lunes, febrero 19

¿ERROR O PECADO?

Esteban hurgaba en su psique buscando en sus experiencias esas heridas de culpa cuando se equivocaba en el terreno moral. Algunas de ellas le habían producido más de un dolor de cabeza. Cierto día descubrió que no era lo mismo tachar esas experiencias de errores o pecados. 

El pecado llevaba en sí la idea de culpa y de condenación, de vergüenza y de autoflagelación. El error se presentaba como una necesidad en el proceso de aprendizaje. En una ocasión se vio impresionado por la respuesta de Thomas Alva Edison en su proceso de descubrir la luz incandescente. 

Había realizado 999 ensayos con diversos metales y en diferentes condiciones. A pesar de tan alto número de pruebas todas habían fallado. Ciertas personas aferradas a las ideas de fracaso y derrota fueron a verle. Le dijeron que si no debía considerarse un completo fracasado por las 999 pruebas inútiles realizadas. 

La respuesta de Edison se grabó en la mente de Esteban. “Todo lo contrario. Ha sido un gran descubrimiento y un proceso de aprendizaje indispensable. He conocido 999 caminos por donde no debo ir para encontrar la lámpara incandescente”. 

El error era aprendizaje, era ciencia, era saber, era conocer, era descubrir caminos inexplorados. Toda una aventura para el ser humano. Lo importante no era el final. Lo realmente interesante era el proceso. Y esa visión le hizo a nuestro inventor descubrir la lámpara incandescente que vemos todos los días en nuestras casas. 

Así, con esa idea, Esteban se adentraba en aquel párrafo: “El pecado se define como una falta de amor. Puesto que lo único que existe es el amor, para el Espíritu Santo el pecado no es otra cosa que un error que necesita corrección, en vez de algo perverso que merece castigo”.

“Nuestra sensación de ser inadecuados, débiles y de estar incompletos procede del gran valor que le hemos otorgado al principio de escasez el cual rige el mundo de las ilusiones o fantasías”. 

“Desde este punto de vista, buscamos en otros lo que consideramos que nos falta a nosotros. “Amamos” a otro con el objeto de ver qué podemos sacar de él. De hecho, a esto es lo que en el mundo de los sueños se le llama amor. No puede haber mayor error que ése, pues el amor es incapaz de exigir nada”. 

Esteban escribía en la pizarra de su mente la ecuación siguiente: pecado = error. El error era aprender y buscar nuevos caminos. El error era el camino de superación en la aventura de la vida. Y el amor era la confianza interior total que nos guiaba en ese descubrimiento.

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