La energía nos viene cada mañana. La luz del día nos despierta con su majestad de belleza y alegría. Nos vemos inmersos en luz y felicidad. El descanso nos ha regenerado. Nos ha transformado. Nos ha restaurado. ¡Hermoso descanso!
Nuestro primer pensamiento es de gratitud. Gratitud por ese dulce descanso. Gratitud por el nuevo regalo del día envolviéndonos en un abrazo. Nuestra mirada se enfoca en esa sensación de acogida y de encanto. Nos vamos despertando. La sonrisa asoma en nuestros labios. La dicha se hace presente en un corazón confiado.
Miramos el día con nuestros proyectos, nuestros deseos y nuestros encuentros. Además, decimos: “todo sea para la conjunción y la unión de nuestras manos”. Allá en el fondo, se enciende una luz pequeña, diminuta pero intensa y amante.
Nos dice: “Si estás atent@, te sorprenderé una vez más”. Y sigue: “Puedes hacer tus proyectos, puedes hacer tus decisiones, pero sabes que colaboro contigo y pueden cambiar las circunstancias y las visiones”. Y recordamos los momentos que cambiaron en un segundo por algo inesperado.
Y le damos las gracias porque en nuestro camino y en nuestro contacto siempre nos sentimos acompañados. La soledad ha desaparecido. Y con una alegría nueva empezamos el día hablando, confiando. Y con esa luz diminuta, brillante, en nuestro interior, vibrando.
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