domingo, octubre 22

NUESTRA PLENITUD INTERIOR

Marce le daba vueltas a la cabeza con aquel texto que le decía que estaba completo. Muchos días su actividad se basaba en sentirse con esa plenitud que leía en los libros pero que le faltaba en su interior. Después de mucho esforzarse se encontraba vacío. Algo no funcionaba en él. Soñaba ideas, pensaba situaciones y vislumbraba en su horizonte posibilidades. 

Bombardeado por una cultura del logro, deseaba alcanzar algunos objetivos para sentirse con esa plenitud de su alma. Su vista estaba centrada en el futuro. Su vista no veía el presente, no veía lo que hacía, no valoraba su esfuerzo continuo y diario. Era una fijación en la consecución. Sin embargo, vio una película que lo impresionó. 

Un señor le había prometido a un joven que lo llevaría a un lugar donde encontraría una piedra especial. El joven, interesado en fósiles y en geología, se entusiasmó. "Por fin", se dijo, "voy a alcanzar un logro maravilloso". Se despertó temprano. Se unió al señor y empezaron el camino hacia las montañas. 

Durante todo el camino la ilusión, la energía, el encanto del día lo envolvía. Había una ilusión especial en su rostro. Una luz que se transmitía con la fuerza de la vida. Estaba comunicativo. Le compartía muchas incidencia personales a ese señor tan amable. Pasaron una mañana extraordinaria. 

Al llegar a la cima de la colina. Le preguntó dónde estaba ese ejemplar que le había prometido. El señor le contestó que estaba debajo de sus pies. El joven se agachó, la cogió,la observó y le dijo que le había mentido. Esa piedra era normal. El Señor le dijo que la energía que había desarrollado durante el camino era la expresión más viva que había visto de su experiencia.

Le dijo que el camino por la vida no era un punto especial que debía alcanzar, un detalle que podía conseguir, un tesoro que necesitaba descubrir. La ilusión de cada día superaba todos los límites, la alegría de cada menuda actividad, el encanto de cada paso, todo ello proporcionaba la plenitud ansiada por nuestro Ser. Él mismo lo había podido vivir en el camino hacia la colina. 

"Tras la búsqueda de todo ídolo yace el anhelo de plenitud. Un anhelo que aparece por la sensación de que nos falta algo. Lo pleno no tiene forma porque es ilimitado. Buscar una persona o una cosa especial para añadir a lo que tú eres y así alcanzar tu plenitud, sólo puede querer decir que crees que te falta algo que una forma puede proporcionarte".

"Y que al encontrarla, alcanzarás tu plenitud en una forma que a ti te gusta. El propósito de todo ídolo es éste: que no mires más allá de él a la raíz de la creencia de que te falta algo".

La verdad es sencilla y plena. No nos falta nada. Y desde esa vertiente amamos no porque nos faltan los demás. Amamos porque compartimos el amor de nuestra plenitud. Y desde esa plenitud no hay ninguna condición, ninguna exigencia, ninguna imposición.

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