Juan había entretenido en algunas ocasiones la idea de que la fe en el más allá no era algo demostrable. Parecía una creencia más que una realidad, una verdad auténtica y verificable. Una enseñanza que se nos repetía desde pequeño y quedaba guardada en el cerebro como una parte más de nuestro ser.
Sin embargo, la posibilidad de ser conscientes de nosotros mismos, conscientes de nuestros actos, conscientes de nuestro presente, pasado y futuro era un elemento lo suficientemente fuerte para creer que esa consciencia podía nacer y podía morir.
La consciencia tenía ese punto de luz que podía elegir. Podía construir nuevos mundos en la mente. Podía ver en los demás muchos elementos distintos. Y los ojos eran una proyección de lo que habitaba en nuestra mente. Veían en los demás nuestras propias características. Realmente éramos una maravilla.
“Cuando tu cuerpo, tu ego y tus sueños hayan desaparecido, sabrás que eres eterno. Tal vez pienses que esto se logra con la muerte, pero con la muerte no se logra nada porque la muerte no es nada”.
“Todo se logra con la vida, y la vida forma parte del ámbito de la mente y se encuentra en la mente. El cuerpo ni vive ni muere porque no puede contenerte a ti que eres vida”.
“Si compartimos la misma mente, tú puedes superar la muerte puesto que yo la superé. La muerte es un intento de resolver conflictos no tomando ninguna decisión. Al igual que todas las demás soluciones imposibles que el ego propugna, esta tampoco resultará”.
A los humanos les afectaban las noticias, los acontecimientos y las incidencias de cada día. En la niñez siempre había mentes más adultas que nos decían que no nos preocupáramos y restablecían la confianza en nuestras cabezas pensantes.
La relación era vital. Y si esa afirmación venía de una persona de confianza nos proporcionaba mucho equilibrio. Nos devolvía la paz y podíamos seguir nuestros proyectos sin ninguna otra angustia suplementaria. La mente infantil creía a la mente adulta de confianza.
La mente realmente contenía la vida. Todo pequeño gesto era dirigido por la mente. Toda pequeña preocupación era sostenida por la mente. Los pensamientos positivos nos brindaban una forma de ver diferente al pensamiento negativo. La mente tenía sus posibilidades y sus elecciones en cada momento.
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