jueves, abril 18

LA FRASE QUE NUESTROS OÍDOS VIBRAN CON ELLA


Pablo no había leído nunca una expresión tan hermosa en sus oídos. Nunca había considerado esa visión tan plena que leía. No podía dejar de leer y su corazón latía con un nuevo compás. Aquello estaba dirigido a todos y cada uno de nosotros. Había que escucharla. 

“Si quieres ser como yo, te ayudaré, pues sé que somos iguales. Si quieres ser diferente, aguardaré hasta que cambies de parecer. Yo puedo enseñarte, pero tú tienes que elegir mis enseñanzas. ¿Cómo podría ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad? Nadie puede aprender lo que es la libertad si está sometido a cualquier clase de tiranía”. 

Pablo creía que debía repetírsela cada día para poder comprenderla en toda su extensión. Una frase que salía de la boca de Jesús y nos la compartía con la mayor naturalidad. Estaba insertada en un párrafo que decía: 

“Nada que Dios creó puede oponerse a tu decisión, de la misma manera en que nada que Dios creó puede oponerse a Su Voluntad. Dios le dio a tu voluntad el poder que ella posee, y yo no puedo sino respetarlo en honor de Su poder”. Aquí la frase se expone con todo su brillo y con todo su razonamiento: 

“Si quieres ser como yo, te ayudaré, pues sé que somos iguales. Si quieres ser diferente, aguardaré hasta que cambies de parecer. Yo puedo enseñarte, pero tú tienes que elegir mis enseñanzas. ¿Cómo podría ser de otra manera, si el Reino de Dios es libertad? Nadie puede aprender lo que es la libertad si está sometido a cualquier clase de tiranía”. 

“La perfecta igualdad de todos los Hijos de Dios no se podría reconocer si una mente ejerciese dominio sobre otra. Los Hijos de Dios gozan de perfecta igualdad en lo que respecta a su voluntad, por ser todos ellos la Voluntad del Padre”. 

“Esta es la única lección que vine a enseñar”. 

Pablo se centraba en la última frase: “Esta es la única lección que vine a enseñar”. El silencio subía desde el fondo de su corazón. Las enseñanzas de Jesús eran parte de nuestro interior. La creación nos había dado tales dones en nuestra voluntad. 

Era cierto que la libertad jugaba bien sus roles. La enseñanza básica se centraba en la libertad. “La perfecta igualdad de todos los Hijos de Dios no se podría reconocer si una mente ejerciese dominio sobre otra. Los Hijos de Dios gozan de perfecta igualdad en lo que respecta a su voluntad, por ser todos ellos la Voluntad del Padre”. 

Pablo aprendía en silencio, en reflexión interior, en meditación. Eran afirmaciones que hacían temblar todo el edificio de nuestra relación con Dios. Y, su corazón, le decía que sentía lo mismo.

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