Esteban no aceptaba con facilidad aquel nuevo concepto que le llegaba a la mente. La idea de que las relaciones entre las personas no entrañaban grados de dificultad era algo nuevo. En todos los saberes se empezaban por los conceptos fáciles y poco a poco se iban alcanzando las ideas más complicadas.
Era parte del progreso en el conocimiento. Era parte de la evolución de la comprensión de la mente. Solamente dando los pasos oportunos se podía llegar a la complejidad oportuna. En cambio, entre las personas cuando se trataba de la confianza mutua, no había grados de confianza.
Bien había confianza, bien no había confianza. La confianza a medias no existía. No era confianza. Muchas experiencias para llegar a buen término se apoyaban en la confianza. Su ausencia provocaba un fracaso de las relaciones de forma grave y destructiva.
Mirar a la otra persona siempre tenía el componente de creer en ella, de confiar en sus mejores dones, de sacar y provocar que compartiera sus mejores habilidades. Sin esa mirada, era imposible seguir ascendiendo en el terreno de la confianza mutua y de la experiencia común del amor.
“Para el Espíritu Santo no hay grados de dificultad en los milagros. A estas alturas, esto debería resultarte bastante familiar, aunque no es algo que estés dispuesto a creer”.
“Por lo tanto, ni lo entiendes ni puedes hacer uso de ello. Es mucho lo que todavía nos queda por hacer en favor del Reino como para pasar por alto este concepto tan crucial”.
“Es realmente una de las piedras angulares del sistema de pensamiento que enseño y que quiero que tú enseñes. No puedes obrar milagros sin creer en él, ya que es una creencia en la perfecta igualdad”.
“El único regalo idéntico que se les puede ofrecer a los Hijos idénticos de Dios, es apreciarlos completamente. Ni más ni menos. Sin una gama variable, la idea de grados de dificultad carece de sentido, y no debe haber gama alguna en lo que le ofreces a tu hermano”.
Esteban asentía en su corazón porque la idea de igualdad la veía plasmada con la grandeza que el Eterno había puesto en cada uno de nosotros.
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