miércoles, diciembre 26

LA CULMINACIÓN DE LA ELECCIÓN


Josué tenía presente las dos lecciones del Espíritu Santo y se centraba en la tercera. Quería tenerlas grabadas en su mente y en sus decisiones. Era el camino que interiormente tanto había buscado y anhelado. Ahora lo tenía delante de sí. 

La primera lección decía: ‘para tener, da todo a todos’. La segunda lección indicaba: ‘para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es’. La tercera concluía de la siguiente manera: ‘mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino’. 

“Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el tercer paso requiere un constante estado de alerta contra el conflicto”. 

“Ya he dicho que puedes estar tan alerta contra el ego como a su favor. La última lección enseña no sólo que puedes, sino que tienes que estar alerta. No se ocupa de la cuestión de grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser mantenerte alerta”. 

“Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. Aquí, pues, es donde se te pide que, a pesar del caos, seas consistente”. 

“Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se excluyen mutuamente. No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás reconociendo esta mutua exclusión, y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos”. 

“Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. Esto finalmente liberará tu mente de tener que elegir, y la encaminará hacia la creación dentro del Reino”. 

Josué podía comprender, a través de las lecciones del Espíritu Santo, que se debían ir alcanzando los pasos de una forma progresiva. Esa idea de que una vez alcanzado un grado óptimo de conocimiento todo alcanzado era un error. 

Al considerar el camino del Espíritu Santo junto al nuestro se podía comprender que su ayuda de vital poder, era indispensable, era vital. Por ello no podíamos dejar de considerarlo, apreciarlo, y reconocer el trabajo inmenso que hacía por nosotros. 

Él era quién nos liberaba de la carga de mantenerse alerta. Él, como siempre, nos daba la paz y nos liberaba de ese estado de alerta y nos enseñaba a vivir dentro del Reino.

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