domingo, julio 8

TU PROPIA VOLUNTAD

Sebas siempre había sentido en su interior que las voces, las solicitudes, las ideas que aparecían en su mente, pasaban el filtro de su voluntad. No todas las voces lo pasaban, no todas las propuestas lograban infiltrarse. Unas ideas le atraían más; otras, las dejaba de lado. 

Algunas que había deseado durante mucho tiempo, se llenaban de dudas con los nuevos conocimientos que le llegaban. Otras que parecían nuevas se destacaban como más oportunas. Era un movimiento constante en su interior. La vida era una constante ebullición que le llenaba de posibilidades y de oportunidades. 

Al final, en casi todos los casos, la decisión final le correspondía a él mismo. Era una situación que aceptaba. No entendía, en algunas situaciones, las dudas de sus compañeros, de su novia, de gente que apreciaba cuando le consultaban sobre las diferentes posibilidades. 

Sebas las escuchaba, las evaluaba, las valoraba y daba su respuesta. En alguna ocasión, le preguntaron si no tenía miedo a equivocarse. Su respuesta, fiel a lo que sentía, expresaba la confianza en la intuición y, en ausencia de otros elementos racionales, era una oportunidad de desarrollar una hermosa experiencia que confirmaría si había sido adecuada o no. 

Al final sentía que no se equivocaba en ninguno de los supuestos. Toda experiencia no era una equivocación. Era la seguridad de que las nuevas informaciones le orientaban perfectamente en la consecución o en el rechazo de esos caminos. 

“Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficientemente fuerte o digna como para poder guiarte. En esto eres tan libre como Dios, y así será eternamente”. 

“Pidámosle al Padre en mi nombre que te mantenga consciente de Su Amor por ti y del tuyo por Él. Él nunca ha dejado de responder a este ruego, pues lo único que éste pide es lo que Su Voluntad ya ha dispuesto”. 

“Quienes piden sinceramente siempre reciben respuesta. No debes anteponer otros dioses a Él porque no hay otros dioses”. 

Sebas sentía tanta gratitud al Creador que esas palabras le llegaban muy hondo en su corazón: “Pidámosle al Padre en mi nombre que te mantenga consciente de Su Amor por ti y del tuyo por Él”. Esa consciencia era tan poderosa y tan verdadera que había descubierto a su Padre por el camino del amor. 

“Él nunca ha dejado de responder a este ruego, pues lo único que éste pide es lo que Su Voluntad ya ha dispuesto”. La conexión se había realizado. La unión se había obtenido. La alegría de la vida había hecho morada en la relación amorosa de cada uno con su Creador. Era una preciosidad infinita. 

Sebas guardaba esas palabras en su corazón y decidía con más fuerza que iba en la buena dirección y que su voluntad se unía a la Voluntad de su Padre que lo amaba sin ninguna restricción.

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