José se daba cuenta, por primera vez, que él no era como pensaba que era. Sin darse cuenta, se había construido una mentalidad para interpretar la vida, los hechos, las incidencias y los inconvenientes que le llegaban a su vida. Sin embargo, en muchos momentos, pensaba que otra posibilidad de pensar era posible.
Cuando era inconsciente de su mentalidad, siempre concluía con la frase de resignación: “yo soy así”. José era consciente de que no podía intervenir en el desarrollo de su cuerpo físico. Sólo podía comer y evitar estar enfermo. El resto el cuerpo lo hacía solo sin su permiso ni intervención para nada.
Él pensaba que era lo mismo para la mente. Era algo que no había elegido y que interpretaba los hechos de una manera ya predeterminada de antemano como lo hacía el cuerpo. Sin embargo, era totalmente distinto. Con el cuerpo no tenía una intervención muy directa, pero con su mente, la intervención era total.
La mentalidad del ser humano, su forma de pensar, su forma de enfrentar las circunstancias, dependía de él, solamente de él. Cada uno desarrollaba sus prioridades, sus esfuerzos, sus logros, sus objetivos y su camino para lograrlos.
“He dicho que no puedes modificar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad”.
“Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser así”.
“En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. Examina honestamente qué es lo que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases”.
“Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios”.
“Esto puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de como piensa Él. Tu mente y la de Dios son una. Negar esto y pensar de otra manera ha conservado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente tu mente”.
“Como hermano que te ama, tu mente es de su importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las gloriosas creaciones de un Padre glorioso”.
José captaba que debía cambiar la mentalidad respecto a la relación con su Padre celestial. Era mucho más difícil pensar diferente a Dios que pensar en su misma línea. Le había causado un impacto muy fuerte la siguiente frase: “Tu mente y la de Dios son una”.
Enfocando la mentalidad hacia la Mente de Dios, José sabía el camino que debía recorrer. Una seguridad que lo llenaba de alegría, de gozo, de comprensión y de un vibrar especial que resonaba a su alrededor. No quería olvidar ese descubrimiento: “Tu mente y la de Dios son una”.
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