miércoles, mayo 17

NUESTRO TALÓN DE AQUILES

Carlos no quería aceptar esa idea en su mente. Le parecía que lo hacía débil, sin fuerza, sin independencia. Sin embargo, después de muchos años vividos, tenía que admitir que la idea de no sentirse apreciado, valorado y amado era el punto flaco por donde todos los problemas de la vida entraban dentro de nosotros y nos desquiciaban sin darnos cuenta. 

Recordaba la expresión de uno de los profesores que visitó en Londres. Salían del edificio de la escuela. En eso, vio que el director iba cargado con varios paquetes. De inmediato, se ofreció para ayudarle. En un momento, todo estaba arreglado. Lo dispusieron en el coche y el director pudo partir tranquilamente. Carlos se interesó por la relación del profesor con el director. 

Este le dijo que se encontraba muy bien en el colegio. Se sentía valorado, apreciado, tenido en cuenta y eso le daba mucha paz. Desde esa tranquilidad, podía desarrollarse y podía sacar lo mejor de sí mismo. Unas palabras que cayeron en los oídos receptivos de Carlos con mucho interés. Vio en el profesor sus ojos chispeantes de alegría, su rostro feliz lleno de paz, su sonrisa tranquila llena de confianza.

“Es imposible recordar al Padre Celestial mientras se tenga miedo de la justicia en lugar de amarla. Él no puede ser injusto con nadie ni con nada porque sabe que todo lo que existe es Suyo y que será siempre tal como Él lo creó. Todo lo que Él ama no puede sino ser puro e inmune al ataque. Tu función especial abre de par en par la puerta tras la cual el recuerdo de Su Amor permanece perfectamente intacto e inmaculado”. 

“Sólo necesitas desear que se te conceda el Cielo en vez del infierno, y todos los cerrojos y barreras que parecen mantener la puerta herméticamente cerrada se desmoronarán y desaparecerán. Pues no es la Voluntad de tu Padre que tú ofrezcas o recibas menos de lo que Él te dio cuando te creó con perfecto amor”. 

Esta hermosa confianza era la llave de nuestra vida y de nuestros objetivos. Ese sentirse profundamente amado por nuestro Padre Celestial era mucho más fuerte que sentirse valorado por cualquier persona de este mundo. Carlos aceptaba sin ningún reparo esa hermosa idea de la confianza y de vivir con fuerza sintiéndose totalmente valorado, apreciado y amado por el Papá Celestial.

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