domingo, enero 21

SIN DUDAS NI TEMOR

Marce sonreía mientras pensaba y se ahondaba en sus reflexiones internas. Era una música suave que llegaba a su alma y se regocijaba de ese silencio efectivo que le hacía pensar en aspectos nuevos de su vida. Los términos pasaban por su cabeza. 

Dos términos quedaron prendidos de sus ideas: la duda y el miedo. Dos experiencias que había vivido en sus momentos de inquietud con claridad e intensidad. Sabía que era un hombre de energía acerada en sus momentos de reflexión y en su nivel de decisiones. 

Resolver dudas y resolver miedos era una idea muy apetecible en el caminar de sus experiencias diarias. “La revelación produce una suspensión completa, aunque temporal de la duda y el miedo”. 

“Refleja la forma original de comunicación entre Dios y Sus creaciones, la cual entraña la sensación extremadamente personal de creación que a veces se busca en las relaciones físicas. La proximidad física no puede proporcionarla”. 

“Los milagros, en cambio, son genuinamente interpersonales y conducen a un auténtico acercamiento a los demás. La revelación te une directamente a Dios. Los milagros te unen directamente a tu hermano”. 

“Ni la revelación ni los milagros emanan de la conciencia, aunque ambos se experimentan en ella. La conciencia es el estado que induce a la acción, aunque no la inspira. Eres libre de creer lo que quieras, y tus actos dan testimonio de lo que crees”. 

Marce pensaba en la afirmación de la búsqueda de la comunicación en las relaciones físicas. Los contactos físicos no podían reemplazar ni tener en ellos mismos ese poder de comunicación. Cada vez se veía con mayor claridad que funcionaban como polos opuestos de atracción. 

Polos que tenían fecha de caducidad. Llegado el momento del cansancio, la atracción se volvía en repulsión. Por ello, la seguridad en la afirmación: “la proximidad física no puede proporcionarla”. 

Se descubrían dos caminos que se encontraban en el punto de unión de tres figuras vitales en nuestra vida: unión con Dios y unión con el hermano. “La revelación te une directamente a Dios. Los milagros te unen directamente a tu hermano”. 

Nuestro “ser”, “Dios” y el “hermano” se fundían en una única realidad. Nuestro “ser” veía la faz de “Dios” en el “hermano”. Así nuestro “ser” tenía el mismo pensamiento “divino” cuando miraba al “hermano”. 

Marce sentía que una nueva melodía se había desarrollado en su interior. Unas nuevas notas dirigían la orquesta de sus pensamientos y unos nuevos compases estructuraban su mirada.

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