jueves, octubre 26

EL PERDÓN ES TOTAL

David se adentraba en ese terreno del perdón tan extraño y desconocido, tan inusual y tan novedoso. Se asociaba con los ídolos, con las esperanzas de que otras leyes y otras propuestas nos podían dar lo que no teníamos. Lo peor de todo es que todo lo bueno no venía desde fuera de nosotros. Lo mejor salía de un corazón bondadoso y amable. 

Un corazón universal porque universal eran los medicamentos para todos los corazones. Un corazón universal porque tiernos eran todos los afectos que salían de corazones agradecidos. Una universalidad porque todos los corazones seguían el mismo camino. A pesar de tener diferentes cuerpos, diferentes lenguas, diferentes apariencias, todos los corazones se alegraban y sufrían, se abrían al mundo de la solidaridad y de las manos unidas. 

Tenían un mismo sentir de cariño y simpatía. Por ello, era bueno reflexionar en las palabras que nos encontraban este día: “No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la idolatría, que la creencia de que hay algunas clases de enfermedad y de desdicha que el perdón no puede sanar”. 

“Esto quiere decir que prefieres conservar algunos ídolos y que todavía no estás completamente listo para abandonarlos todos. Y así, piensa que algunas apariencias son reales y que no son apariencias en absoluto”. 

“No te dejes engañar con respecto al significado de la creencia fija según la cual algunas apariencias son más difíciles de pasar por alto que otras. Pues ello siempre significa que crees que el perdón tiene límites”. 

“Y te habrás fijado una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes libertarte de la culpabilidad sólo en parte. ¿Qué otra cosa puede significar esto sino que el perdón que te concedes a ti mismo, así como a todos los que parecen estar separados de ti es falso?”

David quería ampliarse, hacerse universal, ponerse en contacto con todos los corazones del mundo. Pero, observaba que tenía que perdonarse a sí mismo fuere lo que fuere. No podía poner límites. Si se ponía límites a sí mismo, ponía límites a los demás. Y eso no era razonable ni en su vida ni en la vida de sus hermanos.

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