lunes, enero 15

INVERSIÓN DE PENSAMIENTO

Gonzalo estaba alucinado con lo que estaba viendo. La resurrección siempre la había aplicado al cuerpo. El cuerpo es lo que moría. Nunca la había aplicado al espíritu. Pero lo más importante del ser humano era su pensamiento, su espíritu, su ser interno. 

¿Cómo podía aplicarse la resurrección a esa parte intangible de la persona? Ahora al leer esas afirmaciones empezaba a entender, a comprender lo que realmente pasaba en ese proceso de transformación. “La resurrección, al ser la afirmación de la vida, es la negación de la muerte”. 

“De esta manera, la forma de pensar del mundo se invierte por completo”. Gonzalo estaba estupefacto, petrificado. Era una forma de inversión de la forma de pensar. No era la desaparición de una y la venida de otra forma de pensar. Era sencillamente lo opuesto. 

“Ahora se reconoce que la vida es la salvación, y cualquier clase de dolor o aflicción se percibe como el infierno. Ya no se le teme al amor, sino que se le da jubilosamente la bienvenida. Los ídolos han desaparecido y el recuerdo de Dios brilla en el mundo sin ninguna obstrucción”. 

“Se ve la faz de Cristo en toda cosa viviente, y no se mantiene nada en la oscuridad, excluido de la luz del perdón. Ya no quedan pesares sobre la tierra. El júbilo del Cielo ha descendido sobre ella”.

Gonzalo había leído en muchos lugares los resultados de esa tierra transformada. Ahora veía que esa maravilla estaba en su visión, en su manera de ver la vida. En forma de aceptarla. Su visión había cambiado totalmente. Esa palabra le había hecho mella en su interior: la inversión de pensamiento. 

Ahora veía a cada persona como la faz de Cristo, como el Hijo del Eterno, como el Hijo del Creador. Su visión había cambiado radicalmente. La inversión de pensamiento se estaba aposentando en su mente. Y el Cielo maravilloso, bajaba con toda su alegría. 



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