viernes, abril 5

EN EL GOZO, NO SE PUEDE IMPONER NADA


David recordaba una de las experiencias más bonitas de su vida cuando no impuso ni sus criterios ni sus expectativas. Dos grupos compuestos por jóvenes y adultos mezclados estaban jugando un partido de voleibol. David se acercó para ver las evoluciones del mismo. 

Daba gozo verlos participar de las diversas jugadas y las diferentes estrategias. Todos estaban alerta y deseaban ganar. El partido fue discurriendo con sus diferentes lances. Alguien vino para indicarle a uno de los jugadores que era requerido al teléfono. 

Para no parar el partido, David fue invitado a participar en lugar de ese jugador. Todo continuaba igual. Las jugadas, los tantos, los buenos tiros y las expresiones de victoria y de fallos se hacían evidentes. El partido discurrió hasta la hora de la comida donde tuvo que darse por terminado. 

“Hacer la Voluntad de Dios perfectamente es el único gozo y la única paz que puede conocerse plenamente, al ser la única función que se puede experimentar plenamente”. 

“Desear otra experiencia, no obstante, obstaculiza su logro porque la Voluntad de Dios no es algo que se te pueda imponer, ya que para experimentarla tienes que estar completamente dispuesto a ello”. 

“El Espíritu Santo sabe cómo enseñar esto, pero tú no. Esa es la razón por la que Lo necesitas, y por la que Dios te lo dio. Únicamente sus enseñanzas pueden liberar a tu voluntad para que se incorpore a la de Dios, uniéndola a Su Poder y Gloria, y estableciendo a Estos como tuyos”. 

“Los compartes tal como Dios los comparte porque ese es el resultado natural de su existencia”. 

David, al irse con sus compañeros a comer, siguió conversando con ellos. Se había sentido genial. No había pedido jugar. No había impuesto su criterio. Se había dejado llevar por el viento de alegría y de buena camaradería del grupo. La recompensa había sido total. Una experiencia que siempre se hacía presente en su corazón.

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