Rafa se sorprendía con las nuevas que estaba leyendo. La relación con las otras personas siempre las había definido como naturales y agradables entre seres iguales. Sin embargo, veía que la nueva visión que estaba aprendiendo no dejaba de tener sus especificidades.
Las dos palabras nuevas que había aprendido eran: líder y seguidor. Se extrañaba un tanto de que las personas se sentían incómodas cuando esperaban de alguien que se comportara como su líder y no lo hacía. En otros momentos, esperaba que se comportara como seguidor y no se ajustaba a sus expectativas.
Una frustración que se daba no en la realidad sino en sus propios pensamientos. En sus ideas le había dado la idea de líder a alguien y la idea de seguidor en otros momentos. Y si, en momentos precisos, no se comportaba como era su expectativa mental, se frustraba y se enfadaba consigo mismo.
La idea era que los dos debían caminar juntos. “Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quién es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo”.
“Él pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. Él pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. Y en cuanto que hermano tuyo, su Padre no puede ser sino el mismo que el tuyo”.
“Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. Solos, se os niega a ambos. ¿No está claro acaso que mientras sigas insistiendo en ser líder o seguidor pensarás que caminas solo, sin nadie a tu lado? Este es el camino que no conduce a ninguna parte”.
“Pues no se te puede otorgar la luz mientras camines solo, y así, no puedes ver por donde vas. Esto produce confusión y una interminable sensación de duda, a medida que te tambaleas solo de un lado a otro en la oscuridad. Sin embargo, hay Alguien a tu lado que ilumina tu camino”.
“Así puedes dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. Tener los ojos vendados puede ciertamente cegarte, mas no puede hacer que el camino en sí sea oscuro. Y Aquel que viaja contigo tiene la luz”.
Rafa se sentía feliz. Comprendía que debía caminar al lado del hermano. Ni delante, ni detrás, ni líder, ni seguidor. Eso era una clarificación muy estupenda. Nunca antes lo había pensado así. Al pensarlo por segunda vez, se descubría como seguidor de algunas personas él mismo.
También ante otras se sentía líder. Esa actitud era corregida ante las ideas que acababa de leer. Caminar al lado del otro era la solución para olvidarse de ir por delante o ir por detrás. Todos los hermanos caminando unidos. Y en esa unión estaba la solución.
“Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. Solos, se os niega a ambos”.
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