jueves, diciembre 28

MEDITACIÓN DE FIN DE AÑO

Luis estaba terminando el año. En los días finales tenía unos tiempos para meditar y reflexionar sobre la marcha del año. Un dejar constancia de todo aquello que le había cambiado y que le había supuesto un descubrimiento en su vida. Después de todo, conocerse a uno mismo era lo más difícil en la vida. 

Valoraba muchos momentos como transformadores en su forma de pensar. Ellos lo acercaban un poco más a las palabras de metamorfosis que Jesús había utilizado para animar a las personas a sacar las maravillas que tenían en su interior. Esos descubrimientos le daban mucha esperanza, mucha ilusión y mucha energía renovada. 

Un punto crucial en ese proceso estaba relacionado con sus juicios, sus condenaciones y sus valoraciones personales. Había descubierto que no podía juzgar a nadie por completo desconocimiento. A la única persona que podía juzgar era así mismo. 

Veía el mundo tal cual se veía a sí mismo. Un punto crucial que le había dejado impactado en ese año que se estaba terminando.

“¿Eres invulnerable? Entonces el mundo te parece un lugar inofensivo. ¿Perdonas? Entonces el mundo es misericordioso, pues le has perdonado sus ofensas, de modo que te contempla tal como lo contemplas a él”. 

“¿Eres un cuerpo? Entonces ves en cada hermano un traidor, listo para matar. ¿Eres espíritu, inmortal y sin la más mínima posibilidad de corrupción ni mancha de pecado sobre ti?”. 

“Entonces ves estabilidad en el mundo, pues ahora es absolutamente digno de toda tu confianza: un lugar feliz en donde descansar por un tiempo, en donde no hay nada que temer, sino sólo amar”. 

“¿Le negarían los puros de corazón la bienvenida a alguien? ¿Y qué podría herir a los que son verdaderamente inocentes?”. 

Luis había dado un giro sustancial a su visión de los demás. Captaba la mejor virtud en cada persona. Se regocijaba con las buenas actitudes y reflexionaba las actitudes adversas que le hablaban de falta de amor. 

Un pensamiento de comprensión siempre salía de su interior. Y, cuando le era posible, compartía esa idea con sus amigos y con sus conocidos. Basta ya de pensamientos erróneos, condenatorios y negativos sobre los demás. Eran pensamientos sobre él mismo. Nunca lo podían ser sobre los demás. 

Nadie conocía todas las circunstancias por las que pasaba una persona humana. Por ello, juzgarla y condenarla era la mayor injusticia del ser humano hacia otro ser humano y hacia sí mismo. 

Ese aprendizaje se lo llevaba con él al finalizar el año. 2017 le había traído una rica cosecha de pensamientos transformadores de metamorfosis. Y se sentía feliz, muy feliz.

viernes, diciembre 22

PUERTAS SIN CULPABILIDAD

Enrique estaba absorto en sus ideas y en la mirada perdida a lo lejos. Su alma inquieta buscaba, siempre, nuevos caminos por donde la superación pudiera caminar y encontrar nuevas salidas y nuevas comprensiones en su experiencia diaria. 

Sentía en su interior una luz que se le encendía de vez en cuando y le hacía vibrar con especial entusiasmo. Cada logro era una alegría. Cada nuevo camino encontrado era un banquete interior en su alma. Era muy agradecido y le motivaba para ir buscando nuevas visiones en su vida. 

Se dejaba invadir por aquellas palabras de aquel párrafo que se extendía ante él. En esos momentos nocturnos de silencio donde toda la actividad había disminuido y los ruidos de la naturaleza se hacían audibles para el oído humano. La paz caía serenamente en sus ojos y en su corazón. 

“La salvación es un deshacer. Si eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de sucesos que no tienen sentido. Alguien aparece y luego desaparece al morir”. 

“Otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. Y nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo un instante después. ¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio?”. 

“¿Y qué valía puede tener quien no es más que polvo? La salvación es el proceso que deshace todo esto. Pues la realidad es la que ven aquellos cuyos ojos la salvación ha liberado de tener que contemplar el costo que supone conservar la culpabilidad, ya que en lugar de ello eligieron abandonarla”. 

“La salvación no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. Simplemente te pide que esa sea tu elección. Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes cómo contemplar otro mundo aparte de él”. 

“Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar”. 

“Sólo la arrogancia podría hacerte pensar que tienes que allanar el camino que conduce al Cielo. Se te han proporcionado los medios para que puedas ver el mundo que reemplazará al que tú inventaste”. 

“¡Hágase tu voluntad! Esto es verdad para siempre tanto en el Cielo como en la tierra, independientemente de dónde creas estar o de lo que creas que la verdad acerca de ti mismo debe realmente ser”. 

Enrique se quedaba asombrado por la hermosa puerta que se abría ante sus ojos, ante su alma, ante su superación personal. Sin arrogancia, sin aferrarse a nuestro mundo, sin hostilidad, nuestro tesoro interior iba saliendo e iba contactando con todas aquellas ideas que lo hacían vibrar. 

Momentos intensos en aquellos instantes de paz y de descubrimiento. La noche le había traído un hermoso mensaje. Sus ojos se habían deleitado en ese espíritu hermoso que podría abrirse a nuevos mundos. Su mundo podría ser cambiado, mejorado, superado y transformado. 

Sus ojos abiertos al infinito se quedaban absortos en las estrellas donde la vida tomaba otro rumbo y otro color de eternidad.

martes, diciembre 19

ELEGIMOS NUESTRA VISIÓN

Carlos se había enfrentado a la elección entre carne y espíritu referido al ser humano. Se había dado cuenta de que si definíamos a los demás por el cuerpo se podían constatar un gran número de diferencias entre los seres humanos. Recordaba en sus adentros la preocupación de un muchacho turco respecto al aspecto. 

Los dos estaban en una universidad de Londres. Los dos estaban estudiando inglés. Carlos consideraba a aquel muchacho con mucha naturalidad y con la misma deferencia que a sus compañeros nacionales. Sin embargo, el muchacho turco le repetía que tenía la misma apariencia que Carlos. 

Constató la preocupación de aquel muchacho de darle una importancia vital al cuerpo. Necesitaba sentirse europeo. Los cuerpos tienen infinidad de diferencias incluso dentro de la misma familia biológica. Subrayar unas diferencias en detrimento de otras no tenía ningún sentido. El cuerpo nos hacía diferentes. Pero el espíritu nos hacía iguales. 

El espíritu no se veía, pero se sentía. El espíritu no tenía forma, tenía contenido. La carne tenía como futuro la muerte, la descomposición y el polvo. El espíritu era eterno. A pesar de tenerlo claro, Carlos pensaba en la propuesta que le hacían aquellas ideas escritas. 

“O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu. En esto no hay términos medios. Si uno de ellos es real, el otro no puede ser sino falso, pues lo que es real niega su opuesto”. 

“La visión no ofrece otra opción que esta. Lo que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo lo que consideras que es verdad. De esta elección depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o espíritu”. 

Si eliges ser carne, jamás podrás escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir”. 

Carlos se daba cuenta de que había elegido el espíritu. Por ello, la preocupación de aquel muchacho turco le hizo pensar y reflexionar sobre algo que no estaba en su mente. 

La relación de Carlos con aquel muchacho turco era natural, sencilla, amistosa, agradable y respetuosa. Nunca se había planteado si tenían diferencias corporales a la vista. La continua repetición del muchacho turco de dejar de manifiesto que eran similares en la apariencia le dejaba sin palabras. 

Para Carlos, aquel muchacho turco era como su hermano. Mismo espíritu, mismo aprendizaje, mismo fondo de amor, misma relación de admiración y respeto. Misma procedencia como Hijo de Dios. Misma comunicación.

jueves, diciembre 14

EL PROBLEMA DE LA CULPA

Sebas se quedaba pensando ante aquella idea que se desplegaba ante sus ojos. La idea expresaba que cuando la mente contenía un conflicto serio que no podía soportar lo somatizaba y se lo pasaba al cuerpo. Entonces, el cuerpo expresaba con los fallos orgánicos oportunos ese conflicto insoportable.

Había escuchado que el cuerpo no enfermaba. La que enfermaba realmente era la mente. Y la mente hacía enfermar al cuerpo. Sebas iba viendo que la vida emocional era mucho más importante de lo que se imaginaba. La felicidad hacía funcionar al cuerpo con toda libertad. 

Los disgustos, las reacciones fuertes en contra de adversidades, ponían presiones insoportables sobre la mente que, en ocasiones, se expresaban por el cuerpo. Ahora entendía mucho mejor la idea de que una enfermedad corporal era un aviso de que algo no funcionaba bien en la mente. 

Se debía curar la enfermedad del cuerpo y la presión de la mente que la había provocado. Por ello, el problema de la culpa ejercía una función muy dañina en la mente y en el cuerpo. “¿Por qué iban a ser sus pecados pecados, a no ser que creyeses que esos mismos pecados no se te podrían perdonar a ti?”. 

“Cómo iba a ser que sus pecados fuesen reales, a no ser que creyeses que constituyen tu realidad? ¿Y, por qué los atacas por todas partes, si no fuese porque te odias a ti mismo? ¿Eres acaso tú un pecado?”. 

“Contestas afirmativamente cada vez que atacas, pues mediante el ataque afirmas que eres culpable y que tienes que infligirle a otro lo que tú mereces. ¿Y qué puedes merecer sino lo que eres? Si no creyeses que mereces ataque, jamás se te ocurriría atacar a nadie”. 

“¿Por qué habrías de hacerlo? ¿Qué sacarías con ello? ¿Y de qué manera podría beneficiarte el asesinato?”. 

Sebas pensaba en una experiencia como profesor que tuvo con un alumno en clase. Era un muchacho de 14 años. Una excelente persona. Una tarde, al empezar la clase, empezó a dar golpes en el suelo. Todos los compañeros se sorprendieron. 

No era fácil disponer de la atención de los alumnos con aquellos golpes. Sebas le invitó a que se calmara. Sin embargo, diez minutos después empezó a dar otra vez golpes en el suelo con sus pies. Sabiendo que algo le pasaba a aquel muchacho, le invitó a salir de clase y le dijo que fuera tan amable de esperarle al lado de la puerta al terminar la clase. 

Sebas terminó la clase y se llevó al muchacho a su despacho. La conversación se desarrolló de inmediato. El intenso problema del muchacho se manifestaba a través del cuerpo. Una realidad inaceptable para él se la acababan de comunicar sus padres. Se iban a separar. 

Una angustia demasiado fuerte para contenerla. El muchacho se sentía culpable. Creía que él era el motivo de la separación de sus padres. Unos abrazos, unos lloros en el despacho y una comprensión infinita pudieron devolverle al muchacho un poco del cariño que se le había escapado de su vida. 

La angustia y la culpa hacían su función. Destrozaban la paz y la serenidad de un excelente muchacho. Aquellos golpes en el suelo con sus pies era una petición de cariño y de comprensión que necesitaba aquel muchacho. Por ello, una mano amiga, comprensiva, ayudadora y acogedora podía decirle que estábamos con él en esos momentos desgarradores de su vida.

domingo, diciembre 10

UNA PARADOJA IMPENSABLE

Adolfo se quedaba un tanto perplejo ante aquella lectura. Desde pequeño había oído a las personas acusar a otras de actitudes equivocadas. Desde pequeño, él mismo lo había hecho imitando a los demás y a los sentimientos internos que esas acusaciones nos despertaban. 

De vez en cuando aparecían por las familias acusaciones que rompían los lazos de paz y de concordia. Esas experiencias, cuando tocaban a su familia, las sufría mucho. El corazón de Adolfo estaba hecho para las buenas relaciones. Admiraba mucho a su familia y quería que se llevaran bien entre todos. 

Ahora tenía que ir asimilando esas ideas que se grababan en su mente, en su corazón, en sus músculos y en sus retinas. Aceptaba y comprendía lo que explicaba aquel párrafo. Nadie le había dicho nada parecido en todos sus años. No había encontrado ninguna explicación. 

Ni en su familia, ni en la escuela, ni en la Universidad, ni los hombres cultos con los que había hablado. Era un tema totalmente nuevo y se quedaba quedo y pensativo ante aquella propuesta. Era una forma de conocernos a nosotros mismos. Y, ya era sabido, las personas son unas puras extrañas para ellas mismas. 

“Sólo los que se acusan a sí mismos pueden condenar. Antes de tomar una decisión de la que se han de derivar resultados tienes que aprender algo, y aprenderlo muy bien”. 

“Ello tiene que llegar a ser una respuesta tan típica para todo lo que hagas que acabe convirtiéndose en un hábito, de modo que sea tu primera reacción ante toda tentación o suceso que ocurra”. 

“Aprende esto, y apréndelo bien, pues con ello la demora en experimentar felicidad se acorta por un tramo de tiempo que ni siquiera puedes concebir: nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino únicamente por los tuyos”. 

“Sea cual sea la forma que sus pecados parezcan adoptar, lo único que hacen es nublar el hecho de que crees que son tus propios pecados y, por lo tanto, que el “ataque” es su justo merecido”. 

Adolfo recordaba ocasiones donde en ciertos hechos realizados por sus amigos no encontraba en ellos ningún motivo de condenación. Trataba de animarlos y darles toda su paz. 

Pero había otros hechos en los que se encontraba violento con ellos y los condenaba en lo más íntimo de su ser. Padecía con ellos. Ahora, al leer el párrafo, comprendía que no los condenaba por sus faltas, los condenaba porque eran parte de sus pecados interiores. 

Se veía reflejado y los condenaba. Entendía ahora que cuando no encontraba motivo de condenación era porque en su interior esos pecados no existían en él, y por ello no los proyectaba. 

Toda una reflexión que le llegaba muy hondo. Toda una reflexión que le hacía pensar, meditar y descubrir lo que de verdad había en su corazón. Era un buen método para conocerse a uno mismo. Si condenaba, era porque se condenaba a sí mismo. Estaba claro.

miércoles, diciembre 6

NI LÍDER NI SEGUIDOR

Rafa se sorprendía con las nuevas que estaba leyendo. La relación con las otras personas siempre las había definido como naturales y agradables entre seres iguales. Sin embargo, veía que la nueva visión que estaba aprendiendo no dejaba de tener sus especificidades. 

Las dos palabras nuevas que había aprendido eran: líder y seguidor. Se extrañaba un tanto de que las personas se sentían incómodas cuando esperaban de alguien que se comportara como su líder y no lo hacía. En otros momentos, esperaba que se comportara como seguidor y no se ajustaba a sus expectativas. 

Una frustración que se daba no en la realidad sino en sus propios pensamientos. En sus ideas le había dado la idea de líder a alguien y la idea de seguidor en otros momentos. Y si, en momentos precisos, no se comportaba como era su expectativa mental, se frustraba y se enfadaba consigo mismo. 

La idea era que los dos debían caminar juntos. “Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quién es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo”.

“Él pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. Él pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. Y en cuanto que hermano tuyo, su Padre no puede ser sino el mismo que el tuyo”. 

“Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. Solos, se os niega a ambos. ¿No está claro acaso que mientras sigas insistiendo en ser líder o seguidor pensarás que caminas solo, sin nadie a tu lado? Este es el camino que no conduce a ninguna parte”. 

“Pues no se te puede otorgar la luz mientras camines solo, y así, no puedes ver por donde vas. Esto produce confusión y una interminable sensación de duda, a medida que te tambaleas solo de un lado a otro en la oscuridad. Sin embargo, hay Alguien a tu lado que ilumina tu camino”. 

“Así puedes dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. Tener los ojos vendados puede ciertamente cegarte, mas no puede hacer que el camino en sí sea oscuro. Y Aquel que viaja contigo tiene la luz”. 

Rafa se sentía feliz. Comprendía que debía caminar al lado del hermano. Ni delante, ni detrás, ni líder, ni seguidor. Eso era una clarificación muy estupenda. Nunca antes lo había pensado así. Al pensarlo por segunda vez, se descubría como seguidor de algunas personas él mismo. 

También ante otras se sentía líder. Esa actitud era corregida ante las ideas que acababa de leer. Caminar al lado del otro era la solución para olvidarse de ir por delante o ir por detrás. Todos los hermanos caminando unidos. Y en esa unión estaba la solución. 

“Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. Solos, se os niega a ambos”.

sábado, diciembre 2

LO ETERNO EN NUESTRA VIDA NUNCA DEJA DE SER

Esteban escuchaba, sin darse cuenta, la conversación que su esposa tenía con la vecina. Estaba un poco distante. Sin embargo, le atrajo la atención de la descripción de aquella señora de 80 años recordando sus días de Navidad cuando era pequeña. 

A pesar de la edad avanzada, latía en ese corazón la actitud de su padre delante del hallar de la casa. Allí encendía un buen fuego. Con ese calor asaba castañas y boniatos para comer en el momento. Todos se unían alrededor del fuego. Cantaban y contaban historias que los unían llenos de encanto y de felicidad. 

Los años pasaban, pero los recuerdos grabados en el corazón del amor eran imborrables. Eran como un recordatorio de que las personas éramos principalmente amor y cualquier detalle que subrayara esa experiencia quedaba de forma indeleble en nuestro propio corazón. 

Esteban pudo visualizar la imagen de aquella persona mayor. No pudo desviar su atención. Algo había sintonizado en su interior con el recuerdo hermoso de aquella persona que compartía con su esposa. Había algo en el interior que las personas maduras no podían olvidar. 

Por ello, entendía muy bien las palabras de las siguientes ideas: “¿Qué es la tentación, sino el deseo de tomar una decisión errónea con respecto a lo que quieres aprender, y obtener un resultado que no deseas?”

“El reconocimiento de que ese es un estado mental indeseable se convierte en el medio por el que se vuelve a examinar la elección, viéndose entonces que hay otro resultado más deseable”. 

“Te engañas a ti mismo si crees que lo que quieres son desastres, desunión y dolor. No prestes oídos a esa llamada. Escucha más bien la llamada subyacente, que te exhorta a que seas feliz y a que estés en paz”. 

“Y el mundo entero te brindará paz y felicidad. Pues a lo que oigas es a lo que responderás. Y ¡oh maravilla! Tu respuesta será la prueba de lo que has aprendido, y su resultado, el mundo que contemplarás”. 

Esteban veía que aquella vecina había escogido esos momentos de unión y de cariño. Los compartía con su esposa. Y, desde la corta distancia, también Esteban vibraba con esos hermosos sentimientos de castañas asadas, de calor y de cantos. 

La unión era nuestra senda natural. La vibración era compartida por la vecina, por su esposa y por él. Una vez más descubría que el corazón estaba hecho de cariño, de apoyo y de fusión entre todos.

miércoles, noviembre 29

LA ESENCIA DE UNIVERSO

Santiago daba un repaso en su mente a la curiosidad que había en nuestra mente de ser definidos por los demás. Su esposa que era más astuta buscaba la definición personal en libros y en tests de personalidad. Entendía que la opinión de los demás estaban sesgadas por la experiencia que tenían entre ellas. 

Libros con apariencia científica ofrecían un método inicialmente objetivo. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que cada tipo de test estaba orientado hacia una definición filosófica del ser humano. Es decir, primero se establecía la concepción que se tenía de la persona, después se comparaba con los casos concretos. 

Aquella tipología que no pasaba por nuestra mente, nos definía como faltos de “algo”, “incompletos”. No era ni más ni menos que dos conceptos distintos de la persona. Las coincidencias entre ellas eran casuales. No definían la esencia sino las diferencias de planteamientos. 

Por ello, de una forma inconsciente todos apreciábamos ser definidos por una persona que nosotros admirábamos. La admiración mutua nos ponía en una línea similar del concepto de la persona. Quizás las ideas del siguiente párrafo nos den una orientación en esa línea de busca nuestra definición. 

“No hay ninguna cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que goce de plenitud y de que tú no seas sordo a su llamada”. 

“Sin tu respuesta esta llamada se deja morir, de la misma manera en que se la salva de la muerte cuando tú oyes en ella la llamada ancestral a la vida y comprendes que es tu propia llamada”. 

“El Cristo en ti recuerda a Dios con la misma certeza con la que Él conoce Su Amor. Pero Dios sólo puede ser Amor si su Hijo es inocente. Pues ciertamente sería miedo, si aquel a quien Él creó inocente pudiera ser esclavo de la culpabilidad”. 

“El Hijo perfecto de Dios recuerda su creación. Pero en su culpabilidad se ha olvidado de lo que realmente es”. 

Santiago se sentía pleno con esa definición de lo que realmente era. Su corazón latía de una forma intensa y gozosa. “El Cristo en ti recuerda a Dios con la misma certeza con la que Él conoce Su Amor”. 

Aceptar la vida de Cristo en nosotros por nuestra libertad. Aceptar esa grandeza que éramos en el principio. Aceptar que dentro de nosotros habita la plenitud y dejarla salir con toda su extensión y comprensión. Estamos completos y eso nos reconforta totalmente.

lunes, noviembre 27

UN PENSAMIENTO DECISIVO

Pablo se dejaba llevar por esos pensamientos que pasaban delante de sus ojos y viajaban al interior con su carga de paz y de esperanza, con su carga de alegría y una renovada ilusión, con su carga de aliento y de vida que todo lo magnificaba y que a todas las células de su cuerpo vivificaba. 

Pensamientos que leía y releía. Eran un espejo donde él se reconocía como persona, como conjunto de sentimientos, como conjunto de objetivos en su alma y en su vida. Eran como música celestial que se difundía a través de sus oídos y de toda la atmósfera que le rodeaban. 

“En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes”. 

“No hay nada en él que no te invite amorosamente a ser su amigo y a que le permitas a unirse a ti. Ni una sola llamada deja jamás de oírse, se interpreta erróneamente o se queda sin contestar en el mismo lenguaje en que se hizo”. 

“Y entenderás que ésta es la llamada que todos los seres y todas las cosas en el mundo siempre habían hecho, pero que tú no habías percibido como tal. Y ahora te das cuenta de que estabas equivocado”. 

“Te habías dejado engañar por las formas que ocultaban la llamada. Por lo tanto, no la podías oír, y así, perdiste un amigo que siempre quiso ser parte de ti. La eterna y queda llamada de cada aspecto de la creación de Dios a la totalidad se oye por todo el mundo a la que esta otra lección da lugar”. 

Pablo se encogía de hombros ante tanta bondad. Pablo abría su corazón ante tanta claridad como le llegaba a sus ojos mentales del conocimiento. Era un hermoso descubrimiento y su alma lo recibía con toda la fuerza de las almas sinceras y buenas que admitían que el Hijo de Dios es inocente.

viernes, noviembre 24

NUESTRA LIBERTAD NOS DA OPCIONES

Juan estaba sorprendido. Nunca se habría esperado aquella experiencia. Los habitantes de la parte de Berlín este, dirigidos bajo el régimen comunista, antes de que el muro fuese derribado, se encontrasen tan faltos de iniciativa que añoraran volver a la falta de libertad que habían tenido. 

Esa falta de libertad venía por no haberla ejercido. No se esforzaban por mejorar, por encontrar nuevas oportunidades, por poner en marcha alternativas distintas. Al fin se dio cuenta Juan que la falta de competencia y de esfuerzo personal era como un músculo que no se utilizaba en el cuerpo. 

Después de cierto tiempo sin utilizarlo, perdía su volumen, su fuerza, su función y se debilitaba. Todo en el ser humano respondía a la ley de la utilización. Ideas sociales aparentemente estupendas parecían que ahogaban en su raíz las fuerzas gravitatorias de la persona. 

Una vez recobrada la libertad, debían ejercitar esos músculos sociales inactivos. Y en su práctica no siempre se acertaba. Era la manera de aprender. “Aprender es una capacidad que tú inventaste y te otorgaste a ti mismo”. 

“No fue concebida para hacer la Voluntad de Dios, sino para apoyar el deseo de que fuese posible oponerse a ella y para que una voluntad ajena fuese incluso más real”. 

“Y esto es lo que este aprendizaje ha intentado demostrar, y tú has aprendido lo que fue su propósito enseñar. Ahora tu viejo y remachado aprendizaje se alza implacable ante la Voz de la verdad y te enseña que Sus lecciones no son verdad, que son demasiado difíciles de aprender, y que son diametralmente opuestas a lo que realmente es verdad”. 

“No obstante, las aprenderás, pues ese es el único propósito de tu capacidad para aprender que el Espíritu Santo ve en todo el mundo. Sus sencillas lecciones de perdón son mucho más poderosas que las tuyas, pues te llaman desde Dios y desde tu Ser”. 

Juan admitía con toda su alma la grandeza de Sus enseñanzas. Eran infinitamente más poderosas que cualquier idea nuestra. La idea del perdón era un concepto nuevo que su alma recogía con mucho regocijo. 

Nadie nos podía herir, molestar, insultar ni atacar. Nadie podía definirnos excepto nosotros mismos. Si nosotros, ante cualquier palabra poco amable, la aceptábamos, la comprendíamos y entendíamos que era un signo de una persona que no se encontraba bien, equilibrada y en su mejor versión, nos movería a ayudarla y no a sentirnos molestos con ella. 

Así que nadie nos podía herir ni molestar. Éramos nosotros mismos los que nos heríamos y nos molestábamos. Por ello, perdonar a una persona implicaba perdonarnos a nosotros mismos por no saber comprender, en ocasiones, la situación de la otra persona. 

Y ese aprendizaje nacía de Dios y de nuestro Ser.


martes, noviembre 21

APRENDIZAJE NATURAL

Lucas leía aquellos renglones y se quedaba sorprendido. Era uno de los pensamientos que su esposa y él había utilizado en sus conversaciones. Algunas de las personas que los conocían y tenían cierto tipo de confianza y amistad les decían que estaban contentos con todas las metas que habían alcanzado. 

Algunos subrayaban el factor suerte en su vida. Otros les decían que les había tocado la lotería. Otros indicaban que su unión había sido una grandiosidad que estaban disfrutando. No muchos ponían el énfasis en el proceso que habían llevado desde su juventud, desde su noviazgo, desde su encuentro y desde su mutua formación. 

Estaban seguros que nada en este mundo nacía de la falta de aprendizaje. Buscar desarrollar los mejores métodos de convivencia, de consideración de la persona, de sus actitudes frente a otros seres humanos y su formación adquirida día a día para ser padres cuando todavía los hijos no estaban en su horizonte. Sabían que debían prepararse. 

No todo nacía de la suerte sino de un objetivo compartido entre los dos y llevado a cabo con el cariño, con la constancia, con el esfuerzo y con la ilusión de cada día de la semana que llegaba a su vida. El párrafo se explayaba en esas ideas. 

“Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender”. 

“No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio”. 

“No digas que no puedes aprender. Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres el que eres”. 

Lucas y su esposa se veían reflejados en ese proceso de aprendizaje. La capacidad de descubrir era infinita. La posibilidad de abrir los horizontes era amplia y fuerte. Y los logros de ese conocimiento los transformaba poco a poco en ese potencial de unión y de comprensión. 

Se sonreían ante la paradoja que ofrecía el párrafo en su última parte. Aquellos que desconfiaban de su capacidad de aprender se veían enfrentados con las conclusiones a las que habían llegado en su aprendizaje:

“Has aprendido que tu voluntad no es tu voluntad, has aceptado, por tu esfuerzo y por tu reflexión, que tus pensamientos no te pertenecen, y has concluido, con todos tus rodeos reflexivos, que no eres el que eres”. 

El aprendizaje es vital, es connatural al ser humano, es la materia de la que están hechos todos los sueños y todos los logros de la vida.

domingo, noviembre 19

LO DIFÍCIL NOS ATRAPA

Marcos estaba en clase escuchando con atención al profesor. Lo admiraba mucho. Su sabiduría entraba en su interior de forma natural sin cuestiones difíciles para elucidar. Todo era claro como el agua clara del arroyo que brotaba de fuentes puras. 

Escuchaba una anécdota que le había pasado en otra clase de la misma universidad. Los alumnos le decían que no era un profesor universitario. Era un profesor que dejaba todos los contenidos claros, sencillos, bien comprensibles. Le indicaban que para ser un buen profesor de universidad debía utilizar conceptos difíciles de comprender. 

Ese era el toque de ser buen profesor. En tanto que se clarificaba el contenido de los temas tenía más bien el tinte de otro tipo de enseñanza que la universitaria. Marcos se quedaba sorprendido. Enseñar, compartir el amplio conocimiento era vital. Si no se comprendía, no dejaba de ser una afirmación teórica. 

Esa anécdota le quedó en el corazón. Ahora, al leer esos textos, recordaba la incidencia de su profesor: “¡Qué simple es la salvación! Tan solo afirma que lo nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. Eso es todo. ¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad?”

“Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. ¿Cuán difícil puede ser reconocer que lo falso no puede ser verdad, y lo que es verdad no puede ser falso? Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero”. 

“Se te ha dicho exactamente cómo distinguir lo uno de lo otro, y lo que tienes que hacer si te confundes. ¿Por qué, entonces te empeñas en no aprender cosas sencillas como estas?”

Marcos grababa en su mente donde radicaba la dificultad de aprender la salvación: “Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla”. Esa saeta le dio en el blanco de su corazón. Esa saeta bien clara, bien comprendida encontraba su diana. 

Se preferían mil rodeos, se ponían de manifiesto elucubraciones, teorías, posibilidades para hacerla difícil de comprender. Quizás para tapar la decisión triste de que esa enseñanza no llegara a nuestra vida y la transformara. Nuestra mente quedaba así muy ufana. 

Tan osada que se atrevía a decir a un buen profesor que su docencia clara y sencilla no tenía altura universitaria porque todo se daba muy bien entendido. La mente se defendía y ponía sus criterios. Sólo nos quedaba vivir esas enseñanzas y descubrir los enormes misterios que llevaba en ella misma encerrados. 

Ese conocimiento profundo era inaccesible para aquellos que no osaban ponerla en práctica. Ni conocían su poder, ni conocían lo que escondía en una vida práctica. Pero, eso sí, se ufanaban de que lo sabían todo y ponían en entredicho a un profesor universitario.

miércoles, noviembre 15

LO INMUTABLE ENTRA CON ÉL

Mateo recordaba las veces que había cambiado de parecer al enfrentar un problema. Alguna de esas veces fue muy pronunciado. Bajo la ira, la frustración y la desilusión el panorama se obnubilaba y perdía la visión de cómo enfrentar la situación. 

Cuando era sabio, dejaba que pasara el tiempo, al menos un día, por lo menos, si no podía dejar más. Después con una visión más calmada y tranquila podía pensar en el asunto viendo alternativas que anteriormente no había visto y le habían angustiado. 

“Sin lugar a dudas”, se decía así mismo, “somos cambiantes, realmente cambiantes, terriblemente cambiantes”. Entendía mucho mejor a las personas que le aconsejaban que demorara la respuesta para ver todas las posibilidades y elegir la mejor en cada momento. 

Bajo el poder de la emoción todas nuestras percepciones estaban alteradas. No era un buen momento oportuno para analizar, entender, comprender, valorar y ver las alternativas. Se requería de cierta distancia, de cierta paz y serenidad para ver con amplitud todas las alternativas. 

Al leer aquellas ideas se llenaba de una esperanza nueva: “Precisamente porque la realidad es inmutable, existe en ella un milagro que sana todas las cosas cambiantes y te las ofrece para que las veas en una forma de felicidad y que está libre de temor”. 

“Se te concederá ver a tu hermano de esta manera. Pero no mientras quieras que sea de otra manera con respecto a otras cosas. Pues eso sólo significaría que no lo quieres ver curado e íntegro”. 

“El Cristo en él es perfecto. ¿Es esto lo que quieres contemplar? No dejes entonces que haya sueños acerca de él que tú prefieras ver en lugar de Cristo en él”. 

“Y verás a Cristo en él porque permitiste que Él viniera a ti. Y cuando Él se te haya aparecido, tendrás la certeza de que eres como Él, pues Él es lo inmutable en tu hermano y en ti”. 

Mateo quedaba absorto por esas afirmaciones. En lugar de ver al hermano, ver a Cristo en el hermano. Y eso era posible si dejaba que Cristo viniera a él. Y repetía la frase última: “Él es lo inmutable en tu hermano y en ti”. 

El objetivo era maravilloso para serenarse, dejar pasar el tiempo, tranquilizarse y dejar salir el Cristo que anidaba en su interior y permitirle que tomara las decisiones oportunas. Esa era la decisión de la vida: Permitir la entrada en nuestro corazón y en nuestro pensamiento de Él.

domingo, noviembre 12

DESENMASCARAR LAS TENTACIONES

Guille pensaba en esa palabra que tantas sugerencias le había traído en su vida: la tentación. Unas veces asociadas a cosas no muy aceptables. Otras veces, a delicias y placeres. Un enfrentamiento de experiencias a los que unos le llamaban tentación y otros, liberación.

La experiencia y las enseñanzas en ocasiones no casaban bien. Descubrir lo que realmente nos hacia daño era a veces una creencia más que una realidad. Pero, Guille sabía que vivíamos en el terreno de las creencias. Así que le dábamos, en muchos momentos, posibilidad de realidad. 

Era toda una sabiduría poder discernir aquello que realmente nos hacia daño de aquello que nos liberaba y estaba a nuestra mano. Toda una sabiduría invadía nuestra mente y se ofrecía para que nosotros pudiéramos elegir y pudiéramos caminar y reconducir nuestras creencias. 

“¿Qué es la tentación, sino el deseo de hacer que las ilusiones sean reales? No parece ser el deseo de hacer que lo que es real no lo sea. Sin embargo, es una afirmación de que algunas clases de ídolos ejercen una poderosa atracción que los hace más difíciles de resistir que aquellos que tú preferirías que no fuesen reales”. 

“Toda tentación, por lo tanto, no es más que esto: una plegaria para que el milagro no ejerza influencia sobre algunos sueños, y para que, en vez de ello, mantenga su irrealidad oculta y les otorgue realidad”. 

“El Cielo no responde a tal oración, ni tampoco se te puede conceder un milagro para sanar las apariencias que no te gustan. Has establecido límites. Lo que pides se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. Sólo tú te has limitado a ti mismo”. 

Guille veía un contrasentido en nuestros deseos. La plegaria al Eterno se centraba en la petición de que el milagro no ejerciera influencia sobre algunos sueños equivocados y dejara su irrealidad oculta de nuestra visión. La limitación estaba clara: 

“El Cielo no responde a tal oración, ni tampoco se te puede conceder un milagro para sanar las apariencias que no te gustan. Has establecido límites. Lo que pides se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. Sólo tú te has limitado a ti mismo”. 

Y concluía que esas limitaciones las proyectábamos sobre el Eterno. En lugar de reconocer nuestra propia limitación quedábamos frustrados porque el milagro no se concedía. Ahora veía un poco más claro el papel de las tentaciones en nuestra vida. 

Veía con mayor luz el funcionamiento de las tentaciones. Ellas no se centraban en negar la realidad. Destacaban que ciertas atracciones eran poderosas y ocultaban su propia irrealidad. De ahí la necesidad de visión para desenmascararlas y ver que no tenían inmutabilidad.

martes, noviembre 7

LAS APARIENCIAS CAMBIAN

Benito ahondaba en esas ideas que le habían ganado el corazón. La mitad suya era divina. La mitad suya era oro puro hecho de amor divino. La otra mitad era su libertad para poder elegir. Nadie podía decirle, nadie podía pensar, que éramos frágiles, inútiles, sin valor y sin una trascendencia en nuestra vida. 

El filón de oro puro divino relucía en nuestra vida con toda su plenitud. Nadie podía decirse a sí mismo que no valía nada. Teníamos un valor incalculable. Un valor incalculable para nuestra madre al nacer y antes de nacer. Un valor incalculable para todas las personas que nos esperaban. 

Un valor incalculable para todas las miradas plenas que sabían ver la divinidad en nosotros, en nuestro interior, en nuestro corazón y en la nobleza de nuestros ojos. Un valor incalculable para nosotros mismos que aceptábamos precisamente el valor profundo del amor que anidaba en nuestro corazón. 

Le gustaba la idea de sufrimiento que había escuchado: “Sufrimos porque no aceptamos que estamos hechos de amor y luchamos en contra del amor, es decir, luchamos contra nosotros mismos. Por eso, sufrimos”. Se deleitaba leyendo aquellos pensamientos.

“Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. La realidad, en cambio, es inmutable. No engaña en absoluto, y si tú no puedes ver más allá de las apariencias, te estás dejando engañar”. 

“Pues todo lo que ves cambiará; sin embargo, antes pensabas que era real, y ahora crees que es real nuevamente. De este modo la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de cambiar”. 

“La realidad, no obstante, es inmutable. Esto es lo que hace que sea real y lo que la distingue de todas las apariencias. Tiene que estar más allá de toda forma para poder ser ella misma. No puede cambiar”. 

Benito veía que esa visión que profundizaba era necesaria para distinguir la apariencia de la realidad. Las apariencias eran apariencias. Siempre cambiaban. La verdad era verdad porque no cambiaba.

lunes, noviembre 6

HABLAR EL MISMO IDIOMA

Samuel había comprobado infinidad de veces que hablaba un idioma distinto al de los demás. De ahí la falta de comunicación, la falta de entendimiento. No se trataba de hablar una lengua distinta, diferente. Se ceñía a un planteamiento distinto en la concepción del ser humano. 

No estaba de acuerdo con ciertas afirmaciones que se repetían de forma automática: “Piensa mal y acertarás”. “La mayoría de la gente es mala”. Esas ideas tachaban a las personas de un manto borroso que impedía verlas en su verdadera luz, en su verdadera magia. 

Sus impulsos interiores le llamaban a ver en los demás las mejores virtudes, las mejores decisiones y los encantos naturales de criaturas llenas de verdad. Esa doble mirada le distanciaba muchas veces de las personas. Ahí radicaban los dos idiomas que impedían la comunicación. 

“No trates de encontrar significado en sueños de separación. Sólo los sueños de perdón se pueden compartir, pues significan lo mismo para ti y para tu hermano”. 

“No hagas interpretaciones desde una perspectiva de soledad, pues lo que veas no tendrá ningún significado, y lo que representa cambiará. Y tú creerás que el mundo es un lugar incierto, por el que caminas en peligro, lleno de incertidumbre”. 

Son únicamente tus interpretaciones las que carecen de estabilidad, pues no están en armonía con lo que realmente eres. Es éste un estado tan peligroso en apariencia, que es imposible que no surja el temor. Hermano mío, no sigas por ese camino”. 

“Tenemos un solo Intérprete. Y a través del uso que Él hace de los símbolos nos unimos, y así, todos ellos tienen el mismo significado para todos nosotros”. 

“Nuestro idioma común nos permite hablar con todos nuestros hermanos, y entender con ellos que el perdón se nos ha otorgado a todos, y que, por lo tanto, podemos comunicarnos nuevamente”. 

Samuel comprendía mucho mejor, ahora, que esos idiomas distintos radicaban en la comprensión interna de nosotros mismos. Todos teníamos una parte común que habitaba en nuestro interior. Y esa parte común nos unía. 

Era cierto que también anidaba en cada uno esa parte donde radicaba la libertad personal. Samuel había decidido aplicar su libertad en apoyar esa parte común que todos teníamos por nacimiento. Era la vía para poder hablar el mismo idioma.

martes, octubre 31

LA GRANDEZA DE LA TRANSFORMACIÓN

Daniel se deshacía en su mente lleno de alegría con nubes que pasaban y blancos que adornaban, con azules que fluían y contenían la maravilla de la vida. Su mente jugaba con palabras: amor, perdón, elevación, transformación, superación, ampliación, enriquecimiento, compartir, dar, sentir, vibrar y volar juntos por el cielo.

Un camino ilimitado para ir creándose a cada instante. Un camino infinito para ir realizando hermosuras del alma cada vez más hermosas, deliciosas, agradables y juguetonas llenas de paz, de alegría y de una profunda armonía que a todo le daba su belleza y su equilibrio en cada momento. 

Daniel veía que la seguridad del perdón, de la transformación y de la elevación era el camino natural de cada ser humano. No se podía dudar de él. No se podía cuestionar nada. Una dinámica interna nos llenaba de energía y nos daba esa profunda sensación de plenitud cuando nuestra alma se expandía. 

“Todo perdón que se considera merecido sana, pues le otorga al milagro la fuerza para pasar por alto las ilusiones. Así es como aprendes que tú también tienes que haber sido perdonado”.

“No hay ninguna apariencia que no pueda pasarse por alto. Pues si la hubiera, sería necesario que primero hubiese algún pecado que estuviese más allá del perdón”. 

“Tendría que haber algún error que fuese más que una simple equivocación, un tipo especial de error que fuese inmutable y eterno, y que estuviese más allá de cualquier posibilidad de corrección o escape”. 

“Tendría que haber un error capaz de deshacer la creación, y de construir un mundo que pudiese reemplazarla y destruir la Voluntad de Dios. Sólo si esto fuese posible, podría haber algunas apariencias capaces de ser inmunes al milagro y de no ser sanadas por él”. 

Daniel se aseguraba en sus pensamientos, en los momentos felices de su mente, de su alma, de su corazón y de la paz que todo ello le comunicaba. Dios era capaz de calmar la más pequeña arruga de nuestro pesaroso corazón.

jueves, octubre 26

EL PERDÓN ES TOTAL

David se adentraba en ese terreno del perdón tan extraño y desconocido, tan inusual y tan novedoso. Se asociaba con los ídolos, con las esperanzas de que otras leyes y otras propuestas nos podían dar lo que no teníamos. Lo peor de todo es que todo lo bueno no venía desde fuera de nosotros. Lo mejor salía de un corazón bondadoso y amable. 

Un corazón universal porque universal eran los medicamentos para todos los corazones. Un corazón universal porque tiernos eran todos los afectos que salían de corazones agradecidos. Una universalidad porque todos los corazones seguían el mismo camino. A pesar de tener diferentes cuerpos, diferentes lenguas, diferentes apariencias, todos los corazones se alegraban y sufrían, se abrían al mundo de la solidaridad y de las manos unidas. 

Tenían un mismo sentir de cariño y simpatía. Por ello, era bueno reflexionar en las palabras que nos encontraban este día: “No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la idolatría, que la creencia de que hay algunas clases de enfermedad y de desdicha que el perdón no puede sanar”. 

“Esto quiere decir que prefieres conservar algunos ídolos y que todavía no estás completamente listo para abandonarlos todos. Y así, piensa que algunas apariencias son reales y que no son apariencias en absoluto”. 

“No te dejes engañar con respecto al significado de la creencia fija según la cual algunas apariencias son más difíciles de pasar por alto que otras. Pues ello siempre significa que crees que el perdón tiene límites”. 

“Y te habrás fijado una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes libertarte de la culpabilidad sólo en parte. ¿Qué otra cosa puede significar esto sino que el perdón que te concedes a ti mismo, así como a todos los que parecen estar separados de ti es falso?”

David quería ampliarse, hacerse universal, ponerse en contacto con todos los corazones del mundo. Pero, observaba que tenía que perdonarse a sí mismo fuere lo que fuere. No podía poner límites. Si se ponía límites a sí mismo, ponía límites a los demás. Y eso no era razonable ni en su vida ni en la vida de sus hermanos.

miércoles, octubre 25

EL PERDÓN Y LA INCONSCIENCIA

Abel no llegaba a comprender las bases del perdón. Se había desarrollado en un ambiente donde el perdón era escaso, raro y, en ocasiones, incomprensible. Eso le había llevado a preguntarse sobre las bases del perdón.

Había intuido que la frase del Maestro Jesús sobre el perdón: “Perdónales porque no saben lo que hacen”, se basaba en la inconsciencia de las personas frente a ciertos actos. El perdón parecía tomar en cuenta la inconsciencia. El perdón no tomaba la actitud de esas personas como real. 

Al no tomarlas como real, reaccionaba ante esos actos como no teniendo consistencia. Se perdonaba la inconsciencia. “La ira nunca está justificada. El ataque no tiene fundamento. Con esto comienzo uno a escapar del miedo, y con esto también es como lo logrará”. 

“Con esto se intercambian los sueños de terror por el mundo real. Pues el perdón descansa sobre esto, lo cual es tan solo natural. No se te pide que concedas perdón allí donde se debería responder con ataque y donde el ataque estaría justificado”. 

“Pues eso querría decir que perdonas un pecado pasando por alto lo que realmente se encuentra ahí. Eso no es perdón, ya que supondría que, al reaccionar de una manera que no está justificada, tu perdón se ha convertido en la respuesta al ataque que se ha perpetrado”. 

“El perdón está siempre justificado. Sus cimientos son sólidos. Tú no perdonas lo imperdonable, ni pasas por alto un ataque real que merece castigo. La salvación no reside en que a uno le pidan responder de una manera antinatural que no concuerda con lo que es real”. 

“En lugar de ello, la salvación sólo te pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no ha ocurrido”. 

Abel hundía sus raíces de forma profunda en esa sabiduría que se desplegaba ante sus ojos. Entendía que todo ataque partía de la irrealidad. Toda persona sensata no lo llevaba a cabo. Toda persona equilibrada no lo producía. El dolor y la angustia llevaban a personas a atacar. Ese estado era una inconsciencia que provocaba angustia. 

El perdón tomaba en cuenta esa base sobre la que se desarrollaba la angustia y el miedo. La solución era volver a la paz desde la paz, desde la comprensión del mecanismo que llevaba al ataque.

martes, octubre 24

LEYES QUE NOS LLENAN DE VIDA

Josué había pensado muchas veces en cambiar las leyes y adaptarlas a sus necesidades personales. Cambiar la hora del día sería una buena decisión si pudiera hacerlo. Sin embargo, reconocía que ese cambio afectaría a mucha gente que marchaba con sus planes y sus tiempos.

Cambiar la ley de la gravedad sería estupendo en algunos momentos. En otros, sería un trastorno muy grave. Se quedó impactado al descubrir que los enfermos no debían estar mucho tiempo en la cama después de una intervención. Caminar y dejar que la ley de la gravedad actuara en sus cuerpos era beneficioso para la recuperación. 

Las ilusiones podrían darnos algunas salidas. Pero, sin lugar a dudas, era mejor seguir esas leyes eternas que orientaban y guiaban nuestra vida. Los cambios, cuando eran personales y arbitrarios, crearían un caos total en nuestra convivencia. 

“La realidad obedece las leyes de Dios y no las reglas que tú mismo estableces. Son Sus leyes las que garantizan tu seguridad. Las ilusiones que creas con respecto a ti no obedecen ninguna ley”. 

“Parecen danzar por un rato, al compás de las leyes que tú promulgaste para ellas. Mas luego se desploman para no levantarse más. No son más que juguetes, hijo mío, de modo que no lamentes su pérdida”. 

“Su danza jamás te brindó felicidad alguna, pero tampoco eran cosas que pudieran asustarte o mantenerte a salvo si respetaban sus reglas. Las ilusiones (falacias) no deben ni apreciarse ni atacarse, sino que simplemente se deben considerar como juguetes infantiles, sin ningún significado intrínseco”. 

Josué asentía con su cabeza. Eran cosas sencillas de comprender. Eran cosas sencillas de aceptar y entender. Pero, en momentos, con esa veta que todos tenemos de creador, nos imaginábamos muchas cosas. La sabiduría era necesaria en esos momentos donde la ausencia de esas leyes equilibrantes nos desharía todo nuestro mundo. 

Y Josué pensó que en esa línea iba la desdicha del ser humano. Dejar de lado las leyes de la sabiduría, de la unidad, de la comprensión, de la solidaridad, y de las manos unidas, nos dividía interiormente a nosotros y nos iba rompiendo poco a poco ese tesoro de unidad que existía en nuestro interior.

lunes, octubre 23

HAY ALGUIEN QUE NO SE OLVIDA

Benjamín se daba cuenta de que, cuando su mente no se acordaba de un nombre, de un amigo, de un familiar, de una persona, parecía que esa persona realmente no existía. Reconocía que en su campo de consciencia no estaba, no vivía. Era como si realmente no tuviera vida porque no la compartía ni en la realidad ni en la consciencia. 

En ciertos momentos de tranquilidad, se decía a sí mismo: “De la misma manera que muchos nombres desaparecen en la inconsciencia, así podrían desaparecer los nombres de aquellos a los que les permitimos que nos hagan daño”. Se daba cuenta de que esos nombres en la inconsciencia no le afectaban en ningún sentido. 

Aquellos nombres que le influenciaban y, en momentos, para inquietarle, era bueno que fueran olvidados. Sin embargo, también reconocía que él era la persona que les daba poder para que le hicieran daño. La mente funcionaba de esa manera. La consciencia, también. 

Lo importante no era esas escapadas que su mente hacía la evasión. Lo principal del asunto era lo que la sabiduría compartía: “Los pensamientos parecen ir y venir. Sin embargo, lo único que esto significa es que algunas veces eres consciente de ellos y otras no”. 

“Un pensamiento del que te has olvidado parece nacer de nuevo en ti cuando retorna a tu conciencia. Mas no murió cuando lo olvidaste. Siempre estuvo ahí, sin embargo, no eras consciente de él”. 

“El Pensamiento que Dios abriga de ti no se ha visto afectado en modo alguno por tu olvido. Siempre será exactamente como era antes de que te olvidaras de él, como seguirá siendo cuando lo recuerdes y como fue durante el lapso en que lo habías olvidado”. 

Benjamín se llenaba de paz, de tranquilidad, de serenidad y de una completa confianza. Siempre recordaba esa frase que le latía en su corazón: “Si no fuereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos”. Y cada día estaba más seguro que una de las cualidades básicas de los niños era la total confianza. 

Nuestros padres, cuando somos pequeños, gozan de nuestra total confianza. A medida que crecemos, esa confianza disminuye. Pero, en las edades donde más necesidad tenemos, la confianza nos da la paz y la serenidad que nos llena por todos lados. 

Esa confianza es la que nos fortalece. Y el maestro Jesús nos invita a desarrollar esa total confianza en sus planteamientos como el niño la tiene con sus padres. Esa confianza total es toda nuestra vida.