domingo, febrero 25

RELACIÓN ESPECIAL

Adolfo estaba repasando las experiencias de años pasados. Veía que sus amistades, sus relaciones con personas especiales habían sido muy fructíferas en unos momentos, pero a lo largo del tiempo no se mantenían. Había un cambio de actitudes en las personas y aquellos intercambios, aquellos momentos de conexión se iban esfumando. 

En algunos momentos se sentía nostálgico de aquellas amistades. Sentía un impulso interior que le llamaba a reconectarse. Después aceptaba la libertad de las personas, en su grado máximo y descubría que algo realmente esencial había cambiado. 

Había relaciones que le concernían y otras relaciones que sus amigos le confiaban. El cambio y el tiempo eran aniquiladores de esa luz que había nacido entre amigos muy cercanos. A la distancia se debía aceptar sin ningún pero. La libertad así lo demandaba y el deseo de lo mejor para los demás nacía en los corazones. 

Ahora, al leer aquellas líneas podía entender un poco más la profundidad de esos acercamientos y distanciamientos. “Las relaciones especiales que se establecen en el mundo son destructivas, egoístas e ‘infantilmente’ egocéntricas”. 

“Mas si se le entregan al Espíritu Santo, pueden convertirse en lo más sagrado de la tierra: en los milagros que señalan el camino de retorno al Cielo. El mundo utiliza las relaciones especiales como el último recurso de exclusión y como una prueba de la realidad de la separación”.

“El Espíritu Santo las transforma en perfectas lecciones de perdón y las utiliza como un medio para despertarnos del sueño. Cada una representa una oportunidad de sanar nuestras percepciones y de corregir nuestros errores”. 

“Cada una es una nueva oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos, perdonando a otros. Y cada una viene a ser una invitación más al Espíritu Santo y al recuerdo de Dios”.

Adolfo cambiaba la consideración de las relaciones. Las denominadas ‘especiales’ tenían una carga equivocada por ambas partes. Eran egoístas, destructivas e ‘infantilmente’ egocéntricas. Se podrían sintetizar con la idea de ‘¿qué puedo sacar de los demás en esas relaciones?’. 

En cambio, las relaciones del Espíritu Santo no se fijaban en sacar nada de nadie. Era compartir con los demás sin esperar nada de ellos. Así que comprendía que el toque del Espíritu Santo podía cambiar una relación ‘especial’ en una relación de libertad. 

Y esa relación de libertad nos daba la oportunidad de crecer hasta el infinito.
++++

No hay comentarios:

Publicar un comentario