Lucas reconocía que este concepto, una mente mercantilista no lo podía captar con facilidad. El dinero se puede dar y recibir. Se dan unos billetes y se reciben otros. Se dan unos regalos y se reciben otros. En cambio, para dar paz se tiene que dar desde la paz interior de la persona.
Si no hay paz en el interior no se puede dar paz. Pero, si hay paz en el interior y se comparte, en ese intercambio se experimenta la paz en compañía. Se da la paz al otro desde la propia paz interior. Por ello, dando paz, nuestra paz interior se amplía, se extiende, se goza conjuntamente y se eleva el dador a alturas insospechadas.
Es decir, que se hace grande, muy grande, esa paz en el interior de la persona. “¿No crees que el mundo tiene tanta necesidad de paz como tú? ¿No te gustaría dársela en la misma medida en que tú deseas recibirla? Pues a menos que se la des, no la recibirás”.
“Si quieres recibirla de mí, tienes que darla. La curación no procede de nadie más. Tienes que aceptar dirección interna. La dirección que recibas no puede sino ser lo que quieres, pues, de lo contrario, no tendría sentido para ti”.
“Por eso, la curación es una empresa de colaboración. Yo puedo decirte lo que tienes que hacer, pero tú tienes que colaborar teniendo fe en que yo sé lo que debes hacer”.
“Sólo entonces decidirá tu mente seguirme. Sin esa decisión, no podrás curar porque ello supondría que habrías decidido en contra de la curación, y este rechazo de lo que yo he decidido para ti impediría la curación”.
Lucas no buscaba lo que le faltaba fuera de sí mismo. Este punto era vital en todo proceso de superación en nuestra vida. Si se necesitaba paz, no se iba al mercado y se compraban unos kilos de paz. Se empezaba por el interior. La paz tenía asiento en tu corazón.
Allí la buscas, allí la conoces, allí la experimentas, cuando encuentras a otra persona necesitada de esa paz, se la compartes. En ese acto de entregar esa incipiente paz que tienes dentro, empiezas a recibir una calidad de paz que se multiplica a niveles insospechados.
No lo olvides nunca. No busques nada fuera de ti. Toda búsqueda empieza por tu interior. No es un acto mercantilista. No se compra. Se desarrolla todo aquello que se tiene y que se comparte.
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