Enrique estaba absorto en sus ideas y en la mirada perdida a lo lejos. Su alma inquieta buscaba, siempre, nuevos caminos por donde la superación pudiera caminar y encontrar nuevas salidas y nuevas comprensiones en su experiencia diaria.
Sentía en su interior una luz que se le encendía de vez en cuando y le hacía vibrar con especial entusiasmo. Cada logro era una alegría. Cada nuevo camino encontrado era un banquete interior en su alma. Era muy agradecido y le motivaba para ir buscando nuevas visiones en su vida.
Se dejaba invadir por aquellas palabras de aquel párrafo que se extendía ante él. En esos momentos nocturnos de silencio donde toda la actividad había disminuido y los ruidos de la naturaleza se hacían audibles para el oído humano. La paz caía serenamente en sus ojos y en su corazón.
“La salvación es un deshacer. Si eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de sucesos que no tienen sentido. Alguien aparece y luego desaparece al morir”.
“Otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. Y nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo un instante después. ¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio?”.
“¿Y qué valía puede tener quien no es más que polvo? La salvación es el proceso que deshace todo esto. Pues la realidad es la que ven aquellos cuyos ojos la salvación ha liberado de tener que contemplar el costo que supone conservar la culpabilidad, ya que en lugar de ello eligieron abandonarla”.
“La salvación no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. Simplemente te pide que esa sea tu elección. Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes cómo contemplar otro mundo aparte de él”.
“Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar”.
“Sólo la arrogancia podría hacerte pensar que tienes que allanar el camino que conduce al Cielo. Se te han proporcionado los medios para que puedas ver el mundo que reemplazará al que tú inventaste”.
“¡Hágase tu voluntad! Esto es verdad para siempre tanto en el Cielo como en la tierra, independientemente de dónde creas estar o de lo que creas que la verdad acerca de ti mismo debe realmente ser”.
Enrique se quedaba asombrado por la hermosa puerta que se abría ante sus ojos, ante su alma, ante su superación personal. Sin arrogancia, sin aferrarse a nuestro mundo, sin hostilidad, nuestro tesoro interior iba saliendo e iba contactando con todas aquellas ideas que lo hacían vibrar.
Momentos intensos en aquellos instantes de paz y de descubrimiento. La noche le había traído un hermoso mensaje. Sus ojos se habían deleitado en ese espíritu hermoso que podría abrirse a nuevos mundos. Su mundo podría ser cambiado, mejorado, superado y transformado.
Sus ojos abiertos al infinito se quedaban absortos en las estrellas donde la vida tomaba otro rumbo y otro color de eternidad.
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