Luis se deleitaba con su cofre del tesoro y con su llave que podía abrirlo. Había descubierto la primera perla para vivir consciente de sus decisiones. Se repetía la primera propuesta que había lanzado:
Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta
Pero junto a esa visión, vio que le acompañaba una espina en nuestra mente. Primero decidíamos la perla y después aparecía la espina oportuna: “El mayor problema que tienes ahora es que todavía decides primero lo que vas a hacer, y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer”.
“Y es posible que lo que oigas no resuelva el problema tal como lo percibiste inicialmente. Esto conduce al temor porque contradice tu percepción, de modo que te sientes atacado, y, por ende, furioso. Hay ciertas reglas mediante las cuales esto se puede evitar”.
Esa contradicción en tu mente, ese contrasentido puede destruir la primera decisión: la de la perla. Y ese esfuerzo por descubrir qué es lo que debes hacer puede atormentarte y junto a la perla, le des una importancia excesiva a la “espina”. Y eso nos altera.
“Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispongas de un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las cosas que quieres que te sucedan, así como lo que quieres experimentar, y di:”
Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta, ésa es la clase de día que se me concederá.
“Si practicas estos dos procedimientos debidamente, ello te ayudará a dejarte guiar sin temor, pues no permitirá que primero surja la oposición, para luego convertirse en un problema de por sí”.
Luis se volvía consciente de que ese enfrentamiento surgía en nosotros. No era algo que nos venía del exterior. Era algo que nacía en nuestro interior. Esos dos momentos estaban muy bien delimitados: primero decido algo hermoso y maravilloso: la perla. Después pienso lo que debo hacer: la espina.
Lo que debo hacer puede oponerse a la primera decisión. El conflicto lo creamos nosotros. Nadie lo crea. Así le venía a la mente de Luis en algunas de sus experiencias. Había tenido impulsos internos llenos de alegría, de comprensión, de buenos sentimientos y maravillosos.
Después de varios días, entraba en el campo de lo que debía hacer. Los inconvenientes que surgían, venían a su mente, eran tan opuestos a su decisión inicial, que terminaba teniendo unas tremendas discusiones consigo mismo. Algunas veces se lamentaba de tener ciertos tipos de pensamientos muy comprensivos.
Concluía que no estaba preparado para tener esos tiempos de pensamientos, de iniciativas y de locuras personales. Pero, ahora, se daba cuenta dónde estaba el error: él mismo se fabricaba “la espina”. Quería seguir conociendo ese mecanismo para ir deshaciendo “espinas” en su forma de pensar.
NO PERMITAMOS QUE LAS ESPINAS MENTALES, SE INTERPONGAN A NUESTRA FELICIDAD Y PAZ INTERIOR, SEAMOS POSITIVOS, DECRETEMOS CADA SEGUNDO DE NUESTRA VIDA Y DE OTROS CON GRAN AMOR DE DIOS. AMÉN AMÉN AMÉN.
ResponderEliminarVibramos todos unidos
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