sábado, mayo 20

NUESTRO AMIGO DE CONFIANZA

Mario estaba pasando un mal momento. Le habían dicho a la cara a través de una persona de la institución una frase muy fuerte: “Esa persona, que no puedo decirte quién es, sencillamente no te quiere”. La postura de quien hablaba era sigilosa, falta de tacto, osada y parecía que se sentía bien en ese lugar de manifestar lo que otra persona había dicho por detrás. 

Hablar a la cara, tener nobleza, ser sincero, vivir la autenticidad, todo ello se nublaba en la mente de Mario. No podía ser posible. No le podía estar pasando aquella experiencia. La reacción de Mario fue de sorpresa. No se le ocurrió hablar mal de esa persona escondida que no podía decirlo personalmente. Las conversaciones secretas urdían sus dardos para destruir y matar emociones y relaciones. 

La comprensión y la nobleza de Mario quedaron en evidencia frente a la persona de la institución. Le comunicó que si había algún malentendido en una conversación noble y sincera se podía resolver. Todo se podía solucionar cuando dos manos amables se estrechaban y buscaban la solución. Era un destello de las almas grandes y comprensivas. 

Le agradeció su comunicación. Al final, se vio que la persona que le dijo a Mario esa afirmación, no se sentía cómoda en su postura. Reconoció que algo mal se había llevado a cabo. La reacción de Mario demostraba que no era tan malo como lo habían descrito. La tranquilidad profunda daba cuenta de la nobleza de su corazón. 

Buscar siempre los puntos de unión entre las personas era la lección que había aprendido en sus primeros años de profesor. La persona de la institución había aceptado un veredicto sin escuchar a las dos partes. Y, según parecía, había decidido y había tomado parte. Mario no podía hacer nada. Se refugiaba en su nobleza y en su sinceridad. Se asía de la bondad capaz de pedir perdón por algún malentendido del que era inconsciente. 

Leía aquellos párrafos que le daban paz y seguridad eterna: “El que mora con sombras está ciertamente solo, y la soledad no es la Voluntad de Dios. ¿Permitirías que una sombra usurpase el trono que Dios dispuso fuese para tu Amigo, si te dieses cuenta de que si ese trono está vacío el tuyo estaría vacío y desocupado?”

“No hagas de una falacia tu amigo, pues si lo haces, ocupara el lugar aquel que Dios te dio para que fuese tu Amigo. Y Él es el único Amigo que en realidad tienes”. 

“Él te trae regalos que no son de este mundo, y sólo Aquel a Quien se le confiaron puede asegurarse de que tú los recibas. Él los depositará ante tu trono, cuando hagas sitio para Él en el tuyo”. 

Las incidencias de la vida se relativizan cuando la nobleza y la confianza se profundizan. Mario estaba contento de la decisión que había hecho. Se repetía para sí: “Y Él es el único Amigo que en realidad tienes”. Sus pensamientos habían ido por muy buen camino. Eso atemperaba sus preocupaciones interiores. 

La paz que sentía hubiera querido compartirla con aquella persona que no le podían decir su nombre. La paz la compartió con la persona que se lo comunicó. La bondad fue tan sublime que la atmósfera llenó aquel despacho de la presencia divina. Realmente era verdad: “Y Él es el único Amigo que en realidad tienes”.

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