Mateo había pasado gran parte de su primera juventud hasta los treinta años con una sensación contradictoria. No alcanzaba a comprender la eternidad. Influenciado de forma inconsciente por el ego, lo consideraba de un aburrimiento terrible y de una angustia difícil de soportar.
La eternidad implicaba que nada cambiaba que todo era igual y que nada tenía fin. El ego siempre miraba el pasado. Por eso, revivir el pasado una y otra vez era algo destructivo. La idea de la eternidad cambió radicalmente en la mente de Mateo cuando descubrió que la eternidad era un presente continuo.
El presente era una oportunidad diaria que la vida ofrecía para disfrute de todos los humanos. Era el momento de olvidar el pasado, cambiar los planteamientos equivocados y liberar unos ojos cargados de reveses e incomprensiones. Cada día ofrecía esa oportunidad como un regalo cargado de luz y de vida.
Así la eternidad ofrecía una posibilidad que jamás antes había concebido. “El ego cree que es una ventaja no comprometerse con nada que sea eterno, ya que lo eterno sólo puede proceder de Dios”.
“La eternidad es la única función que el ego ha tratado de desarrollar, si bien ha fracasado repetidamente. El ego transige con la cuestión de lo eterno, al igual que con todas las cuestiones que, de algún modo, tienen que ver con la verdadera pregunta”.
“La cual espera encubrir y mantener fuera de la conciencia ocupándose de asuntos marginales. La tendencia típica del ego de estar continuamente ocupado con nimiedades tiene como objeto apoyar ese propósito”.
“Uno de sus ardides favoritos para obstaculizar el aprendizaje es embarcarse en problemas diseñados de tal manera cuya resolución sea imposible. La pregunta que nunca formulan quienes se embarcan en tales maniobras dilatorias es: ‘¿Para qué?’”.
“Esa es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. ¿Qué propósito tiene esto? Sea cual fuere dirigirá tus esfuerzos automáticamente”.
“Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer”.
Mateo comprendía estupendamente esa pregunta aplicada al presente: ¿Para qué? La respuesta venía cargada de alegría, de cambio, de superación, de nuevas oportunidades y de nuevas posibilidades para su vida.
Cuando se refería al pasado, venía cargada de repetición, de desánimo, de falta de cambio y de falta de novedad en la vida. La eternidad basada en ‘el eterno presente’ era una bendición para la vida de cada persona.
Mateo sonreía y sabía que su concepto había dado un cambio total. Ahora sí, la eternidad era su objetivo.
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