Adolfo se daba cuenta de que estaba entrando en esa zona del punto de inflexión donde todo cambiaba de sentido y se empezaba a ver la luz, la claridad, la visión nueva que entraba por la comprensión y por sus ojos al verlo todo con esa nueva luz.
Esa idea de ‘dar todo a todos para poder tener’ era una destrucción de los planteamientos del ego. Para poder tener, el ego, nos invitaba a poseer, a guardar, a evitar compartir y evitar que nos lo quitaran. Esa idea de generosidad no casaba bien con el ego que no se satisfacía nunca de conseguir para sí mismo.
El punto de inflexión pasaba de poseer a compartir, de tener a ofrecer. El ego no podía comprender la paradoja del amor. Cuánto más amor se daba, más se tenía, más se recogía, más sobraba para todos. El milagro de la multiplicación de los panes y los peces era un ejemplo de ello.
Lo que se multiplicó allí no fue el alimento físico, era el alimento más básico para el ser humano: el amor. Jesús representaba el amor. Les dio de comer amor y sobraron muchos cestos después de haberse saciado. Era una lección que el ego no la aceptaba, no la comprendía. De otro modo, el ego se autodestruía.
“‘Para poder tener, da todo a todos’. Este un paso preliminar básico, y el único que tienes que dar por tu cuenta. Ni siquiera es necesario que tú mismo lo completes, pero sí es necesario que te encamines en esa dirección”.
“Cuando decides ir en esa dirección, te pones a ti mismo a cargo del viaje, función que a ti y sólo a ti te corresponde desempeñar”.
“Este paso tal vez parezca agudizar el conflicto en vez de resolverlo, ya que representa el paso inicial en el proceso de invertir tu percepción y de rectificarla totalmente” (punto de inflexión – metanoia).
“Esto entra en conflicto con la percepción invertida que todavía no has abandonado, ya que, de lo contrario, no habría sido necesario un cambio de dirección”.
“Algunos se quedan en este paso durante mucho tiempo, experimentando un agudo conflicto. En este punto puede que incluso traten de aceptar el conflicto en vez de dar el siguiente paso hacia su resolución”.
“Puesto que han dado el primer paso, no obstante, se les prestará ayuda. Pues una vez que hayan elegido lo que no pueden completar solos, ya no estarán solos”.
Adolfo había leído sobre este paso de inflexión. Lo intuía de alguna manera. Sin embargo, ahora con la idea de cambiar de las leyes del ego a las leyes del espíritu, todo quedaba más claro y más meridiano. La metanoia nos invitaba.
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