lunes, abril 1

DESCUBRIR LA LIBERTAD


Iván estaba relajado y tranquilo, sentado a la orilla del mar, en el ocaso de la tarde. La idea de libertad le llamaba poderosamente la atención. Se iba encontrando cada vez más de acuerdo con la Voluntad de Dios porque le apoyaba en esos conceptos de la libertad. 

Su mentalidad había cambiado mucho. Durante mucho tiempo, había creído que Dios era el ser que le coartaba la libertad. La idea de un Dios castigador le había quedado impresa en esas clases de religión impartidas por un sacerdote en el día de sábado que visitaba la escuela. 

Ahora, con un conocimiento más claro y comprensivo, todo un Dios nos creaba en total libertad para que decidiéramos nosotros qué camino seguir. La parábola del Hijo Pródigo era un canto a la libertad de todo un Dios. Y esa libertad, Iván la amaba mucho. 

“El ego trata de enseñarte que tu deseo es oponerte a la Voluntad de Dios. Esta lección antinatural no se puede aprender, y tratar de aprenderla viola tu libertad, lo cual hace que tengas miedo de tu voluntad porque es libre”. 

“El Espíritu Santo se opone a cualquier forma de aprisionamiento de la voluntad de un Hijo de Dios porque sabe que la voluntad del Hijo es la Voluntad del Padre”. 

“El Espíritu Santo te conduce firmemente por la senda de la libertad, enseñándote cómo descartar o mirar más allá de todo lo que te impediría seguir adelante”. 

Iván se quedaba sorprendido al descubrir la libertad que cada ser humano tenía en Dios. La idea de que nuestro deseo era oponernos a la Voluntad de Dios era totalmente opuesta a nuestras experiencias de unión, de comprensión, de apoyo, y de universalidad.

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