martes, octubre 31

LA GRANDEZA DE LA TRANSFORMACIÓN

Daniel se deshacía en su mente lleno de alegría con nubes que pasaban y blancos que adornaban, con azules que fluían y contenían la maravilla de la vida. Su mente jugaba con palabras: amor, perdón, elevación, transformación, superación, ampliación, enriquecimiento, compartir, dar, sentir, vibrar y volar juntos por el cielo.

Un camino ilimitado para ir creándose a cada instante. Un camino infinito para ir realizando hermosuras del alma cada vez más hermosas, deliciosas, agradables y juguetonas llenas de paz, de alegría y de una profunda armonía que a todo le daba su belleza y su equilibrio en cada momento. 

Daniel veía que la seguridad del perdón, de la transformación y de la elevación era el camino natural de cada ser humano. No se podía dudar de él. No se podía cuestionar nada. Una dinámica interna nos llenaba de energía y nos daba esa profunda sensación de plenitud cuando nuestra alma se expandía. 

“Todo perdón que se considera merecido sana, pues le otorga al milagro la fuerza para pasar por alto las ilusiones. Así es como aprendes que tú también tienes que haber sido perdonado”.

“No hay ninguna apariencia que no pueda pasarse por alto. Pues si la hubiera, sería necesario que primero hubiese algún pecado que estuviese más allá del perdón”. 

“Tendría que haber algún error que fuese más que una simple equivocación, un tipo especial de error que fuese inmutable y eterno, y que estuviese más allá de cualquier posibilidad de corrección o escape”. 

“Tendría que haber un error capaz de deshacer la creación, y de construir un mundo que pudiese reemplazarla y destruir la Voluntad de Dios. Sólo si esto fuese posible, podría haber algunas apariencias capaces de ser inmunes al milagro y de no ser sanadas por él”. 

Daniel se aseguraba en sus pensamientos, en los momentos felices de su mente, de su alma, de su corazón y de la paz que todo ello le comunicaba. Dios era capaz de calmar la más pequeña arruga de nuestro pesaroso corazón.

jueves, octubre 26

EL PERDÓN ES TOTAL

David se adentraba en ese terreno del perdón tan extraño y desconocido, tan inusual y tan novedoso. Se asociaba con los ídolos, con las esperanzas de que otras leyes y otras propuestas nos podían dar lo que no teníamos. Lo peor de todo es que todo lo bueno no venía desde fuera de nosotros. Lo mejor salía de un corazón bondadoso y amable. 

Un corazón universal porque universal eran los medicamentos para todos los corazones. Un corazón universal porque tiernos eran todos los afectos que salían de corazones agradecidos. Una universalidad porque todos los corazones seguían el mismo camino. A pesar de tener diferentes cuerpos, diferentes lenguas, diferentes apariencias, todos los corazones se alegraban y sufrían, se abrían al mundo de la solidaridad y de las manos unidas. 

Tenían un mismo sentir de cariño y simpatía. Por ello, era bueno reflexionar en las palabras que nos encontraban este día: “No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la idolatría, que la creencia de que hay algunas clases de enfermedad y de desdicha que el perdón no puede sanar”. 

“Esto quiere decir que prefieres conservar algunos ídolos y que todavía no estás completamente listo para abandonarlos todos. Y así, piensa que algunas apariencias son reales y que no son apariencias en absoluto”. 

“No te dejes engañar con respecto al significado de la creencia fija según la cual algunas apariencias son más difíciles de pasar por alto que otras. Pues ello siempre significa que crees que el perdón tiene límites”. 

“Y te habrás fijado una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes libertarte de la culpabilidad sólo en parte. ¿Qué otra cosa puede significar esto sino que el perdón que te concedes a ti mismo, así como a todos los que parecen estar separados de ti es falso?”

David quería ampliarse, hacerse universal, ponerse en contacto con todos los corazones del mundo. Pero, observaba que tenía que perdonarse a sí mismo fuere lo que fuere. No podía poner límites. Si se ponía límites a sí mismo, ponía límites a los demás. Y eso no era razonable ni en su vida ni en la vida de sus hermanos.

miércoles, octubre 25

EL PERDÓN Y LA INCONSCIENCIA

Abel no llegaba a comprender las bases del perdón. Se había desarrollado en un ambiente donde el perdón era escaso, raro y, en ocasiones, incomprensible. Eso le había llevado a preguntarse sobre las bases del perdón.

Había intuido que la frase del Maestro Jesús sobre el perdón: “Perdónales porque no saben lo que hacen”, se basaba en la inconsciencia de las personas frente a ciertos actos. El perdón parecía tomar en cuenta la inconsciencia. El perdón no tomaba la actitud de esas personas como real. 

Al no tomarlas como real, reaccionaba ante esos actos como no teniendo consistencia. Se perdonaba la inconsciencia. “La ira nunca está justificada. El ataque no tiene fundamento. Con esto comienzo uno a escapar del miedo, y con esto también es como lo logrará”. 

“Con esto se intercambian los sueños de terror por el mundo real. Pues el perdón descansa sobre esto, lo cual es tan solo natural. No se te pide que concedas perdón allí donde se debería responder con ataque y donde el ataque estaría justificado”. 

“Pues eso querría decir que perdonas un pecado pasando por alto lo que realmente se encuentra ahí. Eso no es perdón, ya que supondría que, al reaccionar de una manera que no está justificada, tu perdón se ha convertido en la respuesta al ataque que se ha perpetrado”. 

“El perdón está siempre justificado. Sus cimientos son sólidos. Tú no perdonas lo imperdonable, ni pasas por alto un ataque real que merece castigo. La salvación no reside en que a uno le pidan responder de una manera antinatural que no concuerda con lo que es real”. 

“En lugar de ello, la salvación sólo te pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no ha ocurrido”. 

Abel hundía sus raíces de forma profunda en esa sabiduría que se desplegaba ante sus ojos. Entendía que todo ataque partía de la irrealidad. Toda persona sensata no lo llevaba a cabo. Toda persona equilibrada no lo producía. El dolor y la angustia llevaban a personas a atacar. Ese estado era una inconsciencia que provocaba angustia. 

El perdón tomaba en cuenta esa base sobre la que se desarrollaba la angustia y el miedo. La solución era volver a la paz desde la paz, desde la comprensión del mecanismo que llevaba al ataque.

martes, octubre 24

LEYES QUE NOS LLENAN DE VIDA

Josué había pensado muchas veces en cambiar las leyes y adaptarlas a sus necesidades personales. Cambiar la hora del día sería una buena decisión si pudiera hacerlo. Sin embargo, reconocía que ese cambio afectaría a mucha gente que marchaba con sus planes y sus tiempos.

Cambiar la ley de la gravedad sería estupendo en algunos momentos. En otros, sería un trastorno muy grave. Se quedó impactado al descubrir que los enfermos no debían estar mucho tiempo en la cama después de una intervención. Caminar y dejar que la ley de la gravedad actuara en sus cuerpos era beneficioso para la recuperación. 

Las ilusiones podrían darnos algunas salidas. Pero, sin lugar a dudas, era mejor seguir esas leyes eternas que orientaban y guiaban nuestra vida. Los cambios, cuando eran personales y arbitrarios, crearían un caos total en nuestra convivencia. 

“La realidad obedece las leyes de Dios y no las reglas que tú mismo estableces. Son Sus leyes las que garantizan tu seguridad. Las ilusiones que creas con respecto a ti no obedecen ninguna ley”. 

“Parecen danzar por un rato, al compás de las leyes que tú promulgaste para ellas. Mas luego se desploman para no levantarse más. No son más que juguetes, hijo mío, de modo que no lamentes su pérdida”. 

“Su danza jamás te brindó felicidad alguna, pero tampoco eran cosas que pudieran asustarte o mantenerte a salvo si respetaban sus reglas. Las ilusiones (falacias) no deben ni apreciarse ni atacarse, sino que simplemente se deben considerar como juguetes infantiles, sin ningún significado intrínseco”. 

Josué asentía con su cabeza. Eran cosas sencillas de comprender. Eran cosas sencillas de aceptar y entender. Pero, en momentos, con esa veta que todos tenemos de creador, nos imaginábamos muchas cosas. La sabiduría era necesaria en esos momentos donde la ausencia de esas leyes equilibrantes nos desharía todo nuestro mundo. 

Y Josué pensó que en esa línea iba la desdicha del ser humano. Dejar de lado las leyes de la sabiduría, de la unidad, de la comprensión, de la solidaridad, y de las manos unidas, nos dividía interiormente a nosotros y nos iba rompiendo poco a poco ese tesoro de unidad que existía en nuestro interior.

lunes, octubre 23

HAY ALGUIEN QUE NO SE OLVIDA

Benjamín se daba cuenta de que, cuando su mente no se acordaba de un nombre, de un amigo, de un familiar, de una persona, parecía que esa persona realmente no existía. Reconocía que en su campo de consciencia no estaba, no vivía. Era como si realmente no tuviera vida porque no la compartía ni en la realidad ni en la consciencia. 

En ciertos momentos de tranquilidad, se decía a sí mismo: “De la misma manera que muchos nombres desaparecen en la inconsciencia, así podrían desaparecer los nombres de aquellos a los que les permitimos que nos hagan daño”. Se daba cuenta de que esos nombres en la inconsciencia no le afectaban en ningún sentido. 

Aquellos nombres que le influenciaban y, en momentos, para inquietarle, era bueno que fueran olvidados. Sin embargo, también reconocía que él era la persona que les daba poder para que le hicieran daño. La mente funcionaba de esa manera. La consciencia, también. 

Lo importante no era esas escapadas que su mente hacía la evasión. Lo principal del asunto era lo que la sabiduría compartía: “Los pensamientos parecen ir y venir. Sin embargo, lo único que esto significa es que algunas veces eres consciente de ellos y otras no”. 

“Un pensamiento del que te has olvidado parece nacer de nuevo en ti cuando retorna a tu conciencia. Mas no murió cuando lo olvidaste. Siempre estuvo ahí, sin embargo, no eras consciente de él”. 

“El Pensamiento que Dios abriga de ti no se ha visto afectado en modo alguno por tu olvido. Siempre será exactamente como era antes de que te olvidaras de él, como seguirá siendo cuando lo recuerdes y como fue durante el lapso en que lo habías olvidado”. 

Benjamín se llenaba de paz, de tranquilidad, de serenidad y de una completa confianza. Siempre recordaba esa frase que le latía en su corazón: “Si no fuereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos”. Y cada día estaba más seguro que una de las cualidades básicas de los niños era la total confianza. 

Nuestros padres, cuando somos pequeños, gozan de nuestra total confianza. A medida que crecemos, esa confianza disminuye. Pero, en las edades donde más necesidad tenemos, la confianza nos da la paz y la serenidad que nos llena por todos lados. 

Esa confianza es la que nos fortalece. Y el maestro Jesús nos invita a desarrollar esa total confianza en sus planteamientos como el niño la tiene con sus padres. Esa confianza total es toda nuestra vida.

domingo, octubre 22

NUESTRA PLENITUD INTERIOR

Marce le daba vueltas a la cabeza con aquel texto que le decía que estaba completo. Muchos días su actividad se basaba en sentirse con esa plenitud que leía en los libros pero que le faltaba en su interior. Después de mucho esforzarse se encontraba vacío. Algo no funcionaba en él. Soñaba ideas, pensaba situaciones y vislumbraba en su horizonte posibilidades. 

Bombardeado por una cultura del logro, deseaba alcanzar algunos objetivos para sentirse con esa plenitud de su alma. Su vista estaba centrada en el futuro. Su vista no veía el presente, no veía lo que hacía, no valoraba su esfuerzo continuo y diario. Era una fijación en la consecución. Sin embargo, vio una película que lo impresionó. 

Un señor le había prometido a un joven que lo llevaría a un lugar donde encontraría una piedra especial. El joven, interesado en fósiles y en geología, se entusiasmó. "Por fin", se dijo, "voy a alcanzar un logro maravilloso". Se despertó temprano. Se unió al señor y empezaron el camino hacia las montañas. 

Durante todo el camino la ilusión, la energía, el encanto del día lo envolvía. Había una ilusión especial en su rostro. Una luz que se transmitía con la fuerza de la vida. Estaba comunicativo. Le compartía muchas incidencia personales a ese señor tan amable. Pasaron una mañana extraordinaria. 

Al llegar a la cima de la colina. Le preguntó dónde estaba ese ejemplar que le había prometido. El señor le contestó que estaba debajo de sus pies. El joven se agachó, la cogió,la observó y le dijo que le había mentido. Esa piedra era normal. El Señor le dijo que la energía que había desarrollado durante el camino era la expresión más viva que había visto de su experiencia.

Le dijo que el camino por la vida no era un punto especial que debía alcanzar, un detalle que podía conseguir, un tesoro que necesitaba descubrir. La ilusión de cada día superaba todos los límites, la alegría de cada menuda actividad, el encanto de cada paso, todo ello proporcionaba la plenitud ansiada por nuestro Ser. Él mismo lo había podido vivir en el camino hacia la colina. 

"Tras la búsqueda de todo ídolo yace el anhelo de plenitud. Un anhelo que aparece por la sensación de que nos falta algo. Lo pleno no tiene forma porque es ilimitado. Buscar una persona o una cosa especial para añadir a lo que tú eres y así alcanzar tu plenitud, sólo puede querer decir que crees que te falta algo que una forma puede proporcionarte".

"Y que al encontrarla, alcanzarás tu plenitud en una forma que a ti te gusta. El propósito de todo ídolo es éste: que no mires más allá de él a la raíz de la creencia de que te falta algo".

La verdad es sencilla y plena. No nos falta nada. Y desde esa vertiente amamos no porque nos faltan los demás. Amamos porque compartimos el amor de nuestra plenitud. Y desde esa plenitud no hay ninguna condición, ninguna exigencia, ninguna imposición.

viernes, octubre 20

LOS ÍDOLOS DE NUESTRA VIDA

Gonzalo estaba contento, muy contento. Poder comprender en su amplitud ciertos conceptos era una alegría que lo embargaba. Era como descubrir algo nuevo. Mantenía esa ilusión del descubrimiento como si fuera un niño. Y no podía más de aceptar esa condición de niño cuando se producía una amplitud de su mente por la comprensión que le llegaba. 

Leía con tranquilidad, con paz y con relax: “Los ídolos son algo muy concreto. Mas tu voluntad es universal, puesto que es ilimitada. Y así, no tiene forma, ni su contenido se puede expresar en función de la forma”. 

“Los ídolos son límites. Representan la creencia de que hay ciertas formas que pueden brindar felicidad, y de que, limitando, se consigue todo. Es como si dijeras: “No tengo necesidad de todo. Lo único que quiero es este trocito, y para mí es como si fuera todo”. 

“Y esto no puede dejarte sino insatisfecho porque tu voluntad es que todo sea tuyo. Decídete en favor de los ídolos y estarás buscando perder. Decídete por la verdad y todo será tuyo”. 

Gonzalo comprendía ahora muy bien ese papel que los ídolos jugaban en nuestra vida. Ningún ídolo podía completarnos, llenarnos, darnos lo que realmente no tenía. El universo, que era inmenso, podía compartir con nosotros todas sus riquezas.

jueves, octubre 19

EL CAMINO DE LIBERAR Y LIBERARSE

José se quedaba perplejo ante la pregunta que le interpelaba desde el escrito. La leía, la repetía y se la introducía en su mente. No llegaba a comprender del todo cómo algo tan sutil y cierto estaba hablándole desde las líneas escritas de aquel párrafo que había empezado a leer. 

“¿Qué motivos podrías tener para sentir ira contra un mundo que simplemente aguarda tu bendición para ser libre? Si fueses un prisionero, entonces Dios Mismo no podría ser libre. Pues lo que se le hace a quien Dios ama, se le hace a Dios Mismo”. 

“No pienses que Aquel que te hizo co-creador del universo junto con Él quiere aprisionarte. Él sólo desea que tu voluntad sea eternamente ilimitada. Este mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando hayas reconocido que eres libre”. 

Esto cambiaba todos los planteamientos en la cabeza de José. Siempre esperaba una acción del Creador hacia él y era todo lo contrario. Muchos habían considerado que debían cambiar a miles de personas para que el mundo cambiara. Conocía a personas que habían desistido de tal intento por lo enorme que era para las fuerzas humanas. 

Y, ahora, descubría que toda esa liberación radicaba en uno mismo. Había leído en algunos pensamientos que si quería cambiar el mundo empezara por uno mismo. Otros pensamientos eran muy explícitos: “no puedes cambiar a nadie excepto a ti mismo”.

El planteamiento que descubría era distinto: “Este mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando hayas reconocido que eres libre”. Se trataba de cambiar un concepto en el interior de uno. Se trataba de sentirse libre y saberse libre en lo más hondo del corazón humano. 

José iba pergeñando la idea, el concepto, la profundidad y el objetivo de la misma. Al ver al mundo desde su libertad, podía ver la libertad de muchos que también lo miraban desde la misma óptica. El refrán de la proyección resonaba en sus oídos: “Piensa el ladrón que todos son de su condición”. 

Si aplicaba la idea de libertad desde su interior: Sentirse libre, saberse libre, también se proyectaba en los demás y los liberaba en su mente. Al liberarlos en su mente, él mismo se liberaba. “No era tan difícil”, se repetía. Lo veía muy natural y posible. 

Sabía que no lo había alcanzado. Siguió leyendo para conocer por qué no lo había logrado: “Pero tú no perdonarás al mundo hasta que hayas perdonado a Aquel que te dio tu voluntad. Pues es a través de tu voluntad como el mundo se libera”. 

“Y tú no puedes ser libre estando separado de Aquel Cuya santa Voluntad compartes”.

miércoles, octubre 18

CLARIFICANDO ENFRENTAMIENTOS

Darío se encontraba un tanto enfrentado a sí mismo. Desde hacía mucho tiempo había aprendido que se podía matar de dos maneras: una forma física y una forma moral. Las dos muertes eran terriblemente efectivas. La física te quitaba la vida biológica. La moral te la iba mermando y, como una especie de tortura, te iba aniquilando. El final era el mismo. 

El desprecio, el rechazo, la distancia, la separación, la prepotencia, la suficiencia moral, la manipulación de todas las bondades, hacían estragos entre las personas. Era cierto que no había una muerte física inmediata. Pero, el odio y la lejanía se instalaba entre las personas. Y ambas eran malas compañeras de la vida. 

Darío se fijaba en la belleza de la circunferencia. Una figura que abarcaba un lugar concreto completamente lleno de aire, de naturaleza, de belleza, de maravilla y de concordia. Había estudiado el concepto de sector. Una parte de la circunferencia se significaba como distinta y así había un sector pequeño y un sector grande. 

El sector pequeño se identificaba como contrario al sector grande. Aquella circunferencia bella, completa y llena de manos unidas, se fracturaba entre los dos sectores. Las manos dejaban de enlazarse. El miedo, la angustia, la pasión, la locura, la inquietud se instalaba entre los dos sectores. 

Darío se fijaba en ese enfrentamiento y se sentía ajeno al mismo. Nunca entre las personas debiera haber enfrentamientos. Nunca debieran atacarse ni física ni verbalmente. Su cielo interior le atraía hacia otros campos eternos por su razón y por su bondad inherente. 

“¡Qué maravilloso es hacer tu voluntad! Pues eso es libertad. A nada más debería llamársele por ese nombre. A menos que hagas tu voluntad no serás libre. ¿Y hubiese podido Dios dejar a Su Hijo sin lo que éste eligió para sí mismo? Lo único que hizo Dios al darte Su perfecta respuesta fue asegurarse de que nunca perdieses tu voluntad”. 

“Escúchala ahora, para que te puedas acordar de Su Amor y conocer tu voluntad. Dios no podría haber permitido que Su Hijo fuese un prisionero de aquello que no desea. Él se une a tu voluntad de ser libre. Y oponerse a Él es decidir ir en contra de ti mismo y elegir estar encadenado”. 

“Contempla una vez más a tu enemigo, al que elegiste odiar en vez de amar. Pues así es como nació el odio en el mundo y como se estableció en él el reino del miedo. Escucha ahora a Dios hablarte a través de Aquel que es Su Voz, así como la tuya”.

“Y te recuerda que tu voluntad no es odiar ni ser un prisionero del miedo, un esclavo de la muerte, un esclavo de la muerte o una insignificante criatura de escasa vida”. 

Con esos planteamientos, Darío respiraba un poco más tranquilo. Su conflicto interno se iba diluyendo. La aspiración del alma humana era la globalidad, la circunferencia. Aquellos que trazaban sectores en la igualdad, en las manos unidas, en la identificación de las similitudes, en los ojos amigos, iban en contra de su propia voluntad. 

La paz le envolvía y la paz le elevaba. Una realidad maravillosa para vivirla eternamente y no solamente un período de años. “Tu voluntad no tiene límites, pues no es tu voluntad que sea limitada”.

martes, octubre 17

TRES ESTRELLAS EN NUESTRO CAMINO

Mario estaba contento consigo mismo. Era una sensación especial. Tenía delante de sí un juego de tres luces que brillaban con una intensidad especial. Le recordaban sus juegos de pequeño cuando saltaba y jugaba al tres en raya saltando sobre los cuadrados dibujados en la acera. 

En la noche sin luna veía en el cielo esas líneas de tres estrellas sobre su cabeza y le llenaba de sueños, ensueños y mil fantasías. Era una manera de escaparse de la rutina del día y de devolverle a su alma la infinitud que cada átomo de su Ser poseía. El cielo y él se unían, danzaban y se divertían. 

Tres bolas que llevaba en alguna ocasión en sus bolsillos. Bolas de colores brillantes y refulgentes que jugaban en las palmas de sus manos y subían y bajaban con la fuerza de sus dedos. Una sensación que le hacía sentir la energía directora de esas tres bolas unidas por el contacto de las palmas de sus manos. 

Con esos tres párrafos que leía, la fila de tres ideas se desplegaba ante sus ojos y ante sus nubes blancas y hermosas: “Tu día no transcurre al azar. La clase de día que tienes lo determina aquello con lo que eliges vivirlo, y la manera en que percibe tu felicidad el amigo a quien acudes en busca de consejo”. 

“Siempre pides consejo antes de tomar cualquier decisión. Es esencial que entiendas esto, pues así te darás cuenta de que en esto no hay coerción ni motivos para que te opongas a ello por el hecho de que te impide ser libre. Nadie puede escaparse de lo que inevitablemente ha de ocurrir. Y si tú crees que puedes, estás equivocado”. 

“La segunda regla es asimismo un hecho. Pues tu consejero y tú tenéis que estar de acuerdo con respecto a lo que deseas antes de que pueda ocurrir. Es este convenio lo que permite que todas las cosas ocurran. Pues nada puede ocurrir sin ningún tipo de unión, ya sea con un sueño de juicios o con La voz que habla en favor de Dios”. 

La tercera regla es todo un descubrimiento: “¿No te das cuenta de que oponerte al Espíritu Santo es luchar contra ti mismo? Él sólo te dice lo que es tu voluntad. Él habla por ti. En Su Divinidad radica la tuya. Y del único conocimiento de que Él goza es del tuyo, que ha sido salvaguardado para ti a fin de que puedas hacer tu voluntad a través de Él”. 

“Dios te pide que hagas tu voluntad. Él se une a ti, pues no estableció Su Reino solo. Y el Cielo mismo, donde todo lo creado es para ti, no representa otra cosa que tu voluntad. Ni una sola chispa de vida fue creada sin tu grato consentimiento, tal como tú quisiste que fuese”. 

Mario se quedaba lleno de reflexión, lleno de gozo, lleno de paz, lleno de esa alegría tranquila que todo lo veía en su auténtica dimensión. Tres reglas, tres cuadros, tres estrellas, tres bolas, se unían en toda su experiencia. Era toda una plenitud. Se sentía completo. 

Nada le faltaba. La niñez, la juventud, la edad adulta, la edad madura, todas daban su sabiduría. Mario las recogía con esas manos amplias, con ese corazón experimentado en las sensaciones más felices de la vida. Una unión se producía entre su Creador y él. 

Se repetía ese gran descubrimiento: “El Espíritu Santo sólo te dice lo que es tu voluntad”. No había otra manera de expresarse y de ser cierto. El hombre no subía de la tierra al Cielo. El hombre tenía el Cielo en su corazón por nacimiento, porque con el Cielo fue creado. “Él se une a ti, pues no estableció Su Reino solo”.

CREAMOS NUESTRAS ESPINAS

lunes, octubre 16

CÓMO SE SACAN LAS ESPINAS

Luis estaba contento con su cofre personal lleno de sus tesoros de las decisiones. También sabía utilizar muy bien la llave que le llevaba a sacar sus perlas. Pero, había descubierto que junto a sus perlas había espinas. Y ahora con mucha ilusión estaba centrado en el mecanismo de ir sacando las espinas. 

Sabía que no era fácil quitar una espina de una herida. En varias ocasiones había visto con mucha admiración la habilidad de ciertas personas para quitar espinas de la piel bien incrustadas. Abrían un camino que le permitía ofrecer una salida a la espina clavada. 

Pero, esa habilidad en algunas personas no era la suya. En otros momentos, había tratado de aplicar la misma técnica con una solución totalmente contraria. Cuanto más se acercaba a ellas, el camino realizado provocaba más la incrustación que la salida. 

Así que dedicó especial atención a no equivocarse de movimiento: debía quitarlas, no ahondarlas. 

La perla la tenía en su mente: 

Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta

Había descubierto la espina: primero decides lo que vas a hacer y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer. Sabiendo esto, era oportuno repetirse a lo largo del día: 

                Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta,                ésa es la clase de día que se me concederá.

Mas habrá ocasiones en las que ya habrás juzgado de antemano. En esos casos la respuesta suscitará un ataque, a no ser que rectifiques tu mente de inmediato para que sólo desee una respuesta efectiva.

Recuerda nuevamente la clase de día que te gustaría tener y reconoce que ha ocurrido algo que no forma parte de ello. Di entonces: 

                       No tengo ninguna pregunta.                                         Me olvidé de lo que tenía que decidir. 

Esto cancela las condiciones que has establecido y permite que la respuesta te muestre cuál debió haber sido realmente la pregunta. 

Si estás tan reacio a recibir que ni siquiera puedes olvidarte de tu pregunta puedes empezar a cambiar de parecer con lo siguiente: 

                           Por lo menos puedo decidir que no me gusta        cómo me estoy sintiendo ahora. 

Esto por lo menos es obvio, y allana el camino para el siguiente paso, que es muy sencillo. Una vez que has decidido que no te gusta cómo te estás sintiendo, qué podría ser más fácil que continuar con: 

Por lo tanto, espero haber estado equivocado.

Esto mitiga la sensación de resistencia y te recuerda que no se te está forzando a que aceptes ayuda, sino que ésta es algo que deseas y necesitas porque no te gusta cómo te estás sintiendo. Esta ínfima apertura bastará para que puedas seguir adelante y dar los pocos pasos que necesitas para dejar que se te ayude.

Ahora has llegado a un punto crucial porque te has dado cuenta de que saldrías ganando si lo que decidiste no es como tú pensabas. Hasta que no llegues a este punto, creerás que tu felicidad depende de tener razón. Pero por lo menos has alcanzado un grado de sensatez: te has dado cuenta de que sería mejor para ti que estuvieses equivocado. 

No se te está forzando a ello, sino que simplemente esperas lograr lo que quieres. Por lo tanto, puedes decir con perfecta honestidad: 

Quiero ver esto de otra manera

Ahora has cambiado de parecer con respecto a la clase de día que deseas tener, y has recordado lo que realmente quieres. Su propósito ya no está velado por la demente idea de que lo que quieres para satisfacer tu empeño de tener razón cuando en realidad estás equivocado. 

Este último paso es el reconocimiento de que no te opones a recibir ayuda. Es la declaración de una mente receptiva, que, aunque todavía no está segura, está dispuesta a que se le muestre lo que necesita ver: 

                              Tal vez hay otra manera de ver esto.                               ¿Qué puedo perder con preguntar?

Ahora puedes, por lo tanto, hacer una pregunta que tiene sentido, y, consecuentemente, la respuesta tendrá sentido también. Y no te opondrás a ella, pues comprenderás que es a ti a quien dicha respuesta beneficiará. 

Luis veía ahora con claridad que eso de tener razón era la fuerza que embutía la espina mucho más hacia el interior. Si no nos sentíamos bien, no podíamos tener razón. Había algo que cambiar. Había una idea diferente en la que indagar. Así la espina podía sacarse y poder disfrutar de todas las perlas del cofre evitando el dolor y la infección.

domingo, octubre 15

CREADOR DE ESPINAS MENTALES

Luis se deleitaba con su cofre del tesoro y con su llave que podía abrirlo. Había descubierto la primera perla para vivir consciente de sus decisiones. Se repetía la primera propuesta que había lanzado: 

Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta

Pero junto a esa visión, vio que le acompañaba una espina en nuestra mente. Primero decidíamos la perla y después aparecía la espina oportuna: “El mayor problema que tienes ahora es que todavía decides primero lo que vas a hacer, y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer”. 

“Y es posible que lo que oigas no resuelva el problema tal como lo percibiste inicialmente. Esto conduce al temor porque contradice tu percepción, de modo que te sientes atacado, y, por ende, furioso. Hay ciertas reglas mediante las cuales esto se puede evitar”. 

Esa contradicción en tu mente, ese contrasentido puede destruir la primera decisión: la de la perla. Y ese esfuerzo por descubrir qué es lo que debes hacer puede atormentarte y junto a la perla, le des una importancia excesiva a la “espina”. Y eso nos altera. 

“Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispongas de un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las cosas que quieres que te sucedan, así como lo que quieres experimentar, y di:”

                       Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta,                      ésa es la clase de día que se me concederá.

“Si practicas estos dos procedimientos debidamente, ello te ayudará a dejarte guiar sin temor, pues no permitirá que primero surja la oposición, para luego convertirse en un problema de por sí”. 

Luis se volvía consciente de que ese enfrentamiento surgía en nosotros. No era algo que nos venía del exterior. Era algo que nacía en nuestro interior. Esos dos momentos estaban muy bien delimitados: primero decido algo hermoso y maravilloso: la perla. Después pienso lo que debo hacer: la espina. 

Lo que debo hacer puede oponerse a la primera decisión. El conflicto lo creamos nosotros. Nadie lo crea. Así le venía a la mente de Luis en algunas de sus experiencias. Había tenido impulsos internos llenos de alegría, de comprensión, de buenos sentimientos y maravillosos. 

Después de varios días, entraba en el campo de lo que debía hacer. Los inconvenientes que surgían, venían a su mente, eran tan opuestos a su decisión inicial, que terminaba teniendo unas tremendas discusiones consigo mismo. Algunas veces se lamentaba de tener ciertos tipos de pensamientos muy comprensivos. 

Concluía que no estaba preparado para tener esos tiempos de pensamientos, de iniciativas y de locuras personales. Pero, ahora, se daba cuenta dónde estaba el error: él mismo se fabricaba “la espina”. Quería seguir conociendo ese mecanismo para ir deshaciendo “espinas” en su forma de pensar. 



viernes, octubre 13

EL PRIMER PASO EN LA TRANSFORMACIÓN

Luis estaba reflexionando sobre el proceso de tomar decisiones. Esas decisiones, era cada vez más consciente, dirigían sus pensamientos, sus reacciones, sus ideas y sus sentimientos. La toma de decisiones era vital en todo el proceso de su vida. Sin embargo, era un proceso inconsciente del que no se daba cuenta. 

Abrirse a un mundo donde la bondad y la naturalidad existiera con toda su fuerza hermosa era todo un desafío. Lo sencillo de la cuestión era que todo empezaba por él, continuaba por él y terminaba en él. No dependía de nadie. Todo estaba encerrado en el cofre de su tesoro personal. Y la llave de ese cofre era de él. 

Con emoción, ilusión y un enorme deseo de superación, le gustaría utilizar esa llave en su mano para abrir ese enorme cofre que, desde su nacimiento, había conservado muy bien. Ahora, cada día más, sabía que la llave era suya y que solamente él podía abrir esa caja tan estupenda. 

Así que utilizó su cofre, su llave y empezó a pensar de una forma nueva. “Tomar decisiones es un proceso continuo, pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando”. 

“Mas con un poco de práctica, al analizar aquellas de las que eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. No es conveniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar”. 

“Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. Mas si experimentas una gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. No luches contra ti mismo”. 

“Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas”. 

“Este enfoque comienza con la siguiente declaración”: 

Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta

“Esto quiere decir que estás eligiendo no ser el juez de lo que se debe hacer. Pero quiere decir también que no juzgarás aquellas situaciones en las que te veas llamado a tomar una decisión”. 

“Pues si las juzgas, habrás establecido las reglas que determinan cómo debes reaccionar ante ellas. Y así, una respuesta diferente no haría sino causarte confusión, incertidumbre y temor”. 

Luis entraba en su cofre interior. Abría con su llave ese tesoro que contenía el cofre. La primera perla que se encontraba era no tomar decisiones por su cuenta. Era el principio del cambio y era la parte inicial de su comportamiento.

Ponía la mano sobre su pecho, la mano cerrada con esa llave que abría el cofre. Se sentía feliz. Por fin, daba sus pasos. El resplandor de la primera perla le encantaba: 
Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta

martes, octubre 10

LOS ÍDOLOS NOS SEPARAN, EL AMOR NOS UNE

Enrique se sentía un tanto contrariado. Se sentía estafado en sus proyectos, en sus ideas, en la confianza depositada y en lo que esperaba recibir. No podía comprender cómo podía haber caído en tal trampa. Pasaba un momento delicado en sus finanzas. Las propuestas eran muy apetecibles. Pero, siempre era lo mismo. Había que invertir cierto dinero para participar. 

Y, ahí radicaba la estafa. Ponías cierto dinero. Empeñabas tu confianza. Tu pensamiento se centraba en los beneficios. No se centraba en el depósito que habías hecho. Era parte del riesgo que se asumía. El tiempo y las consecuencias nos ponían en nuestro lugar y nos descubrían que habíamos hecho un negocio equivocado. 

Una trampa para la confianza. Se convierten en ídolos que prometen el oro y el moro, pero destacan tu falta de creencia en ti. “los ídolos no son sino sustitutos de tu realidad. De alguna manera crees que completan tu pequeño yo, ofreciéndote así seguridad en un mundo que percibes como peligroso”. 

“Crees que hay fuerzas que se han aglutinado a fin de quebrantar tu confianza y destruir tu paz. Todo aquel que cree en ellos se convierte en esclavo de la pequeñez y de la pérdida”. 

“Un ídolo se establece creyendo en él, y cuando la creencia se abandona, el ídolo “muere”. Esto la esencia del Anticristo: la extraña idea de que hay un poder más allá de la omnipotencia, un lugar más allá del infinito y un tiempo que trasciende lo eterno”. 

“Un ídolo es un medio para obtener más de algo. Y esto es lo que va en contra de la Voluntad de Dios”. 

Enrique veía que el ídolo se ponía en lugar de Dios. Ofrecía más que Dios. Y eso lo hacía apetecible. La realidad del ofrecimiento se descubría como Enrique descubrió la estafa de su dinero. Así descubrimos también la estafa de nuestras ideas. 

En esa línea, Enrique se llenaba de esa realidad falsa que le había llegado en la línea del independentismo: 

Plácido Domingo es madrileño y José Carreras es catalán. Por cuestiones políticas en 1984 Carreras y Domingo se enemistaron. Siempre muy solicitados en todas partes del mundo, ambos hacían constar en sus contratos que sólo se presentarían en determinado espectáculo, si el adversario no fuese invitado. 

En 1987, a Carreras le apareció un enemigo mucho más implacable que su rival Plácido Domingo. Le sorprendió un diagnóstico terrible: “Leucemia”. Su lucha contra el cáncer fue muy sufrida. Se sometió a varios tratamientos. Trasplante de la médula ósea y un cambio de sangre que lo obligaba a viajar una vez por mes a Estados Unidos. 

En esas condiciones no podía trabajar. A pesar de ser dueño de una razonable fortuna, los altos costos de los viajes y del tratamiento debilitaron sus finanzas. Cuando no tuvo más condiciones financieras, tuvo conocimiento de la existencia de una fundación en Madrid cuya finalidad única era apoyar el tratamiento de leucémicos. 

Gracias al apoyo de la Fundación “Hermosa”, Carreras venció la dolencia y volvió a cantar. Recibió nuevamente los altos honorarios que merecía y trató de vincularse a la fundación. Al leer sus estatutos descubrió que el fundador, el mayor colaborador y el presidente de la Fundación era Plácido Domingo. 

Luego supo que éste había creado la entidad en principio para atenderlo a él, y que se había mantenido en anonimato para que no se sintiera humillado por aceptar auxilio de su enemigo. 

De lo más conmovedor fue el encuentro de los dos. Sorprendiendo a Plácido Domingo en una de sus actuaciones en Madrid, Carreras interrumpió el evento y humildemente arrodillándose a sus pies le pidió disculpas y le agradeció públicamente. 

Plácido lo ayudó a levantarse y con un fuerte abrazo sellaron el inicio de una gran amistad. En una entrevista a Plácido Domingo, la periodista le preguntó: “¿Por qué creó la Fundación Hermosa, en un momento en que, además de beneficiar a un “enemigo”, había ayudado al único artista que le podía hacer competencia?

Su respuesta fue corta y definitiva: “Porque no se puede perder una voz como esa”. 

La política, llena de ídolos nos separa. Sin embargo, el amor del corazón nos une. Nos abre a amar a los enemigos y nos da la posibilidad de sentirnos uno y agradecidos.

domingo, octubre 8

CREADORES DE REALIDADES

Carlos pasaba por los momentos vividos en conjunto con muchas personas a lo largo de su vida. ¿Qué era la realidad? Una pregunta que se planteaba en ese mundo donde las visiones eran tan diferentes. La realidad no era más que una visión personal de cada uno. 

Cada persona la imaginaba en su mente y la proyectaba a su alrededor. Cada uno la pensaba y creía verla en las manifestaciones de los demás. Era un poco duro, pero la realidad era una pura imaginación. Cada uno imaginaba y le daba un peso tal a su fantasía que vivía por ella, y si no se cumplía, agonizaba por ella. 

Carlos, viendo que inexorablemente la realidad se dibujaba en las mentes de las personas y que cada una labraba sus deseos, decidió ponerle dos ingredientes a sus pensamientos para que fueran las bases de todos sus presupuestos. Uno de ellos era la “universalidad”, el otro era “el gozo y la alegría”. 

Los puso en ese orden. Primero, la “universalidad”, segundo “el gozo y la alegría”. Y con esos dos elementos, como base, iba desarrollando todas sus ideas y reflexiones. Si alguna idea iba en contra de la “universalidad”, la desechaba. Si alguna idea universal iba en contra del gozo y de la alegría de las gentes no era, entonces, oportuna. 

Ese era el mundo que deseaba construir, que deseaba expandir, que deseaba ir ampliando en su vasto horizonte personal. Quería pertenecer a un grupo amplio de personas. Todas las personas tenían los mismos derechos. Todas las personas encontraban su realización en el “gozo y la alegría”. 

Con esas dos bases establecidas se disponía a leer aquellas ideas: “No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños sino en una mente dormida? ¿y podría, acaso, un sueño hacer que la imagen que proyecta fuera de sí mismo fuese real? Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo”. 

“Y haz que el final de los ídolos venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. Tu santa mente es el altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos”. 

“El temor a Dios no es el miedo a perder tu realidad sino el miedo de perder tus ídolos. No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo, y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad”. 

“Y todo el mundo se convierte en el medio para poder salvar a ese ídolo. De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte. Mas no es así. La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida”. 

“Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo”. 

“No busques esperanzas más allá de tu Padre. Pues la esperanza de felicidad no es la desesperación”. 

Carlos se clarificaba su actitud. Tenía mucho más claro la idea de “ídolo”. Siempre de pequeño lo había asociado con las imágenes de piedra, madera, etc.. de lo que estaba en el infinito. En su época de maduración veía que otros conceptos entraban en ese campo de ídolos. 

Así que la idea de “particularidad” opuesta a la idea de “universalidad” era el ídolo opuesto a la maravillosa verdad de igualdad entre todos los humanos. También veía que la idea de “sacrificio” se imponía, en ocasiones, a la idea de “gozo y alegría”. Los ídolos se erigían ante los ojos de cada persona. 

Cada uno elegía. Y basado en esas elecciones entonces imaginaba su propia realidad. Así que la realidad no existía como concepto independiente. La realidad no era ese elemento objetivo que definía una serie de hechos percibidos por los sentidos. 

La realidad era una creación por parte de las ideas elegidas previamente que interpretaba los hechos que acaecían cada día. Una mirada universal, gozosa y llena de alegría, interpretaba de forma diferente que una mirada particular llena de temor y sacrificio. Los mismos hechos tenían una realidad distinta en las almas de las personas. 

TU PODER ESTÁ DENTRO DE TI

jueves, octubre 5

EL PODER INTERIOR VS PODER EXTERIOR

Sebas estaba sentado tranquilamente en la terraza de su casa. Se veía el horizonte con hermosas nubes blancas que pasaban ligeramente. Una suave brisa las empujaba. Veía el azul del cielo por doquier. Sentía su corazón latir con paz y con esa tranquilidad que se fundía con la naturalidad del agua que discurría por el arroyo cercano. 

Primeras horas de la tarde. Balanceos hermosos en su hamaca de reposo y sus ojos perdidos en el cielo como uniendo su interior con el infinito. Su pensamiento se desarrollaba en paz y en reflexión. Sus mejillas sonreían. Una primera conclusión alcanzaba al establecer que lo realmente significativo en su vida era su paz interior. 

Estaba comparando el movimiento de su conciencia con el movimiento de los hechos que acaecían en el mundo. Después de años, reflexiones, experiencias y evaluaciones, sabía que su estado interior era superior a su entorno. Había conservado la calma en situaciones delicadas en el exterior. 

Había llevado a buen puerto ciertas adversidades que se cernieron sobre su trabajo y su casa. Era un placer saber que su estabilidad interior imponía su energía apaciguadora a las ondas turbulentas de las personas y de los acontecimientos. 

Así concluyó que su visión interior daba, orientaba, ponía en su verdadera luz todo lo que hasta él llegaba para quitarle la paz. “Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que la mejora del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte”. 

“Los ídolos no pueden sino desmoronarse porque no tienen vida. Y lo que no tiene vida es un signo de muerte. Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y liberación en lo que aparenta ser un círculo interminable de desesperación, necesitas aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo”. 

“Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. Procuras ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está adentro dividiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está adentro”. 

“Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinieran de afuera. Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. Y los persigues fútilmente en el sueño porque quieres adueñarte de su poder”. 

Sebas dejaba que las palabras cayeran con suavidad sobre el campo de su pensamiento, sobre su laboratorio interno de reflexión, sobre su conciencia clara e indivisa para que pudieran florecer desde la sabiduría. Su conclusión se afirmaba. 

Nada que estaba afuera le podía dar la solución. La primera frase le había dejado reflexivo: “Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que la mejora del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte”. Sebas pensaba en los sueños de poder, de dinero, de influencia, de prestigio que muchos humanos perseguían. 

Ídolos que se ponían al frente de todas las personas y que les llenaba de fuerza interna. La vida no discurría por esos ídolos tan toscos. El amor los eludía totalmente. Se podía ver el amor en personas sencillas. En personas desprovistas de esos tesoros valorados como ídolos. 

Y recordaba una mujer ancianita, con una gran fortuna, sentirse sola, apartada, no querida, con la espada de la muerte sobre su cabeza para que sus herederos se hicieran cargo de la fortuna. Todos los ídolos de los humanos buscaban la muerte. 

Un momento de generosidad, una mano ayudadora, una conversación donde la comprensión existiera, una expresión sincera de cariño, todo eso daba la vida. Eso era realmente el tesoro. No eran ídolos en las mentes de las personas. Eran vida que vivían con enorme alegría. 

La paz y la plenitud estaban en nuestro interior porque eran nuestro tesoro. La paz y la plenitud no se debían buscar donde no estaban. La última frase del texto era lapidaria: “Y los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder”. Ya se sabe, el poder le quita la paz a mucha gente. 

Sebas entornaba los ojos después de haber reflexionado un rato en la sabiduría de los siglos que se desvelaba en su presencia. Las nubes blancas, algodonosas, portadoras de agua para regar la tierra seguían pasando. La ligera brisa soplaba y el amor en su corazón daba gracias por tan inmensa fortuna de ver cómo la naturaleza hacía bien su camino

TU INTERIOR TIENE TODAS LAS SOLUCIONES

miércoles, octubre 4

LA PLENITUD ESTABA ESPERÁNDONOS

Adolfo leía aquellos párrafos y veía que eran ciertos. Era una costumbre muy arraigada en las gentes. La idea de tener un tío millonario, de poder aspirar a una salida provista por algún conocido que prestara dinero, que prestara su piso, que pudiera ayudarnos con algún bien nos quitaba en muchos momentos el sueño. La idea estaba clara: Siempre nos venía de fuera la solución.

En nuestros momentos de desolación, siempre pedíamos que algo se presentara para solucionar el problema. Adolfo recordaba cuando, de pequeño, siendo bien consciente, sentía las experiencias de enuresis nocturna. Recordaba con cierta ingenuidad esa madrugada que despertó por haber mojado la cama. 

Tenía las sensaciones todavía grabadas. Al principio era un calor tibio agradable. Poco a poco, se convertía en un frío molesto que le hacía sentir incómodo. Había sido tan aleccionado a pedir cosas a Dios que le pidió que secara la cama para no pasar así la correspondiente vergüenza ante su madre.

Algunas familias tendían las sábanas ante la vista de todos para hacer público el problema de sus hijos. Creían que, si se avergonzaban, podrían dejar de mojar la cama. Eran otros tiempos. La educación se basaba en medidas represoras y de vergüenza. Lamentablemente no funcionaban en el caso de la enuresis nocturna. 

A pesar de pedir con toda su fuerza que se secaran las sábanas, la humedad no desapareció y tuvo que decírselo a su madre. Él tenía suerte. Su madre no lo humillaba públicamente. Su madre sonreía y solucionaba el asunto. Cuando años más tarde, su hija también tuvo un episodio de enuresis nocturna, sabía que no debía darle importancia. 

Un simple cambio de cama solucionó el asunto y se superó dicha incidencia. Los tiempos y la investigación del tema nos iban ayudando para comprenderlo y solucionarlo. 

“No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna esperanza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. Si todo se encuentra en él, eso no puede ser verdad”.

“Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo, estuviese separada y se encontrase donde el resto no está”.

“Éste es el propósito que le confiere al cuerpo: que busque lo que a él le falta y que le provea de lo que le restauraría su plenitud. Y así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar”. 

“Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de estos, mil más. Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no se dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. La forma en que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él”.

“No obstante, su intención es destruir al Hijo de Dios que se encuentra en su interior, y así probar que logró vencerlo”. 

Adolfo movía su cabeza en señal de aprobación. Siempre buscando algo maravilloso fuera de nosotros mismos. Sin embargo, se quedaba petrificado al conocer el alcance real de esa búsqueda. “Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de estos, mil más. Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no se dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte”.

Las esperanzas de que había algo en el exterior que nos podía dar la plenitud eran falacias y engaños. La plenitud estaba en nuestro interior. Nada exterior podía dar la plenitud que ya se tenía. Un contrasentido total. Una idea que iba creciendo en el corazón de Adolfo. 

Una idea que pasaba los límites de los pensamientos. Una idea que iba atrayendo a su corazón y veía, con claridad, la maravillosa experiencia que estaba al alcance de nosotros. Ni siquiera había que alargar la mano. Era nuestra, estaba en nuestro interior. No era algo que nos completaba. Éramos nosotros mismos en toda su expresión.

EL CAMINO DEL CAMBIO

martes, octubre 3

EL LADO OSCURO DE NUESTRA VIDA

Rafa recordaba con mucho aprecio experiencias que había pasado con uno de sus mejores amigos. Era una relación inspiradora. Se animaban mutuamente. Se influenciaban positivamente y trataban de respetarse enormemente el uno al otro. Los dos sabían que su amistad se sustentaba en ese respeto maravilloso donde todo podía suceder. 

Ese tipo de amistad los unía y los desarrollaba mucho. Dos mentes pensantes. Dos mentes reflexivas. Dos mentes responsables. Dos mentes unidas. La vida se veía hermosa desde esa perspectiva. Sabían apoyarse el uno al otro. Sabían desaparecer cuando era necesario. Sabían escucharse y conocían muy bien las necesidades del otro. 

Rafa daba gracias en su interior por disponer de amigos de ese nivel y de ese calibre. Sabía que no era fácil tener ese tipo de relación con cualquier persona. El respeto y los objetivos de los demás debían tenerse en cuenta. Muchos no buscaban en la amistad nada más que un compañero de juegos y de momentos de diversiones juntos. 

También estaban los amigos lejanos. Aquellos con los que difícilmente se sincerarían y que sabían que entre ellos había algo que no funcionaba. Rafa había leído un poco sobre las personas que no nos caían bien. Unos autores se centraban en que la otra persona reflejaba nuestro lado oscuro, el lado que no nos gustaba a nosotros. 

Ese lado oscuro nuestro salía a la luz en la otra persona. Nosotros lo veíamos y en lugar de reconocer nuestra sombra no querida, nos centrábamos en mil y un argumentos sobre los elementos que nos distanciaban de los demás. La idea estaba clara después de haber leído muchos libros. 

No podíamos ver a los demás. Lo que los demás nos reflejaban eran nuestras cualidades y características. Los otros no eran sino espejos de nosotros mismos. Rafa había adquirido la costumbre de pensar que esos elementos que nos alejaban de ellos eran elementos propios. Era la única forma de vernos a nosotros mismos. 

Si se caía en la trampa de atacar a los otros, de echar la culpa a los otros, la ceguera se hacía total. No nos veíamos a nosotros mismos y, además, sin capacidad de ver al otro, nos atrevíamos a juzgarlo, opinar sobre él y condenarlo. Y esa condenación era la proyección en el otro de nuestra propia condenación. 

“Si conocieses el glorioso objetivo que se halla más allá del perdón, no te aferrarías a ningún pensamiento, por muy leve que parezca ser su roce con la maldad. ¿No te gustaría ser amigo de aquel que fue creado para ser la morada del Padre?”

“Si Dios lo considera digno de Sí Mismo ¿lo atacarías tú con las manos del odio? ¿El que ponga sus ensangrentadas manos sobre el propio Cielo podría esperar la paz de éste?”

“Se te ofrece un sueño en el que tu hermano es tu salvador, no tu enemigo acérrimo. Se te ofrece un sueño en el que lo has perdonado por todos sus sueños de muerte: un sueño de esperanza que compartes con él, en lugar de los sueños de odio y maldad que sueñas por tu cuenta”. 

Rafa quedaba sorprendido ante la visión de que, en su vida, podría distanciar a una persona, tener una idea equivocada de ella, y, sin embargo, estar elegido por Dios para ser su morada: “Si Dios lo considera digno de Si Mismo ¿lo atacarías tú con las manos del odio?”. 

Rafa aceptaba la existencia de amigos con los que se vibraba. También aquellos que nos reflejaban nuestro lado oscuro. La función de apoyo era extraordinaria. Así se podía conocer. Y, al cambiar, en su interior, el lado oscuro, aquellos amigos distantes, cambiaban ante sus ojos. 

Los amigos no cambiaban. Cambiaba la visión de Rafa. Aceptaba su lado oscuro. Lo superaba. Entonces todos reflejaban su lado de luz que proyectaba. Esa proyección total era su anhelo y su confianza, era su ilusión y su plenitud, era el tesoro enorme que se extendía delante de sus ojos.