Rafa se había dado cuenta, hacía mucho tiempo, que era una persona vulnerable. Y que, como toda persona prudente, debía evitar ser herido de cualquier manera tanto física como emocionalmente. Y, claro, la primera reacción era poco sabía. Se enfurecía y se enrabietaba.
No pensaba con claridad. Solamente mostraba su contrariedad. Fue aprendiendo con el tiempo a comprender la situación y darse cuenta de que las personas que podían herirle eran personas desequilibradas en ellas mismas. Lanzaban su desequilibrio sobre los demás y, además, les decían que eran culpables.
Esa idea de que eran culpables hería mucho a Rafa. La falta de veracidad era tal que lo enrabietaba. Por ello, la verdad no se defendía con reacciones negativas. Se podían superar con la comprensión de esas personas que no sabían ciertamente lo que hacía. Eso le produjo mucha paz en su vida.
“La enfermedad es una forma de demostrar que puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa”.
“El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección. Impone un sinfín de reglas para que se eviten funestos desenlaces. El Espíritu Santo, perfectamente consciente de la misma situación, no se molesta en analizarla en absoluto”.
“Si los datos no tienen sentido, no tiene objeto analizarlos. La función de la verdad es recopilar información que sea verdadera. Sea cual sea la forma en que trates de usar el error, de ello no resulta nada”.
“Cuanto más complicados se vuelven los resultados, más difícil puede que resulte reconocer su falta de sentido, mas no es necesario analizar todos los posibles resultados a que las premisas dan lugar a fin de juzgarlos correctamente”.
Rafa reconocía que todas las decisiones que salían en esos momentos de rabia se convertían más que en defensas en otras debilidades propias. Por lo tanto, todo lo que no entraba dentro de una comprensión del ataque, y del atacante, carecía se sentido.
Toda persona equilibrada no solía atacar. Mostraba su equilibrio interno. Así que todos los que atacaban debían callar porque lo único que demostraban era su desequilibrio. Esta idea ayudó mucho a Rafa.
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