosotros mismos. Era un paso que debía volver a darse. La pregunta estaba clara. ¿Queríamos crearnos con las recompensas del ego? ¿Queríamos crearnos con las recompensas de Dios? 

La decisión era nuestra. Esa era la nueva creación en nuestra vida que nos daba la oportunidad de crearnos según nuestra propia libertad.

lunes, julio 30

LOS ARDIDES DEL EGO

Juan cada día se convencía más de conocer al ego. Ese ego que le acompañaba y que formaba parte de él mismo. No sabía cómo tratarlo y cómo erradicarlo de sí mismo. Sus raíces eran profundas y sus pensamientos se habían desarrollado llenas de confianza en sus propuestas. 

El ego campaba a sus anchas en todas las personas, en todos los amigos, en todos los compañeros de estudio. Muchas veces, al comparar sus conclusiones con la de sus personas allegadas, se creía apoyado en sus decisiones, pero ahora veía que no era del todo cierto. 

También había descubierto que no podía enfadarse contra él mismo, ni criticarlo, ni hablar mal, ni maldecirlo. Esas acciones le daban fuerza y le hacían más fuerte a ese ego. Tampoco era el miedo el que debía dirigir sus fuerzas. Ni luchar contra él como si fuera alguien que le disputaba su ser. 

Quería escuchar a Jesús para saber cómo ir creando su mentalidad y aceptarla como suya: “Todavía tienes muy poca confianza en mí, pero esta aumentará a medida que recurras más y más a mí – en vez de a tu ego – en busca de consejo”. 

“Los resultados te irán convenciendo cada vez más de que esta es la única elección cuerda que puedes hacer. Nadie que aprenda por experiencia propia que cierta elección le brinda paz y alegría, mientras que otra le precipita al caos y al desastre tiene más necesidad de persuasión”. 

“Es más eficaz aprender a base de recompensas que a base de dolor porque el dolor es una ilusión del ego y no puede producir más que un efecto temporal. Las recompensas de Dios, en cambio, se reconocen inmediatamente como eternas”. 

“Puesto que este reconocimiento lo haces tú y no el ego, el reconocimiento establece que tú y el ego no podéis ser lo mismo. Tal vez creas que ya has aceptado esto, pero aún no estás convencido de ello en absoluto”. 

“Prueba de ello es el hecho de que crees que debes escaparte del ego. Sin embargo, no puedes escaparte de él humillándolo, controlándolo o castigándolo”. 

Juan no podía humillar a nadie, ni controlar, ni castigar. Esas acciones redoblaban la fuerza del ego tanto en él como en la persona que lo recibía. El reconocimiento era la respuesta esperada. Ante las decisiones tomadas, ese reconocimiento de paz y alegría le indicaba que iba por el camino adecuado. 

Reconocer en el ser humano ese hálito de vida, ese hálito divino, ese hálito que lo elevaba por encima de las nubes y de los cielos era el respeto supremo que anidaba en nuestro corazón y en nuestra comprensión, para transmitirnos, los unos a los otros, esos retazos de corazón que hacían vibrar nuestros huesos. 

La eternidad latía en nuestras venas y con su cercanía nos recordaban la altura maravillosa de la vida plena que toda alma sincera, en su corazón, aspiraba.

domingo, julio 29

LA DEUDA CON EL HERMANO

Lucas se daba cuenta de que una forma de adquirir consciencia era ser sensible con las deudas de egoísmo que tenía con su hermano. El egoísmo te decía suave al oído que ganabas mucho más tú. El corazón te latía de forma especial al saber que la mayor ganancia era tuya. 

Era parte de tu mente dominada por el ego. La otra parte te indicaba que contraías, en tales ocasiones, una deuda que no se resarcía de ninguna ganancia. Comportarse con generosidad con el hermano siempre, siempre, comportaba una ganancia infinita y una posibilidad de haber reparado un punto de escape de tu ego. 

Era realmente un mal negocio. Las transacciones equivocadas con el hermano contraían deudas. Esas deudas te evitaban cambiar de mentalidad. Toda ganancia reportada por el ego en la temporalidad, era una deuda contraída con la eternidad. Los buenos comerciantes nunca harían tales tipos de negocios. 

“En el proceso de aprender a escapar de las ilusiones, es imprescindible que nunca te olvides de la deuda que tienes con tu hermano. Es la misma deuda que tienes conmigo. Cuando actúas egoístamente con otro, repudias la gracia que esta deuda te ofrece y la percepción santa que te reportaría”. 

“La palabra ‘santa’ puede usarse aquí porque a medida cuán endeudado estás con toda la Filiación, la cual me incluye a mí, te aproximas tanto al conocimiento como la percepción lo permite”. 

“La brecha que entonces queda es tan diminuta que el conocimiento puede salvarla y eliminarla para siempre”. 

Lucas profundizaba en su acción de compartir y de no contraer deudas con el hermano ni con Jesús. No quería perder el regalo que se recibía por dar y la percepción santa que ganaría con esa acción. 

“Cuando actúas egoístamente con otro, repudias la gracia que esta deuda te ofrece y la percepción santa que te reportaría”. El ego te susurra que no pierdes nada. En efecto, no pierdes nada. Pero no te clarifica que no recibes la bendición de gracia de la divinidad y la percepción santa que te reportaría. 

Se perdían aspectos muy vitales en la formación de la mentalidad de Jesús. Y la formación de la mentalidad de Jesús era nuestro objetivo, era nuestra vida del espíritu, era nuestra eternidad, era nuestra plenitud.

sábado, julio 28

PARTE DE TU MENTE ES LEAL AL EGO

Marcos no podía olvidar, desde que lo descubrió, el aforismo que estaba inscrito en el templo de Apolo en la ciudad de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Aquellos hombres habían puesto en el punto de partida del conocimiento, de la verdad, la situación y la forma cómo actuábamos nosotros en la mente. 

A todos nos era evidente que la situación de paz, de inquietud, de angustia, de revés o enfado de la mente, la distorsionaba en su forma de pensar. La hacía funcionar de distinta manera. Por ello, ser consciente del estado de nuestra mente era la función básica de nuestro recto pensamiento. 

Saber, conocer, cómo funcionábamos en nuestra forma de tomar decisiones era vital para evitar los objetivos equivocados y alcanzar sabiduría en nuestras conclusiones. 

“El ego no reconoce el verdadero origen de la ‘amenaza’, y si te identificas con el ego, no entenderás la situación tal como es. Lo único que le confiere al ego poder sobre ti es la lealtad que le guardas”. 

“Me he referido al ego como si fuera una entidad separada que actúa por su cuenta. Esto ha sido necesario para persuadirte de que no puedes descartarlo a la ligera y de que tienes que darte cuenta de cuán extensa es la parte de tu pensamiento que él controla”. 

“Sin embargo, no nos podemos detener ahí, pues de lo contrario, no podrás sino pensar que mientras estés aquí, o mientras creas estar aquí, estarás en conflicto. El ego no es más que una parte de lo que crees acerca de ti”. 

“Tu otra vida ha continuado sin ninguna interrupción, y ha sido, y será siempre, completamente inmune a tus intentos de disociarte de ella”. 

Marcos quería llegar a la esencia del poder del ego en su vida. Se repetía esas palabras que le ofrecían una puerta preciosa: “Lo único que le confiere al ego poder sobre ti es la lealtad que le guardas”. Sin lealtad no había poder de esa fuerza que nos ligaba a nosotros mismos y a nuestra autodestrucción. 

Era un respiro hermoso comprender que el ego no ocupaba toda la extensión de la mente: “El ego no es más que una parte de lo que crees acerca de ti”. El germen de libertad, de unidad con el eterno permanecía inalterado: “Tu otra vida (sin ego) ha continuado sin ninguna interrupción, y ha sido, y será siempre, libre de contaminación del ego”. 

Noticias de libertad entraban en el corazón de Marcos. Marcas de eternidad le llenaban todos los poros de su piel. Principios que superaban sus planteamientos iniciales iban cambiando y disminuyendo su lealtad al ego. Ese tipo de lealtades no tenía ningún sentido. 

Ser leal en mantener una ofensa, un rencor o una venganza era todo un tiempo de inutilidad. Ese tipo de lealtades carecía de poder.

viernes, julio 27

¿LA ETERNIDAD DEL EGO?

Mateo había pasado gran parte de su primera juventud hasta los treinta años con una sensación contradictoria. No alcanzaba a comprender la eternidad. Influenciado de forma inconsciente por el ego, lo consideraba de un aburrimiento terrible y de una angustia difícil de soportar. 

La eternidad implicaba que nada cambiaba que todo era igual y que nada tenía fin. El ego siempre miraba el pasado. Por eso, revivir el pasado una y otra vez era algo destructivo. La idea de la eternidad cambió radicalmente en la mente de Mateo cuando descubrió que la eternidad era un presente continuo. 

El presente era una oportunidad diaria que la vida ofrecía para disfrute de todos los humanos. Era el momento de olvidar el pasado, cambiar los planteamientos equivocados y liberar unos ojos cargados de reveses e incomprensiones. Cada día ofrecía esa oportunidad como un regalo cargado de luz y de vida. 

Así la eternidad ofrecía una posibilidad que jamás antes había concebido. “El ego cree que es una ventaja no comprometerse con nada que sea eterno, ya que lo eterno sólo puede proceder de Dios”. 

“La eternidad es la única función que el ego ha tratado de desarrollar, si bien ha fracasado repetidamente. El ego transige con la cuestión de lo eterno, al igual que con todas las cuestiones que, de algún modo, tienen que ver con la verdadera pregunta”. 

“La cual espera encubrir y mantener fuera de la conciencia ocupándose de asuntos marginales. La tendencia típica del ego de estar continuamente ocupado con nimiedades tiene como objeto apoyar ese propósito”. 

“Uno de sus ardides favoritos para obstaculizar el aprendizaje es embarcarse en problemas diseñados de tal manera cuya resolución sea imposible. La pregunta que nunca formulan quienes se embarcan en tales maniobras dilatorias es: ‘¿Para qué?’”. 

“Esa es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. ¿Qué propósito tiene esto? Sea cual fuere dirigirá tus esfuerzos automáticamente”. 

“Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer”. 

Mateo comprendía estupendamente esa pregunta aplicada al presente: ¿Para qué? La respuesta venía cargada de alegría, de cambio, de superación, de nuevas oportunidades y de nuevas posibilidades para su vida. 

Cuando se refería al pasado, venía cargada de repetición, de desánimo, de falta de cambio y de falta de novedad en la vida. La eternidad basada en ‘el eterno presente’ era una bendición para la vida de cada persona. 

Mateo sonreía y sabía que su concepto había dado un cambio total. Ahora sí, la eternidad era su objetivo.

jueves, julio 26

BUSCA Y ENCONTRARÁS

Guille sabía que su camino de búsqueda era infinito. Desde pequeño siempre había estado aprendiendo todo aquello que no sabía, todo aquello que lo rodeaba y que le llamaba la atención conocerlo. Era un investigador nato y siempre, a cada edad, encontraba aquello que lo llenaba de conocimiento y de plenitud. 

Sabía que más allá de la persona, más allá de todos los árboles, estrellas y cielo, se movía un espíritu que cuidaba de todos los humanos. Era algo intuitivo que le indicaba el corazón, la mente, y sus reflexiones. Tenía un alto concepto del hombre para que no tuviera un origen muy distinto a los demás animales vivientes. 

La capacidad del ser humano de ver, de reflexionar, de comprender, de preguntarse por sí mismo, de tener la capacidad de cambiar sus actitudes, lo dotaban de unas riquezas que no podían tener su origen en algo perecedero. Así que siempre se estaba haciendo preguntas. 

“Esta es la pregunta que debes hacerte: ‘¿Adónde debo acudir en búsqueda de protección?’. ‘Busca y hallarás’ no significa que tengas que buscar ciega y desesperadamente algo que no podrás reconocer”. 

“La búsqueda que tiene sentido se emprende conscientemente, se organiza conscientemente y se dirige con consciencia. El objetivo debe formularse con claridad y luego tenerse presente”. 

“Aprender y querer aprender son inseparables. Te resulta más fácil aprender cuando crees que lo que estás tratando de aprender tiene valor para ti. Ahora bien, no todo lo que tal vez quieras aprender tiene valor duradero”. 

“En realidad, muchas de las cosas que quieres aprender tal vez las hayas escogido precisamente porque su valor es efímero”. 

Guille lo tenía claro. Su tendencia interior siempre lo guiaba hacia aquello que era eterno. La paz, la serenidad, la plenitud, la grandeza del ser humano era algo más que un momento efímero.

miércoles, julio 25

EL HOGAR DEL EGO

Benito tenía en su cuerpo una cicatriz que se había hecho grande con su desarrollo. Tenía un año cuando fue intervenido y le dejaron dos gomas para drenar sus pulmones con salida por la espalda a la altura de su omóplato derecho. 

El cuerpo se había agrandado y la cicatriz había reducido su extensión, pero su presencia siempre marcaba aquellos agrios momentos para su madre y para su familia. La vida le iba en ello y esperaban que pudiera salir de aquel percance sin ninguna dificultad. 

Su madre vivió siempre con el alma en vilo. Le dijeron que había posibilidad de que no se desarrollase normalmente. El cuerpo, de esa manera, adquiría una importancia vital en la vida de una persona. Si el cuerpo se desarrollaba bien, se podía vivir sin darle una atención excesiva. 

Era entonces cuando todo se equilibraba. El cuerpo pasaba a un segundo término en nuestras vidas. Benito pudo desarrollarse bien y su cuerpo dejó de ser la primera premisa de su existencia. 

“El ego es el hogar que el ego ha elegido para sí. Esta es la única identificación con la que se siente seguro, ya que la vulnerabilidad del cuerpo es su mejor argumento de que tú no puedes proceder de Dios”. 

“Esta es la creencia que el ego apoya fervientemente. Sin embargo, odia al cuerpo porque no lo considera lo suficientemente bueno como para ser su hogar. En este punto es donde la mente queda definitivamente aturdida”. 

“Habiéndole dicho el ego que ella es parte del cuerpo y que el cuerpo es su protector, también le dice que el cuerpo no puede protegerla. Por consiguiente, la mente inquiere: ‘¿Dónde puedo encontrar protección?’, a lo que el ego responde: ‘En mí’”. 

“La mente, y no sin razón, le recuerda al ego que él mismo ha insistido que con lo que ella se tiene que identificar es con el cuerpo, de modo que no tiene objeto recurrir a él para obtener protección”. 

“El ego no dispone de una respuesta plausible para esto, puesto que no la hay, pero sí dispone de una solución típica: eliminar la pregunta de la conciencia. Una vez fuera de la conciencia la pregunta puede producir desasosiego, y de hecho lo produce, pero no puede ser contestada porque no puede ser planteada”. 

Así comprendía Benito mucho mejor que el olvido del cuerpo y del ego provenía de una buena salud y de un buen desarrollo. La mente no era parte del cuerpo. La mente era parte del espíritu. Así lo vivió durante muchos años en su matrimonio y con la venida de sus hijas. 

El espíritu de unión, de amor, de protección mutua y de búsqueda de Dios para poner en sus planteamientos su confianza, les dieron la fuerza adecuada para superar todo inconveniente con sus cuerpos. La vida entonces tomaba los mejores rumbos de cariño, de apoyo y de confianza mutuas.

martes, julio 24

EL DESEQUILIBRIO DEL EGO

Samuel había visto que en las discusiones le afectaba mucho que le dijeran que no tenía razón. Era como una lanza que había dado en la diana de sus entrañas y le ponía hecho una furia. Se desesperaba en sus discusiones, en sus argumentos y con sus palabras trataba de contrarrestar dicha afirmación. 

La incomodidad hacía acto de presencia. Su revés no se podía disimular. Se sentía vencido, herido, revolcándose en el fango, pero luchando como un desesperado tratando de encontrar el argumento que le devolviera el equilibrio de la discusión y no se pudiera evidenciar su falta de razón. 

A veces lo lograba y se sentía vencedor en tal fiera batalla. En otras ocasiones no lo conseguía y abandonaba el grupo con el sentimiento de derrota grabado en cada uno de sus poros que le rodeaban con sus respiraciones particulares de incomodidad sentida. 

A veces se decía que cada ser humano ansiaba tener la razón. Al menos, no dejar que los demás se lo demostraran con cierta facilidad. Se tomaba muy en serio y aunque trataba de ser comprensivo, el mero hecho de sentirse sin la razón lo enrabietaba. 

Al leer aquellas líneas plenas de sabiduría podía comprenderse un poco más a sí mismo. “Una de las causas principales del estado de desequilibrio del ego es su falta de discernimiento entre lo que es el cuerpo y lo que son los Pensamientos de Dios”. 

“Los Pensamientos de Dios son inaceptables para el ego porque apuntan claramente al hecho de que él no existe. El ego, por lo tanto, los distorsiona o se niega a aceptarlos. Pero no puede hacer que dejen de existir”. 

“El ego, por consiguiente, trata de ocultar no sólo los impulsos ‘inaceptables’ del cuerpo, sino también los Pensamientos de Dios, ya que ambos suponen una amenaza para él”. 

“Dado que lo que básicamente le preocupa es su propia supervivencia ante cualquier amenaza, el ego los percibe a ambos como si fueran lo mismo. Y al percibirlos así, evita ser aniquilado, como de seguro que lo sería en presencia del conocimiento”. 

Samuel entendía un poco mejor esos arranques personales donde la falta de razón le ponía enfebrecido contra las personas que se le enfrentaban. El conocimiento, la razón, estaba de parte de la serenidad y de la unión. 

Querer tener razón estaba en la parte de la imposición y de arrasar al contrario con los argumentos, aunque fueran sacados por los pelos y no fuera ni siquiera justo utilizarlos. Daba igual. Lo importante era ganar, no ser cortés, comprensivo y amable. 

La unión venía por los Pensamientos de Dios y por la concordia de todos sus hijos. No había división. Todos nos sentíamos unidos y apoyándonos en nuestras respectivas contrariedades con la mano amiga y ayudadora.

lunes, julio 23

EL SANO JUICIO

Daniel admiraba en algunos hombres de edad no sus experiencias, no sus relatos, ni siquiera sus trofeos y sus fracasos. De todo había cuando se les dejaba hablar. Lo que le llamaba la atención era el sano juicio que utilizaban en su vida y en todas las decisiones que compartían con quienes le consultaban. 

Ese sano juicio que normalmente faltaba a los jóvenes llenos de energía, pero llenos de ignorancia; llenos de fuerza, pero faltos de cordura; llenos de enfrentamientos, pero carentes de comprensión. Los jóvenes trataban de ganar, de imponerse, de humillar y dejar en mal lugar. 

La victoria era una forma de imponerse y de autorrealizarse. Se creían que lo podían cambiar todo. Los hombres con sano juicio buscaban el equilibrio, la paz y el entendimiento. La cordura les adornaba y no dejaban a nadie lastimado con sus sanos consejos y advertencias. 

“Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. En esto no hay excepciones, salvo el juicio del ego. El ego se mantiene extremadamente alerta con respecto a lo que le permite llegar hasta la conciencia, y esa no es la manera como una mente equilibrada se mantiene ecuánime”. 

“El desequilibrio del ego se acentúa aún más porque mantiene su motivación principal oculta de tu conciencia, y hace que el control predomine sobre la cordura”. 

“El ego tiene todas las razones del mundo para hacer esto, de acuerdo con el sistema de pensamiento que le dio origen y al que sirve. Puesto que el sano juicio juzgaría irrevocablemente contra él, el ego lo tiene que eliminar en aras de su propia supervivencia”. 

El sano juicio debía salir de una mente que hubiera entendido con claridad las estrategias del ego para desequilibrar y atacar. Daniel nunca había entendido que las formas en todos los momentos eran determinantes. 

La verdad no necesitaba de gritos, de aspavientos, de amenazas, de ira, ni de impotencia. La verdad sólo necesitaba de su propia fuerza, expresada con paz, compartida con serenidad y abrazada por la pura bondad. La verdad se ofrecía no con imposición sino llena de los aromas del encuentro con la eternidad.

domingo, julio 22

TU MENTE SUPERIOR

David en muchos momentos del análisis de sus pensamientos, se había quedado sorprendido de los pensamientos tan excelsos que aparecían en su mente junto con otras ideas que, de vez en cuando, no estaban a la altura de esos pensamientos previos. 

No llegaba a comprenderse. ¿Cómo podían aparecer conceptos tan dispares? Eran motivo de sorpresas en sí mismo y sorpresas en el comportamiento de algunas personas que le habían dejado sin palabras. No se hubiera esperado tales comportamientos. 

Siempre le decían que somos humanos y que era natural en el ser humano ser tan diferente en tiempos distintos en algunos temas. Era una nota de sabiduría y de distinción que le ayudaba a comprenderse y a comprender a los demás. Las sorpresas eran lo vital en la vida. 

Al leer aquellas palabras del párrafo, podía entender la diferencia entre la mente superior y la mente inferior. 

“Yo no ataco tu ego. Trato con tu mente superior – la morada del Espíritu Santo – tanto si estás dormido como si estás despierto, al igual que tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar”. 

“Me mantengo alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que te resulta imposible reconocer tu propia esperanza. No estoy equivocado. Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles”. 

“Tú y tu hermano os uniréis finalmente en mi nombre, y vuestra cordura os será restaurada. Resucité a los muertos porque sabía que la vida era un atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó”. 

“¿Por qué crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los desanimados o estabilizar lo inestable? Yo no creo que haya grados de dificultad en los milagros; tú sí”. 

“Te he llamado y tú responderás. Yo comprendo que los milagros son acontecimientos naturales porque son expresiones de amor. El que yo llame es tan natural como el que tú respondas, e igualmente inevitable”. 

David se llenaba de alegría. A pesar de las dificultades, a pesar de las dos mentes, el Mismo Jesús estaba alerta para recordarnos nuestra propia esperanza. “No estoy equivocado. Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles”. 

A pesar de tener dos mentes: mente superior y mente inferior. Una es la morada del Espíritu Santo. La otra, morada del ego. Nuestra propia esperanza era la victoria de la mente superior. La mente del ego desaparecerá y viviremos en la paz del cielo con el Espíritu Santo.

viernes, julio 20

EL FIN DEL DOMINIO DEL EGO

Abel se había preguntado, en muchas ocasiones, cuándo ocurriría el fin del dominio del ego con el que muchas veces se identificaba sin saberlo. Al descubrir que él no era el ego, sino que era más bien una orientación, una actitud en su vida que elegía en momentos, sabía que tenía una salida para no elegirlo nunca más. 

La elección la estaba viendo más clara. Elegir la mente de Jesús, la actitud de Jesús, los pensamientos y las consideraciones de Jesús, los planteamientos del ego iban disipándose. Una nueva forma de pensar entraba en su mente, en sus planteamientos y en sus opiniones. 

Era comprensivo con todas las dificultades que la vida iba poniendo en nuestro camino. Y su apoyo siempre se elevaba por encima de ideas que nunca había considerado que lo liberaría totalmente. Dejar de defenderse a sí mismo, de poner de manifiesto su dignidad a través del enfado, dejaron de tener significado para él. 

“El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. El Segundo Advenimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la curación de la mente”. 

“Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. Estoy a cargo del Segundo Advenimiento, y mi juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca ataca”. 

“El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. Te aseguro que eso es un error de tu ego. No lo confundas con humildad”. 

Tu ego está tratando de convencerte de que él es real y de que yo no lo soy, ya que, si yo soy real, no puedo ser más real que tú. Ese conocimiento – y te aseguro yo que es conocimiento – significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado”. 

Abel sentía que algo se movía en su interior. Tenía muchas ocasiones donde había sentido la presencia de Jesús en su vida. Nunca se había sentido solo y siempre había experimentado su presencia en diversos momentos críticos de su vida. 

No lo podía compartir con nadie. Una sensación que lo llenaba y que le daba una dimensión nueva en su vida. Ahora lo comprendía mucho mejor. “El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. Te aseguro que eso es un error de tu ego. No lo confundas con humildad”. 

Jesús estaba con nosotros y nos había escogido. Era natural sentir el calor y la luz de su presencia con fuerza y con poder.

jueves, julio 19

ERES UN ESPEJO

Josué se sorprendía cuándo las mujeres eran capaces de llevar un doble plan en la vida. Hablaban de una manera para acercarse a las personas, pero en su interior tenían un plan diferente. La doble intencionalidad que veía en ellas le dejaban sin palabras. 

Cierto día hablando con su esposa, esta le indicó que la mujer siempre tenía una intención. Eso chocaba con su forma de ser. Él era un hombre noble. Nunca tenía una intención a la hora de dirigirse con nobleza a las personas. Reconocía que esa intencionalidad a veces acertaba, pero la mayoría de las veces se equivocaba. 

Ellas siempre daban vueltas y nunca se ponían de acuerdo respecto a un hecho porque cada una de ellas le ponía una intención diferente. Quizás, por eso, necesitaban la influencia de un hombre noble que les diera paz y tranquilidad en sus rodeos siempre inquietos en sus mentes. 

Tenían dichos para desvalorizar incluso la nobleza en el hombre. “Son simples y se pueden llevar muy bien”. “Son inocentes como corderos, sabremos llevarlos por donde queramos llevarlos”. La falta de paz las volvía inquietas. El enfrentamiento entre mujeres era mortal. Los hombres no lo comprendían. 

En cambio, la conjunción de la nobleza del hombre y la complejidad de la mujer era capaz de tejer nuevas realidades donde los dos se sentían en un nuevo nivel donde nadie se erigía como un poder orientador y dominador. 

“Eres un espejo de la verdad, en el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. Al tenebroso espejo del ego no tienes, sino que decirle: ‘No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad’. Deja entonces que el Santísimo brille sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser”. 

“Su Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a través de ti. Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí puede impedirte que le dejes resplandecer a través de ti”. 

Josué deseaba reflejar lo que era su auténtica realidad. Aceptaba que algo extraordinario ocurrió en la creación: “Su Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a través de ti”. 

Josué aceptaba esa afirmación que le daba tantas soluciones. Tanto la mente del hombre como la mente de la mujer reflejaban la Mente del Creador. No se podía menospreciar la mente de los hombres. No se podía poner peros a la mente de la mujer. 

Las dos mentes unidas reflejaban la Mente del Creador. Dios era hombre, Dios era mujer. El Creador era una unidad. Nuestras mentes debían también alcanzar esa unidad. Y ese era el camino. Apreciar la mente del hombre, apreciar la mente de la mujer. En esa unión, se descubrían los goces de la unión de hombre y mujer.

miércoles, julio 18

¿ELEGIR LA ADVERSIDAD?

Benjamín recordaba algunos momentos de su niñez cuando, frustrado por algún hecho sin importancia, se enfadaba y decidía vivir un día molesto, con cara larga, sin importarle nada la felicidad de los demás, y no apreciar todos los esfuerzos de su madre y de sus parientes para olvidarlo todo. 

A veces había pensado que mantenerse enfadado le daba cierto aspecto de importancia. Era como decirle a todo el mundo que su corazón estaba llagado. Y su corazón era mucho más importante que otra cosa. Prefería la cara seria a olvidar la incidencia y ponerse a jugar con los demás. 

Una vez que pasaba una hora, la fuerza de su molestia se calmaba y empezaba a considerar que su actitud y su forma de comportarse no era la adecuada. Por su mente pasaban con mucha rapidez los pensamientos del disfrute del juego si abandonaba dicha actitud negativa. 

Pero no la abandonaba fácilmente. Necesitaba más tiempo para rebajar su tensión interna y cambiar para dejar salir una actitud distinta y minimizar las adversidades de la mañana. 

“¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportunidades que has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar? El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera”. 

“Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso”. 

“Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu objetivo, y recházala. Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ese es el único uso acertado del juicio”. 

“Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar. Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente”. 

“Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. Deja que sea juzgado imparcialmente y no podrás por menos que retirarle tu lealtad, tu protección y tu amor”. 

Benjamín admitía que, en esos momentos de enfado, su lealtad, su protección y su amor se dirigía al rechazo por no estar de acuerdo con la adversidad. Esa lealtad, protección y amor, le hacían no dejar de considerar que tenía algo que defender. 

Pero, no había nada que defender. Las adversidades son indicios en el camino para cambiar el rumbo, para comprender las circunstancias, para aceptar que todo puede cambiar. Lo único que debía permanecer en paz era su interior y su corazón. Se podía ir por otro camino para rodear a la adversidad. 

Lo importante no era la adversidad. Lo importante era su buena actitud que siempre tomaba el mejor camino para que el poder de Dios se manifestara. “El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera”.

martes, julio 17

DESCORAZONARSE

Iván sentía en su interior que su vida y la vida de todas las personas era extraordinaria y respondían a un plan maravilloso. No era fruto de la casualidad que estaban en esta tierra, viviendo sus experiencias y teniendo sus pensamientos como parte de un plan global. 

Ese hermoso espíritu que podía ver en él y en los demás. Esos caminos llenos de comprensión y de apoyo. Esa sensación de estar tratando con los demás y descubrir que era como tratar consigo mismo. Todos respondían a un mismo motivo, a un mismo objetivo: apoyarse y ayudarse. 

Siempre le impactó una historia que quedó grabada en su corazón. Era un caminante a través de un camino lleno de nieve en una tormenta donde la blancura de las gotas iba endureciendo la capa construida en el suelo. La ciudad no estaba lejos. 

Pero el paso lento de una persona agotada físicamente, incapaz de hacer esfuerzos, le heló la mente, el alma y el corazón. Se dejó caer en un cierto abrigo del camino. Ya no quería seguir más. En su caída notó algo extraño. No era la dureza del suelo la que notó en su cuerpo. 

Separó la nieve, excavó un poco, se dio cuenta de que era el cuerpo de otra persona que había pensado lo mismo que él y estaba esperando la presencia del momento final de su existencia. Siguió excavando, empezó a hablar a la persona, y a darle ánimos y esfuerzo. 

Allí estaba él para ayudarlo y para apoyarle en esos momentos. La persona a duras penas se incorporó, oyó sus palabras y su sangre parecía que corría por sus venas de una forma más rápida. Apoyándose en su salvador empezaron a caminar juntos. 

El caminante no dejó de hablar, de apoyar, de animar, de calentar con sus palabras y su cercanía aquel cuerpo helado y frío. Poco a poco se fueron apoyando, se fueron afirmando sus pasos y el camino parecía que se podía recorrer y veían las luces del poblado. 

Allí llegaron los dos. La persona que se había abandonado y el caminante que quería abandonarse. El caminante comprendió que su ánimo por salvar a la persona, le había dado la fuerza que necesitaba para seguir en el camino. 

“El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente divague. No se trata de un problema de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo”. 

“Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. Los descorazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayudar a mí”. 

“Sin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado”. 

Iván se repetía que él no era su ‘ego’. Era consciente de que algunas veces lo elegía en su forma de pensamiento, en su forma de enfrentar las dificultades, en su forma de interpretar la vida. Por ello, sabía que podía dejar su ‘ego’ de lado y no dejarle dirigir sus ideas. 

“El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente divague”.

lunes, julio 16

NO TIENE POR QUÉ SER ASÍ

Gonzalo no podía explicarse algunos incidentes que ocurrían en su vida. En algunas circunstancias la animosidad contra su esposa era tan grande que la distancia entre ellos crecía con tal fuerza que se repelían con todas sus energías. No se explicaban, en esos momentos, por qué estaban juntos. 

Sin embargo, pasado el momento del enfrentamiento, sus experiencias se unían, se pedían perdón y recobraban lo maravilloso de su historia conjunta. ¿Cómo era posible que surgieran esas discrepancias tan severas en algunos momentos? 

Eran experiencias que se habían dado y que trataban en la medida de lo posible que no se repitieran. Gonzalo en sus lecturas había encontrado una razón para comprender un poco mejor por qué pasaban esos episodios tan desagradables. 

“Cuando te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera”. 

“Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad procede de los caprichos del ego. Reconoce que eso no tiene por qué ser así. Puedes estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor”. 

“Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero tú no. Los pecados del ‘ego’ déjamelos a mí. Ese es el propósito de la Expiación”. 

“Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede experimentar culpabilidad. Eso no tiene por qué ser así”. 

“Cuando hayas abandonado un desánimo voluntario, verás que tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. Eso no tiene por qué ser así”. 

Gonzalo había cometido un craso error. Se había identificado con su ‘ego’. Se repetía esas palabras que comprendía ahora: “recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero tú no”. “Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ‘ego’ sigue al mando. Eso no tiene por qué ser así”. 

Al tener la capacidad de poner al mando de nuestra vida bien la creencia en el ego, o la creencia en la eternidad, Gonzalo comprendía que aquellos enfrentamientos tan fraternales se debían al poner al mando al ‘ego’. Cuando el ‘ego’ desaparecía el amor que se profesaban surgía con toda su fuerza y con todo su esplendor.

domingo, julio 15

CAMBIO DE ENFOQUE

José se daba cuenta, por primera vez, que él no era como pensaba que era. Sin darse cuenta, se había construido una mentalidad para interpretar la vida, los hechos, las incidencias y los inconvenientes que le llegaban a su vida. Sin embargo, en muchos momentos, pensaba que otra posibilidad de pensar era posible. 

Cuando era inconsciente de su mentalidad, siempre concluía con la frase de resignación: “yo soy así”. José era consciente de que no podía intervenir en el desarrollo de su cuerpo físico. Sólo podía comer y evitar estar enfermo. El resto el cuerpo lo hacía solo sin su permiso ni intervención para nada. 

Él pensaba que era lo mismo para la mente. Era algo que no había elegido y que interpretaba los hechos de una manera ya predeterminada de antemano como lo hacía el cuerpo. Sin embargo, era totalmente distinto. Con el cuerpo no tenía una intervención muy directa, pero con su mente, la intervención era total. 

La mentalidad del ser humano, su forma de pensar, su forma de enfrentar las circunstancias, dependía de él, solamente de él. Cada uno desarrollaba sus prioridades, sus esfuerzos, sus logros, sus objetivos y su camino para lograrlos. 

“He dicho que no puedes modificar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad”. 

“Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser así”. 

“En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. Examina honestamente qué es lo que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases”. 

“Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios”. 

“Esto puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de como piensa Él. Tu mente y la de Dios son una. Negar esto y pensar de otra manera ha conservado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente tu mente”. 

“Como hermano que te ama, tu mente es de su importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las gloriosas creaciones de un Padre glorioso”. 

José captaba que debía cambiar la mentalidad respecto a la relación con su Padre celestial. Era mucho más difícil pensar diferente a Dios que pensar en su misma línea. Le había causado un impacto muy fuerte la siguiente frase: “Tu mente y la de Dios son una”. 

Enfocando la mentalidad hacia la Mente de Dios, José sabía el camino que debía recorrer. Una seguridad que lo llenaba de alegría, de gozo, de comprensión y de un vibrar especial que resonaba a su alrededor. No quería olvidar ese descubrimiento: “Tu mente y la de Dios son una”.

viernes, julio 13

ESCUCHAR LA VOZ

Darío todavía se preguntaba de dónde venía aquella voz interior que oyó con claridad de conciencia indicándole que fuera por aquel camino que le proponía para seguir con su tesis doctoral. Estaba tranquilo. Hacía días que había dejado de pensar en su tesis. 

Estaba en uno de sus puntos en los que la mente se hallaba desconcertada ante el camino que debía escoger para hallar una solución a su trabajo académico. Una dificultad se elevaba con una imponente altura. Ante tal situación, optó por no preocuparse. No era una obligatoriedad terminar su trabajo. 

Se trataba de otro de los desafíos hermosos que la vida le proponía para seguir con su descubrimiento continuo y constante. La paz le invadió. Dejó pasar el tiempo y permitió que, lejos de la angustia por el desconcierto, la serenidad se hiciera dueña de su alma. 

Una tarde tranquila, se sentó en un banco de aquel amplio y hermoso parque delante de aquel estanque donde un chorro central atraía la mirada de los paseantes y los pensamientos bellos de los que se fijaban en la espuma de lo alto de su cima. 

Su mente se perdió en la belleza que circundaba todo el lugar. Sentía que el vuelo imaginario de su mente se perdía delante de tanta variedad de colores naturales y acariciantes. Una idea se deslizó hasta su mente y le dijo cómo debía continuar con su tesis. 

Fue la intuición y la voz más certera que pudo comprobar varias semanas más tarde cuando fue aplicando esa idea a todo el libro objeto del análisis. 

“Si no puedes oír la voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. Pero que sí escuchas la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento”. 

“No obstante, eso es lo que quieres. Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo”. 

“El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. ¿De qué otra manera sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia?” 

“Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo depende de ti”. 

Darío se había preguntado, en muchas ocasiones, la posibilidad de escuchar la voz de Dios. Ahora se daba cuenta de que la voz, fuera de Dios, o bien del ego, salía de su interior. Las actitudes, los sentimientos y el comportamiento, le decían que escuchaba esa voz y que decidía e imaginaba siguiendo sus dictados. 

Esa tarde supo que la voz de Dios había descendido hasta su pensamiento. Nadie le había hablado acercándose al oído. Como nadie le había hablado al oído cuando se oponía al perdón que le pedían y lo rechazaba. La voz siempre estaba presente y no podía acallarla. Sólo se trataba de seguir la voz de Dios que siempre nos hacía presentes de su origen y de nuestra maravillosa naturaleza divina. 

Darío expandía sus pulmones con toda potencia, fuerza y alegría. Sabía que la voz de Dios vivía en su interior. Sabía que la voz de Dios siempre estaba con él. Nunca le faltaba. Ahora solamente tenía que decidir no seguir la voz del ego cuando en su mente interfería.

jueves, julio 12

JUSTIFICAR LO INJUSTIFICABLE

Mario recordaba los días en que volvía a clase después de que su madre le dijera que no podía ir porque debía ayudarle. Eran ocasiones en que no se sentía cómodo. No le gustaba faltar a clase. Sabía que habría materia nueva y que se quedaría atrasado. 

Sabía que muchos de sus compañeros se alegraban de dichas circunstancias. Era un día sin estar en el colegio. Pero para Mario era un revés. La asistencia a clases era una delicia y se lo pasaba estupendamente aprendiendo, saliendo a la pizarra a realizar ejercicios y competir sanamente con sus compañeros. 

Había varios grupos en clase de ocho chicos. Mario pertenecía al primero. Dentro del grupo iban ocupando los lugares del uno al ocho. Según las preguntas, iban adelantando o retrocediendo. Era un juego, sin más. No había regalos ni otro tipo de menciones. A Mario le encantaba ocupar los primeros puestos. 

Un día sin ir a clases le afectaría mucho. No estaría al tanto de la materia que se había dado y cualquier pregunta lo relegaría al último puesto. Sin embargo, comprendía mucho a su madre. A pesar de que no le gustaba faltar a clase, sabía que debía apoyarla en sus propuestas. 

“Al sereno ser del Reino de Dios, del que eres perfectamente consciente cuando estás en tu sano juicio, se le expulsa sin miramientos de aquella parte de tu mente que el ego rige”. 

“El ego está desesperado porque se enfrenta a un contrincante literalmente invencible, tanto si estás dormido como si estás despierto. Observa cuánta vigilancia has estado dispuesto a ejercer para proteger a tu ego, y cuán poca para proteger a tu mente recta”. 

“¿Quién, sino un loco, se empeñaría en creer lo que no es cierto, y en defender después esa creencia a expensas de la verdad?” 

Mario aceptaba que debía ayudar a su madre. No discutía con ella por el inconveniente que le causaba la falta a clase. Todas esas ideas quedaban en su mente. La verdad, para él, era la petición de su madre. Era cierto que en los primeros momentos le hacía salir la adversidad. 

La confianza en su madre le indicaba por dónde iba la buena decisión. La total entrega a su madre le tocaba los elementos sensibles de su corazón para darle todo su apoyo, todo su cariño, todo su ser. En esos momentos sabía que podía darle un poco de lo que ella le daba cada día, cada momento. 

Las mil ideas para oponerse ayudar a su madre, los inconvenientes que le producían se disipaban como el humo que dejaba ver con claridad la luz del día y de la verdad. Ante su madre, no había ninguna objeción. Abría sus brazos, la abrazaba y la besaba. Ese día sería para su madre.

miércoles, julio 11

LO TIENES TODO, LO ERES TODO

Luis creía que lo podía alcanzar todo. Tenía una fuerza interna que lo impulsaba como un resorte para conseguirlo todo. En los estudios se esforzaba para alcanzar el objetivo marcado por el maestro. Le entusiasmaban los logros y los medios para alcanzarlos. Le hacían sentir bien. 

Eso fue desarrollando en su interior una fuerza de confianza en sí mismo muy fuerte. Sabía que, si se aplicaba, se centraba, y lo tenía claro, el objetivo sería alcanzado sin ningún problema. No había obstáculos en su camino. En ocasiones oía a sus compañeros que ellos no eran buenos en letras o en ciencias. 

Luis no tenía problema. Le daba lo mismo pensar en la sutileza y la profundad humana de las letras que en los planteamientos concretos, prácticos y específicos de la ciencia. Era una mente abierta y nada se le atragantaba. Disfrutaba escribiendo una historia al igual que estudiando integrales. 

Eso le dio una idea de que todos los campos de conocimiento eran iguales. Pero había algo en lo que se equivocaba. En el terreno del espíritu descubrió que tenía leyes distintas. No se podía alcanzar lo que se creía que no se tenía en el interior. Se esforzaba en ser mejor cada día, pero, muchas veces, caía. 

Había descubierto que, cuando las personas confiaban en uno mismo, la persona era capaz de sacar lo mejor de su interior. Muchas madres sacaron de sus hijos lo que nadie creía que se podía obtener. Una madre capaz de apoyar y animar a sus hijos en cierta dirección extraía lo maravilloso que llevaban dentro. 

“En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: ‘Dios te ha dado todo’. Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortalmente”. 

“En el lenguaje del ego, ‘tener’ y ‘ser’ significan cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. El Espíritu Santo sabe que lo ‘tienes’ todo y que lo ‘eres’ todo”. 

“Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de ‘obtener’, que implica carencia, ha sido previamente aceptada. Por eso no hacemos ninguna distinción entre ‘tener’ el Reino de Dios y ‘ser’ el Reino de Dios”. 

Luis recordaba con un silencio sagrado la expresión de uno de sus alumnos que se le acercó al final del curso, después de haberlo superado todo, y le dijo: ‘Gracias, por haber confiado en mí. En mis momentos de flaqueza sólo debía pensar en ti. No podía fallar. Si decías que tenía esa habilidad en mi vida, era porque realmente la veías’. 

Un abrazo silencioso, teñido de unos momentos de emoción, y con una presión comprensiva, hablaban más alto que cualquier lenguaje analítico que no podía mas que callarse y dejar vivir esa especificidad del terreno del espíritu. Si crees que lo tienes, lo eres.

martes, julio 10

SU REINO

Enrique recordaba cuando en su relativa juventud le vino la idea de que Dios, el Padre, nos necesitaba a nosotros como nosotros lo necesitábamos a Él. Al principio le imponía el pensamiento. Lo dejó en su cabeza y continuó viviendo y teniendo experiencias. 

Llegó a ser padre. Entonces empezó a comprender un poco más a Dios, Padre. La ligazón emocional, de cariño, de afecto, de emociones y de responsabilidad por aquel ser tan diminuto le hacía sacar sentimientos nuevos y hermosos que lo completaban en su vida. 

Miró en su corazón la mirada de Dios, el Padre. Enrique veía que debían ser todavía más amorosos, cariñosos y profundos. La vastedad de la plenitud residía en el corazón divino. Él era un mero reflejo en su función de padre de su hija. El milagro estaba servido y la unión era totalmente una, una sola, una unidad totalmente fundida. 

Ahora ya no le parecía tan atrevido aquel pensamiento de joven cuando tuvo la intuición de que el Padre celestial tenía todavía más anhelo, más necesidad, de estar y vivir cerca de nosotros, de estar y vivir dentro de nosotros. El Padre celestial se revelaba como un corazón inmenso sin límites ni exclusiones. 

“Examina detenidamente qué es lo que realmente estás pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro”. 

“Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar a tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. Nos prepararemos para ello juntos”. 

“Una vez que Él haya llegado, estarás listo para ayudarme a preparar otras mentes a que estén listas para Él. ¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino?” 

Enrique estaba feliz. No solamente el Padre celestial tenía ese amor inmenso por nosotros. También contaba con nosotros para compartir ese amor ilimitado con otros. Éramos significativos como personas. Éramos significativos en la colaboración.