domingo, octubre 7

TRIBUNAL EJECUTOR


Carlos quedó impresionado por las afirmaciones de uno de sus amigos. Indicaba que estaba tranquilo ya que no iba ser juzgado por ningún hombre. Su juicio sería realizado por Dios, un Ser equitativo, comprensivo y conocedor del ser humano. Los juicios emitidos por las personas eran duros, inapelables y acusadores. 

El miedo era el elemento común que se deslizaba en esos comentarios. Muchos seres humanos se habían sentido mal entendidos, no comprendidos, no interpretados con el corazón y la sentencia dura que habían emitido hacía temblar los pilares de la justicia. 

Recordaba el juicio realizado a la prostituta en los tiempos de Jesús. Todo un grupo fue a proponer a Jesús que esa prostituta debía ser apedreada y destrozada. No merecía vivir. Lo indicaba así la Ley de Moisés. Jesús no se perdió en detalles. La Ley de Moisés indicaba la muerte de la prostituta y del hombre que participaba en ese acto. 

Jesús dejó que el corazón participara en el juicio. No se opuso a la ejecución. Solamente apeló a una reflexión interior. Les indicó que el que estuviera libre de pecado, arrojara la primera piedra. Se podría parafrasear también como el que no se hubiera acostado con ella lanzara la primera piedra. 

Sabían, según la Ley de Moisés, que esa piedra debiera estar dirigida al hombre y a la mujer. La mujer no podía realizar el acto sexual sola. Se dieron cuenta que la acusación carecía de equidad, de justicia, de plenitud. Los más mayores que se habían acostado muchas veces se dieron cuenta de la realidad y se fueron. 

Carlos entendía la afirmación de su amigo. Los humanos, en ocasiones, actuaban como esos tipos de tribunales. Acusaban a los demás, pero no se daban cuenta de que ellos también participaban de lo que acusaban. 

“El ego dicta sentencia y el Espíritu Santo revoca sus decisiones, en forma similar a como en este mundo un tribunal supremo tiene la potestad de revocar las decisiones de un tribunal inferior”. 

“Las decisiones del ego son siempre erróneas porque están basadas en el error para cuya defensa se tomaron. El ego no interpreta correctamente nada de lo que percibe”. 

“No sólo cita las escrituras para defender su causa, sino que incluso las interpreta como testigos a su favor. A juicio del ego la Biblia es algo temible. Al percibirla como algo temible la interpreta con miedo”. 

“Al sentir miedo, no apelas al Tribunal Supremo porque crees que fallaría en tu contra”. 

Carlos comprendía mucho mejor a su amigo. Sentirse atacado y condenado por los humanos sin saber los motivos interiores que se desarrollaron en el hecho, era el punto de máximo error. También los humanos eran prestos a condenar en los demás lo que en ellos mismos no veían condenable como les pasó en el relato de la prostituta con Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario