José se quedaba un poco suspenso al descubrir que los principios del espíritu parecían que iban en sentido contrario al aprendido a lo largo de sus años. En el aula aprendía escuchando las definiciones del profesor y reteniendo los conceptos en su mente para poder captarlos.
Ahora se daba cuenta de que la comprensión intelectual no era la experiencia de la vida. Se podía hablar del amor, pero no haberlo experimentado en la vida. Se podía hablar de la paz, pero no haberla sentido en el interior donde todo lo aquietaba. Estaba ante una visión intelectual y otra experiencial o emocional.
Se podía definir con palabras el cielo, pero estar tan lejos de su experiencia emocional que las palabras en sus combinaciones no podían definir esa realidad tan especial que no se daba en la vida diaria de las personas. Por ello, se quedaba pensativo ante los diversos pasos que el espíritu proponía.
El primer paso lo hemos comentado: ‘Para poder tener, da todo a todos’. El segundo paso se abría paso también en la relación con las personas. Sin los demás, el aprendizaje era imposible: ‘para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’.
Esos dos verbos bailaban en su mente: Dar todo a todos y enseñar paz para así aprender lo que es. Parecía que hasta que no se vivía en conjunto, hasta que no se compartía con todos, la experiencia no aparecía y no se aprendía. Eran sendas opuestas al ego.
“No se te pide que tomes decisiones descabelladas, aunque tal vez pienses que eso es lo que se te está pidiendo. Sin embargo, creer que es a ti a quien corresponde decidir lo que son las creaciones de Dios no puede sino ser una locura”
“El Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es. Por consiguiente, su segunda lección reza así: ‘Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’”
José iba abriendo su umbral de comprensión, de aprendizaje, de sorpresa. Realmente estaba ante una nueva dimensión donde todo se daba en caminos totalmente opuestos a los aprendidos en la vida diaria. Comprendía un poco mejor por donde iban los caminos de la transformación.
Muchas veces se había quedado prendado del proceso de metamorfosis de los gusanos de seda. Una experiencia impensable entre el inicio y el final. Ahora se hundía en ese misterio referido a la metanoia. Si la metamorfosis se refería a la forma, la metanoia se refería al pensamiento.
Y era en el pensamiento donde esa transformación tenía lugar. Las dos primeras lecciones apuntaban en esa dirección. Inserta en la humanidad, en su colaboración, en la inclusión, se desarrollaba el espíritu. Nunca tenía lugar en la exclusión y en los intereses personales de nadie, de ningún grupo, de ningún sector.
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