miércoles, abril 10

LA PAZ SOÑADA


Guille sentía esa libertad que le llegaba por todos lados y leía sobre ella continuamente. Deseaba conocer cómo tenerla y cómo disfrutarla. Una libertad de elección que era el punto vital de su vida. Su libertad era como el instinto de los animales. 

Sabía que una elección auténtica de libertad lo dirigiría por los mejores caminos, siempre soñados, siempre anhelados. Era como encontrarse a sí mismo en sus más altas funciones que le otorgaba la naturaleza. Una experiencia que lo llenaba de plenitud y de encanto soñado. 

“Si lo que la Voluntad de Dios dispone para ti es paz y dicha absolutas, y eso no es lo único que experimentas, es que te estás negando a reconocer Su Voluntad. Su Voluntad no fluctúa, pues es eternamente inmutable”. 

“Cuando no estás en paz ello se debe únicamente a que no crees que estás en Él. Mas Él es el Todo de todo. Su paz es absoluta y tú no puedes sino estar incluido en ella. Sus leyes te gobiernan porque lo gobiernan todo”. 

“No puedes excluirte a ti mismo de Sus leyes, si bien puedes desobedecerlas. Si lo haces, no obstante, y sólo en ese caso, te sentirás solo, desamparado porque te estarás negando todo”. 

Guille asentía con su mirada, con su corazón y con todos los poros de su cuerpo. La paz era plena y lo envolvía como una caricia dulce y sincera que trataba de compartir con los demás.

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